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Parte 4: Encuentros, citas y un triatlón Pokémon



Playa de Melemele...

Las vacaciones estaban resultando mucho más divertidas de lo que Misty o Serena se imaginaron. Más todavía con los amigos alolanos de Ash; con ellos tenían mucho más de qué hablar y cosas qué hacer, y además que les mostraran los lugares que podían visitar y con los cuales podían entretenerse. Así cubrían muchísimo más terreno, y no pasó mucho antes de que conocieran cada lugar de interés.

Aquella misma mañana, Serena y Misty habían visitado una joyería conocida como Alola Sunrise, por recomendación de Mallow y las otras. Ash casi se va para atrás cuando lo mencionaron, recordando cómo sus tres amigas alolanas lo arrastraron a la fuerza hacia ese lugar la primera vez que estuvo en la región.

Él no tenía nada que hacer allí, después de todo probarse joyas no era lo suyo, pero decidió soportarlo por Misty y Serena.

Las dos chicas estaban encantadas de ver y probarse todo lo que podían. De hecho, ahora mismo, llevaban puestos algunos de los artículos que consiguieron en oferta en ese lugar: Misty había comprado unos aretes en forma de concha marina, y Serena unos en forma de estrella, complementados con un dije y un sujetador para el cabello a juego con ellos.

Aunque no fuese lo suyo, Ash por dentro admitía que realmente les quedaban bien.

El grupo en aquel momento se encontraba en medio de un excitante partido de voleibol de playa. Estaban jugando Misty y Mallow contra Ash y Kiawe, mientras el resto observaba detenidamente. Se estaban divirtiendo tanto que constantemente cambiaban de bando cada vez que alguno de ellos lograba hacer una estupenda jugada.

- ¡Misty! – dijo Mallow, preparando una para Misty.

La pelirroja avanzó hacia la red y saltó. – ¡Ahí les va!

Y con un poderoso remate, el balón salió disparado directo a la cara de Ash, que apenas tuvo tiempo de poner las manos al frente y tratar de protegerse, pero el balón salió tan fuerte que lo hizo caer hacia atrás en la arena, y voló fuera de las líneas. Kiawe trató de lanzarse a atraparlo pero no lo logró, y con eso el partido quedó sentenciado. Mallow y Misty chocaron las manos.

- ¡Juego y partido para nosotras! – exclamó la peliverde.

- Uff... eso no fue justo. – dijo Ash poniéndose de pie y frotándose detrás de la cabeza. – Lo hiciste a propósito.

- No es mi culpa que tu cara estuviera en el camino. – dijo Misty, enrollándose un mechón de pelo entre el dedo.

Ash rodó los ojos, pero no se atrevió a replicarle. Misty seguía siendo tan fuerte como siempre y no desperdiciaba ninguna oportunidad de demostrarlo. En este partido no fue la excepción: cada vez que Misty hacía uno de sus remates mortales era punto seguro. El hecho de que Kiawe y Ash consiguieran ganarles un juego y tuvieran que ir a dos de tres para decidir fue un verdadero milagro, y en el último fue que Misty decidió ponerse seria y destrozarlos sin piedad.

- ¿Por qué no me dijiste que era así de fuerte, Ash? – preguntó Kiawe. – Es un milagro que hayamos resistido hasta el final.

- Tú deberías saberlo, esa es Misty para nosotros. – dijo Ash, suspirando de resignación y acercándose hacia la red. – Como sea, ya nos ganaron, ¿están contentas?

- Tú sabes que sí. – dijo Misty. – Y bien, ¿alguien más quiere retarnos?

Se dirigió hacia el cuarteto formado por Serena, Lana, Lillie y Sophocles que estaba sentado fuera de la cancha. Estos se miraron nerviosos, como pensando en una respuesta apropiada, aunque claramente era que ninguno de ellos se querría enfrentar a esos remates mortales de Misty.

- Oigan, no me vean así. Seré suave con ustedes, en serio. – les dijo.

Ash la miró de reojo. ¿O sea que solo con él era deliberadamente así de violenta al jugar voleibol?

Pero antes de poder protestar, empezó a sonar un pitido dentro de la bolsa de Misty. La pelirroja inmediatamente supo lo que era, y extrajo la cápsula con el huevo que le había regalado Lana unos días antes.

- ¡Ya va a nacer! – exclamó felizmente.

Los demás supieron inmediatamente que tenían que apartarse, para que en cuanto naciera la cría recién nacida pudiera ver a Misty antes que a nadie más y grabarse su imagen. Todos miraron expectantes mientras la pelirroja extraía el huevo y lo sostenía en las manos. Cada vez estaba más cálido, hasta que finalmente el cascarón se rompió y empezó a tomar forma. Por los lados le salieron las aletas, por debajo la cola, y una pequeña cabeza con nariz de punta redonda arriba. Después de unos segundos pudieron apreciarlo mejor.

Como era de esperarse, de este salió una pequeña foca con la piel de color azul marino, y alrededor de su cuello tenía una membrana azul claro que parecía una gorguera, tenía el hocico blanco y una nariz roja y redonda.

Serena sacó sin tardanza su Pokédex para escanearlo:

- Popplio, el Pokémon león marino. Popplio es capaz de crear globos de agua por la nariz y utilizarlos como parte de sus distintas estrategias y ataques en combates. Este Pokémon se mueve con más soltura en el agua que en tierra firme y puede nadar a velocidades que superan los 40 km/h.

- ¡Qué lindo! – exclamó Misty. La pequeña foca miró a su nueva entrenadora, y aplaudió con sus aletas felizmente.

- Sí, es adorable. – dijo Serena, acercándose para verlo mejor.

- Es hembra, igual que la mía. – dijo Lana, después de mirar detenidamente a la foca.

- ¿Cómo lo sabes? – preguntó Misty. Lana solo la miró con cara de "solo lo sé, no te preocupes."

- ¡Hay que capturar este momento! – dijo Mallow. – ¡La cámara, rápido, saquémosle una foto!

- Aquí la tengo. – dijo Serena. Ya se disponía a tomarla, pero Mallow la arrastró con ella.

- ¡Vamos, hagamos la foto con todas las chicas! – dijo Mallow quitándole la cámara y dándosela a Ash. – ¡Lillie, Lana, ustedes también!

Serena se sintió algo insegura, pero Mallow la arrastró y antes de darse cuenta, ya se habían alineado todas. Misty en todo el centro con su nueva Popplio en los brazos. Lana abrazándola, y Serena de pie al lado de ella poniéndose las manos en el pecho y sonriendo algo nerviosa. Del otro lado de Misty, Mallow y Lillie también saludaban a la cámara.

Ash tomó el aparato y tomando algo de distancia las enfocó a todas.

- De acuerdo, todas sonrían. – les dijo, y apretó el disparador. La fotografía estaba lista.

- Gracias, Ash. – sonrió Misty, volviendo a mirar a su nueva pequeña. Extrañaba mucho poder tener a un Pokémon recién nacido al cual cuidar, esos siempre le despertaban su instinto maternal.

- Muy bien, si ahora que ya terminó el juego, ¿vamos a seguir con ese entrenamiento que querías? – preguntó Kiawe.

- ¿Qué entrenamiento? – preguntó Misty.

- Greninja y yo todavía estamos tratando de perfeccionar la Shuriken de Hielo. – explicó Ash. – Pero todavía no nos sale, siempre se rompe cuando trata de congelarla. Kiawe ofreció ayudarnos a entrenar para ver si lográbamos mejorarla.

- Ah, así que eso es lo que has estado haciendo estos días en tu tiempo libre. – Misty arqueó una ceja. Ese era el Ash que conocía, siempre entrenando para volverse más fuerte. – Pero no se te habrá olvidado que me prometiste que hoy iríamos a bucear, ¿verdad?

Ash se rascó detrás de la cabeza. Claro que no se le había olvidado, lo que se le olvidó fue decirle a Kiawe que tenía esos planes, y que no podrían entrenar hoy.

Aun así, la líder de Cerulean tenía prioridad sobre su amigo de Alola, así que la decisión era muy obvia.

- Disculpa, Kiawe, pero hoy no podrá ser. – dijo Ash. – Una promesa es una promesa.

- Como quieras. – dijo Kiawe encogiéndose de hombros. – Pero a cambio mañana me debes doble hora de entrenamiento, ¿de acuerdo?

- Hecho. – replicó Ash antes de volverse hacia Misty. – ¿Entonces qué, nos vamos ya?

- Sí, ya nos vamos. Lana prometió prestarnos a su Lapras para ir al arrecife, ¿cierto?

- Solo no olviden regresar antes de que anochezca. – les advirtió Lana. – No le gusta quedarse a mar abierto en la oscuridad.

- Yo mientras, me iré con Mallow al restaurante. – dijo Serena.

- ¿No vendrás con nosotros? – Ash ladeó la cabeza, algo extrañado por la decisión de Serena. Hasta ahora habían ido a todas partes los tres juntos.

- Le prometí a Mallow que le enseñaría a su Tsareena algunos movimientos para una rutina. – dijo la artista-coordinadora. – No se preocupen por mí, vayan y diviértanse.

- Ya la oíste, Ash, seremos solo tú y yo. – dijo Misty agarrándolo del brazo y empezando a arrastrarlo. – ¡Vámonos!

- ¡Espera! ¿Y Pikachu? – Ash no se sentía con ganas de irse sin su mejor amigo.

- Tranquilo, está allá jugando con Togedemaru a hacer castillos de arena. – dijo Sophocles, señalando a donde estaban. – Yo me encargaré de vigilarlos.

- Y no te preocupes, nos aseguraremos que no haya ningún Palossand a la vista. – agregó Kiawe.

Serena quiso preguntar qué era un Palossand, pero supuso que podría hacerlo después con más calma. 

Por ahora, Misty tenía prisa por aprovechar su tiempo a solas con Ash, y sin perder tiempo los dos agarraron sus cosas mientras se iban con Lana, sin duda en busca de su equipo de buceo y para que les prestara su Lapras.

La mente de Serena voló a sus recuerdos, pues de todas maneras Misty ya le había dicho de estos planes con anticipación.

...

- ¿Ir a bucear? – preguntó Serena.

- Lana me habló de un arrecife de coral que hay no muy lejos de la costa. – dijo Misty. – Me gustaría tener mi cita con Ash en ese lugar. Por supuesto, no iba a hacerlo sin decirte primero.

- Muy apropiado. – sonrió la kalosiana. Iba muy bien para alguien como Misty que amaba el agua.

- Como sea, antes de ir con él, me gustaría pedirte un favor. – dijo Misty. – Sí me consta que, a diferencia de mí, tú sí tuviste un par de citas con Ash, ¿verdad?

Serena estuvo a punto de rodar los ojos. Llamarlas "citas-citas" era estirarse demasiado, pero sí tuvo algunos momentos a solas con él, aunque no tantos como le hubiera gustado, ni con oportunidad para hacer las cosas que ella hubiera querido.

