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CAMBIO DE PERSPECTIVA: LEAF GREEN

Era un día de otoño fresco pero hermoso, era un buen día por lo que parece. Las nubes se dispersaron en el cielo que estaba en un hermoso tono azul, el sol amarillo anaranjado emitía ráfagas de calor; aunque no fue suficiente para cubrir la estación fría. Las hojas crujientes de color naranja, amarillo y verde se movían en un círculo que arrojaba un pequeño tornado, volando en diferentes lugares produciendo un sonido susurrante en el área.

Se escuchaban las risas juguetonas de los niños que saltaban y jugaban sobre las hojas, esparciendo montones de hojas por patios, calles y aceras; parecen preocuparse menos de su entorno.

La brisa fría sopló hacia atrás y sopló amargamente los hombros y el cuello de una niña de nueve años, causando que ella recibiera una sensación de escalofríos en sus brazos. Con frío, se abrazó con fuerza a su abrigo y murmuró algunas palabras de queja antes de reanudar su juego con el grupo: Estaban jugando al monstruo de lava caliente junto a la barra de equilibrio. Los niños agitaban los brazos cada vez que estaban a punto de caerse, para evitar tocar las astillas de la corteza.

El nombre de la niña era Leaf Green. Ella es una chica con cabello castaño oscuro ligeramente desordenado que le llegaba hasta la parte inferior de la espalda. Solía vestir un vestido negro sin mangas con un poco de cian debajo de un par de pantalones cortos que también son cian (como en estos días era otoño su madre le daba un abrigo de color verde menta basta grande para su tamaño y un sombrero de pescador de un color más oscuro estampado de hojas). Llevaba zapatos negros con suelas de color cian además de un bolso amarillo y unos guantes de color blanco.

Para ella estos tipos de juegos en específico no eran de sus favoritos. Especialmente por el hecho que en realidad nunca a ella le dejaban elegir el juego que ella quería. Siempre la ignoraban o le ponían los ojos en blanco en respuesta; como si fuera la sugerencia más estúpida del mundo, cosa que la irritaba absolutamente. Sin embargo se quedó callada, no es como si pudiera encajar en realidad en este diminuto pueblo del sur de Kanto.

Paleta era un pequeño pueblo fascinante en la forma en que podías estar en un lado, caminar un poco más de una hora y estar en el otro lado. Ella se había acostumbrado a la sensación de pueblo pequeño. Procedía de Ciudad Trigal en Johto, un gran lugar metropolitano que rivalizaba con Ciudad Azafrán en tamaño y valor comercial. Ella albergaba un poco de resentimiento por la mudanza a Pueblo Paleta, ya que dejó atrás a todos sus viejos amigos y no estaba familiarizada con su nuevo entorno, e incluso llegó a afirmar que odiaba el pueblo. Empeorando las cosas fue la constante discusión de sus padres.

Tampoco ayudaba el hecho que no había muchas niñas de su edad viviendo en Pueblo Paleta y las pocas que había no se pudo hacer amiga. Las niñas de Pueblo Paleta en realidad no eran muy amables. Estaban bastantes llenas de prejuicios sobre las demás niñas; encasillando en grupos de diferentes clases, usualmente por popularidad. Una razón bastante estúpida si es que le preguntaran a ella directamente sólo porque ella no es particularmente la niñita femenina perfecta.

No, para nada, Leaf Green es una niña que le encanta jugar al aire libre y ensuciarse. Le encantaba jugar encontrando algún tipo de aventura; se divertía adentrándose en bosques o rutas cercanas; amaba atrapar pequeños pokémon como Pidgeys y Ratattas entre sus diminutas manos y por supuesto, pescar. La pesca era de sus pasatiempos favoritos.

Leaf Green se considera bastante social, como una butterfree. Le gusta asociarse con personas que le gustan tanto los Pokémon como a ella (aunque parece ser que en Kanto a ninguna chica, o chico le gustaban tanto los Pokémon como ella, de hecho la mayoría ni siquiera estaban interesados en ellos. Era bastante confuso para su mente que el lugar donde está el Profesor más reconocido sobre los monstruos de bolsillo no sea una inspiración para el pueblo). Le entusiasman los combates Pokémon, de hecho ella idolatraba a Erika, la líder del gimnasio tipo Planta de la región de Kanto. Era elegante y hermosa tanto dentro como fuera del campo de batalla, pero cuando luchaba, poseía una intensidad que la complementaba perfectamente. También tenía una línea de perfumes superventas y era conocida por sus enseñanzas sobre ikebana, el arte de los arreglos florales. La joven Green había sido la mayor admiradora de Erika desde que tenía siete años, y tan pronto como emprendiera su viaje lo haría su enmienda. Uno de sus mayores objetivos era vencer a Erika en la batalla, pero sabía que estaba muy lejos de poder hacerlo. Comenzaría poco a poco, pero sabía que no se detendría hasta superar a su ídolo y mayor inspiración. Tomaría un poco de trabajo duro, pero sabía que sería capaz de hacerlo. Sin embargo, opta ella más por los encantadores concursos de espectáculo visual planeado de Hoenn

Qué tan malas deben ser las pocas niñas de Pueblo Paleta solo porque a ella el verde le parezca bastante bonito y apropiado por su apellido automáticamente la reprocharon por no ser rosa. "¿Qué tenía de malo el verde?", esa eran siempre su pregunta referente al disgusto ajeno a sus gustos a los colores. Para ella el color verde transmitía serenidad y esperanza, como la hermosa naturaleza; esas hojas verdes y la brisa fresca ondeando con un estimulante tranquilizador. Bastante sentimental le dirían algunos, pero ella es Leaf Green y está profundamente orgullosa de su nombre.

Una cosa que Leaf tenía que decir sobre algo peor que las niñas eran los niños. A nadie le gustan los niños ruidosos como payasos. Es decir, los niños ruidosos son totalmente insoportables y desgastantes mentalmente. Tampoco los chicos pervertidos, esos son material: "tengo una orden de restricción en tu contra". Los peores eran los niños tan llenos de sí mismos, engreídos como si Arceus mismo hubiera bajado solamente para tallarlo con una de sus miles de zarpas.

Ella interrumpió sus pensamientos reflexivos al lograr divisar algo en su campo de visión que logró llamar genuinamente su atención: una ala roja de borde blanco asomándose por el bordillo de un árbol. Leaf se detuvo en medio de la ola, tratando de descubrir quién o qué era eso, esta pequeña acción ocasionó que se resbalara de la barra de equilibrio. Los otros niños que jugaban se rieron de cómo se cayó, pero eso no le importó a ella en realidad. Lo descubrió, había visto a un niño que aún no había visto; un niño solitario.

Un pequeño niño con una gorra roja se sentó solo al lado de un columpio en silencio a espaldas, alzando levemente el rostro en dirección al cielo como si estuviera contemplando con admiración el encantador otoño. Su salvaje cabello negro y sucio que caía de la parte posterior de su gorra roja se agitaba levemente por la suave brisa; Llevaba una camisa completamente negra fajada, entre los jeans azul claro y el cinturón de placa plateada, donde por el bordillo de los jeans unos tenis de color blanco de detalles rojos se asomaban. Extrañamente se veía bastante diminuto en la postura que había optado, se aferraba con fuerza a sus piernas, ignorando su entorno.

Leaf se quedó un par de segundos en silencio inspeccionando al niño pelinegro. Ella se sintió irrigada, este niño no había decidido unirse a jugar con ellos, en cambio, decidió sorprendentemente mirar hacía el bosque de la ruta cerca, disfrutando de la naturaleza; ella reconocía esa mirada, ella solía darla cuando veía el paisaje de una nueva zona que nunca había visto o le fascina re visitarla. Eso le dió un punto a Leaf, ese niño era una potencial amistad por su gusto en común con la naturaleza, sería aún mejor si es que amaba a los Pokémon. Con la emoción repentina de la idea de socializar con este niño, una pequeña sonrisa ansiosa se formó en su rostro, y señaló al chico solitario con su dedo índice. "¿Quién es él?" Preguntó ella en voz alta, no dejando de escapar la emoción en su voz, entusiasmada de conversar sobre la flora.

"¡Se acabó el tiempo!" Gritó una chica de cabello rubio formando una 'T' con sus manos. Saltó de la balanza y caminó hacia la chica de cabello castaño. Ella entrecerró los ojos y luego se encogió de hombros. "Ese es el niño que no habla".

Leaf parpadeó un momento tratando de procesar las palabras con confusión. Su pequeño ceño infantil se había formado, incapaz de entender cómo alguien no podía hablar. Tal vez sea alguien muy tímido, ella podría asegurarlo por experiencia. "¿Por qué no habla?" Trató de asegurar ella, su voz se desinfló un poco por la declaración anterior. Un niño que no habla sería difícil de interactuar.

La otra chica se encogió de hombros de nuevo. "¿Cómo se supone que voy a saberlo? Nunca he hablado con él". Escupió con disgusto, antes de darse la vuelta y caminar de regreso a donde estaba antes. Subiéndose a la barra de equilibrio donde había estado antes, se tapó la boca con las manos. "¡Tiempo!" Con eso, los niños comenzaron a jugar su juego nuevamente.

Leaf se había extrañado por lo dicho, había escuchado el desagrado claro, aún cuando la otra chica bajó su voz como si estuviera susurrando. Había veneno si es que ella podría decir. No entendía cómo alguien podía ser tan odiado por algo tan absurdo, el niño podría tener sus razones para no hacerlo. Probablemente a diferencia de ella optó por no tratar de hacer amigos, porque la gente era muy mezquina con él por su actitud retraída o seca. Leaf sacudió su cabeza, tratando de desentenderse, diciendose a si misma en voz baja infundiéndose valor propio tratando de no amargarse: "¡Voy a ir a hablar con él!"

"¡Olvídate de él, Leaf!" Advirtió bruscamente un niño cerca, este niño todavía estaba en el juego y simplemente se alejó, huyendo del 'monstruo de lava'.

Leaf Green negó con la cabeza lentamente mirando quien dijo eso con un ceño fruncido, había tomado una decisión y nadie le iba a decir que se detuviera. Olvidar no era una opción. Haciendo caso omiso a la advertencia comenzó a correr hacia el niño de cabello negro. La chica suspiró mirando a Leaf, quién parecía cada vez más desbordada de emoción. Ella estaba perdiendo su tiempo, todos los niños a su lado quienes asintieron con la cabeza compartiendo el pensamiento colectivo, creyendo que la niña nueva estaba siendo una idiota.

Leaf redujo la velocidad cuando se acercó al niño de la gorra roja. Una sonrisa apareció en su rostro cuando levantó la mano y saludó. "~Hola~". Dijo con voz cantarina. Estaba esperando que el niño saltara y se maravillara por el hecho de que le estaban hablando por una vez. Sin embargo, este no fue el caso, el niño de cabello negro no se movió en absoluto, así que ella insistió: "Oye, niño, ¿estás ahí?"

