Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟐

𝐎𝐩𝐭𝐢𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨, 𝐩𝐢𝐣𝐚𝐦𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐲 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐚𝐬 𝐝𝐮𝐝𝐚𝐬.

Cassandra Willows. 3:20 P. M Universidad de bellas artes, 10 de julio.

Todo había sido un caos desde que Jennifer entró con sus fuertes declaraciones. Sin embargo, los que la conocían de vista sabían que podía llegar a ser muy exagerada. Entre varias personas, nos dividimos para dirigirnos a las tres salidas principales del gran edificio. Y, tal y como dijo la rubia, todas estaban cerradas. Pero eso no fue todo. Lo que más nos alarmó fue que cuando el hablador que se presentó como Connor tuvo la idea de salir por la ventana, nos dimos cuenta de que también estaban selladas, todas y cada una de ellas. Incluso habíamos intentado romperlas con sillas y cualquier objeto que encontramos, pero nada funcionaba.

-Me voy a morir - Jennifer estaba teniendo otro ataque de pánico ante la situación. Éramos diez personas allí, y al parecer, ella era la más afectada.

Jennifer Miller, una futura periodista, era una chica brillante y sumamente hermosa. Pero todos teníamos defectos. Una vez tuvo que cubrir una historia en una de mis clases, y fue estresante debido a lo controladora y llorona que podía llegar a ser. No obstante, al final del día, hacía bien su trabajo. Hace unos meses, fue objeto de burla por una estupidez. Se filtró un video de ella cuando era niña en un programa de talentos donde cantaba en código morse. Si bien era curioso de ver, no entendí por qué la juzgaron tanto.

-Que no te vas a morir, por el amor de Dios. Respira - dijo una chica de ojos notablemente rasgados y cabellos oscuros mientras se acercaba a Jennifer, intentando calmarla con un ejercicio de respiración.

Angela Lee, según lo que había escuchado, era de teatro. Era una chica bastante baja, apenas llegaba al metro cincuenta y tres, y eso era decir mucho. Su piel era tan pálida como el yeso que yo utilizaba de vez en cuando para algunos proyectos. Parecía tener el don de ayudar a los demás por mero gusto. A su lado se encontraba el que, además de ser un hablador, había denominado "el moco de Angela" porque no se despegaba de ella desde que nos dimos cuenta de nuestra situación.

Connor Gray, o más conocido como el hablador que había conocido en la sala de profesores, mostraba una postura retraída. La forma en que se balanceaba en su lugar y daba miradas inquietas a su alrededor dejaba claro lo asustado que estaba. Por lo poco que había compartido con él, sabía que cuando estaba asustado solía hacer más chistes y hablar sin filtro, algo que me resultaba molesto. Sus rizos castaños le daban cierta apariencia aniñada, pero era bastante alto y delgado.

Intenté observar al resto de las personas en la habitación y me topé con una chica mirando al vacío con cierta incertidumbre. Era Eloise Morgan, y la forma en que vestía y su extrema delgadez la hacían encajar perfectamente en mi imagen de estudiante de danza contemporánea. Era bastante alta y llevaba una coleta tan apretada que, solo de verla, me dolía la cabeza. Parecía callada, pero de esas calladas que tienen mil y una ideas dando vueltas en esa pequeña cabeza inquieta, lo que de repente despertó mi curiosidad. En un momento, levantó su mirada y se encontró con la mía, manteniéndola sin miedo. Eso me recordó lo competitivo y agresivo que debía ser el mundo del baile, por lo que aparté la mirada.

-¿Entonces qué se supone que hacemos? ¿Esperar a que a esta le pase su décimo ataque de locura? - intervino uno de los individuos más molestos del lugar. Era un chico de piel morena llamado Jeffrey Ray, con un increíble talento para sacar de quicio a cualquier persona cuerda. No parecía ser el tipo de persona con la que resultara fácil llevarse bien.