De nuevo, no podía decir que no hubiera disfrutado de esos momentos. Siempre serían hermosos y muy especiales recuerdos para ella.

- Necesito que me ayudes. – Misty juntó las manos en posición de súplica. – Cuando hayamos terminado de bucear y eso, ¿qué me aconsejas que debería hacer?

Serena se puso pensativa. Había muchas cosas que a ella le gustaría hacer con Ash, y aunque no tuvo oportunidad, tenía una o dos ideas de qué podría utilizar para ganarse su afecto.

Para aquellos que creían en el dicho "el camino al corazón del hombre es a través de su estómago", Ash definitivamente era el mejor ejemplo.

- Bueno, a él siempre le gustaron mucho los dulces que yo le hacía. – dijo Serena. – En general siempre se ponía contento cuando yo le hacía algún detalle, un regalo o lo que fuera.

- Ya veo. – dijo Misty. – Sí, ahora que lo pienso, yo nunca compartí muchas cosas con Ash. De nuevo, yo nunca fui buena cocinando, y lo último que quisiera sería matarlo por darle a comer algo que preparé mal.

- Eso no es problema. – dijo Serena. – Puedo enseñarte mi receta para hacer galletas. A Ash le encantan, y si tienes los ingredientes no son para nada difíciles de hacer.

- ¿En serio? – Los ojos de Misty empezaron a brillar. Esa sería una excelente forma de impresionar a Ash, haciéndole probar algo que ella misma preparó (y que fuese comestible).

Las dos pasaron la mañana en el supermercado, mientras Ash estaba ocupado entrenando con Kiawe y Sophocles, y salieron con todos los ingredientes. Serena además sugirió llevarse algunas bolsitas de chispas de chocolate, nueces y canela para hacerlas surtidas.

Después, le pidieron a Mallow prestada la cocina del restaurante por un rato para ir haciendo la pasta. Serena se limitó a simplemente darle a Misty las indicaciones, pues la pelirroja quería aprender por su propia cuenta y poder presumirle después a Ash de haber hecho todo por sí misma.

En otro tiempo, Misty hubiese querido "experimentar", pero con Serena vigilándola y asegurándose de que no fuese a hacer nada que pudiera echar a perder el esfuerzo, decidió no hacerlo. En retrospectiva, la única vez que a ella le salió "cocinar" algo bien, fue cuando tuvo que preparar aquel brebaje medicinal de salveyo para Ash cuando él y Tracey aspiraron el polen de Vileplume, y solo fue porque siguió la receta al pie de la letra. Si en ese entonces le funcionó, supuso que en esta ocasión sería igual, así que tuvo mucho cuidado de no desviarse ni por un detallito de las indicaciones de Serena.

Luego de preparar la pasta, la metieron en un tubo para que Misty pudiese verterla en la bandeja. En total la que prepararon (como experimento y por precaución) le alcanzó para hacer poco más de veinte. Lo siguiente era meterlas al horno, y esta fue la parte más difícil para Misty, ya que lo único que tenía que hacer era esperar, y la pelirroja odiaba quedarse esperando. Por suerte para ellas el horno tenía una alarma con temporizador de tal forma que no iba a estarse más de lo necesario. Durante ese tiempo Misty no pudo hacer otra cosa que ponerse a chupar los restos de la pasta que sobró. No sabía nada mal, eso era una buena señal.

Finalmente, cuando sonó la alarma, sacaron la bandeja del horno, y el olor definitivamente les abrió el apetito. Ya con esto, lo único que le quedaba era espolvorearlas con todo lo adicional que compraron, y dejarlas reposar un poco antes de volver a pasarlas por el horno otro rato y que quedaran crujientes. Esto para que duraran más, según Serena, pero la kalosiana tenía el presentimiento de que iban a desaparecer mucho más rápido de lo que les tomó prepararlas. De nuevo, este era solo la "experimental", así que estaban en su derecho de comérselas todas si querían.

- Muy bien, llegó la hora. – dijo Serena, una vez que se enfriaron lo suficiente después de la segunda pasada por el horno, tomando una y probándola.

- ¿Qué tal? – preguntó Misty, cruzando los dedos.

- Compruébalo tú misma. – sonrió Serena. De acuerdo, no hizo muecas de asco ni de ahogarse, seguro significaba que estaban bien.

Misty tomó una cubierta de chispas de chocolate y la engulló de un solo bocado.

- Hmm... ¡hmmm! Nada mal. Nada mal para ser algo que hice yo. – dijo Misty, sonriendo con satisfacción, y sin perder tiempo agarrando la mitad de la bandeja para ella.

- Felicidades, están muy bien para ser la primera vez. – dijo Serena.

- Muchísimas gracias. – Misty abrazó efusivamente a Serena. – Jamás lo habría logrado sin tu ayuda.

- Oye, yo solo te di las indicaciones. Tú hiciste todo el trabajo. – aseguró la kalosiana. – Estoy segura que a Ash le van a encantar.

- Sin duda. – dijo Misty. – Pero estas son las primeras que hago, creo que quiero disfrutarlas yo. Puedes comerte el resto tú si quieres. No vayas a decirle a Ash, quiero sorprenderlo.

Misty dijo la última parte guiñando el ojo, y Serena se rio. Por supuesto que no iba a decirle nada. Su amiga (y rival) merecía celebrar ese triunfo, después de todo se lo había ganado por su propio mérito.

...

A Serena no le molestaba. Después de todo, parte del pacto fue que cada una tuviese alguna oportunidad de estar a solas con Ash, en tanto no abusaran de ello, ya fuera del tiempo o de hacer... "avances" a espaldas de la otra.

Con eso en mente, se dirigió a ensayar su rutina. No iba a desearle suerte, pues esa misma mañana la pelirroja hizo otro cargamento de galletas (casi un kilo) para llevárselas a su cita. Si le salieron tan bien como las primeras, y Serena estaba segura de ello, no la necesitaría.

*TRADUCTOR POKÉMON ACTIVADO*

Entretanto, Pikachu y Togedemaru seguían haciendo sus castillos de arena junto a la orilla. El roedor de Kanto todavía seguía bastante alerta ante la vista de la potencial aparición de un Palossand en la arena, después de aquella mala experiencia con uno que se tragó vivos a Ash y su Litten. En caso de que volviera a aparecer otro, tendría mucho cuidado de no incurrir en su ira.

- [¡Listo, ya solo falta ponerle las banderas!] – dijo Togedemaru.

La eriza eléctrica trató de colocar una en la torre más alta, pero por su pequeño tamaño y cortas extremidades no podía. Y ni modo que saltara a riesgo de caerle encima y echar abajo todo ese duro esfuerzo por edificarlo.

- [Déjame ayudarte.] – dijo el ratón. La levantó con cuidado encima de su cabeza, poniéndola a suficiente altura para que pudiera colocar la bandera en la cima de la torre sin problemas. Después la volvió a bajar.

- [Muchas gracias, eres un amor.] – exclamó Togedemaru, yéndosele encima.

- [¡Hey, oye, no seas tan encimosa!] – replicó Pikachu tratando de quitársela.

Pero por más que lo intentaba, Togedemaru no lo soltaba. Era increíble que después de tantos años, ella no se hubiera olvidado de él y siguiera igual de cariñosa. Normalmente no le molestaría, pero a veces se emocionaba tanto, que dejaba salir sus espinas involuntariamente, y eso no era nada divertido.

La peor parte, a raíz de su habilidad de Pararrayos no podía usar sus ataques eléctricos para que se alejara, ya que ella solo los absorbía. Al menos la Buneary de Dawn era un poco más recatada con sus muestras de afecto.

- [Oigan, oigan, ¿qué creen que hacen aquí?] – dijo de repente otra voz que ninguno de los dos reconoció.

Pikachu y Togedemaru dejaron de jugar para encontrarse con una figura acercándose.

Un Raichu Alolano, venía surfeando hacia ellos sobre su cola. Tenía una expresión de fastidio, y en cuanto se bajó de su cola-tabla, cruzó los brazos mirándolos con desdén.

- [¿Quién les dijo que podían jugar a castillitos de arena en este lugar?] – Si no fuera por la voz, Pikachu no se hubiera dado cuenta que era hembra, e incluso eso era difícil de distinguir por su actitud poco femenina.

- [¿Hay algún problema?] – dijo Pikachu, tratando de no buscarse pelea, pero tenía el presentimiento de que no iba a ser así.

- [No me gusta ver pelmazos debiluchos en mi playa.] – replicó la roedora evolucionada, mirando a Togedemaru de reojo. La eriza se enfurruñó ante esto.

- [¿A quiénes llamas debiluchos?]

- [¿Ves a alguien más aquí?] – dijo la Raichu. – [Váyanse ahora, o sino...]

- [¿O sino qué?] – la desafió Togedemaru. – [¡Vamos, Pikachu, patéale el trasero!]

- [¡Hey! ¿Y por qué tengo que hacerlo yo?] – dijo Pikachu. A él no le gustaba buscarse peleas innecesarias y si podía mejor resolver las cosas pacíficamente.

- [Ah, vamos. Todos los Raichus locales trataron de desafiarme, y ninguno pudo conmigo.] – declaró con orgullo. – [¿En serio crees que un patético y pequeño Pikachu podría hacerlo?]

Pikachu se puso rígido ante este comentario, y sintió que una vena en su cabeza estaba a punto de estallarle. Si bien se había rehusado a evolucionar, él no tenía ninguna aversión por interactuar con Raichus, a menos que estos lo menospreciaran por no estar evolucionado. Eso siempre lo hacía incensarse, era un botón que cualquiera que presionara tenía que pagar.

- [Ya me oyeron, se me van de aquí ahora mismo.] – insistió la Raichu.

- [Esta es una playa pública, no puedes echarnos.] – volvió a decir Togedemaru.

- [¿Ah, no? Entonces miren lo que hago con su precioso castillito.] – Y usando sus poderes psíquicos agitó su cola y derribó la torre más alta del castillo que habían edificado.

- [¡OYE!] – protestó Togedemaru, pero Raichu no se detuvo, y siguió dando coletazos hasta demoler por completo el castillo que tanto tiempo y esfuerzo les había tomado edificar. Pikachu ahí ya no aguantó más y le replicó dándole un coletazo propio en la cara.

- [¿Oh, qué pasa? ¿Ahora sí quieres pelear conmigo?]

- [¡Acertaste! ¡Si querías problemas, ya los tienes!] – exclamó el inicial de Ash.

La Raichu se paró encima de su cola y empezó a flotar en ella, lanzándose hacia donde estaba Pikachu. El ratón saltó fuera de su camino, y concentrando electricidad en su cola le arrojó una Electrotelaraña. La Raichu alzó las manos, y brilló con un aura púrpura, claramente utilizando Fuerza Psíquica para parar el ataque, y desviarlo hacia un lado. Específicamente hacia Togedemaru.