No hubo respuesta del niño.

Por breves instantes Leaf pudo ver cómo el niño abrazaba más su pecho. Su cabeza ahora estaba ligeramente inclinada hacía un lado y la gorra roja muy fuera de lugar protegía sus ojos de su vista, sin embargo, era como si pudiera ver a Leaf a pesar de todo. No sé veía nada en rostro excepto una boca cerrada. Todo se sentía tan mal, pensó ella, no sabía cómo describirlo pero la sensación que le provocaba era bastante desconcertante. Tal vez el niño no le estaba prestando atención porque se había distraído con algo, con eso en mente decidió llamar su atención: "¡Oye chico, deja de distraerte!" La sonrisa se redujo lentamente a una expresión algo preocupada. Esperó un minuto para que el niño se moviera, o al menos la mirara. "¿Me estás ignorando, niño?" Su paciencia se estaba agotando, ¿cómo es que este niño no le estaba prestando atención?

Entonces sucedió. En el momento en que el niño comenzó a actuar de manera extraña, y en el momento en que las paredes que el niño había construido tan altas comenzaron a resquebrajarse.

Leaf tuvo una idea repentina que casi la hizo saltar en anticipación. Arrodillándose junto al niño, ella juguetonamente trató de jalar al niño para que no quedara frente al columpio. Cuando el niño estaba boca arriba, tenía los ojos abiertos y miraba finalmente a Leaf. Sus pupilas se habían dilatado brevemente, como si un fugaz brillo de pavor se hundiera en su mirada, el iris de sus ojos eran rojos, un rojo bastante apagado y cristalino, como si estuviera cargando algo. Un sentimiento brotó de sus ojos repentinamente qué Leaf no pudo distinguir por breves instantes, las emociones fueron complicadas pero durante aproximadamente un segundo ella sonrió esperando una reacción antes de que el chico que acababa de mover volviera a colocarse de lado frente al columpio una vez más.

Lo único que quedó de la sensación fue un desagradable escalofrío. No de ella, de él. Se había estremecido. Leaf no notó nada extraño al principio. Se había sentido completamente decepcionada y la sonrisa se le contrajo abruptamente, ella esperó impacientemente al menos un miserable reconocimiento. Una protesta, una amenaza, nada, ni siquiera un ceño fruncido se había plasmado en su rostro. Pero luego, a medida que avanzaban los incómodos segundos, escuchó un sonido divertido y áspero. Confundida, miró a su alrededor, buscando la fuente de ese horrible ruido. Entonces, lo encontró. Para la inmensa sorpresa de Leaf Green, el niño se había acurrucado aún más fuerte, abrazando sus piernas, inclinando la cabeza.

Leaf le dio una palmadita en el hombro, ese suave toque empezó a sentirse tembloroso, él se había estremecido de nuevo, así que ella retiró su mano un poco extrañada sin comprender la reacción. El niño se congeló, rígido como una tabla. "¿Lo siento?" Se disculpó ella débilmente, la vacilación salió de su voz. Él se quedó quieto por un total de 5 segundos, luego miró hacia arriba, sus oscuros ojos de color rojo se habían oscurecido más de la vez que los vió. ¿Qué esperaba ella que él hiciera? ¿Darle una mirada sucia o algo así? No había ningún movimiento real del niño. Solo esos penetrantes ojos de color rojo, la miraba como si pudiera ver a través de ella. Juzgando, analizando, reservando algo solo para él. Él la continuó mirando hasta que el silencio se hizo pesado y la obligó a apartar la vista, agobiada por la larga pausa.

Otra vez está esa sensación de nuevo. Intranquila, incómoda, amarga que se pudo sentir en el aire que transmitía el niño. El niño tomó un pequeño suspiro, uno bastante suave y volviendo a mirar donde originalmente lo estaba haciendo. Un pequeño ceño reapareció en el rostro de la niña, el aire la estaba oprimiendo. Ese tenso silencio desagradable, nulas respuestas, ella hablando consigo misma. Se estaba sintiendo estúpida. Eso era lo que estaba generando, una creciente irritación, primeramente suave, un pinchazo inofensivo, después una amargura. Impaciencia. Frustración. "¿Vas a responder?" Preguntó con amargura, tomando un respiro. Pasaron unos minutos y aún no había señales de ningún movimiento.

El canto de un pidgey. La ligera brisa otoñal llevándose consigo unas hojas marchitas. Las risas difusas de los niños. La leve respiración. Pero no hay respuesta.

Ella hinchó sus mejillas y se cruzó de brazos con frustración. "Es un poco grosero, ya sabes, no responder cuando alguien trata de ser amable ...." Ella continuó entre dientes ocultando su creciente ira y frustración, poniendo sus manos en sus caderas. El plan ahora era molestarlo tanto que tuviera que hablar o al menos eso es lo que sucede con los niños normales. Este niño se quedó sentado sin hacer nada. ¿Qué estaba pasando por la mente de este niño? No podía estar distraído en absoluto, y eso le molestaba más; no había llegado a ninguna parte con este niño. No sabía de dónde venía todo, ella siempre fue una niña tranquila y paciente. Fue un pinchazo inofensivo, pero ella no lo vio así. Este niño no había hecho nada, nada que no le hubieran hecho mil veces antes a ella desde que llegó aquí, de todos modos. Su comportamiento parecería no provocado e inaceptable. Y eso fue. La cuestión era que a Leaf se lo habían hecho mil veces antes, y eso fue lo que lo causó. la Green extrajo todos esos insultos, todos esos golpes hacia ella, todos sus miedos e inseguridades, donde los enterró y los empujó, negándose a lidiar con ellos y dejar que la afectaran. Pero no la querían cerca. Lo habían dejado bastante claro en la forma en que fruncieron el ceño en su presencia, en la forma en que ignoraron sus sugerencias e intentos de conversación, en la forma en que discutieron sobre sus gustos, en la forma en que no vinieron mirando para ella, excepto para gritar que no les estaba ayudando ... y la forma en que hablaban de ella a sus espaldas cuando pensaban que no los estaba escuchando.

Podía sentir el contenido ardiendo y pulsando dentro de ella, arremolinándose con un poder apretado y rápido. Ella nunca fue de las que andaban por las ramas. "Honestamente. Ya puedes dejar de fingir. Sé que me estás escuchando". No fue nada enorme lo que lo desencadenó, pero así ella lo sintió. Ese pequeño acto, había sido la gota que colmó el vaso. Era pequeño, pero demasiado grande para ella. "Estaba tratando de ser amable contigo, niño ... pero eres tan, tan, tan molesto .... ¡Sientes que eres mejor que yo, y que no merezco tu voz! ¿¡No vale la pena hablar conmigo solo porque trataba de ser amable!? ¡Sabés, no siento lástima por tu falta de amigos! ¡Te estás comportando como un idiota! ¡Te quedas en silencio, ignorando a todos porque están por debajo de ti! ¡Ahora entiendo porque nadie quería hablar contigo, ya que solo eres un niño tonto que estará solo para siempre por qué te crees mucho! ¡Odio a la gente como tú! ¡Eres una persona horrible!" Ella dejó que todos esos sentimientos se liberaran y llenaran. Fue abrumador, lidiar con todas esas emociones a la vez. Espetó Leaf, atacando instintivamente a la persona más cercana, que había sido el niño. No sabía quién había estado más sorprendido, él o ella misma. Todo lo que sabía, tenía furia y dolor ardiendo y crepitando dentro de ella, y lo estaba dejando salir a todo lo que lo rodeaba.

Leaf se quebró, pero se sintió tan bien dejar libres estos sentimientos. El niño había quedado tan aturdido, y ella había dado media vuelta, retirándose en silencio cuando sonó el timbre. Ella dejó escapar un suspiro tembloroso. Estaba a punto de regresar a su salón cuando el niño silencioso se puso de pie y se arrastró hacia las puertas de la escuela pasando a su lado, la respiración de él salía en jadeos rápidos y forzados, y todo su cuerpo estaba temblando. Ciertamente la expresión facial que adquirió el niño después de las palabras, parecía que no valía la pena haber liberado sus sentimientos oprimidos. Sabía que no se merecía eso. Debería volver y disculparse, pero no ahora. Todavía podía sentir esos sentimientos dentro de ella.

Eso no evitó que la punzada de culpa persistiera en la mente de ella.

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Leaf sabe que a las niñas, o por lo menos a las niñas que conoce y a ella misma, no le gustan los tipos serios.

Los niños serios no son divertidos, no son amables, no son agradables, no son adorables y no son nada. Ni siquiera interesantes, porque la conversación se esfuma después de que te des cuenta de que sólo te responderán con frases cortas, gestos de asentimiento o negación y frases hechas.

Pero ahora en estos últimos meses ella pensó en todo lo que había visto y estaba reformulando en su mente cada detalle.

El niño solitario que había conocido hace unos meses, ese niño que las" amigas" de Leaf lo describen más como "mocoso sin sentimientos", ese niño que ella lo usó como saco verbal para sacar sus sentimientos. Ese niño en realidad no es lo que ella pensó en un principio.

Leaf no niega que ella pensó que él era una persona horrible, un idiota sin sentimientos que solo le importa si mismo. Porque ese niño es del tipo que no puedes tener una conversación larga con él a menos de que tengas mucha paciencia y fuerza de voluntad. Es tan exasperante e irritante. Esos serían y fueron sus primeros pensamientos sobre él, antes de cambiar por completo.

Las primeras impresión no son buenas. Eso es lo primero que aprendió ella por sí misma, y ahora se estaba dando cuenta cuanta verdad había ahí. Es malo juzgar a las personas sin siquiera conocerlas en realidad y eso hizo que el pequeño pinchazo de culpa de Leaf creciera poco a poco, inconadose en su pecho.

Hubo un tiempo que ella lo ignoró siguiendo su juego de miradas gélidas, fueron los primeros días de hecho. No le dirigió la palabra, ni un contacto visual ni cuando la maestra ofrecía que ella trabajará con él. Simplemente ambos no se miraban, ella ocasionalmente terminaba cediendo y mirándolo para ver su reacción; clara fue su decepción y sorpresa cuando no recibió nada.

Era bastante sombrío, solitario, reservado y sobre todo frío. Impasible e imperturbable.

Pero había veces que ella no veía eso, había veces que solo lo escuchaba suspirar suavemente y ver en sus ojos un pequeño brillo tenue pasaban sobre ellos, volviéndose vidriosos. Otra veces escuchaba la dificultad que él tenía al respirar. Y había veces que siempre que él la miraba por pura casualidad tomándola por sorpresa; a veces viendo un inusual brillo en su mirada lo veía encontrando difícilmente palabras para algo; tristeza y culpa. Ella pensaba que era una disculpa para ella.