Jeffrey Ray, sin lugar a dudas, era un auténtico bailarín urbano, y su presencia hacía honor a la imagen del típico deportista idiota de una mala serie de televisión. Aunque en lugar de llevar un uniforme con el número diez, llevaba el estilo de un bailarín callejero. Tenía una contextura bastante fuerte y era muy alto, al igual que Connor. Lo describiría como imprudente, hablador y molesto.

-¿Qué sugieres entonces, genio? - decidí intervenir, ya que nadie más parecía querer hablar.

-Algo que no sea quedarme aquí como un imbécil. - respondió como si fuera obvio, lo que me hizo rodar los ojos. - ¿Tienes alguna idea tú, niña? - se dirige a la chica a mi derecha, que era una de las más calladas, pero cuya expresión de odio me agradaba.

Alicia Nichols. Estudia fotografía. Me recuerda mucho a Bella de Crepúsculo, con toda esa aura depresiva que la envuelve de forma molesta. Tiene una contextura gruesa, cabello castaño largo y rizado, y ojos cafés que miran temerosos a todos a su alrededor, pero al mismo tiempo con cierto enojo. Sin embargo, deduzco que por dentro debe sentirse muy retraída, y apuesto a que si pudiera saltar por la ventana, ya lo habría hecho.

-¿Tienes alguna idea? ¿O solo sirves para señalar a los demás?

Fue una respuesta floja, pero fue suficiente para que Jeffrey se quedara callado al menos durante dos segundos.

-Yo creo que deberíamos buscar la forma de convivir pacíficamente para poder buscar una solución lógica - intervino el pacifista segundos después, justo cuando Jennifer se había recuperado. La rubia pareció ofendida por tanta positividad y estuvo a punto de lanzarle un golpe, pero Angela la detuvo agarrándola del brazo.

-Él tiene razón, ya hemos intentado todas las salidas posibles - esta vez habló Connor. - A menos que alguien sea Ant-Man y nos lo quiera decir...

-Siento que en esta situación preferiría ser Thor. - empieza a debatir el pacifista de antes, y nuevamente me encuentro rodando los ojos.

Ese ser que parece haber nacido con el pie derecho se llama Jimin Forbes, y estudia Diseño de Modas. Con su cabello rubio lacio, me recuerda a un ídolo del K-pop. Es bastante alto y de contextura delgada. Creo que es la persona más extrovertida del lugar. Recuerdo que el año pasado se declaró bisexual con un megáfono en medio de la cafetería. Parece ser muy optimista, pacifista y amable, aunque no me agrada del todo.

-Yo debí quedarme en casa. - aquel murmullo que pasó desapercibido para la mayoría de la sala llegó a mis oídos, lo que me hizo mirar hacia mi izquierda, donde un chico de cabello castaño y el rostro lleno de pecas parecía más arrepentido que un estudiante a mitad de carrera. Matt, el músico que aún parecía aferrarse a su guitarra, estaba a su lado con sus ojos azules llenos de temor.

Aunque el nombre de su acompañante me sonaba de algo.

Hablando de eso...

-Falta alguien. - mi anuncio repentino detiene el lloriqueo de Jennifer, y de repente tengo nueve pares de ojos puestos en mí.

-Caminamos por toda la universidad y no hemos visto a nadie. - reitera Jeffrey.

-Me choqué con ella hace media hora en el pasillo. Era más baja que Angela y tenía el pelo negro con mechones rosas, vestida de negro y una camiseta con estampado de calavera...

Todos me miraron, pero Jeffrey fue el único que habló.

-Bueno, ya díganme quién le dio éxtasis a la chica.

Se escucharon algunas risas de fondo, pero no me rendí.

-Yo la vi, me dijo que se llamaba Darcy.

-¿Como yo? - preguntó el amigo de Matt y yo asentí. Debía ser una coincidencia, no solo puede existir un solo Darcy en el mundo.

-No existe tal chica. - aseguró nuevamente Jeffrey, y esta vez me enfadé. Estaba lista para lanzarle alguna mierda, pero sentí que alguien me sostenía del brazo, haciéndome retroceder.