Era una suerte que su habilidad fuese Pararrayos, o de lo contrario Pikachu se hubiera preocupado. La eriza simplemente absorbió la red eléctrica, mientras Pikachu continuaba peleando contra Raichu.

La roedora evolucionada empezó a cargar sus sacos eléctricos, soltándole un masivo Atactrueno. Pikachu saltó hacia un lado y lo esquivó sin dificultades. Raichu siguió insistiendo, pero Pikachu era demasiado rápido.

- [¡Estate quieto!] – le gritó, pero al ver que no lo hacía, alzó las patas y usó Fuerza Psíquica para detenerlo en seco y levantarlo en el aire de cabezas. – [¡Ahora sí, no te me escapas!]

De nuevo cargó sus sacos eléctricos y le lanzó el Atactrueno, y esta vez no pudo hacer nada para esquivarlo. Pikachu salió despedido hacia atrás y aterrizó sobre su panza. Para sorpresa de Raichu, se volvió a levantar y se sacudió como si ese ataque no hubiera sido nada.

- [¿Es todo lo que tienes?] – le dijo en tono burlón. – [He recibido peores.]

- [¡No te dejes ganar, dale duro, duro, duro!] – gritaba Togedemaru.

- [Enano insolente, ¡te voy a enseñar a respetar!] – exclamó Raichu, volviendo a pararse en su cola para surfear hacia él, esta vez mientras se envolvía en energía eléctrica en lo que claramente era un ataque de Carga Salvaje.

- [¡Cuidado!] – gritó Togedemaru.

Pikachu no necesitó la advertencia, Pikachu saltó y aterrizó del otro lado, y de inmediato echó a correr contra ella. ¿Tenía Carga Salvaje? Él tenía una versión mucho mejor.

- [¡A ver qué te parece esto!] – le gritó corriendo envolviéndose en su propia electricidad, pero mucho más potente.

La Raichu ensanchó los ojos al ver qué era una Tacleada de Voltios, y ya venía directo hacia ella a toda velocidad. Por reacción trató de frenarlo usando Fuerza Psíquica, pero apenas cuando levantó las manos, Pikachu saltó, embistiéndola directamente en la panza y sacándole el aire. Trastabillando hacia atrás y frotándose el estómago en lo que recuperó el aire, miró al roedor no evolucionado, pero esta vez no con rabia sino con... ¿respeto, tal vez?

- [Eso... dolió. Eso me gusta, no eres un debilucho. ¡Vamos, dame más!] – lo retó.

- [¿Eh?] – Pikachu ladeó la cabeza, totalmente confuso. ¿Le estaba incitando a atacarla más?

- [¿Qué esperas? ¡Acaba con ella, enséñale quién manda!] – gritó Togedemaru.

Pikachu ya no estaba molesto con la Raichu, ahora solo estaba confundido. Pero igual, se había propuesto darle su merecido por haberse metido con ellos y no iba a detenerse ahora. Raichu empezó a juntar electricidad en sus sacos para hacer un Atactrueno masivo. Por alguna razón, la mirada que tenía ahora en los ojos era más escalofriante que al inicio. Pero enfocando su atención en lo que realmente importaba, se preparó para recibir el ataque de Raichu, sin esquivarlo. Revistió su cola de energía metálica y sin moverse de su lugar, esperó hasta que la descarga de Raichu estuvo a punto de llegarle para clavarla en el suelo.

Raichu siguió atacando, y por un momento creyó haber ganado, hasta que finalmente cesó y vio que Pikachu seguía en el mismo lugar, completamente inafectado por el ataque. Él no poseía la habilidad de Pararrayos como Togedemaru, pero la Cola de Hierro era un buen sustituto, si bien solo para anular el daño de ataques eléctricos enemigos y no para aumentar su propio poder. La Raichu sonrió con deleite, y el inicial de Ash tuvo un ligero respingo. Eso no le gustaba, le daba un mal presentimiento.

- [Terminemos con esto de una vez.] – dijo Raichu. Pikachu no pudo más que asentir. Después de todo, juzgando por su aspecto, solo le quedaba energía para un último ataque.

Raichu empezó a envolverse en electricidad y se paró en su cola-tabla, lista para lanzarse. De acuerdo, si quería hacerlo de esa manera, que así fuera. Pikachu saltó hacia atrás para tomar impulso, y empezó a correr mientras se envolvía en su propia electricidad para lanzarse con su propio ataque. La Tacleada de Voltios se encontró de frente con la Carga Salvaje, y en el punto de impacto, la primera dominó a la segunda.

Raichu salió volando por los aires, estrellándose de espaldas mientras Pikachu dejaba de correr, jadeando un poco por el daño de retroceso que le provocaba su ataque. Pero por fin, la pelea había terminado.

Raichu yacía en el suelo noqueada, y Togedemaru se le aproximó, tanteándola con sus pequeñas manos. Pikachu también se le aproximó con cautela, esperando no haberse pasado demasiado con ese último ataque. Al cabo de unos segundos, de repente la roedora evolucionada se puso de pie de un salto, y en su mirada había... ¿corazones?

- [¡Al fin! ¡Por fin encuentro a uno que es digno de ser mi pareja!] – exclamó.

- [¿Eh? ¿De qué estás hablando?] – Pikachu no entendía.

A Togedemaru, por su parte, no le agradaban las implicaciones de las palabras que acababa de decir.

- [¡Ya te lo dije! ¡Todos los demás en esta playa son unos pelmazos debiluchos! ¡Ninguno me servía ni para calentamiento! Pero tú, tú eres diferente. Sin evolucionar, y a pesar de todo eres más fuerte que todos ellos juntos. ¡Ven a mis brazos!] – De inmediato saltó para atrapar a Pikachu en un abrazo.

- [¡Oye, aléjate de él!] – exclamó Togedemaru, y esta vez se lanzó rodando con Electropunzada, embistiendo a Raichu por un costado.

- [¡Auch! ¡Oye, bola de pelos picuda, ¿quién te invitó?!]

- [¡Lo que quieras con él conmigo!]

- [¡¿Quieres medirte conmigo tú también?!] – Raichu levantó sus puños.

- [¡CUANDO QUIERAS! ¡PELEA!]

De acuerdo, esto era totalmente nuevo. Usualmente, Pikachu, igual que Ash, atraía a féminas Pokémon gracias a su naturaleza amable. Tal vez alguna que otra gracias a su fuerza y determinación, ¿pero esto? Nunca en toda su vida había llamado la atención de una por patearle el trasero.

Para empeorar, ahora estaba enfrente de una pelea entre Raichu y Togedemaru, y no tenía la menor idea de si intervenir y poner en riesgo su integridad física, o mejor alejarse discretamente sin que ellas lo notaran para escapar. Quizás ahora tenía una idea de cómo se sentiría Ash cuando a Misty le daban sus arranques de celos y casi se agarraba a pelear con la competencia por su atención.

- ¿Cómo me metí en esto?

*TRADUCTOR POKÉMON DESACTIVADO*

En el arrecife...

No era la primera vez que Ash y Misty navegaban juntos por el mar a lomos de un Lapras. Después de todo, ese era su medio de transporte regular durante su travesía por las Islas Naranja. Pero sí era la primera vez que lo hacían con uno equipado específicamente para este propósito, y ciertamente era mucho más cómodo que tener que sentarse directamente encima de la concha.

También era la primera vez que podían hacerlo ellos dos solos (pues en las Islas Naranjas siempre estaba con ellos Tracey), por lo que a Misty se le hacía realmente romántico ese pensamiento.

Llegados al punto que Lana les había indicado, los dos hicieron que Lapras se detuviera. Ya estaban equipados a full con todo lo necesario: las aletas, las máscaras de oxígeno y ya traían puestos sus trajes de neopreno para sumergirse.

A Ash no se le escapó que Misty había decidido rentar uno que dejaba sus piernas totalmente al descubierto, y conociéndola, eso parecía una acción deliberada de su parte. La pelirroja se reía entre dientes cada vez que lo atrapaba de reojo viéndoselas y después desviaba la mirada. Si quería mirar con gusto podía, a ella no le molestaba, mientras no viera a otras chicas de esa manera (exceptuando hipotéticamente a Serena, claro).

- Ya estamos aquí, ¿estás listo? – dijo mientras se ponía las aletas y la máscara de aire.

- Más listo imposible. – replicó él.

La pelirroja se había llevado a todos sus Pokémon con ella, y se colocó un cinturón con todas las Pokébolas para dejarlos salir en cuanto se sumergieran. Ash solo se había traído consigo la Pokébola de Greninja, pensando que merecía relajarse un poco si de todas maneras se estaban saltando el entrenamiento de aquel día. Quizás después de un poco de descanso estaría en mejor forma para continuar después.

- ¡Aquí vamos! – Y dicho esto, Misty se zambulló de espaldas al mar, con Ash siguiéndola rápidamente.

Como entrenadora de Pokémon de Agua, a Misty le encantaban todas las actividades relacionadas con el agua. El buceo definitivamente era una de sus favoritas, y siempre le encantaba hacerlo en nuevos lugares. La exploración de lo desconocido siempre le resultaba muy excitante. Ya cuando estuvieron a buena profundidad y en un área más o menos despejada, decidieron dejar salir al resto de sus Pokémon. De manera preventiva, Misty ya había metido a su nueva Popplio a una Pokébola, y lo más normal era que se sintiera cómoda con sus nuevos amigos.

- ¡Vengan todos, quiero que conozcan a alguien! ¡Popplio, ellos son mis Pokémon, salúdalos!

La pequeña foquita miró a su alrededor para encontrarse con los Pokémon de su entrenadora. Un sapo verde que aplaudía alegremente, una coneja azul y blanca, un coral viviente de color rosa, una estrella marina púrpura con una especie de rubí en el centro, todos le dieron la bienvenida de la manera más alegre que supieron hacerlo, y Popplio respondió de la misma manera, aplaudiendo y chillando felizmente. Pero cuando llegó ante la enorme serpiente marina azul, que sonrió mostrando sus enormes colmillos (o esa fue la impresión que le dio), su reacción inmediata fue de pánico y de esconderse detrás de su entrenadora. Misty suspiró y se rio ligeramente.

- Despreocúpate, Popplio. Gyarados es feroz, pero solo con quienes nos hacen enfurecer. Él también quiere ser tu amigo, y si pasa algo malo, te protegerá. ¿Verdad que sí?

- ¡Roar! – asintió la serpiente. Popplio no parecía fiarse del todo de Gyarados, pero la mirada fue suficiente para convencerla de salir.

- ¡Sal tú también, Greninja! – dijo Ash, dejando salir a su rana ninja. Este miró a su alrededor percatándose de donde estaban y vio a su entrenador con extrañeza. Ash no tenía que sincronizarse con él para saber lo que estaba pensando. – Hoy nos tomaremos un descanso del entrenamiento. Te has esforzado mucho, está bien que te relajes un poco.