Aunque ella no lo quería admitir en un principio, espero esa disculpa, esa disculpa que nunca llegó.

Él se quedaba en silencio y solo la miraba a los ojos. Trató de ser paciente ella, esperando esa disculpa, prontamente esa paciencia murió y se convirtió en irritación. Una y otra vez con lo mismo, siempre vino ese sentimiento amargo cuando él hacía eso. Se le había escapado sola otra vez. Ella había gritado de nuevo, como solía pasar cuando se le acaba la paciencia con él.

"¡Deja de mirarme de esa forma, es demasiado grosero!".

Aun así, le resultó difícil aceptar las palabras ásperas. No había terminado de procesar la situación antes de que ella girara e intentará irse. Hubo unos pasos vacilantes. Ella lo escuchó, por supuesto. El aire se volvió peligrosamente tranquilo por una fracción de segundo, luego estalló con su última punzada.

"¡Y deja de seguirme, das miedo!"

Él le dirigió una mirada resignada y cumplió con sus demandas. Hasta que estuvo fuera del alcance del oído, al menos.

Esa fue la última vez que interactuó significativamente con él. Y la sensación de culpa de Leaf se quedó atrapada en su pecho.

Porque su percepción de él cambió para siempre.

Un día Leaf abrió la ventana de su habitación para revelar el exterior y su actual hogar. Ese día se sintió algo diferente por alguna razón, pero Leaf no podía decir por qué... hasta que una pequeña figura pasó por su calle. Aquí estaba el niño que era tan silencioso que podías pasar de vista fácilmente, aquí estaba el niño que no podías notar por su personalidad fría y sombría, aquí estaba el niño calificado como un mocoso sin sentimientos ...

Y no pudo evitar preguntarse si este era el niño de verdad, el que no se había molestado en conocer.

Con culpa, sabía que la única razón por la que había estado con él era para ver el comportamiento particular del niño. Y solo se había quedado porque quería una disculpa. Él siempre parecía saber algo, y supuso que la única vez que vio al niño silencioso fue durante las clases o en el parque o cuando lo vio en las calles.

Ella nunca supo que él hacía los recados de su familia, nunca pensó que podía sonreír tan ampliamente desprendiendo un brillo de felicidad. Tampoco sabía que podía reír alegremente. Una risa larga y tendida. Tan embelesado estaba tarareando una nota de aprobación, una melodía en particular del niño. Por supuesto, eso no decía mucho considerando que casi no sabía nada de su compañero de clases de cabello negro. Por otra parte, nadie más sabía realmente nada sobre él.

Ella asintió con la cabeza con decisión ante este hecho, fue suficiente para calmar su mente llena de culpa, y luego el niño hizo una pausa para ayudar a un niño más pequeño que él del camino donde había caído con sus dulces esparcidos en el polvo para desaparecer debajo de los demás.

Ella se detuvo para mirar con asombro y cierta incomprensión mientras el ahora gentil niño ayudaba a levantar al niño más pequeño que nadie más estaba ayudando, y él metió la mano en los comestibles recién comprados para darle al niño un chocolate con un guiño y una pequeña sonrisa.

El niño silencioso le dio una mirada de disculpa, le dio un pulgar hacia arriba, seguido de un gesto para uno y un círculo. Ese gesto desconcertó a Leaf, ya que el otro niño se había animado increíblemente dándole un rápido abrazo y saliendo corriendo ansiosamente.

Sí, se había equivocado. Él no era un mocoso sin sentimientos.

Porque cuando siguió viendo por su ventana, parecía que los niños y niñas más pequeños del pueblo lo adoraban demasiado.

Ella había estado observando en silencio diariamente al niño por su ventana, cuando estaba en su salón de clases y en algunas ocasiones cuando se lo topaba por el pueblo. Nunca fue intencional hacerlo para respetar su espacio, pero no pudo evitar mírarlo. Él niño había salido para ayudar a algunas personas. No eran acciones en realidad muy complejas, pero eran un gesto lindo. Algunas personas permanecieron indiferentes, otras le ofrecieron una sonrisa de agradecimiento. A comparación de sus compañeros de clases, no hubo la llamada estándar de saludos, no había ninguno de sus compañeros ofreciéndole una sonrisa de bienvenida o gritando saludos ...

Nada de eso.

Hubo ceños fruncidos, miradas furtivas, ojos deslumbrantes, disgusto, rencor, envidia y recelo. Y él se había ido con esa mirada condenadamente nueva y tranquila en su rostro. No sería o inexpresiva, en realidad solo era resignada.

Ella recordó cuando diligentemente escuchaba las conversaciones de los demás niños de su edad sobre él, siempre obteniendo la misma respuesta. Un mocoso sin sentimientos. Una declaración tan errónea. Los comunes eran las niñas que constantemente chismorreando sobre él, despreciando e infravalorado especialmente cuando el niño silencioso tenía uno que otro choque con Blue Oak, el nieto del Profesor Samuel Oak. (Blue se creía el más fuerte, como si fuera el único orgullo de Pueblo Paleta; tenía la crianza, el dinero, las influencias y las conexiones. Un patán en toda regla, ella aún no tiene conocimiento alguno de cómo este sujeto es tan amado por sus compañeros por cosas tan triviales).

Ella había visto en más de una ocasión al día como Blue solía meterse con él. Tratándolo horrible. Y ella no pudo evitar gruñirle al Oak por eso. Si es que el niño silencioso hacía algo que no le gustaba, aunque siempre el niño no le hacía nada, Blue simplemente le pegaba u ofendía verbalmente. Por supuesto, el niño más pequeño, más tranquilo, pero eternamente desafiante no le respondía a las provocación o agresiones. No, él se había ido con esa mirada tranquila y con un leve dolor ahora perceptible para ella. Sin embargo, aunque continúe de esa forma, Blue parecía que sabe unas pocas cosas de él. Como una especie de lamento.

Este niño con el cabello negro y con una de las sonrisas más leves del mundo, antes de que él diera otra sonrisa... una sonrisa que era completamente diferente y una que nunca había visto antes. Por supuesto, esta no era la sonrisa que le daba a su madre, niños pequeños o después de haber hecho algo bueno. No, esto era una sonrisa de sentimiento diferente.

Su par de mechones puntiagudos que sobresalía debajo del frente de su gorra roja parecían caer solo un poco mientras miraba hacia el cielo y ofreció una sonrisa algo confusa e irónica. Pero esta sonrisa, parecía decir mucho más.

Y había mucho más que eso, Leaf descubrió que estaba un poco adolorida cuando el niño hizo todo esto. Porque ella siguió mirando. Siguió observando lo que él hacía en silencio con ahora con admiración y ternura. Lo vió alimentar a los pidgey y ratattas de la ruta cerca. Lo vió cargando una pequeña bola de pelos de color amarilla herida totalmente preocupado, apresurado a llevarlo al laboratorio del Profesor Pokémon. Un pequeño Pichu lastimado. Y él siguió, y él siguió simplemente siendo él mismo. Leaf aprendió en estos meses que el niño era sensible al bienestar de las personas y Pokémon por igual. Comprendió que Red era un dulce niño. Ella acababa de encontrar un niño bajo ese prejuicio de algunas personas en el pueblo, un niño bastante diferente de lo que era bajo una simple mirada.

Este niño, pasado por alto.

Pero ahora, mientras lo veía sacar los comestibles diarios de su bolso y llevárselo una vez más a su madre, tuvo que mirar una vez más la evidencia del niño silencioso que no conocía; descubrió que tenía una nueva perspectiva sobre el niño de la gorra roja.

Él no era para nada un niño serio o un mocoso sin sentimientos. Era más que eso. Melancólico, diligente, centrado y estricto consigo mismo. Puede ser porque es huérfano de padre y tuvo que ser el sostén emocional de su madre cuando éste murió. Sin embargo, bajo esa superficie es tímido y dócil con una gran pasión de ayudar pokémon y gente por igual.

Él no había fruncido el ceño en respuesta al comportamiento duro de sus compañeros de clases, ni de ella, incluso yendo tan lejos como para sonreírle a la mujer que le había dado la vida ... respondiendo con una seña, no diciendo nada. Él no había reaccionado de la manera que cualquier persona normal lo haría, porque entonces no sería él.

El niño era así. Todo el tiempo así ...

Ella había sentido que algo andaba mal con él: El comportamiento del niño con ella había ido más allá de la habitual timidez o cautela. Parecía, ella no lo sabía, casi temeroso de dejarla acercarse, casi repeliéndola activamente. Estaba nervioso, cauteloso y se estremecía. Se sentaba en un lugar durante horas y miraba fijamente al frente, absorto en sus pensamientos. El niño pareció hacerse más pequeño. Estaba en silencio y parecía llevar esta carga, una que lo envolvía en la tristeza que irradiaba de él, y cuando Leaf lo miró a los ojos, este niño de ojos rojos parecía que se estaba ahogando en algo similar a la desesperación. Ella no lo sabía en realidad. De repente, la peculiaridad del comportamiento del niño la golpeó. No era normal estar tan triste y cansado como él. Actuó como, como si algo le hubiera pasado. Actuaba como si tuviera una gran carga sobre él, un secreto que no podía contar sin importar nada.

El secreto que no podía contar, era porque no podía hacerlo en realidad.

No podía hablar.

Su nombre era Red Ketchum, ella había aprendido su nombre escuchando y observando en silencio como él lo haría todo el tiempo.

Y la culpa regresó aún más aplastante y sofocante que antes. Él se merecía la disculpa, no ella. Leaf se recostó, un suave sonido de tristeza e incredulidad escapó de ella sin ser notada mientras simplemente miraba a su compañero de clases de ojos rojos; un compañero de clases que era, con mucho, el más dulce y considerado, que no parecía abatido por nada ...

No era más que un niño solitario.

______

Un día Leaf había salido a pescar en un pequeño río cercano al pueblo paleta. Como ella había dicho era de sus actividades favoritas. Capturar pokémon con el anzuelo inofensivo de una careta de Bulbasaur, admirarlos y ver qué tantas especies nuevas conocía para después liberarlas gentilmente. La luz del sol se reflejaba en el agua, el azul tranquilo ondeando suavemente, las pequeñas salpicaduras de agua dulce cuando sacaba un Pokémon. Fue tan relajante y divertido al mismo tiempo.

Entonces un pequeño zambullido escuchó ella, uno tan bajo acompañado por uno más estridente; y otra vez por pura casualidad lo vió a él al otro extremo del lago, jugando con un Poliwag a lanzarse al agua. La suave risa alegre del niño acompañada por la brisa del viento la dejó hipnotizada. Él había dado otra sonrisa diferente, una sonrisa que nunca había visto; una tan grande y genuinamente encantada llena de diversión.

