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Capítulo 12

ENCONTRÉ EL AMOR 

CAPITULO 12

Luego de un rato de acomodar mis cosas, David preparó palomitas para vernos una película. Luego de tanto escoger decidimos ver una romántica y nos vemos «el stand de los besos». Es increíble esa película, me encanta y es una de nuestras favoritas.

Después de verla vemos que son las 9:00, decidimos colocar un poco de música para sentarnos en el suelo.

—Te tengo un regalo —acaricia mi mejilla.

—Yo también —me inclino, para besarlo.

Decido subir al cuarto e ir por mi obsequio, espero que le guste, porque si no eso estaría mal, pero de todas formas lo busqué con mucho amor. Luego de bajar las escaleras me acerco a él y nos sentamos en el sofá, me dice que empiece yo primero y le digo que mejor él, así que me entrega una caja grande.

— ¿Qué es? —interrogo, ansiosa.

—Míralo por ti misma —me dice.

Y, sin más preámbulos abro la caja que veo.

— ¡Por Dios! No lo puedo creer, amor, compraste boletos para el concierto de CNCO.

Le doy un beso.

—Sabía que te gustaría. Sigue buscando, hay más.

Sigo buscando. Veo una caja con una notita que dice «por nuestra comunicación». Abro y veo un celular, pero no es cualquiera, es un iPhone.

—No puedo creerlo, amor... —le doy un beso. Lo miro y sonrío—. Espero que te guste mi regalo. Si no te gusta solo...

—Silencio, seguro me gustará —me interrumpe.

David Grey

Me encantó ver esa alegría en su cara al momento de ver los boletos y ver el celular que le quise regalar. Y me da unos besos increíbles, eso me encanta. Luego veo que me enseña su caja, la tomo y abro, veo que hay dos relojes de color rojo con perlas alrededor de las manecillas. Ella toma uno de ellos me lo entrega, mencionando que mire en la parte de atrás del reloj y veo que está su nombre. No lo puedo creer.

— ¿Te gusta? Ese regalo es para que siempre lo lleves contigo. Para que no se te olvide que te amo. Ya sé que lo sabes, pero me encanta decirte que te adoro —me sonríe—. ¿Puedo ponértelo?

—Por supuesto que puedes.

Me coloca el reloj y me queda muy bien.

— ¡Ay! Me encanta —la atraigo hacia mí, besando sus labios—. Gracias.

Me dice que saque el otro reloj que es de tamaño femenino. Al ver, encuentro mi nombre clavado en él.

—Este regalo es para que siempre tengas presente que donde estemos, nuestros corazones serán unos solo.

—Es el mejor regalo, y me gusta que hayas encontrado algo para los dos —la miro, acariciando su mejilla—. Gracias, gracias por hacerme el chico más feliz de todo. Sé que esto que tenemos no es perfecto, Aisha, pero sin ti ya hubiera colapsado —me rio, sin dejar de verla un segundo—. No sabes cómo le doy gracias a Dios porque llegaste a mi vida. Me hiciste ver el mundo de manera diferente. Tú, eres todo lo que quiero en mi presente y mi futuro.

La tomo de la cintura y acaricio la piel de su cara con mis manos. La lleno de besos y caricias, en estos momentos me la imagino con esa ropa interior de encajes que es tan sexy, pero ella es un poco tímida, así que dejo de divagar y la miro a los ojos. No sé imagina cuánto la deseo. Muero por tenerla en mis brazos.

— ¿Podemos subir a tu habitación?

La miro, medio perdido.

— ¿Quieres subir a mi habitación?

—Sí. Ahora.

Obedezco. Subimos, y al abrir la puerta ella toma su bolso, saca una pañoleta de seda y me tapa los ojos. Wow, no me lo esperaba para nada. Me guía hasta la cama.

—Espérame aquí. Te sorprenderé. No te bajes la pañoleta.

— ¿Me harás un baile sexy?

Nos reímos.

—Tal vez.

Y así desaparece.

Aisha Jiménez

Ya subimos a la habitación y veo que espera con ansias y yo todavía me encuentro en el baño. Me miro al espejo, me retoco el maquillaje, rocío un poco más de fragancia, me quito la ropa y quedo en una ropa interior de encajes preciosos: un brasier de encaje sin una sola varilla para sostener mis pechos y un hilo de encajes.

Me quito los tenis, con tranquilidad y sin nada de prisa.

— ¿Qué tanto haces en el baño, Aisha? Has tardado demasiado.

Escucho a David preguntar.

—Solo hago retoques a mi maquillaje, amor. No te preocupes, cuando vaya hacia ti te quitarás la pañoleta, ¿entendido?

—Como mandes. Tus deseos son una orden para mí.

Sin más rodeos decido salir del baño. Abro la puerta y salgo con pasos suaves. Para que él me vea me quito la bata de seda fina para dejar al descubierto mi ropa interior de encaje negro y decido seguir caminando con seguridad hasta estar enfrente de la cama viendo cómo David mira fijamente mis curvas. Este chico me tiene loca. 

—YARENIS GUZMÁN—

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