- ¿Ninja? – Greninja estaba muy acostumbrado a entrenar sin parar, pero si su entrenador le decía que se relajara, él no era quién para cuestionarlo. Finalmente asintió, y fue entonces que vio al Pokémon nuevo en los brazos de Misty.

- Greninja, déjame presentarte a alguien. – le dijo. – Popplio, saluda también a Greninja.

- ¡Pop, pop! – La pequeña foca aplaudió, y la rana ninja sonrió pasándole su mano palmeada por la cabeza. En respuesta, Popplio empezó a generar unos pequeños globos de agua desde su nariz.

Misty vio esto con interés, y sonrió. – Vaya, no pensé que sabría hacer eso tan pronto.

- Quizás lo heredó de su mamá, ¿no crees? – sugirió Ash.

- Sí, tienes razón, la Primarina de Lana podía hacerlos de un tamaño bastante grande. Podía usarlos incluso para sumergirse sin usar un tanque de oxígeno. – Misty entonces pareció darse cuenta de algo. – Hey, tenemos que intentarlo alguna vez.

- A la próxima, quizás. Ahora mismo, ¿no vamos a explorar el arrecife?

Dicho esto, los Pokémon y sus entrenadores de inmediato comenzaron a nadar por todo el lugar. El arrecife era inmenso y precioso. Ash ya había tenido la oportunidad de explorarlo apenas superficialmente antes, así que ahora que lo hacía con Misty era muchísimo más divertido. No era para menos: la pelirroja estaba super excitada con tantos Pokémon de agua a su alrededor. Había muchos que ya conocía, bancos de Luvdisc, Alomomola y Finneon, pero también había varios nativos de Alola que ella no había visto de cerca.

En cierto momento vio un banco de pececitos blancos, que en cuanto vieron al Gyarados de Misty aproximándose se empezaron a aglomerar, y para su sorpresa juntos formaron un enorme pez de color azul oscuro que casi parecía un submarino de combate. Estuvieron a punto de agarrarse a pelear, de no ser porque Misty le ordenó a su serpiente marina detenerse, aunque Ash ya estaba a punto de ordenarle a Greninja intervenir si era necesario. Más adelante, Misty se topó con uno que parecía un pepino marino de color negro con espinas rosas.

Al tocarlo, este de repente expulsó una especie de espuma que formó un corazón, y ella no pudo evitar sonreír. Ash le contó que cuando llegó por primera vez a Alola, uno de estos (se llamaba Pyukumuku) le sacó la V de la victoria cuando él lo tocó.

Los dos continuaron aventurándose en el arrecife cada vez más. Misty se emocionaba cada vez que veía una especie desconocida, pero de pronto, su emoción casi se tornó en pánico cuando al estar explorando una gruta, una pequeña araña, Dewpider, se apareció frente a ellos. Normalmente, la reacción natural de Misty habría sido gritar y ocultarse detrás de Ash, pero extrañamente, no lo hizo. Solo se sobresaltó ligeramente.

- Me sorprende que no hayas tratado de huir nadando. – dijo Ash. – Creí que no te gustaban mucho los insectos.

- Y aun no me gustan, pero... estaría dispuesta a hacer una excepción. – dijo Misty, tratando de relajarse. – H-hola.

La araña chasqueó sus mandíbulas, como si tratara de responder a su saludo. Ash pudo ver que Misty intentaba sonreírle, aunque parecía menos forzada de lo usual, tomando en cuenta su habitual disposición a los insectos.

- Hey, discúlpame, no quise asustarte. – le dijo. – Puedes seguir tu camino.

La araña se fue nadando por su lado, y Ash se volvió hacia su compañera. Sobra decir que la pelirroja estaba bastante avergonzada de su reacción, pero algunas cosas nunca cambiaban, y una de ellas era por supuesto su miedo a los insectos.

- ¿Qué fue eso? – dijo Ash. – ¿Te encuentras de cerca con un tipo Insecto y no gritas?

- También es un tipo Agua, Ash. – replicó ella, cruzándose de brazos. – Además... Lana ya me mostró que no todos son malos, ¿sabes?

- ¿De verdad? – inquirió Ash. – ¿Ni siquiera con esa, ya sabes, escalofriante cara, y esos colmillos haciéndote click-click así de cerca?

- Bueno, su cara sí es un poco escalofriante, si la ves demasiado cerca. – admitió la pelirroja. – Pero no es que quieran chuparme la sangre ni mucho menos.

- Bueno, eso sí. – dijo Ash. – Aunque me pregunto si pensarías lo mismo de un Golisopod. Esos no son tan... bueno, tan dóciles como Dewpider y Araquanid.

- Si tú lo dices. – replicó Misty, encogiéndose de hombros. En eso le gruñó su estómago, y el de Ash rápidamente hizo lo mismo, haciendo eco más fuerte a raíz del efecto del agua. – Creo que ya es un buen momento para ir a almorzar, ¿no crees?

- Sí, tengo hambre. – admitió Ash.

Hecho esto, los dos les indicaron a sus Pokémon que era hora de volver a la superficie. Por fortuna para ellos, el Lapras de Lana no se había movido de su lugar, esperándolos pacientemente a que terminaran su pequeño tour submarino. Sus otros Pokémon también los siguieron, y tras volver a montarse en Lapras, Misty le indicó que se dirigieran hacia una de las islas menores para poder ir a descansar.

Tras quitarse la máscara respiradora, la pelirroja deliberadamente echó la cabeza hacia atrás para secarse su pelo. Ash por un momento tuvo la impresión de que el tiempo se ralentizaba y las gotas de agua que salían volando resplandecían alrededor de ella. Al darse cuenta que mantuvo la mirada fija más de lo necesario disimuló quitándose las aletas de los pies.

Para tener un momento a solas, Misty sugirió que dejaran a los Pokémon irse por un rato a jugar por su cuenta (advirtiéndole a Gyarados que no fueran a meterse en problemas). Entretanto, Popplio se había quedado dormida después de pasar tanto rato nadando con ellos, así que Misty se quedó con ella mientras iba por su bolsa para sacar la canasta con el almuerzo. Por ahora, guardaría la pequeña sorpresa para Ash, que estaba en un paquete aparte.

- Muy buen provecho. – dijeron los dos al sacar su comida.

El almuerzo consistía en algunos sándwiches, fideos fritos, salchichas y un par de botellas de jugo. Raciones bastante grandes como para cuatro personas, pero para ellos dos, apenas lo suficiente. En menos de unos pocos minutos los dos habían terminado de comérselo todo.

Misty echó un vistazo. A excepción del Lapras de Lana, los Pokémon todavía seguían a buena distancia en lo suyo. Gyarados había empezado a jugar levantando a Politoed y Azumarill con su cola, Greninja se había puesto a correr encima de la superficie del agua (¿dónde aprendería a hacer eso?), y Corsola jugaba a salpicarse con Starmie. Estarían ocupados otro buen rato, y al mirar a Ash frotándose su estómago lleno, Misty supo que este era un buen momento para hacer su movida.

- ¿Tienes espacio para el postre? – le preguntó.

- Tú sabes que siempre lo tengo. – replicó él.

Ella sonrió mientras sacaba el paquete con su pequeña sorpresa. Había llegado el momento de la verdad. Hora de presentarle a Ash el fruto de su trabajo, esta era la prueba de fuego. Tomando un profundo respiro, abrió la bolsa de las galletas, presentándoselas a Ash.

- Esto se ve bien. – dijo Ash tomando un puñado y engulléndolas casi de un solo bocado. – Hmm... ¡hmm, deliciosas!

- ¿Te gustan? – sonrió la pelirroja. – Eso me alegra... porque yo las hice.

En ese momento, Ash se detuvo en seco, y dejando de masticar, le echó una mirada a Misty, que sonreía ampliamente y lo miraba con picardía. Esa era exactamente la reacción que ella esperaba de él, y tenía que contenerse las ganas de reírse: definitivamente no tenía precio. No era difícil imaginarse lo que estaría pensando en aquel momento, después de todo, la cocina nunca fue el fuerte de ella, y era plenamente consciente de eso.

Seguro las palabras exactas que vendrían a su mente serían "¿Misty preparó algo que comestible, y además delicioso?"

- No juegues. – dijo Ash. – Estas están tan buenas como las que hace Serena.

- En mi defensa, utilicé su receta para la pasta, pero le hice mis propios toques. – dijo Misty. Al ver su mirada de "no te creo", la pelirroja se sintió algo enojada. – ¿Qué? No me veas así. Hice todo lo que ella me dijo sin desviarme. Sabía que tenía que hacerlo, después de todo, las estaba haciendo especialmente para ti.

- Bueno, si tú lo dices. – dijo Ash mientras tomaba otro puño. – Como sea, realmente están deliciosas, te felicito.

Mientras veía al glotón empachándose con las galletas, y satisfecha de su éxito, la pelirroja cogió un buen montón de galletas también para ella. Tenía derecho de disfrutar también, después de todo.

- ¡Oye! – exclamó Ash. – Creí que las habías hecho para mí.

- No seas egoísta, hay suficiente para los dos. – replicó ella.

- Pero te estás llevando casi todas las de chocolate, no es justo. – argumentó el moreno. La pelirroja miró su montón y se dio cuenta que era cierto. Viendo su oportunidad, se le ocurrió una maravillosa idea.

- De acuerdo... las comparto contigo, con una condición. – Ash ladeó la cabeza, preguntándose qué estaría tramando. La pelirroja tomó entre sus dedos con delicadeza una de las galletas de chocolate (por lo visto las favoritas de Ash), y sonrió de manera provocadora. – Abre la boca y di "aaaaaaahhh".

- No juegues, ¿en serio esperas que haga eso? – replicó Ash. No le apetecía hacer algo tan embarazoso, aunque las galletas estuvieran deliciosas.

- Ah, vamos, estamos solos, nadie te va a ver. – dijo ella, guiñándole el ojo. – Será nuestro secreto.

- Hmm... aaaaaaahhh...

El moreno finalmente se resignó e hizo lo que le pidieron. Misty le puso la galleta en la boca para que pudiera comerla. Pero la pelirroja no tuvo suficiente, y lo obligó a seguir con la misma rutina por un buen rato. Ash estaba feliz de que no hubiera más nadie con ellos en aquel momento, y que los Pokémon estuvieran buceando lejos de vista (aunque no pudiesen hablar lenguaje humano), era humillante que Misty lo tuviese literalmente comiendo de su mano.

Aunque admitiéndolo, él también encontraba este pequeño juego divertido de cierta manera.

Por su parte, la pelirroja hizo una nota personal de agradecerle a Serena por haberle ayudado con esto, a la vez que tenía que contenerse las ganas de lanzarse a abrazar a Ash por la emoción y gratitud. ¿Así era como se sentía que la persona amada comiera algo que le habías preparado especialmente y con mucho cariño? Definitivamente le gustaba esa sensación. La próxima vez tenía que pedirle a Serena que le enseñara a preparar pasteles.