Hasta que pronto esa sonrisa se perdió brevemente, a su usual mirada impasible que te podía engañar a la vista, pero Leaf ya la había visto tantas veces que sabía que significaba. Tratando saliva nerviosamente, un poco temerosa por sus anteriores arrebatos, y por supuesto culpable alzó la mano, sacudiéndola con entusiasmo, soltando un cantarino: "~Hola~".

Los ojos de Red se abrieron ligeramente en desconcierto por el gesto; antes de sacudir su cabeza confundido. Parecía quedarse pensando profundamente, había dejado de acariciar al poliwag que lo acompañaba, quién había protestado sumiendo su cabeza en la mano de él, buscando caricias. El joven Ketchum la miró brevemente a los ojos, y parecieron brillar en realidad sin perder su expresión; pero Leaf lo notó, la diminuta y sutil sonrisa por sus labios.

Un zumbido se esparció en su audición difusa, un desagradable zumbido se distorsionó en el área. Un graznido estruendoso. Fue tan abrumador que Leaf sólo era vagamente consciente de las implicaciones. Ahora era presa del pánico, sus dientes apretados en una mueca dolorosa, los músculos tensos, los puños apretados con fuerza. Su corazón latía como el de un conejo, lo que puede no haber sido del todo saludable, pero Leaf estaba desesperada por ese zumbido.

Entonces la expresión de Red volvió a cambiar, su rostro se había arqueado abruptamente. Y antes de que ella se diera cuenta, salió corriendo en su dirección despavorido, su semblante preocupado se había formado, derrumbandola en el acto. Fue lo suficientemente traicionero como para casi lanzarla al río. Pero "casi" era una palabra tan hermosa, significaba que lo hizo. Llegó a ella a tiempo. La había abrazado con fuerza, para ocultarla de algo o alguien. Y él la mantuvo a salvo.

Los marrones sienas y oscuros. Los rasgados ojos llenos de vicio y amenaza. Ese pico largo y puntiagudo, y garra igualmente afiladas. Una cresta sobresaliendo en su cabeza en pleno vuelo. Un Fearow. Ella finalmente lo reconoció; desde que había sido pequeña, por accidente había sido emboscada por una parvada de Spearow, había interrumpido accidentalmente su zona, ella había huido, corrió y corrió desesperada por uno de los tantos bosques de la región de Johto. Y eso le dejó dolor.

Antes de que supiera lo que estaba haciendo, sintió lágrimas calientes correr por su rostro. Apretó los dientes. Odiaba llorar. Cada vez que lo hacía, se sentía débil y vulnerable, dos sentimientos que odiaba. Intentó detenerse, pero no pudo. Luego sintió que algo trazaba patrones en su espalda, se estremeció por un instante, y abrió los ojos para ver a Red ofreciéndole una débil sonrisa tranquilizadora aún encima de ella. El niño siguió frotándole la espalda y Leaf sintió que se calmaba. Ella no pudo evitar que sus lágrimas cayeran, pero se sentía segura por dentro, tampoco se dió cuenta pero ella ya estaba en otra posición. Y cuando ella tomó su mano para levantarse, no vio amargura, resentimiento o ira en sus ojos, sino algo completamente diferente, demasiado nublado por el miedo para interpretar. Sus ojos brillantes de color rojo se suavizaban en empatía por ella.

Los labios de Leaf se abrieron como si tuviera algo que decir.

Sin embargo, Red no oyó nada. Tal vez ella tampoco pudo encontrar su voz.

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En la noche, en la oscuridad sintió que su garganta vibraba sin darse cuenta. Había estado sentada en la cama, respirando con dificultad. Lo único en su mente era el susurro de los árboles y el aire gélido que respiraba; luego se dio cuenta de repente de que no le había agradecido y disculpado por sus anteriores acciones.

No importaba cuánto quisiera, o cuánto lo intentara, no podía conciliar el sueño. Había recurrido a pasearse por su habitación y, de vez en cuando, pasarse las manos por su desordenado cabello castaño. Un latido sordo comenzó a formarse en la parte posterior de su cabeza solo por toda la preocupación que había estado haciendo. Ella se despertaba fácilmente, repentinamente la mayoría de las veces, y tenía la costumbre de quedarse despierta hasta horas intempestivas leyendo algún libro. Después de que el pánico inicial, paralizante, absoluto e insoportable, reunió el coraje para hacer lo único racional: determinar cuál era la razón. La cuál ella ya sabía con certeza. La culpa. Su único consuelo era que ella solo tenía que esperar a la hora de clases... suponiendo que no se hubiera ido cuando ella fuera a disculparse.

Si uno mirara a Leaf Green durante sus clases de primaria, diría que estaba nerviosa. Y uno sería correcto. Desde que había llegado a su salón, su mente había estado completamente ocupada con pensamientos sobre Red. Había tenido múltiples pesadillas durante la noche.

Había llegado a la escuela temprano esa mañana. Durante las 4 horas de clases, Leaf se obligó a contener las lágrimas mientras ella evitaba mirar a Red en cualquier momento. Todo eso le rompió el corazón, y el hecho de que los ojos del niño estaban perforando su cráneo activamente le dio ganas de llorar. ¿Cómo podría explicar exactamente su comportamiento, su compartimiento anterior con él y su ataque de pánico por ese Fearow? Red no había hecho nada malo, fuera de salvarla. Pero, ¿Él creerá que es una acosadora? Ella parecería que lo estaba observando como un depredador acechando a su presa, recolectando información de él. Esas cosas juntas la estaban volviendo loca.

Y ahora, toda esa información y los recuerdos de las emociones y experiencias arremolinaban en la cabeza de Leaf, haciendo inútil cualquier intento de prestarle atención a su maestra. Las lágrimas amenazaban con formarse en sus ojos mientras su imaginación jugaba escenario tras escenario, cada uno de ellos cada vez más fuerte que los anteriores.

Finalmente, afortunadamente, sonó la campana. Leaf agarró su bolso ya empacado y salió por la puerta como un tiro. Corrió por el pasillo, decidida a dejar atrás sus emociones. No podía derrumbarse; ella tenía que disculparse de cualquier forma.

Ella entró corriendo al patio delantero de la escuela, teniendo mucho tiempo para hablar con Red sobre lo de ayer. Entumecida y aturdida por el sueño. Ansiosa y sofocada por hablar con él, en búsqueda de señales del niño. Lentamente se dirigió a la puerta de la escuela, pero pronto se detuvo al notar la punta de una gorra muy característica; Red estaba ocupándose de sus propios asuntos mirando la ruta cercana. El aire de la mañana era fresco, pero todavía estaban demasiado al sureste para esperar que la temperatura se mantuviera tan baja todo el día.

"Hermosa mañana, ¿no es así?"

La cabeza de Red se levantó de golpe. Eso no podría haber sonado más forzado. Pero él eligió igualar la sonrisa dolorosamente incómoda de la niña en lugar de mostrar lo confundido que estaba. Desafortunadamente, los esfuerzos de Leaf por mantener la situación casual parecieron fallar, porque las cejas de Red se dispararon, como si lo hubieran insultado de alguna manera. Simplemente estaba siendo amistosa, devolviendo amabilidad con amabilidad; ¿No tendía todo el mundo a repartir lo que le habían dado? Era natural que-

...Oh.

No había estado recibiendo muchas afirmaciones positivas de su parte. No había sido bueno, fuera lo que fuera, Red la estudiaba intensamente ahora, agobiado por la larga pausa. Sus ojos de color rojo parecían tenir un brillo peculiar y una expresión bastante extraña se formó su rostro.

Finalmente, con una respiración profunda y temblorosa y una chispa de determinación en sus ojos, la niña relativamente mayor encontró su voz: "Quería decir... que lo siento. Por todo". El niño parpadeó rápidamente desconcertado. "La forma en que te había tratado no es la forma en que alguien debería ser tratado y me disculpo". Se aclaró la garganta, jugando con el dobladillo de sus guantes blancos. "Has sido bastante paciente conmigo; Espero que sepas que no hiciste nada malo. Ojalá me hubiera dado cuenta antes de lo infantiles que eran mis acciones. Todo este tiempo estuve pensando en mis propios problemas, en mis propios fracasos. Y bueno, no fue justo para ti..."

Red se dio cuenta con horror de que la voz de ella comenzaba a temblar. Él sintió que le dolía el corazón al ver cómo una lágrima se deslizaba por su mejilla y desaparecía deseando un frustrado roce de su mano.

"No tienes que perdonarme, en realidad, tienes todo el derecho a no hacerlo. Solo pido que consideres concederme... concederme una segunda oportunidad".

Con toda honestidad, Los ojos de Red se abrieron tanto en consternados y afligidos, como también bastante incrédulo mirándola. Incapaz de comprender el hecho que estaba pasando, nunca había esperado que alguien le ofreciera disculpas sinceras. Porque estaba la niña sentada en el tronco frente a él, con la cara roja y los ojos llorosos y cansada del silencio. Necesitaba una respuesta, aunque no la esperaba.

De repente, Leaf recordó algo que había visto a Red usar varias veces... Había hecho uso de las señas con las manos alrededor de su propia madre, Daisy Oak, el Profesor Oak y sobre todo, Blue Oak para bromas internas, conversaciones privadas y, últimamente, simples gestos de una sola señal porque eran más fáciles que hablar en voz alta. Extendió los dedos, colocando el pulgar sobre su pecho.

Leaf estaba, por supuesto, desconcertada por el gesto. Red asintió y sonrió por si acaso. "¡Oh!" exclamó la niña, su voz aún entrecortada y ronca, rota por la emoción. "¿Fue... fue lenguaje de señas?" Él asintió de nuevo. "Y-Yo no sé leer señas. ¿Podrías... decirme qué significa eso?"

Red negó con la cabeza y se frotó la nuca, mirando hacia un lado. No sabía cómo decir eso. No sabía cómo decírselo a la niña que había visto desmoronarse varias veces. Él sabía, sin embargo, que ella necesitaba una respuesta. Y estaba decidido a darle una. Si tenía que empujar un millón de piedras para poner las palabras en su lengua, que así sea. Abrió la boca, pero no salió nada, solo aire, que en ese momento era espeso y difícil de respirar. Miró al suelo agobiado, concentrándose en las palabras alojadas en su garganta.

No sirvio.

Sabía lo que pasaba por la mente de la niña; "Si puede hablar, ¿por qué no me habla?"

Pero todo lo que dijo fue: "Ya veo".