-No discutan, no queremos malas energías - dice Jimin, lo que provoca que todos rodemos los ojos, y Jennifer decide intervenir.

-Ya estamos rodeados de mala energía encerrados en esta mierda de edificio. Debería estar camino a mis vacaciones en la playa.

-Y yo en las Bahamas, pero la vida no es justa - Jeffrey abre la boca otra vez.

-¿Entonces qué se supone que hagamos? - Connor inquiere algo cansado.

-Bueno, mi profesora de danza dijo que tardaría por un accidente, pero que llegaría. Cuando venga, nos ayudará a salir - es la primera vez que Eloise habla hacia nosotros.

-Espera. ¿Tu maestra te dijo eso? Mi profesor también - intervino Jeffrey.

-Y a mí - dice Connor.

-Yo también - Aquella es Alicia, que habla muy bajo.

-No me jodas, el de la radio me dijo lo mismo. ¿Qué tipo de broma retorcida es esta? - Jennifer parece a punto de estrellarse la cabeza contra la pared.

-Es solo una coincidencia. Pudo haber sido un accidente bastante grande que hizo que todos nuestros maestros se retrasaran - razona Jimin.

-¿Y que explica la mala señal? - la rubia vuelve a arremeter contra Jimin.

-El accidente pudo ser en una antena de esas de señal. Probablemente no seamos solo nosotros.

Así empezaron las preguntas. Estuvimos parados en aquel pasillo durante alrededor de una hora, intentando encontrar respuestas en simples suposiciones y razonamientos, en su mayoría optimistas por parte de Jimin. Algunos intentaban encontrar señal desesperadamente, y otros no podían dejar de hablar debido a los nervios. Al final, llegamos a la conclusión de que no había poder humano que nos sacara de allí, al menos ese día. Así que decidimos quedarnos a dormir en uno de los salones, utilizando los colchones de las salas de danza, con la esperanza de que todo se arreglara al día siguiente.

Mientras recogíamos esos colchones y los llevábamos al ala A, donde se encontraban las salas de danza más grandes, no pude evitar notar cómo las nuevas cámaras se movían continuamente como si nos estuvieran siguiendo. Supongo que deben tener esa función, pero igualmente me daba un poco de miedo. Intenté no ser paranoica, pero eso me hacía pensar más de lo que quisiera. Las salidas selladas, la falta de sistemas de antiincendios en la universidad, las cámaras, la cafetería abierta... Todo era muy extraño. Hasta por momentos juraba sentirme observada.

-No puede ser, apenas son las cuatro y ya me aburrí - se quejó Jeffrey, como si pudiera llegar a ser un maestro en quejarse. - Aprovecharé para practicar uno de mis números.

El molesto chico moreno se levantó y puso música a alto volumen en su teléfono, que supongo tenía descargada. Comenzó a bailar frente a los grandes espejos de la sala. No pude evitar poner cara de fastidio, ya que estaba estresada y, de por sí, odiaba a las personas ruidosas. Pero algo me decía que no era el momento de hacer ruido. No era el momento de sentarse y hablar.

-Veamos esto como una pijamada entre extraños, no es tan malo si lo vemos así. ¿Alguien querría presentarse para entrar en confianza? - Jimin nos habló a los que aún estábamos sentados en la esquina de la sala.

-No es por ofender, pero tu optimismo me enferma - Alicia, la tímida, se refirió a Jimin, quien se ofendió de inmediato y comenzó una nueva discusión, que esperemos sea la última.

-¿La universidad anunció lo de las cámaras? - inquiero, interrumpiendo la grosería que el "good vibes" de Jimin estaba a punto de soltar.

-¿También las notaron, eh? - Jennifer, que ahora se encuentra mucho más calmada, se dirige a mí. - Son horribles. No sé si tienen un sensor de movimiento o algo, pero nos seguían todo el rato. - Al terminar su frase, un escalofrío recorre su cuerpo, haciendo que se estremezca. La música sigue sonando de fondo, y parece que todos, a excepción del impudente moreno, están pensando en lo que sucede.