Cafetería de Aina...

Como lo había prometido, Serena en ese momento se encontraba enseñándole a Mallow algunos movimientos para que pudiera iniciarse en hacer presentaciones. Ayudaba mucho que su arsenal incluyera movimientos como Giro Rápido y Hoja Mágica, y definitivamente tenía talento natural para moverse, aunque para un poco de variedad, Serena en aquel momento le estaba enseñando un nuevo ataque con ayuda de Sylveon.

- Muéstrale otra vez, ¡Brillo Mágico! – ordenó Serena.

- ¡Sylveon! – Obedeciendo a su entrenadora, Sylveon saltó en el aire, lanzando un poderoso brillo color arcoíris, haciendo resplandecer toda el área cercana.

- Increíble. – dijo Mallow embelesada ante el espectáculo. – ¡Tu turno, Tsareena, haz lo mismo!

- ¡Tsaree! – Asintiendo, Tsareena también saltó. Logró hacer el mismo resplandor que Sylveon, pero no tan intenso, y duró un poco menos, dispersándose después de unos pocos segundos, y con un área de efecto menos extensa.

- Lo están haciendo muy bien. Han progresado mucho en un corto tiempo. – las felicitó Serena.

- Gracias. – replicó la peliverde con una sonrisa. – Pero no llegamos ni de cerca al tuyo. El Brillo Mágico de tu Sylveon es increíble, espero que podamos hacerlo así algún día.

- Ya lo lograrán, estoy segura. – dijo Serena. – De cualquier manera, creo que ya es hora de ponerlo a prueba en una batalla, veamos qué tan bien puede utilizarlo, ¿te parece?

- Perfecto. ¿Tsareena? – preguntó Mallow. La flor no puso objeciones, y se puso al frente, lista para combatir.

- Tu turno. ¡Pancham, yo te elijo! – dijo Serena, lanzando la Pokébola.

- ¡Cham! ¡Pancham! – El pequeño panda se ajustó sus gafas de sol al salir, listo para comenzar.

- ¡Tsareena, inicia con Hoja Mágica! – ordenó Mallow. Inmediatamente, Tsareena extendió las manos hacia el frente y comenzó a disparar una lluvia de hojas brillantes hacia Pancham.

- ¡Pancham, defiéndete con Filo de Roca! – replicó Serena.

- ¡Cham! – Pancham golpeó el suelo con sus pequeñas manos, hacer aparecer varios picos rocosos a su alrededor, protegiéndose de la lluvia de hojas. Hecho esto, saltó sobre ellos y miró fijamente a Tsareena.

- ¡Ahora, Pulso Oscuro! – ordenó Serena, y de inmediato disparó sus rayos de energía oscura.

- ¡Giro Rápido y Doble Bofetón! – dijo a su vez Mallow.

Tsareena comenzó a girar sobre sí misma, desviando los rayos oscuros de Pancham al tiempo que se lanzaba a toda velocidad. Una vez que acortó la distancia, estiró sus largos "mechones" de pelo para abofetear a Pancham con ellos, mandándolo a volar. Esa combinación le hubiese valido una buena cantidad de puntos en un Concurso Pokémon, fue lo que pensó Serena.

- ¡Tsareena, usa Brillo Mágico! – ordenó Mallow, más que dispuesta a probar su nuevo ataque. Y sin perder tiempo, la flor danzante emitió el brillo arcoíris hacia su contrincante.

- ¡Pancham, Contraescudo! – replicó Serena.

Y al instante, Pancham se echó sobre su espalda y empezó a girar ejecutando sus pasos de breakdance igual como lo hizo en la presentación que hizo para el señor Mohn, lanzando rayos de Pulso Oscuro con cada mano. La rotación de la energía le permitió escudarse del ataque tipo Hada de Tsareena hasta que cesó.

- ¡Tsareena, Hoja Mágica! – ordenó Mallow, y sin perder un instante la flor danzarina volvió a disparar una lluvia de hojas verdes hacia Pancham. Serena, sin embargo, tenía su contraataque preparado.

- ¡Pancham, Empuje de Brazos!

Pancham abrió sus pequeñas manos, e inmediatamente comenzó a dar una serie de palmadas rápidas, para repeler la lluvia de hojas que venía directo hacia él.

- ¡Ahora, Filo de Roca por toda el área! – exclamó Serena.

Pancham volvió a golpear el suelo con las palmas, y comenzaron a emerger pilares de rocas filosas por todas partes. Esta vez eran más dispersas, y Tsareena tuvo dificultades para evadirlas, pues no solo salían verticalmente, sino inclinadas para tomarla por sorpresa.

- ¡Salta y usa Puño Incremento! – gritó Serena.

- ¡Pan, CHAM!

- ¡Doble Bofetón, Tsareena! – exclamó a su vez Mallow.

El puño de Pancham se encontró con las tiras de cabello de Tsareena. A pesar de que los ataques estaban igualados en fuerza, Tsareena ganó por tamaño y fuerza y logró empujar hacia atrás a Pancham, que tuvo que dar unas volteretas en el aire para aterrizar a salvo.

- ¡Tsareena, usa Dulce Aroma! – ordenó la peliverde.

Y a esta voz, el Pokémon flor comenzó a hacer unos giros como si estuviera bailando ballet, al tiempo que soltaba una nube de esporas a su alrededor de color rosa. El ataque era extremadamente disperso y no había manera de evadirlo, y Pancham al sentir los efectos entrecerró los ojos y empezó a tambalearse y a sonreír como tonto. Mallow vio que era su oportunidad.

- ¡Ahora es nuestra oportunidad! ¡Giro Rápido y Doble Bofetón!

Tsareena ya se dirigía a darle el golpe de gracia a Pancham mientras estaba todavía dando tumbos bajo los efectos del Dulce Aroma, pero su intento se vio interrumpido cuando algo, o alguien más, se le ocurrió meterse en el campo en ese preciso instante. La nube de Dulce Aroma se dispersó tanto que no solo afectó a Pancham, sino también a cierto pájaro amarillo que estaba cerca mirando el espectáculo, y en cuanto las esporas se metieron entre sus fosas nasales, no se pudo aguantar más y se echó a volar, metiéndose en el camino entre Tsareena y Pancham.

- ¡Cuidado! – gritó Serena.

- ¡Tsareena, alto! – exclamó a su vez Mallow.

Tsareena apenas pudo frenar antes de golpear al pájaro, que simplemente se puso a bailar agitando sus "pompones" en las alas, todavía trinando felizmente. Las dos chicas se quedaron viéndolo, en especial la kalosiana, que lo contempló con interés e inmediatamente sacó su Pokédex para escanearlo:

- Oricorio, el Pokémon danza. El tipo primario de este Pokémon Volador nativo de Alola depende del néctar que consume de las flores, que además cambian su forma totalmente. Este ejemplar en particular se encuentra actualmente en la forma Pom-Pom, que es de tipo Eléctrico.

- ¡Ori, ori, oricorio! – decía el pájaro sin dejar de danzar como si estuviese haciendo una rutina de porrista. Serena inmediatamente se quedó enamorada al verlo.

- Ahora que lo pienso, me parece haberlo visto rondando por aquí hace unos días. – comentó Mallow. – El Dulce Aroma que soltó Tsareena debe haberlo hecho salir.

- Es muy lindo. – dijo Serena. – Y mira esos movimientos, me encantaría uno de estos.

- ¿Entonces por qué no lo atrapas? – sugirió la peliverde. Serena miró a su alrededor, como preguntándose si no sería de alguien o algo. – Hay muchos de ellos por aquí, no creo que esté mal que quieras uno.

- Ya que insistes. – dijo Serena. Pidiéndole a Pancham que se apartara, por estar agotado por la batalla de práctica con Tsareena, decidió enviar a otro de sus Pokémon. Hacía mucho que no hacía esto, una captura al estilo tradicional. – ¡Roselia, yo te elijo!

- ¡Rose! – El Pokémon de rosas salió al campo, haciendo una elegante reverencia como toda una dama. Oricorio se percató de su presencia, y de inmediato adoptó una postura de batalla. Por lo visto eso se ahorraba las presentaciones, para empezar sin rodeos.

- ¡Roselia, inicia con Danza de Pétalos! – ordenó Serena.

Inmediatamente, Roselia obedeció, y comenzó a girar sobre sí misma, enviando una lluvia de pétalos contra Oricorio. Este replicó agitando sus alas/pompones, enviando unas pequeñas cuchillas de viento para protegerse de los pétalos; un ataque de Aire Cortante. Hecho esto, comenzó a ejecutar una especie de rutina de baile, y poniendo sus pompones hacia el frente disparó una descarga eléctrica. Roselia saltó fuera del camino y la esquivó, mientras Serena volvía a fijar su atención en el pájaro.

- Mallow, ¿qué ataque era ese? – le preguntó.

- Danza Reveladora. – replicó la peliverde. – Es el ataque característico de Oricorio, y siempre se ejecuta con el tipo primario según la forma que tenga en ese momento.

Serena tomó nota de esto. En ese instante, Oricorio se lanzó para darle una serie de Picotazos a Roselia, que los esquivó con sus propios movimientos de danza. Si no estuvieran peleando entre ellos, cualquiera podría haber asumido que estaban como compañeros de baile uno con el otro.

La kalosiana sonrió, definitivamente eso era justo lo que necesitaba para sus futuras presentaciones. Ya podía imaginarse todas las rutinas que podía hacer con este pajarito en su equipo. Pero por mucho que disfrutara de una buena batalla, era mejor capturarlo de una vez.

- ¡Roselia, Polvo Venenoso! – ordenó Serena.

Roselia de nuevo comenzó a girar y desde sus manos de rosa comenzó a lanzar una nube de polvo morado que comenzaba a caer encima de Oricorio. Pero este ni corto ni perezoso, comenzó a agitar las alas ejecutando Aire Cortante para dispersarla y evitar que le cayera encima. Muy inteligente, como observó Serena, eso también le gustaba. Pero ella misma tenía sus propios trucos.

- ¡Roselia, rodéalo y sigue soltando Polvo Venenoso a su alrededor!

Una de sus rutinas favoritas de Concursos Pokémon para las fases de batalla era ejecutar Polvo Venenoso mientras danzaba girando alrededor del oponente. Roselia era bastante rápida para ejecutar este movimiento, y era muy útil para encasillar al oponente sin darle ruta de escape por dondequiera que se fuese, así se aseguraba de que el Polvo Venenoso aterrizara en el oponente irremediablemente, ya que le vendría desde todas partes y no podría defenderse.

Y con toda certeza, la nube de polvo púrpura finalmente le cayó encima por más que trató de dispersarla con Aire Cortante, y empezó a tambalearse mientras la cara se le ponía morada por efecto del envenenamiento.