La decepción en su voz atravesó el corazón de Red, hundiéndose en el acto por su sentido de empatía. Pero hacer eso significaba que necesitaba... comunicarse. Salvar las apariencias era la menor de sus preocupaciones, pero aun así era humillante sostener un cartel, mostrando su caligrafía descuidada y sus habilidades de ortografía inexistentes. Tenía que demostrarle que estaba dispuesto a darle una segunda oportunidad; encontrar alguna manera de transmitir el mensaje, o ella seguiría pensando de otra manera.

Se sintió estúpido al hacerlo, pero arrastró una rama que había estado usando para hacer figuritas en la tierra para matar el tiempo esperando a que su madre lo recogiera. El extremo rasposo dejó marcas de hendiduras difusas a su paso mientras grababa su mensaje: "No tienes que disculparte en realidad. Yo también soy culpable por lo del principio, por todo de hecho".

La niña se inclinó para examinarlo. Sus pestañas revolotearon y sus cejas se juntaron; probablemente estaba teniendo problemas para entender lo que decía, se dio cuenta el niño con bastante vergüenza. Sin embargo, su escritura debe haber sido... legible, aunque apenas, porque en realidad sonrió cuando miró hacia arriba.

"Gracias". Ella agradeció débilmente, su voz se escuchaba bastante ahogada, como si estuviera reteniendo otro sollozo repentino. Sin embargo, Red escuchó la absoluta sinceridad y veracidad en sus palabras bastante quebradizas y suaves.

"¿Podríamos... tal vez empezar de nuevo? Mi nombre es Leaf Green, ¿Y el tuyo?"

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Amigos.

Fue agradable y cálido cuando ella lo había dicho. Ella había elegido la etiqueta. Porque Red sintió una oleada de afecto tan poderoso que tiene que trabajar unos momentos antes de confiar lo suficiente en sí mismo como para que el sentimiento en su corazón en su garganta se tranquilice. Se necesita un enfoque serio, pero parte del aturdimiento desaparece y el bulto se marchita en su pecho. Ese momento se reproducía una y otra vez.

Le tomó horas encontrar la verdad, ya que estaba lejos de estar familiarizado con el contenido o los beneficios de una amistad desde hace tiempo. Pero una vez que sus párpados estaban caídos y sus manos cubiertas de polvo, concluyó que, de hecho, se suponía que tenía una amistad; una amiga para ser precisos.

Durante semanas, el vello de la nuca se le erizaba al menor ruido. Pero siempre fue un susurro tranquilizador; siempre el viento; siempre su propia respiración. Podría no significar nada. O todo. Podría significar que podría él ser feliz. La revelación se hundió en su estómago, añadiéndose al pozo hundido que ya vivía allí. Y su corazón dió un vuelco que tranquilizó su espíritu.

"...es bueno tener un amigo aquí. De lo contrario, sonaría absolutamente loca hablando conmigo misma".

Red se había reído y ella se había reído, con las puntas de las orejas enrojecidas.

Fue divertido porque era cierto.

Leaf habló lo suficiente por los dos. Apenas había un silencio incómodo, solo un silencio pacífico y suave. Ella siempre le hizo espacio. Red estaba bastante seguro de que ella no tenía idea del consuelo que eran sus comentarios espontáneos. Se había acostumbrado a sus pequeñas conversaciones unilaterales. Y la forma en que hablaba... era como si no pudiera evitarlo; como si disfrutara expresando sus pensamientos; como si sus labios y su cerebro estuvieran tan sincronizados que se juntaron naturalmente. No importaba que ella no estuviera hablando exactamente con él, de hecho, le hizo las cosas más simples. Podía escuchar y saber que no estaba solo, y eso era suficiente. Le encantaba cada oportunidad que tenía de poder pasar tiempo.

"¡Mira!" Ella exclamaba siempre entusiasta con respecto a la flora; Red siempre podía ver su brillo de felicidad y amor por esas tipo de cosas que sinceramente, él respetaba de forma profunda. Ver la alegría de una cara amiga no tenía precio. "En ese árbol. ¡Una hoja de otro color!"

Y luego ella apartaba los ojos de su nueva fascinación para concentrarse en el niño de la gorra roja, la sonrisa más brillante en su rostro y la paciencia más profunda en su mirada. Leaf lo supo y Red también, cada vez, que el latido del silencio que precedía a su inevitable divagación era para él. Sin embargo, el pánico habitual que sentía cuando alguien buscaba una reacción de él era inexistente.

La expresión de su rostro era impresionante. Fue como si la calidez de su sonrisa abriera una bóveda en su corazón, el espacio vacío que había dolido y dolido; el anhelo que tenía que no había entendido del todo hasta ahora. Compañía, calor humano.

Y también vio suficiente; ella vio suficiente reconocimiento en sus ojos para correr hacia él y extender la mano para tocar.

La presión estaba apagada. Tenía una manera hermosa de darle espacio para hablar sin esperar que lo hiciera. Pero la esperanza seguía allí. Red podía sentirlo, tímido y vacilante. Como una llama solitaria, luchando por sobrevivir; un fuego en el viento.

No quería que se extinguiera.

________

En Kanto la educación obligatoria termina en la primaria, más precisamente al cumplir los diez años. Tras cumplir esa edad, a los niños se les considera como adultos. Los "Jóvenes adultos" tienen tres opciones: Dedicarse al negocio familiar, continuar con sus estudios hasta recibir un título universitario y la última, la cual es la más escogida es ser un entrenador pokémon. Cabe destacar que la mayoría de los hombres escogen convertirse en entrenadores pokémon, sin embargo la gran mayoría fracasa convirtiéndose más adelante en adultos incompetentes. También la razón de porque la mayoría de las trabajadoras en la sociedad son mujeres.

Leaf ya había cumplido 10 años hoy, aunque ella se había sentido más liviana debido a la presión sobre ella al ser levantada, aún la seguía abrumando todo el peso que la aplastaba constantemente. Sus padres seguían insistiendo que no debería ser una entrenadora Pokémon, no ganaría nada desperdiciando su vida; en cierta forma sus padres tenían toda la razón para su terror. Conocía todas las implicaciones para ser una entrenadora en Kanto. Y eso muy profundamente le dolía. En Johto la edad para ser un entrenador era a los 12 años, en Kanto era a los 10 por todos los daños que sufrió su región, tanto que tuvieron que cerrar la frontera de su región hermana para recuperarse, dejando a Leaf y a su familia aquí. Incapaz de volver a ella desde hace un tiempo.

Leaf durante sus años antes de cumplir la edad requerida había planeado todo; incluso ya sabía qué Pokémon elegiría. Tenía los ojos puestos en Bulbasaur. Ella amaba los Pokémon y las plantas, por qué no hacer un honor a su nombre. También Bulbasaur era un Pokémon muy adorable.

Aún así después de todo, en los últimos meses antes de su cumpleaños la incertidumbre, la pizca de duda se hundió en su corazón; haciendo estragos. Cada palabras de sus padres se clavan más en la superficie. Cada grieta en su decisión, en su naturaleza alegre y entusiasta, dolía. Mucho. Sin embargo, Leaf nunca dejó que eso se notara y lo metió en sus pensamientos. Pero por experiencia ella sabía que no se contendría tanto. Se agrietó. Leaf se quebró de nuevo. Se había resquebrajado y luego se había hecho añicos en mil pedazos afilados, dejando que todos esos sentimientos se liberaran y la llenaran. Poco a poco se había ido llenando de insultos, sus propios miedos e inseguridades sobre sí misma, la presión y el odio de elegir su futuro.

Leaf jadeó, luego dejó de correr y medio se sentó, medio se derrumbó en el suelo. Se había hundido en el suelo durante quién sabe cuánto tiempo, pero no estaba funcionando. Todavía podía sentir ese cóctel de horribles sentimientos dentro de ella, en cada fibra de su ser. Su cabeza, su corazón, su garganta y estómago. Estaba en todas partes, el dolor, el daño. Era abrumador, y antes de darse cuenta, lágrimas calientes corrían por su rostro.

Arceus, odiaba esto. Odiaba elegir. Odiaba ser considerada una adulta a pesar de ser biológica, cognitiva y física una niña de 10 años que no sabía que elegir. Odiaba toda la presión a la que la sometían los demás y la presión que se ejercía a sí misma. Tenía que planificar todo, asegurarse de que todo saliera bien. Todo, cada cosa, estaba sobre ella, porque ella era una adulta ahora. ¿Y qué obtuvo a cambio de esta carga? Falta de confianza y presiones adicionales de sus padres.

Por una vez, no le importaba si alguien escuchaba, si alguien veía. ¿A quién le importaba?

Una mano se posó en su hombro, y Leaf se estremeció violentamente. Miró hacia arriba con los ojos nublados y vio un borrón rojo. Los brazos estaban envueltos con fuerza alrededor, envolviéndola en un fuerte y feroz abrazo. Ella no luchó, y en su lugar enterró su rostro contra un pequeño pecho, envolviendo sus propios brazos alrededor de su único verdadero amigo en este pueblo que le estaba dando el consuelo que tanto necesitaba. Se abrazaron en silencio durante un tiempo inconmensurable, Leaf sollozaba sobre Red mientras él frotaba círculos en la espalda de ella.

Ella se había esforzado por verlo al menos una vez al día antes de que ella cumpliera la edad, pero sus interacciones fueron breves, ya sea con sonrisas suaves y saludos emocionados entre ellos al pasar o a través de pequeños aviones de papel que volaban hacia el patio con, '¿Estás bien?', garabateado en un ala. El niño silencio pero alegre en la mirada con una sonrisa y asentía.

Ella había asumido que dormiría como un tronco después debido a lo agotador que parecía todo, por lo que se sorprendió al verlo todavía despierto desde su fiesta de cumpleaños. Pero luego recordó, Red era así. Red era callado y antisocial, pero se preocupaba mucho por las personas que le tenía alta estima, eso la incluyó a ella, la protegía cuando surgía la necesidad. No más que saber, después de observarlo tanto, ella entiende algunos de sus extraños comportamientos. Y esta vez Leaf ha entendido que él la había estado viendo con cuidado porque sabía con total certeza que algo la estaba lastimando a ella. Porque él era así. Red el niño que simplemente podía entender lo que sentías, el niño que te observaba y comprendía la situación. El niño que parecía más joven que ella sabía, sabía que decir y que hacer en una situación como esta. Porque ser mudo y ser el único consuelo de su madre lo obligó a madurar más rápido que los demás.

"Duele." Fue lo primero que susurró Leaf.

¿Qué duele? Eso pareció preguntar Red, sus preocupados ojos de color rojo decían todo, era un libro abierto.

"Todo." Leaf murmuró mientras sollozaba, descansando todo su cuerpo contra Red. "Cada pequeña cosa."