-Mañana todo se arreglará. - Matt llega junto con Darcy y su guitarra, trayendo algo positivo al momento, mejor recibido que lo de Jimin, tal vez debido a la popularidad del chico. - Intentemos pasar una noche tranquila - parece resignado.

-Todo pasará rápido, estamos cerca de los baños, hasta parece un hotel. - Jimin comenta y ciertamente me obligo a verlo de esa manera.

-¿Alguien quiere ir a buscar más comida a la cafetería? - inquiere el pelinegro, mientras sus ojos azules se dirigen a cada uno de los que están sentados.

-Yo voy - se ofrece Connor, quien mira a Angela con súplica, por lo que ambos terminan levantándose.

-Pues yo también - me ofrezco, porque no tengo nada más que hacer. Además, el único peligro del lugar es Jeffrey con esa maldita bocina, por lo que me encargo de desconectarla antes de salir de ese salón.

.

.

.

Frituras y más frituras. Aunque vi algunos fideos, la idea de cocinarlos era tediosa. Así que me encargué de llenar la mochila con todas las porquerías azucaradas y grasosas que ofrecía la cafetería, que en este momento estaba tal como la habíamos dejado. ¿Y por qué habría de ser de otra manera?

-Llénenlo todo, aún falta mucho para que se acabe el día - Matt dice desde algún lugar del local, creo que está en la parte de las neveras.

Cuando mi pobre mochila parece suplicarme que le dé un respiro, decido que es suficiente y la cierro con dificultad. Los chicos, junto con Angela, están en la parte de adentro de la cafetería, donde está la cocina. Termino de cerrar la mochila y me dirijo hacia las mesas a esperar, aunque parece que va a tomar un tiempo, ya que el familiar olor de sopa instantánea cocinándose llega a mis fosas nasales. Por pura costumbre masoquista, saco mi teléfono, que tiene un ochenta por ciento de batería y sigue sin señal. Comienzo a mirar mi galería en un intento de distraerme, pero de reojo veo movimiento en el pasillo derecho de la cafetería, lo que me hace levantar la cabeza de golpe.

No me considero miedosa, pero siempre lo había dicho en relación a los fantasmas y cosas paranormales a las que nunca les he tenido miedo. Pero un patrón que tengo muy fijado en mi mente es que los vivos dan mucho más miedo que los muertos. Así que por mi cabeza empiezan a rondar miles de ideas que divagan en una conclusión, o más bien, una plegaria: que aquella sombra sea un maldito fantasma. Desde ahora seré creyente y empezaré a temerles, pero prefiero que sea eso.

La inquietud en mi cuerpo se intensifica mientras intento ojear nuevamente el celular. Comienzo a mover mis piernas de forma rápida por intervalos, como si mi cuerpo estuviera preparado para huir en cualquier momento. Mis ojos escrutan más intensamente a mi alrededor, captando cada sombra y movimiento. Pasan tres minutos que se sienten como una eternidad, y vuelvo a ver la misma sombra en un movimiento como si cruzara el pasillo, pero esta vez está mucho más cerca. Un escalofrío recorre mi espalda y siento cómo se erizan los vellos de mis brazos. Esta vez, suelto el teléfono y lo guardo en el bolsillo de forma nerviosa.

Me siento cohibida, y dirijo mi mirada hacia la cocina, donde puedo divisar más o menos los movimientos de mis compañeros en su interior. Luego vuelvo a mirar al pasillo, y tras segundos que parecen eternos, tomo una decisión y comienzo a mover mis temblorosas piernas hacia el pasillo, que está medio iluminado por la luz del día.