- ¡Ahora, Lazo de Hierba! – ordenó Serena.

Roselia brilló con un aura verde mientras golpeaba con sus manos de rosa para enviar una onda de energía verde a ras del suelo, y unas raíces delgadas aparecían debajo de Oricorio, jalándolo contra el suelo para restringirlo. Ya con eso debía estar listo para la captura, pero Serena, siempre considerada, en aquel momento traía consigo no una Pokébola ordinaria, sino una Bola Sanadora. Las capturas de Roselia y Froslass le enseñaron que una de estas podía ser muy útil para tener a un Pokémon recién capturado listo y descansado en caso de necesitarlo de inmediato.

- ¡Ahí va! – dijo arrojándosela.

La Pokébola golpeó ligeramente a Oricorio, absorbiéndolo en una luz roja. La bola rosada quedó en el suelo, sacudiéndose una, dos, tres veces, y finalmente, el botón activador se apagó y con el sonido de *PING*, la captura fue registrada. Serena la recogió, y sosteniéndola con ambas manos hizo una pose de victoria.

- ¡Ta-da, una nueva página de mi viaje! ¡Atrapé a un Oricorio!

Roselia a su vez también hizo una reverencia, esa era su propia pose de victoria. Mallow a su vez aplaudió mientras sonreía. Ese estilo de batalla definitivamente era muy similar al de Ash. Serena arrojó inmediatamente la Bola Sanadora al aire, dejando salir a su nueva captura. El pequeño pájaro aterrizó y se posó enfrente de su nueva entrenadora, que se agachó para verlo más de cerca. Definitivamente era muy simpático.

- Hola, Oricorio. – lo saludó. – Gusto en conocerte, soy Serena.

- ¡Ori, ori! – exclamó el pajarito saltando felizmente.

- Tienes mucho entusiasmo, ¿verdad? – dijo Serena. – ¿Te gustan nuestras rutinas? ¿Quieres entrenar con nosotras?

- ¡Ori! – trinó de nuevo, saltando.

Igual que Misty, ahora Serena también tenía un nuevo amigo para llevarse de recuerdo de la región de Alola. Lo primero, por supuesto, era traer al resto, Delphox, Froslass y Sylveon para que lo conocieran, después de todo, a partir de ahora serían compañeros. No podía esperar a mostrárselos también a Ash y Misty.

Aquella noche en el Hotel Hanohano...

Luego de aquel día tan movido, Ash, Misty y Serena regresaron a su habitación, listos para descansar a pierna suelta, aunque todavía no tenían planes para qué harían el día siguiente.

Ash se sorprendió bastante de ver que Serena había capturado a un nuevo Pokémon, lamentando un poco habérselo perdido por estar ocupado con su "cita de buceo" en el arrecife. Misty casi le echa una mirada asesina por esto, pero más por darle importancia al Pokémon en lugar de a la propia Serena. Aun así, cuando la kalosiana les presentó a su nuevo amigo, Misty tuvo que admitir que era bastante simpático, y esperaba poder verlo en acción pronto.

Mientras Misty tomaba una ducha y Serena estaba en el balcón, Ash y Pikachu se encontraban recostados en el sillón, pasando los canales en el control remoto del televisor sin encontrar nada interesante. Por ahora no había ninguna conferencia de la Liga Pokémon en curso, y no sabía qué ver. Ash además notó que el roedor eléctrico había estado durmiendo casi desde que volvieron, y todavía no le había preguntado por qué se veía tan cansado. ¿Qué tan agotador podría haber sido construir castillos de arena en la playa? ¿Se habría metido en algo?

En eso, el pitido de su video-transmisor lo sacó de sus pensamientos. Quienquiera que lo estuviese llamando no estaba registrado en su identificador, así que presionó el botón para contestar, colocando en audio y video.

- ¿Hola? – saludó. Un segundo después, apareció en pantalla nada menos que Lillie.

- ¿Ash? Disculpa, tuve que pedirle a Serena que me diera tu número. – dijo la rubia. – Espero no llamar en mal momento.

- Qué va. – dijo él. – ¿Necesitas algo, puedo ayudarte?

- No, pero gracias. ¿Tienes un televisor a la mano? – preguntó Lillie con algo de urgencia.

- Seguro, pero no encuentro nada interesante, ¿por qué?

- Por favor sintoniza el canal local, debe estar ahora. – dijo Lillie.

Con curiosidad, Ash marcó el número 26 (según los canales de satélite en la guía de TV) y se detuvo a ver qué querría Lillie que él viera. No tardó en reconocer a la mujer que estaba al aire: era Anna, la popular anunciadora de eventos que siempre estaba allí para dar cobertura a competencias, conciertos y demás, y frecuentemente se le veía flotando encima de un Magnezone que usaba como plataforma móvil para estar siempre cerca de la acción.

- ¡Así es, amigos, quedan solo un día para participar! – decía con un tono bastante animado. – ¡Si desean competir en el Triatlón Pokémon de Relevos, las inscripciones cerrarán mañana a mediodía! ¡No pierdan su oportunidad de ganar el fabuloso premio!

Ash se puso al borde del sillón, mientras veía el anuncio con interés. A su vez, Serena volvió a entrar en busca de algo para tomar en el refrigerador y se detuvo a ver el anuncio en televisión. Básicamente describían la competencia, el Triatlón Pokémon en cada una de sus tres etapas y cómo se llevaría a cabo, y por supuesto, el final con el anuncio de un premio sorpresa.

- ¿El Triatlón Pokémon, era eso? – preguntó Ash, de nuevo al teléfono.

- Suena emocionante, ¿no? – dijo Lillie. – Pensamos que tal vez tú, Misty y Serena querrían participar. Será en equipos de tres, después de todo, ¿qué opinas?

- Suena genial. – dijo Ash. Aunque las batallas Pokémon fuesen su especialidad, él estaba dispuesto a participar en cualquier competencia, así fuera solo por la emoción del momento. – ¿Ustedes van a competir?

- Lana, Kiawe y Mallow harán un equipo. – replicó la rubia. – Sophocles y yo solo iremos a animarlos.

- Suena divertido. – dijo Serena. – Hace mucho que no compito en algo que no sean Exhibiciones o Concursos Pokémon, será un buen cambio de paso.

- Serena dice que sí. Solo habrá que preguntarle a Misty. – dijo Ash.

- Grandioso. Nos veremos mañana. ¡Buena suerte! – dijo Lillie, terminando la llamada.

Ash y Serena se quedaron viendo el anuncio hasta que Misty salió de la ducha. Cuando le contaron de la competencia, la pelirroja aceptó gustosa, pues sonaba realmente emocionante. Y lo justo era que también pasaran tiempo de calidad entre los tres cuando no estuvieran haciendo "citas" individuales.

Al día siguiente...

- ¡Amigas y amigos, sean todas y todos bienvenidos al décimo primer Triatlón Pokémon de Relevos de Isla Melemele! ¡Estamos en vivo y todos los participantes ya están en posición! – anunciaba Anna.

Efectivamente, la gran carrera estaba a punto de comenzar. Las reglas eran muy simples: equipos de tres personas, cada una de ellas tendría que montar a un Pokémon durante una de las etapas de la carrera, y el equipo que llegara primero a la meta sería el ganador. Las etapas eran: la primera, atravesar el mar llevando una bandera hasta uno de los islotes lejanos, donde había una gran montaña. Aquí empezaba la segunda etapa, escalar hasta llegar a la cima y plantar la bandera en el punto de control. Hecho esto, el tercer miembro iría montado en un Pokémon volador y regresaría al punto de partida. Según las reglas, los Pokémon podían usar sus ataques para ayudarse a sí mismos durante la carrera, pero no para atacar o interferir en el progreso de los demás. Cualquiera que lo intentara sería descalificado al instante.

En la línea de partida en la playa se encontraban los participantes que irían por el primer tramo. Entre ellos estaban por supuesto Lana y Misty, ya montadas en Lapras y Gyarados respectivamente. Las dos entrenadoras de Pokémon de Agua intercambiaron miradas mientras esperaban la señal de partida. Entre otros que competían había Wailmers, Sharpedos, Gastrodons, y hasta alcanzaron a ver a un Blastoise. Habría mucha competencia.

- Vamos a esforzarnos al máximo. – dijo Lana.

- Que gane la mejor. – sonrió a su vez Misty.

- ¡Estamos listos para comenzar! – voceó Anna. – ¡Competidores, en sus marcas!

A esta voz, se encendieron unas luces rojas en la línea de partida. Todos inmediatamente se agarraron a sus Pokémon.

- ¿Listos? – Con esto, se encendieron las luces amarillas, y todos pusieron la vista al frente. – ¡FUERA!

*¡BANG!* El disparo de salida sonó, y de inmediato todos los Pokémon empezaron a surfear. Algunos de los que montaban Sharpedos rápidamente tomaron la delantera. Podrían haber ganado fácilmente, de no ser porque la carrera no iba a ser en línea recta, sino que había varios arcos colocados por toda la ruta como puntos de control por los cuales tenían que pasar, así que la velocidad no sería todo.

Efectivamente, cuando empezaron a acercarse a los arcos, los Sharpedos tuvieron que desacelerar, ya que si se pasaban de largo serían penalizados con cinco segundos de retraso. Esta era la oportunidad que estaban esperando los rezagados, y en particular, Misty vio su ventana para ganar una gran ventaja.

- ¡Sumérgete, Gyarados! – ordenó la pelirroja, respirando profundo.

Gyarados se zambulló y comenzó a serpentear por debajo del agua. La mejor manera de evitar el tráfico era pasar por encima o por debajo, pero la primera no era una opción. A los pocos segundos volvió a salir a la superficie, justo enfrente de uno de los arcos por los que tenían que pasar. Y apenas lo atravesó, volvió a sumergirse, repitiendo la secuencia.

- ¡Miren eso, fanáticos! – exclamó emocionada la anunciadora. – ¡La concursante Misty y su Gyarados logran evitar a la competencia yéndose por debajo del agua!

Lana, que había tomado algo de ventaja antes, se sorprendió mucho cuando vio que Misty se le aparecía por delante y se alejaba rápidamente. La peliazul puso los ojos en rendijas en ese instante, ¿por qué no se le ocurrió eso?

- ¡Vamos, Lapras, no podemos permitir que nos deje atrás! – exclamó Lana.

Lapras se sumergió inmediatamente junto con su ama, y trató de seguirle el paso a Gyarados. Las reglas decían que no se valía interferir con los demás competidores, así que irse por debajo del agua era una excelente forma de hacerlo. Desafortunadamente, el cuerpo de serpiente de Gyarados era más aerodinámico que el de Lapras, y la líder de Cerulean rápidamente ganó ventaja, pasando debajo de los obstáculos, y al pasar bajo el último arco, rápidamente se dirigió en línea recta hacia la playa.