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Habían vuelto de nuevo a su hogar, de hecho ahora mismo estaban en la habitación de Leaf, con las luces apagadas en la oscuridad de la noche. Normalmente, sus padres no habrían permitido que un niño estuviera a solas con su única hija en su habitación, pero era Red de quién hablaba. Él la había llevado, él siendo de apoyo a pesar de su contextura delgada y ligeramente más pequeño que ella en estatura. Ella por supuesto le dió una mirada de agradecimiento, quién le devolvió la mirada con la misma mirada afectuosa que usualmente le dedicaba, pero su sonrisa se desvaneció cuando pareció notar algo en su rostro. Él negó con la cabeza en respuesta antes de señalarla con las cejas levantadas, él había tomado un libro entre sus estantes.

Pensó en cuando era pequeña, solía tener muchas pesadillas que la enviaban corriendo a la habitación de sus padres, llorando porque un Pokémon pájaro la devoraba o estaba atrapada en la oscuridad sin fin.

Siempre había sido su madre la primera en consolarla, arropándola de nuevo en la cama y leyéndole un cuento. Se leía las historias a sí misma después del distanciamiento y trataba de replicar las mismas voces que su madre ponía para los personajes, pero nunca lograba hacerlo bien.

Su padre ayudó a traer algo de consuelo, instalando pequeñas luces y campanillas de vidrio alrededor de su habitación que refractarían haces de color alrededor de su habitación, para que nunca estuviera realmente oscuro. Había ayudado, pero algunas noches simplemente no podía evitar el miedo de que las pesadillas volvieran a ocurrir, siempre se sentían demasiado reales.

Más tarde también adquirió el mal hábito de quedarse hasta tarde estudiando, castigándose a sí misma por no hacer lo suficiente durante el día. Con todo, su horario de sueño era un desastre.

"Ah, yo también tengo ese número del Profesor Pokémon. ¿Puedo preguntarte qué te preocupa?" Le preguntó al niño que parecía sorprendido por la pregunta. Contempló responder por un momento, extendió la mano para ahuecar suavemente su mejilla izquierda, pasando delicadamente el pulgar por el moretón que había florecido allí.

Ella lo había recibido cuando se había caído al suelo antes, pero ni siquiera se había dado cuenta de que estaba allí hasta que sintió un ligero dolor al tocarlo.

Él miró el moretón con más tristeza en sus ojos de lo que ella había visto antes en el niño. "Oye, está bien, no es tu culpa". Trató de tranquilizarlo, pero él no parecía muy convencido. Sintió que él la atraía suavemente hacia sí mientras cerraba los ojos y se inclinaba tanto hacia ella que simplemente apoyando su frente contra la de ella por un momento antes de alejarse.

"¿Qué significa eso?" Le preguntó en una voz no más fuerte que un susurro, ella sentía que se le enrojecia el rostro por la pequeña acción.

Red tenía una expresión de disculpa mientras sacudía la cabeza, lo que hizo que sus hombros se desplomaran y que dejara escapar un suspiro mientras miraba hacia abajo, tocó suavemente su mano para llamar su atención antes de señalarse a sí mismo, luego a un espejo y finalmente a Leaf.

"¿Yo qué?". Dijo confundida a lo que él asintió con una suave sonrisa. Ella reflejó su sonrisa cortés antes de admitir tímidamente: "Lo siento, no entiendo eso".

Afortunadamente, no pareció importarle, su leve y sincera sonrisa apareció cuando ella sacó un pequeño bloc de notas de su bolsillo. No todo el mundo podía entender a Red como Leaf, por lo que él había accedido a escribir lo que quería decir cuando realmente lo necesitaba. El cuaderno de campo de ella cayó en sus manos, con una pluma colocada en el pliegue del lomo. Ella lo había abierto en una página en blanco para él, pero su escritura fluida y elegante todavía llenaba la página al lado, y al instante él se sintió culpable por estropear el libro con su sucio garabato. Sin embargo, una última mirada a su rostro esperanzado de ella, y Red comenzó a dejar que sus pensamientos fluyeran sobre el pergamino, rezando para que el guión no estuviera demasiado torcido o mal escrito.

Observó mientras él garabateaba en una página, sin poder leerlo hasta que terminó y lo sostuvo para ella: 'Trabajaré duro como tú. Cuando dijiste esa palabra ese día significó mucho para mí. Lo haré por ti. Eres una inspiración para mi'. Escribió y la miró con genuina ternura en sus ojos.

Leaf estaba atónita. Por lo general, todo lo que escuchaba era, 'Trabaja más duro, Leaf', 'Hazlo mejor, Leaf', '¿Por qué no puedes hacerlo, Leaf?' 'No deberías ser una entrenadora, mejor encárgate del local familiar', nunca era 'Estás trabajando duro, Leaf', 'Sé que lo estás intentando lo mejor', 'Puedes hacerlo Leaf', era todo lo que había querido escuchar en las noches en las que lloraba sola en su habitación, más que frustrada consigo misma porque no podía ser lo que todos querían que fuera. Red era la única persona que realmente había reconocido sus esfuerzos, y eso significaba más para ella de lo que podía expresar con palabras.

Se inclinó sobre la mesa para abrazarlo y susurrar: "Gracias", con voz temblorosa, ocultando sus ojos llorosos de su vista. Red estaba confundido por la acción, pero le devolvió el abrazo y no la soltó hasta que ella lo hizo. Se apresuró a limpiarse los ojos mientras se alejaba, avergonzada de haber perdido la compostura.

Red sonrió y saltó sobre la mesa para sentarse junto a ella antes de asentir hacia el libro. "Oh, ¿quieres leerlo juntos?" Preguntó ella, animándose ante la sugerencia. Sin embargo una vez más la sorprendió, de su mochila marrón de tirantes negros sacó una bolsa bastante grande, bastante mal pegada el papel de regalo; tenía tantos cortes dispares, hojas de diferentes colores y un moño mal hecho. Pero a ella no le importó.

Cuando se lo entregó y le dió una tímida mirada, Leaf abrió el empaque con todo el cuidado si fuera lo más valioso del mundo que terminó revelando un sombro de pescador de color blanco; Era como el que ella solía usar en días lluviosos o fríos, sin embargo era completamente blanco, un listón rojo pasaba por el medio y un estampado de mitad de Pokéball de color rojo adornaba el frente. Era un sombrero de pescador con la temática de una Honor Ball.

Leaf comprendió de inmediato el regalo de Red. Fue simbólico. Fue una muestra de apoyo a su sueño, a su decisión. Red estaba totalmente seguro con tanta convicción y certeza que ella iba alcanzar su sueño. Y ese simple gesto hizo que su cumpleaños turbulento la alegrara. A veces, el Ketchum estaba demasiado cansado para siquiera pensar, pero aun así iba y se contentaba con escuchar las divagaciones de la Green. A veces, Leaf no tenía ganas de hablar en absoluto, pero igual iba porque sabía que no necesitaba pensar en nada que decir, ya que a Red no le importaba exactamente el silencio.

Porque Red era así. Era considerado y dulce con toda la gente que él quería y apreciaba. Él se daba cuenta porque él te escuchaba con su ahora considerado por Leaf tierno silencio.

Terminaron leyendo todo el número del profesor pokémon esa noche, permaneciendo despiertos hasta bien entrada la mañana y quedándose dormidos en el cuarto hasta la tarde, solo para ser despertados por la madre de Leaf golpeando la puerta del cuarto, acompañado de la madre muerta de preocupación de Red, regañándolos por haber desaparecido así de repente.

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"¿Puedes enseñarme a firmar?"

Esa pregunta proveniente de Leaf en un simple día había desconcertado al niño por completo. Pero aún accedió con una sonrisa diferente: Red tenía muchas sonrisas diferentes; ella había descubierto esto después de simplemente observar y disfrutar de su compañía. Tenía esa sonrisa segura que te decía que sabía algo que tú no, y estaba dispuesto a compartirlo con amabilidad. Tenía una sonrisa que hablaba de incertidumbre en la fluctuación de su brillo, pero su energía pura se reflejaba en ese brillo de todos modos. Incluso tenía una sonrisa para cuando tenía dolor, esa que es forzada pero tranquilizadora para los demás y puede distraerlos de preocuparse abiertamente y, por lo tanto, hacer que él se preocupe por ellos.

Pero esta ... esta sonrisa era de pura satisfacción. Pero mientras él explicaba intercalando entre escribir y hacer señas, ella no pudo evitar notar las discrepancias.

Y así Leaf aprendió bastante rápido. Y ella no era sólo intuitiva; ella practicaba por su cuenta. Red a veces podía ver las sombras de sus manos, proyectadas por la luz de su ventana a lo lejos desde su casa. Aprendió a deletrear palabras de una forma lenta, pero entendible. Una mañana, ella lo había saludado, no con un "buenos días" como era la tendencia reciente desde que se hicieron amigos, sino con gestos rápidos. 'Mi nombre es Leaf. Tu eres mi amigo Red'. Dijo ella ansiosa con señas, se veía visible radiante cuando añadió: '¡Tada!'

Red se rió entre dientes y le dio un pulgar hacia arriba. Pero ella no quería detenerse en lo básico; quería poder hablar con él, qué él se sienta cómodo y transparente con ella, como ella se sentía con él.

"Esto fue muy agradable. Lo digo en serio; Creo que será útil, ahora no tenemos que tener una pluma y un cuaderno a mano todo el tiempo. ¿Quizás podamos charlar un poco más?"

Red ladeó la cabeza. La comisura de su boca se elevó mientras ella continuaba.

"Yo... disfruto hablar contigo, de verdad. Pero se siente como que estoy, bueno... se siente como si estuviera hablándote a ti a veces, y realmente me gustaría saber qué piensas, si te sientes cómodo compartiendo. Esa es la base de una plática, ¿no? Supongo que estoy tratando de decir que me gusta, y estoy segura de que podría ser aún mejor si aprendiera más. ¿Sería eso una cosa que te haría feliz?"

Por extraño que parezca, él le escocían los ojos, incluso de felicidad. Casi preguntando con su mirada: "¿Está haciendo esto por mí?" Ahora parecía que, aunque su voz no podía llegar a sus oídos, podría tener a alguien dispuesto a escuchar.

Leaf se congeló. Su mente estaba tratando de calcular lo que acababa de ocurrir. Su mundo acababa de dar un vuelco. Red pareció caer, cansado, bastante cansado y triste. Estaba demasiado cansado para mantener su personalidad usual con ella, porque Red era demasiado inocente para mantener una máscara. Solo se había dado cuenta ahora, cuando la verdad se había hecho evidente, que el Red optimista, despreocupado y siempre feliz era solo una fachada. Oh, Red podía ser todas esas cosas, por supuesto, pero las usaba como una máscara constante para ocultar su dolor a la soledad y cansancio. Su gran frustración de no poder hablar e interactuar con normalidad con los demás. Usó un aspecto de su personalidad para ocultarlo.