Lana consiguió recuperar tiempo al seguir a Misty por la misma ruta, pero no tenía manera de competir con la misma velocidad bajo el agua que Gyarados. Sin embargo, al salir del último arco, se le ocurrió una idea basándose en algo que le contó Ash una vez. No sabía si funcionaría, pero a ver si al menos podría recortar algunos segundos de tiempo recurriendo a esto.

- ¡Lapras, usa Rayo de Hielo hacia la orilla! – exclamó la chica.

Lapras abrió su hocico y disparó el rayo congelador, creando un camino recto de hielo desde donde estaba. Era un tramo pequeño, pero en una carrera, unos pocos segundos, hasta un solo, podía hacer la diferencia. Lapras saltó sobre el camino de hielo y empezó a usar las aletas.

- ¡Qué locura! ¡Lana y su Lapras crean un camino congelado para recuperar algo de tiempo! – dijo la anunciadora. – ¡La carrera de este año se pone interesante, aficionados!

A pesar de la maniobra de Lana, Misty y Gyarados lograron ser los primeros en llegar a la orilla. La pelirroja se bajó de un salto y sin perder tiempo corrió hacia el punto de control donde esperaban los que iniciarían la segunda etapa.

- ¡Misty, por acá! – la llamó Ash, agitando la mano para hacerse notar.

Al divisar a su compañero, Misty inmediatamente corrió hacia él, llevando el testigo en la mano. El testigo era una bandera que tenían que plantar en la cima de la montaña, y después allá tomar otra que llevarían para su tercer compañero en el último tramo.

- ¡Contamos contigo, Ash! – exclamó la pelirroja. – ¡Si perdemos no te lo voy a perdonar!

- Descuida. – replicó el moreno, subiéndose a toda prisa a la espalda de su Pokémon. – ¡Corre como el viento, Tyranitar, allá vamos!

Tyranitar rugió y echó a correr tan rápido como podía hacia la montaña. Sorprendentemente, para su tamaño y peso no iba tan lento ni torpe como podría parecer a simple vista. Pocos segundos después, Misty vio como llegaba también, y se dirigía hacia Kiawe, que estaba esperando junto con un Arcanine. El pelirrojo moreno como que se enfadó un poco porque llegara segunda en vez de primera, pero sin perder tiempo cogió el testigo y también se fue detrás de Ash, para poder iniciar la escalada.

Lana alcanzó a ver a Misty, y sin prisa, fue hacia ella.

- Je, creo que me ganaste en la carrera. – le dijo.

- Tranquila, el equipo que gane es el primero que llegue al último puesto. – replicó Misty. – Me sorprendiste, al único al que vi hacer eso de hacer un camino de hielo mientras surfeas fue Ash.

- Sí, nos contó de cómo ganó en un gimnasio de la Liga Naranja de ese modo. – explicó Lana. Misty no pudo evitar reírse. La influencia de Ash siempre se hacía notoria en todos a quienes conocía. – Y tú, no sé cómo no se me ocurrió ir por debajo del agua para evitar a la competencia.

- Je, ahí Gyarados y yo tuvimos ventaja. – dijo Misty, mirando a su serpiente marina con algo de orgullo. – Pero ya veremos cómo le va al resto.

Las dos muchachas se quedaron viendo en la dirección donde iban Ash, Kiawe, y todos los demás competidores que se dirigían hacia la montaña para el tramo de la escalada. La segunda etapa de la carrera estaba a punto de iniciar.

- ¡Y comienza la escalada en roca! ¡El participante Ash Ketchum es el primero en llegar a la base con su Tyranitar! – exclamó la anunciadora.

Entre los Pokémon que estaban montando en esta etapa, los participantes estaban usando Rhyhorns, Tauros, Nidorinos y Nidorinas, que empezaron a luchar por recuperar algo de terreno. El inicio de esta etapa empezó a tornarse más violento que la anterior, ya que aquí el camino hacia la montaña era mucho más estrecho, y cuando algunos empezaron a pelear entre ellos al chocar por tratar de adelantarse, terminaron descalificados.

Ash, afortunadamente, no tuvo que preocuparse por eso. Viviendo en las montañas rocosas de Johto durante tanto tiempo, Tyranitar se había convertido en un escalador nato. Ash sabía lo que hacía al haberlo elegido a él como la montura para esta etapa. El muchacho se mantenía agarrándose fuerte, mientras Tyranitar ascendía por una empinada ladera. Varios de los competidores que venían detrás tenían dificultades para ascender e incluso algunos se estaban resbalando, con lo que aumentaba más su ventaja. Tenían que aprovecharla.

- ¡Adelante, Tyranitar, tenemos que ser los primeros! – exclamó el entrenador.

- ¡No cuentes con eso, Ash! – le gritó la voz de Kiawe.

Ash miró por encima del hombro, y vio a Kiawe aproximándose en su Arcanine rápidamente hacia ellos. Corriendo y saltando con gracia y habilidad, el gran can tomó la delantera, alejándose rápidamente y llegando cuando el ascenso comenzaba a volverse casi vertical. Ash se preguntó cómo haría para superar eso, y pronto tuvo su respuesta.

- ¡Arcanine, Treparrocas! – exclamó. Las garras frontales de Arcanine empezaron a brillar, y saltó clavándolas en la roca, empezando a ascender por ella.

- ¡Qué bárbaro, aficionados! – exclamó la anunciadora. – ¡Kiawe y su Arcanine deciden recortarse el camino normal subiendo por el lado liso de la montaña! ¡Eso les ahorrará mucho tiempo, y a ese ritmo podrían romper el record actual del triatlón!

- ¿Conque sí? – sonrió Ash. – Muy buena idea, pero no eres el único que sabe hacer eso. ¡Tyranitar, usa Treparrocas tú también!

El dinosaurio de roca obedeció a su amo, y haciendo brillar sus propias garras, comenzó a ascender. Para entonces, Kiawe y su Arcanine ya habían llegado a medio camino del ascenso.

Mirando por encima del hombro, Kiawe alcanzó a ver que Ash y Tyranitar intentaban seguirles el paso, utilizando Treparrocas de la misma manera. Tyranitar era más lento que Arcanine, pero era constante. Tenían que darse prisa para no perder la ventaja que habían ganado, así que urgió a su perro de fuego a aumentar la velocidad del ascenso.

En cuestión de minutos, ya habían llegado a la cima, así que sin perder tiempo corrió a buscar a Mallow para pasarle la bandera.

- ¡Deprisa, tenemos que ganar! – le dijo, entregándole el testigo.

- ¡Déjalo en nuestras manos! – dijo Mallow.

Al recibir la bandera de su compañero, la peliverde fue a plantarla en el punto de control para tomar la siguiente, y se dirigió a montarse en su compañero, que era nada más y nada menos que un Tropius.

- ¡Vámonos! – exclamó, y de inmediato el Pokémon Hierba/Volador empezó a mover las alas y despegó.

Entretanto, Tyranitar y Ash seguían ascendiendo, pero cuando estaban a punto de llegar a la cima, una roca floja los tomó desprevenidos. Tuvieron que detenerse en una saliente, pero esta no iba a aguantar mucho tiempo más, se estaba desmoronando debajo de los pies de Tyranitar, y si no se daban prisa, terminarían cayendo.

- ¡Tyranitar, usa Híperrayo e impúlsanos hacia arriba! – exclamó Ash.

Sin perder tiempo, Tyranitar empezó a cargar energía en su hocico, apuntando hacia abajo. Incluso para un Pokémon grande y pesado como él, lanzar ese ataque a su máxima potencia tenía un retroceso enorme, y siempre tenía que afianzarse al suelo con las garras de los pies para evitar salir disparado hacia atrás al lanzarlo (incluso Snorlax, con todo su peso, no se salvaba de esto).

Pero ahora, ese retroceso sería útil: toda la energía lanzada convirtió a Tyranitar en un cohete viviente, haciendo que lograra elevarse hasta llegar a la cima, dejando atrás la saliente justo antes de que se desmoronara.

- ¡Y cuándo creí que lo había visto todo! – exclamó la anunciadora. – ¡El Tyranitar de Ash usa su Híperrayo para llegar a la cima y salvarse de caer!

Desafortunadamente, aunque lograron llegar arriba, el aterrizaje no fue tan divertido como el despegue. Tyranitar se fue de espaldas y por poco aplasta a Ash cayéndole encima. Serena, que estuvo pendiente, inmediatamente corrió en su ayuda.

- ¡Ash! ¿Te encuentras bien?

- Auch... creo que no me rompí nada. – dijo Ash, poniéndose de pie, y entregándole la bandera. – Eso no importa ahora, vamos, tenemos un triatlón qué ganar, ¡deprisa, vamos!

Viendo que Ash se encontraba bien, Serena de inmediato se dirigió a plantar la bandera y tomar la otra para iniciar la etapa final. El elegido para este trabajo era ni más ni menos que el Pidgeot de Ash, pues era el Volador más rápido con el que contaban (Charizard quería entrar, pero al competir en una carrera rápida para decidir, Pidgeot fue el ganador).

- ¡Vamos, Pidgeot, a volar! – exclamó la kalosiana.

- ¡Pidgoooooo! – El ave desplegó sus alas e inmediatamente alzó el vuelo, iniciando la última etapa. Mientras tanto, Kiawe y Ash se quedaron viendo cómo se alejaba, y el pelirrojo volteó a ver al moreno.

- Creo que te gané esta vez. – dijo Kiawe, cruzando los brazos con satisfacción.

- Quizás esta etapa, pero falta la última del triatlón. – señaló Ash.

Efectivamente, el que llegara primero de regreso al punto de partida ganaría la competencia para su equipo. Ahora el duelo sería entre Mallow y Serena, pues los demás competidores se habían quedado muy atrás para tener una oportunidad.

En una carrera en línea recta, sin duda que el Pidgeot de Ash ganaría fácilmente. Pero igual que con la etapa por mar, la etapa por aire no era en línea recta. Flotando sobre el mar había varios globos de aire caliente que sostenían entre ellos unos aros gigantescos, y los Pokémon Voladores tenían que pasar a través de ellos. Esta vez, sin embargo, era una competencia de eliminación y una carrera contra el reloj.

- ¡Competidores, apúrense porque la última etapa de la competencia se pondrá que arde! – gritó Anna. – ¡A partir de aquí es una carrera contra el reloj para pasar por los puntos de control, quienes se queden atrás quedarán eliminados!

Mallow y su Tropius volaban con la destreza de un piloto de helicóptero veterano, y todavía llevaban la delantera. Pidgeot no se quedaba atrás en maniobrabilidad, pero no podía ir con todo lo que tenía para evitar que Serena se cayera de su espalda. Si por él fuera, ya habría salido disparado directo hacia la meta, pero tenía que pasar por los aros. Encima, estos estaban numerados en el orden que tenían que ser atravesados, y muchas veces requerían tener que regresarse para ir al siguiente. El entrenador tenía que guiar al Pokémon por el curso correcto, elevándose, descendiendo y girando en todas direcciones.

- ¡Ya casi lo logramos, Tropius, sigue así! – gritó Mallow, atravesando el sexto aro.

La peliverde todavía se mantenía en punta, pero luego comenzó la etapa de la eliminación. A partir de aquí, mientras los Pokémon seguían volando, los globos comenzaron a soltar sus aros, y una vez que tocaran el agua, quienes se quedaran atrás sin lograr atravesarlos quedarían eliminados. Al inicio había aproximadamente unos cincuenta equipos participando. Sin contar a los que habían sido descalificados en la segunda etapa por agarrarse a pelear, unos diez de los que quedaban no lograron llegar a tiempo al aro.

Y uno tras otro, el proceso de selección continuó, eliminando un promedio de diez participantes en cada uno, hasta que al final, solo quedaron aproximadamente una docena de ellos, incluyendo a Serena y Mallow. Solo quedaba un último aro sin caer, y en cuanto lo soltaron, todos los competidores salieron hacia él.

- ¡Tropius, usa Viento Afín! – exclamó Mallow.

El Pokémon con aspecto de palmera comenzó a aletear con fuerza, creando una corriente de viento a su alrededor que comenzó a empujarlo hacia adelante a gran velocidad. Iba a lograr llegar antes que el resto. Serena apretó los dientes, y decidió hacer un movimiento desesperado.

- ¡Pidgeot, ponte detrás de Tropius y sigue esa corriente! – exclamó.

- ¡Pidgooooooo! – Pidgeot cerró las alas y salió disparado, dejándose llevar por la corriente, y logrando pasar por el aro justo a tiempo, antes de volver a desplegarlas para elevarse de nuevo y salir a toda velocidad detrás del Tropius de Mallow.

- ¡Y cae el último aro, solo quedan dos competidoras! ¿Quién ganará, aficionados, la local Mallow, o la visitante Serena?

El Viento Afín de Tropius tuvo su beneficio, y ya estaba por llegar a la meta. Sin embargo, Mallow no consideró que podría ser un arma de doble filo, y la corriente que dejó atrás también fue aprovechada por Pidgeot, que pudo soltarse sin hacer mucho esfuerzo, manteniéndose justo detrás de Tropius. Parecía que iba a chocar contra él, pero Serena sabía lo que haría.

- ¡Esquiva con As Aéreo! – exclamó Pidgeot.

Y así fue. Cuando Pidgeot estaba a punto de chocar contra Tropius, desapareció dejando un rastro blanco tras de sí, reapareciendo al frente, y sin tardanza voló hacia la orilla dejando atrás a su oponente, aunque casi se estrella al aterrizar. Serena se bajó de su espalda y con la bandera en mano la plantó en la línea de meta, deteniendo el reloj justo cuando Mallow y Tropius venían aterrizando. Una chicharra sonó con fuerza, y serpentinas y confetis empezaron a volar por todos lados.

- ¡Tenemos al equipo ganador, aficionados! – dijo la anunciadora. – ¡Serena no solo acaba de ganar el Triatlón Pokémon de Relevos, sino que acaba de romper el récord anterior por casi cinco segundos! ¡Este es un momento histórico!

- ¡Lo hicimos! – empezó a celebrar la kalosiana.

Entretanto, en la isla pequeña, Misty y Ash hicieron lo propio, pues estuvieron al pendiente de la acción todo el tiempo viendo en la pantalla gigante. Los asistentes de la carrera de inmediato empezaron a reunir a todos los participantes para llevarlos de vuelta a la línea de partida. Apenas llegaron, Serena corrió emocionada a reunirse con Misty y Ash, abrazándose los tres por el triunfo.

- ¡Ganamos, ganamos, ganamos! – empezaron a gritar los tres al unísono. Entretanto, el equipo alolano también se reunió, con más calma.

- Lo siento, amigos, me faltó muy poco. – dijo Mallow.

- Al menos yo le pude ganar a Ash en la segunda etapa. – dijo Kiawe buscando algo de consuelo.

- Lo hicimos bien, el próximo año nos esforzaremos más. – dijo Lana.

- ¡Atención, a todos los participantes, favor reunirse en la línea de partida, para la ceremonia de premiación! – pidió la anunciadora. – ¡Y los ganadores, por favor pasar a la tarima!

A esta orden, todos los competidores se reunieron, mientras Ash, Misty y Serena subían a la susodicha tarima, listos para recibir su premio. Anna hizo que su Magnezone descendiera, mientras los asistentes terminaban de preparar los premios, las medallas individuales y el trofeo para el equipo. Este trofeo era personalizado, pues cada año, se le colocaban figuritas de oro de los tres Pokémon que ganaran la competencia, en tres niveles simbolizando cada etapa de la competencia: abajo Gyarados por la carrera por mar, en el medio Tyranitar por la escalada en roca, y en la punta Pidgeot por la etapa en el aire.

- Y aquí tenemos al equipo ganador de este año. Misty, Ash y Serena. – dijo la anunciadora, entregándoles el trofeo. – El primer equipo totalmente no nativo de la región de Alola en ganar este triatlón. Díganme, ¿cómo se sienten?

- Muy emocionados, sin duda. – dijo Misty, hablando al micrófono. – Hace años que no participaba en una carrera.

- Y tú Ash, estuviste en aprietos por un momento, tú y Tyranitar por poco se caen durante la escalada. – continuó la anunciadora. – ¿No te asustaste?

- Un poco, tal vez. – admitió Ash. – Pero mi lema es nunca darme por vencido hasta el final.

- Ya veo. Y Serena, esa maniobra final que utilizaste para tomar la delantera en la recta final fue realmente impresionante.

- Debo admitir que estas no son mis competencias habituales, pero tenía que esforzarme por mis compañeros. – dijo la kalosiana.

- ¡Somos el mejor equipo, estando juntos nadie nos detiene! – dijo Misty, abrazándose con fuerza de los otros dos, mientras estos hacían muecas de estar siendo estrangulados, para las risas de todos.

- ¡Y esto es todo por este año, damas y caballeros! ¡Felicidades a nuestros ganadores, Misty, Ash y Serena! ¡Este nuevo récord quedará para la posteridad, veamos si consiguen romperlo el próximo año! ¡Gracias y hasta pronto!

Y entre vítores y aplausos, la competencia llegó a su final. El equipo alolano aceptó su derrota después de darlo todo, mientras los ganadores celebraban su victoria con espíritu deportivo. Aunque ahora tendrían otro pequeño problema. ¿A casa de quién se llevarían el trofeo una vez que terminaran sus vacaciones en Alola?

En otra parte de la ciudad...

- ¡Alain, date prisa!

Por las calles de la ciudad iba corriendo una chica pelirroja de baja estatura con ropas verdes y amarillas, acompañada por un Chespin. Detrás de ellos, un muchacho que era casi el doble de alto que ella de pelo negro, ropas gris oscuro y ojos azul hielo, caminaba con una expresión de fastidio en el rostro. Llevaba unos guantes sin dedos, y en la muñeca izquierda una pulsera negra con una Piedra Activadora.

Su acompañante había corrido hacia la vidriera de una tienda de electrónicos, intentando arrastrarlo, pero al ver que no pudo simplemente corrió por su cuenta.

- Mairin, ¿cuál es la prisa? – le preguntó. – ¿Qué es lo que...?

El joven, cuyo nombre era Alain, se cortó en seco al ver lo que el televisor en la vidriera de la tienda estaba mostrando en ese momento. Una transmisión en vivo del final del triatlón Pokémon que en ese momento acababa de terminar. Alain no estaba interesado, pero al ver al equipo ganador, instantáneamente reconoció a dos de sus integrantes. Aunque su enfoque se centró desde luego en el muchacho.

- ¿Ash? – dijo. – ¿Ese es Ash?

- ¡Y esto es todo por este año, damas y caballeros! ¡Felicidades a nuestros ganadores, Misty, Ash y Serena! ¡Este nuevo récord quedará para la posteridad, veamos si consiguen romperlo el próximo año! ¡Gracias y hasta una próxima oportunidad! – declaró la anunciadora.

- ¿Quién lo diría? Venimos de vacaciones a Alola y resulta que también ellos están aquí.

- Mairin, no estamos de vacaciones. – corrigió Alain. – Recuerda que tenemos que cumplir un encargo para el Profesor Sycamore.

- Ya, ya lo sé. – dijo la pelirroja, hinchando un poco las mejillas. – Pero eso no quiere decir que no podamos divertirnos un poco mientras estamos aquí, ¿verdad?

Alain rodó los ojos. A veces seguía preguntándose por qué aceptó tenerla como compañera de viaje, para después recordar que ella hacía que su vida fuese más... alegre, cosa que realmente le hacía falta. Además, de no ser por ella, no hubiese podido encontrar la Piedra Activadora y Charizardita X que ahora tenía en su poder. Se las debía. Pero no admitiría de dientes para afuera que se había encariñado con ella más allá de solo eso.

Sin embargo, ver a Ash por televisión rápidamente avivó los recuerdos del joven kalosiano, específicamente de aquella fatídica conferencia en Lumiose. Aunque en papel él había sido el ganador de aquella batalla, y Ash lo había reconocido como tal, la revelación de que todo ese tiempo estuvo ayudando a los planes de un megalomaníaco cuya idea de salvar al mundo era cometer un genocidio masivo le hizo cuestionarse si realmente se mereció aquel triunfo.

Después de todo, ya la mayor parte de sus batallas importantes las ganó empleando las Mega Piedras que recibió de Lysandre. Desde aquel entonces, había estado esperando poder tener una revancha con Ash, para determinar quién de los dos era realmente el más fuerte, y esta vez, desafiarlo con su propio poder.

En cuanto a Mairin, ella no necesitaba que Alain dijera nada. Desde hacía tiempo habían escuchado cosas buenas de Ash, supuestamente había establecido algo llamado el Coliseo de Batalla en Pueblo Paleta que además funcionaba como gimnasio de la Liga de Kanto. Alain quería comprobar qué tan fuerte se habría vuelto desde entonces.

- ¿Quieres averiguar dónde se está hospedando? – le preguntó. – Sería una lástima si pierdes tu oportunidad de tener tu revancha con él.

- Todavía tenemos una semana antes de marcharnos. – respondió Alain, fingiendo algo de indiferencia. – Pero tienes razón, no puedo perder esta oportunidad.

- ¡Entonces no perdamos el tiempo! ¡Vamos, Chespie! – exclamó Mairin mientras su Chespin saltaba hacia su hombro y de inmediato salía corriendo.

Alain suspiró y se encogió de hombros, pero después de un momento sonrió. No solo se había acostumbrado a esa actitud inquieta de Mairin, sino que ya no podía imaginarse su vida sin ella. Verla siempre tan activa y alegra hacía que todo valiera la pena, y siempre podía contar con ella para alegrarle el día en los momentos difíciles.

Esta historia continuará...

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