Porque Red era así. Obstinado y desinteresado consigo mismo.

Leaf sabía que tomaría un tiempo. La forma de pensar de Red fue dolorosa. Esas fueron siempre las más difíciles de remediar. Tomaría tiempo y esfuerzo, pero Leaf lo ayudaría en todo momento permitiéndole saber que ella estaría para él.

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Red finalmente cumplió la edad suficiente para ser un entrenador Pokémon en Kanto. 10 años de edad.

Era tan surrealista para Leaf comprender ese hecho. Ella nació el primero de junio mientras que él, el octavo día de agosto. Sin embargo esa no fue la diferencia real, si no que era un año con dos meses y unos cuantos días de diferencia. La joven Leaf Green de 11 años le costó aceptar que su mejor amigo siempre había sido el más joven entre los dos. Se habían compartido risas cuando ella cumplió los 10, mientras que él apenas iba a cumplir los 9.

Era tan desconcertante aún para ella saber que Red era más joven que ella, pero era más maduro que ella en muchas cosas. Nunca le molestó en realidad, porque la edad nunca fue una molestia para ambos. Sin embargo, ella tenía que admitir que no sabía cómo sentirse acerca de que Red era un niño pequeño mientras ella una adulta hace unas horas aproximadamente. Casi parecía que ambos tenían los roles opuestos en su amistad.

Ella soltó una ligera risa. Se estaba quedando atrapada por una cosa que en realidad no tenía importancia, porque en realidad la edad no hubiera cambiado a Red, él siempre fue así.

Ella podía ver al pequeño niño tímido, siendo aplastado en un abrazo, besado y elogiado por su madre por lo que estaba agradecido, si no un poco avergonzado. Leaf había visto en silencio la poca gente que siempre venía al cumpleaños de Red, estos dos cumpleaños; Su madre, el Profesor Oak, Daisy Oak (Por lo que sabía Leaf, la madre de Red fue instruida por un tiempo del profesor pokémon, y fue amiga de la madre de Daisy, y por ende Blue. Era en cierta forma normal después de todo) y ella.

Red estaba vestido como de costumbre; Su salvaje cabello negro y sucio que caía de la parte posterior de su gorra de camionero de color roja con la parte frontal de color blanca; Llevaba una camisa completamente negra fajada, entre los jeans azul claro y el cinturón negro de placa plateada, donde por el bordillo de los jeans unos tenis de color blanco de detalles rojos se asomaban. Sin embargo, hubo un gran cambio en su atuendo; llevaba una chaqueta roja de mangas cortas blancas en la parte trasera una estampa blanca de una Pokéball impregnada ahí donde solo la cerraría un único botón de color blanco, el cuello de la delgada chaqueta apoyada contra su cuello, para nada como su madre habría querido que lo hiciera. Solía ​​lamerse el pulgar y frotar la suciedad de la comisura de su boca, antes de alisar el cuello contra sus hombros. Ese había sido un regalo de Leaf para él.

Red fue aplastado de afecto, y la verdad, no cabe duda en el pensamiento de Leaf no lo había visto más feliz. Él les sonrió, esa sonrisa genuinamente pequeña y suave: una sonrisa sincera, se había plasmado en su pacifico rostro.

Fue entonces cuando un nuevo sentimiento surgió en Leaf. Fue como un flechazo en su pecho. Si había aprendido algo sobre Red, es quería profundamente a sus pocos seres queridos y a los Pokémon, cosas que él consideraba sagradas. Pero esta reacción con Daisy, una adolescente 6 años mayor a Red que le dió un abrazo y le dió un cariñoso beso en su cachete, fue completamente diferente: Red actuó fuera de sí mismo. Se había sonrojado tanto como lo que aludía su nombre y le regresó el abrazo con un sentimiento intenso. Y un pensamiento se le cruzó:

'¿Cómo podría siquiera interesarse así en mí?'

Ese momento, y ese sentimiento, la habían desconcertado sin fin. Recordó sentirse diferente esa noche, y hablar sin pensar realmente las cosas a través de un filtro. Pero luego estaba ese sentimiento protegido y seguro. Nunca antes se había sentido así.

Y aquí otra vez Red tuvo una reacción diferente por las palabras susurradas de Daisy: él la miró con ojos afligidos. Sus ojos rojizos se habían oscurecido tanto para volverse casi como un color avellano, sin ese brillo que tanto caracterizaba a él. Melancolía y nostalgia.

Sostuvo una caja entre sus manos, una caja arreglada bastante tosca con cinta adhesiva. Leaf se dió cuenta que este no era el regalo de Daisy, sino de alguien más. Porque él tomó la bolsa en sus manos y casi la dejó caer cuando la Oak se la entregó. Ajustó su agarre en las correas y miró a la adolescente aún sin saber qué hacer con él.

Ella le mandó una sonrisa de comprensión, y Red simplemente se retiró de la habitación con los demás dejándole un espacio personal. Leaf parpadeó para sí misma unos segundos después y comenzó a seguirlo por las escaleras. Dio un paso lo más ligero posible mientras se acercaba a su habitación. Su aliento quedó atrapado en la garganta. Ni siquiera podía hablar para no romper la ilusión.

Leaf miró a través de la puerta: Lo primero que le llamó la atención fue el tono verde de las paredes, que le recordaba la hierba de afuera. Mirando a su alrededor, vio que la cama de Red estaba elevada del suelo, sobre la puerta cerrada de su armario. Había un escritorio junto al armario, y detrás había un televisor. Eso fue todo lo que llegó antes de notar todos las cosas relacionadas a los Pokémon. Un cojín Snorlax. Un sacapuntas Poliwag. Un póster con Bulbasaur, Charmander y Squirtle. Los Pokémon estaban por toda esta habitación representando su amor por ellos. No era la primera ni la última vez que Leaf venía aquí, pero eso no evitaba dejar de notar que el cuarto de Red lo representaba perfectamente como persona.

Ella lo encontró apoyado contra la pared en la parte inferior de su cama, rompiendo el sello de la caja y sacando lo que había dentro. Obviamente fue sacado antes por alguna razón, pero parecía que era completamente nuevo. No sabía qué hacer con la Gameboy Color roja que sostenía en sus manos. El rostro del niño parecía decir: ¿Por qué estaba este dispositivo divertido, asombroso y emocionante en sus manos, de todas las personas?

Red inspeccionó cuidadosamente el frente de la Gameboy, todavía sorprendido de que estuviera sosteniendo algo tan valioso. Lentamente le dio la vuelta a la Gameboy y notó un cartucho de color amarillo brillante. Sacó el cartucho mientras leía el juego que estaba en la Gameboy. Con cuidado, volvió a insertar el cartucho con más cuidado del que realmente necesitaba.

Red parecía relajado mientras veía el videojuego entre sus manos. Sus ojos rojizos apenas estaban abiertos, pero la luz de la luna que entraba en la habitación los hizo brillar con una calidez suave que ella estaba acostumbrada a ver. Su cabello seguía tan salvaje e indómito como siempre, pero bajo esta luz, Leaf sintió que había una diferencia en él mientras miraba a Red a través de la puerta.

Era como si nunca lo hubiera visto realmente antes, pero ahora y por primera vez vio a Red no como se presentaba, sino como realmente era. El alma gentil, melancólica y afable. Un pequeño pestañeo instantáneamente cuándo él miró hacia la puerta, con sorpresa en sus ojos mientras miraba la puerta que se abría lentamente. Él no apartó la mirada de ella, aunque incluso Leaf podía decir al mirarlo a los ojos que estaba avergonzado. Ella se quedó de pie en la puerta, mirándolo, sabiendo que sus ojos estaban ocultos en las sombras de la puerta.

Ahora fue el turno de Leaf de sentirse avergonzada de sí misma. "Yo... lo siento por molestarte". Tartamudeó antes de dar unos pasos dentro de la habitación. Red asintió lentamente, rechazando la disculpa, relajando su rostro. Le tomó un tiempo darse cuenta de eso. Una vez que lo hizo, sus ojos se nublaron, empañados por el dolor. Trató de ser más expresivo para ella, pero ella simplemente lo miraba con las manos juntas contra el corazón en oración silenciosa.

'Lo siento, yo solo estaba pensando en unas cosas. Algo un poco doloroso para mí, Leaf. Este regalo en mis manos, este simple regalo que había querido entre mis manos fue de alguien que no esperaba para nada. Fue de alguien que pensaba que ya no me quería cerca. Alguien con quién cometí un error horrible. Alguien quien fue mi hermano alguna vez. Esto solo me da una pequeña esperanza de arreglar todo a futuro'. Y volvió a sonreír, pero Leaf descubrió que era esa sonrisa la que decía que estaba dolorido y que no quería que se preocupara ... descubrió que algo había cambiado en Red, o que había cambiado algo en la forma en que veían a su amigo.

Leaf puso su mano sobre su pecho mientras él firmaba. Incluso en sus conversaciones sinceras con él, este era un lado completamente diferente de él que nunca había visto antes. Tenía tal dulzura en él que le dolía el corazón por acercarse a él, decirle que su deseo genuino por sus seres queridos era hermoso y que también conmovía su corazón.

Pero incluso mientras esas palabras de él bailaban en el aire, haciendo sus señas no se permitía decirlas. Porque ella se dió cuenta; él no tenía la gorra de su padre protegiendo su cabello oscuro. Leaf había aprendido hace algún tiempo que Red se sentía tan vulnerable, crudo y expuesto con sus emociones sin esa gorra que lo reconforta.

En cambio, ella se acercó al costado de su cama y puso sus brazos sobre él para sostenerse. Un silencio cayó sobre ellos mientras Red se dejaba caer delicadamente en el suelo, con cuidado de no poner mucho peso sobre su pierna, inmediatamente se recostó para mirar hacia el cielo.

Una suave risa se le escapó a Leaf "¿Qué estás haciendo?" Red simplemente sonrió, señalando el cielo ahora despejado y libre de contaminación. Ella le devolvió la sonrisa y, para su infinito placer, se acostó justo a su lado.

Apenas había pasado la puesta del sol, pero el cielo ya estaba lleno de estrellas. Red nunca había visto tantas antes. En el pueblo, toda la luz hacía imposible ver más que un par de estrellas persistentes que lograban brillar. Eso le recordó su viaje. Hay tantas cosas geniales en el bosque por la noche. Escuchar Pokémon a tu alrededor. Poder ver sus sombras cuando vuelan. Bandadas enteras de Pokémon volando por el cielo nocturno, familias enteras. Red podía ver patrones en el cielo, pero completa y absoluta aleatoriedad en su conjunto. El cielo parecía tan grande, como la cantidad tan vasta de especies de Pokémon. Red sabía que era infinito, pero su mente no podía comprenderlo. Había otros Pokémon por ahí, ocultos en este mundo, y quería encontrarlos.

Leaf, moviéndose a su lado, lo trajo de vuelta a la Tierra. Nervioso, Red deslizó su brazo alrededor del de la niña y entrelazó suavemente sus dedos con los de ella. Ella no se había alejado antes, pero temía que esta vez lo hiciera. Él no solo la estaba guiando, no había ninguna razón para que él tomara su mano. La Green lo miró sorprendida, pero no hizo ningún movimiento para quitárselo de encima.

Leaf nunca se había sentido así antes. Había una sensación de satisfacción dentro de ella, estando aquí afuera en el aire frío mirando las estrellas. Y, por una razón que no pudo identificar, Red era parte de ese sentimiento. No se habría sentido bien sin él a su lado.

Red siempre fue un rompecabezas. Últimamente, algo en él la había estado atrayendo. Desde ese día, algo había cambiado en la dinámica entre ellos. Podía sentirlo, y apostaba que su amigo también podía. El Ketchum siempre había sido un amigo cercano para ella, pero ahora, algo había cambiado dentro de ella. Lo encontró cautivando sus pensamientos; recuerdos de él jugando con ella, viendo a los pokémon con su sonrisa tonta, esos ojos mirando fijamente a los de ella. Sus ojos. Sus ojos aparecían con frecuencia en su mente. Los ojos de Red eran de un profundo rojo que brillaban como gemas cuando estaba excitado. Eran penetrantes, y cuando la miró a los ojos y sonrió, brillaron como si estuviera en una broma que solo él sabía. Sus ojos eran hermosos, por decir lo menos.

Estar con Red algo se sentía bien. Era como si algo se hubiera encendido, algo que Leaf ni siquiera sabía que estaba apagado. La llenó con un cálido resplandor que se sentía tan perfecto. Cuando el joven Ketchum estaba cerca, se sentía cálida, segura y feliz. Lo llamaría felicidad. Le tomó un largo tiempo, una fiesta de cumpleaños y un último día conflicto, pero finalmente Leaf había comenzado a darse cuenta de que tenía sentimientos por Red, sentimientos de un enamoramiento.

Entonces todo se resolvió en su cabeza finalmente. Ella sacó de su bolso amarillo un pequeño pin, y muy sutilmente se lo entregó, sorprendiendolo en el acto. Por supuesto Red entendió el gesto como podía hacerlo, admiró el pequeño pin; un tipo de medalla de color negro, un estampado de una hoja dorada con el bordecillo del mismo color oro hecho completamente a mano. Él entendió el mensaje cuando tomó su gorra encima de la cama y se la volvió a poner en la cabeza, ahora con el adorno del pin de una hoja en la parte superior derecha de la zona blanca de la gorra: Era un apoyo simbólico de parte de ella, representando su amistad, su vínculo que formaron y que no se perderá en su viaje. De la misma forma que él lo había hecho con ella anteriormente. Era un apoyo, un consuelo, una ayuda necesaria para él, haciéndole saber que nunca iba a estar solo. Una sonrisa trazó su rostro con una mirada poderosa. Cómo siempre él encontró placer en las cosas más sencillas pero detallistas hechos por un sincero aprecio hacía él. Siempre él tendría algo por lo que sonreír.

Después de todo, Red perseveraría; sus sonrisas siempre estarían ahí para iluminar su pequeña amistad. Y Leaf podría vivir con eso. Mientras el niño de cabello negro la necesitara a ella y a su amistad como su pequeño refugio personal, estarían allí; era suficiente para él, así que sería suficiente para ella. Ella nunca tuvo que preocuparse; él no quería que ella se preocupara.

Ya que ahora ella una vez más lo estaba viendo con una nueva perspectiva recién obtenida; un futuro entrenador apenas estaba dando sus primeros pasos en este viaje que sería mañana, porque Leaf sabía que Red ya estaba listo para esto. Él siempre lo estuvo, afrontando pruebas y obstáculos de la vida que lo hicieron desarrollarse de diferente forma a los demás a pesar de la inevitable dificultad por su falta de comunicación verbal. Esa pasión ardiente y determinación de acero, se parecían a un Pokémon de tipo Fuego que aludía a la perfección su nombre. Como si él fuera un Charizard.

Porque Red era así.

Y es por eso que ella eligió retrasar su viaje, porque ella quería acompañarlo, no de forma directa o en compañía, sino estando él seguro que podía confiar en ella en el transcurso del viaje, con ambos creciendo en ese viaje por Kanto.

Porque así era Leaf.

Una niña que aprendió a ver debajo de debajo viendo a un niño que fue pasado por alto por tantas personas.

________

Si le preguntaras a Leaf cómo era tener un amigo mudo, probablemente respondería algo como esto:

"Siempre fue tan diferente jugar con Red que jugar con otros niños que sí hablaban. Estábamos en silencio la mayor parte del tiempo porque quería darle un espacio, ya que no era fácil su situación. Todavía lo recuerdo, aunque fue hace años. Pero cuando aprendí el lenguaje de señas, eso fue fantástico, ver su mirada brillante y entusiasmada por poder conversar con alguien que no fuera su madre, fue un cálido sentimiento en mi corazón. Red es en realidad el tipo de chico más considerado y dulce del mundo, siempre te está observando para saber más de ti en un intento de comprenderte, lo contrario a lo creías con una sola mirada; frío, amargado y solitario. Sin embargo, antes de eso era difícil, porque intentas hablar con él pero crees que no lo entiende porque no te responde. Así que le hablas como si fuera un estúpido o alguien insensible. Lo que Red no es y nunca será".

CONTINUARÁ ...

Bien, finalmente puedo declarar que finalmente terminé el arco de la infancia, el prólogo, para finalmente empezar en el siguiente capítulo con el viaje de Red para convertirse en ese entrenador Pokémon que estaba destinado a ser.

Bueno, más que todo el capítulo es como Leaf abre los ojos con respecto a Red. En una comprensión y empatía. Un mal comienzo, que poco a poco, de forma inconsciente, Leaf va notando lo diferente que es Red, y lo que en realidad es. Su personalidad, valores, ideología y que es un niño extremadamente considerado y desinteresado. Ya que no siempre todas los grandes vínculos tienen que empezar perfectos y después deteriorar para después hacerse más fuertes.

Es bastante entretenido la perspectiva de Leaf a comparación de Red o Blue. Es un cambio que siempre viene agradable para darle un aire fresco entre cada punto de vista de ellos. Por eso dije, ella en teoría es la más normal en lo que respecta al mundo Pokémon si es que se podría decir, sin embargo, eso no significa que sea menos importante, no, lo es y su desarrollo lo será. Además, ella es fundamental para que Red pueda recibir ese calor humano perdido desde que se peleó con Blue que fácilmente la chica se lo puede ofrecer con una amistad sincera.

Sí, en este capítulo puedo decir que en este capítulo Red demostró la madurez adquiera. Finalmente ya está listo mentalmente para empezar su viaje.

Nunca he sido partidario de la interpretación del Red frío y sin sentimientos, si es que soy honesto con ustedes, disculpen por no compartirlo.

Leaf Green, decidí juntar los dos nombres de ambas encarnaciones para darle un nombre y apellido a ella. Un nombre completo bastante apropiado, si es que soy honesto.

En la traducción internacional Green y Blue cambiaron sus nombres de la versión japonesa. Esto se debe a la complejidad de los lanzamientos de juegos de la Generación 1, donde en Japón, la versión roja se emparejó con la versión verde (dejando a la Azul como la tercera), y en el resto del mundo, la edición roja se emparejó con la azúl (mientras que no había Verde). Dado que ella no era la rival de Red, los traductores no vieron apropiado que su nombre fuera el de la "versión rival" de Red. Pokémon Rojo Fuego y Verde Hoja lanzarían como remakes de los Pokémon Rojo y Azul/Verde originales y, a diferencia de los juegos originales, los remakes presentarían un personaje femenino jugable en el que se basa Green, Leaf, el prototipo de protagonista femenino en los juegos de la GB original.

Green en Pokémon Special padece de ornitofobia, fobia a las aves.

Leaf/Green nació el 1 de Junio.

La personalidad de Leaf se basa enteramente en su versión de Masters, uno de los pocos productos oficiales donde vemos su personalidad: es una entrenadora alegre, tranquila y sensata. Ella es fácilmente encantadora y es muy amigable por su comportamiento. Sin embargo, su comportamiento amistoso no la deja perder en feroces batallas. También añadiendo uno que otro detalle de personalidad de su contraparte de Let's Go y el Manga de Special.

La apariencia física y ropa de Leaf está más basada en la de Let's Go con algunos detalles del prototipo y del Manga, sus guantes blancos.

Igualmente que Leaf provenga de Johto es una referencia al manga de Special, ya que ella había raptada junto a Silver quedándose en esa región.

El Poliwag que acompañó a Red en el río es una referencia a Poli, el Poliwrath de Red que crío en el Manga de Special.

Siempre me pregunté porque Red en sus Artworks de la primera generación tenía un pin de hoja en su gorra. Sé que en los Sprites de Pokémon Amarillo lo rediseñaron, cambiando a una gorra más similar a la primera temporada del anime de Ash. Así que aquí quise darle un origen, lo mismo con la chaqueta que es más añadido.

Sí, este es el capítulo más largo hasta la fecha y mi favorito. Fue interesante escribir desde la perspectiva de Leaf. Siempre a ella la ví como la más centrada en realidad entre el trio de Kanto, y ver los problemas que ella tiene también, porque no todo se trata de Red y Blue. Ella también existe aquí, y es importante para el desarrollo de Red también. Ella aquí ella no es prescindible como en los juegos y merece justicia.

Cómo pueden ver este fic tendrá un leve Burningleafshipping (RedxLeaf). Uno de mis ships favoritos de la franquicia de Pokémon, este gusto tiene mucho que ver por el Luckyshipping el deriado del Manga de Special con Green/Chica Blue xRed, añadiendo las interacción que Red y Leaf han tenido en Pokémon Masters. Este Ship no será el enfoques principal, pero tendrá un pequeño desarrollo a lo largo de la historia y a futuro.

Espero que les haya gustado el capítulo, una disculpa por el retraso, he tenido bastantes problemas personales que me han nublado demasiado y es por eso que esté capítulo es tan largo, para compensar eso. La verdad a mí me encantó y estoy ansioso de escribir el siguiente capítulo con Red finalmente iniciando su viaje eligiendo su primer Pokémon, creo que he dejado varias pistas de cuál inicial tendrán Red, Blue y Leaf. Esperaré pacientemente sus opiniones respecto al capítulo.

Yo aquí me despido.

Atte: 1mporta.

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