Mis pasos suenan de forma inquietante en el suelo de mármol blanco, como si cada uno de ellos quisiera delatarme y traicionar mi presencia. Llego al inicio del pasillo y me detengo al sentir esa extraña sensación de que alguien o algo me está observando. Alzo mi rostro y me encuentro con una cámara apuntando directamente hacia mí. La cámara, fría y sin vida, parece una especie de ojo que me sigue a todas partes. De manera retorcida, siento que está allí a propósito, como si quisiera atemorizarme. Sin embargo, la parte racional de mí misma se regaña por tenerle miedo a un simple objeto.

Mis pasos avanzan temerosamente, y mientras camino por el pasillo, noto cuatro salones de entrada, dos a cada lado. Tengo un horrible presentimiento de que algo se oculta en alguno de ellos. Pero me repito una y otra vez que es inútil dejarse llevar por la paranoia. A pesar de ello, mi sexto sentido, del cual a veces gozamos los seres humanos, me hace detenerme antes de dar media vuelta para irme. Observo el primer salón a la izquierda, el único que tiene la puerta abierta, y siento que mis latidos se aceleran ante la incertidumbre de lo que pueda haber en su interior.

Mis pies avanzan mucho más lentamente a propósito, como si el suelo mismo se resistiera a dejarme entrar en ese oscuro y misterioso salón. A pesar de mi aparente valentía, el miedo sigue creciendo en mi interior, convirtiendo mi respiración en un jadeo agitado que parece llenar el silencio con su intensidad. Mis manos sudan, y por inercia las sacudo, y gracias al silencio en el ambiente, parece que puedo escuchar el ruido de mis dedos al hacer este movimiento, aunque sé que en realidad es solo mi imaginación. Me pongo de pie frente al umbral, a solo unos pasos de entrar en ese salón que huele ciertamente a humedad y peligro. Necesito confirmar que no hay nada ni nadie allí. Suelto un respiro pesado y doy el primer paso, alcanzo a entrar, pero no miro con detalle porque soy jalada hacia afuera, soltando un vergonzoso ruido ahogado.

- ¿Qué haces aquí? Pensé que te habías ido sola. - La voz de Matt me sobresalta, y su expresión tranquila choca con mi nerviosismo. Mi mueca de horror todavía se refleja en mi rostro, y me deshago de su agarre, dándole un rápido vistazo al interior del salón de reojo.

- ¿Pasa algo? - Matt mira detrás de mí con curiosidad, y una sensación de que no estamos solos en este lugar se cierne sobre mí.

- Nada, solo estaba curioseando. - Me excuso, alzando los hombros, aunque no puedo evitar que mis ojos sigan buscando sombras en los rincones oscuros.

- ¿Curioseabas un lugar que ya conoces? - inquiere, ahora con ciertas dudas, como si también estuviera notando algo extraño en el ambiente. Así que me obligo a retomar mi actitud de siempre.

-Sí, ¿algún problema? - Matt alza sus manos en un gesto de paz, pero la sensación de que algo no está bien en este lugar persiste, y mi sexto sentido me advierte que deberíamos estar alerta.

- No, vamos. Angela y Connor fueron primero con una olla llena de fideos. - Matt informa, mostrando una alegría que contrasta con el ambiente tenso que me rodea.

Esa alegría me incomoda. No puedo evitar sentir que no es una emoción que debamos permitirnos en este momento. Matt me incita a caminar, y termino siguiéndolo, aunque mi nerviosismo no cede por completo. Mientras avanzamos por el pasillo en dirección al ala A, decido romper el incómodo silencio.

- ¿No crees que algo parece extraño?

-Pues, algo... Pero no debe ser nada malo. Solo un error. - Matt responde con aparente desinterés, pero noto que su tono de voz es un tanto incierto.

-Solo un error...- musito muy bajo, pero sé que me ha escuchado.

Observo su mochila, que parece tres veces más pesada que la mía y repleta de botellas. Al soltar un suspiro, atraigo su mirada, pero decido no profundizar en el tema. Cuando llegamos al lugar donde se encuentran los demás, todos están sentados a mitad de la sala, frente a los gigantescos espejos que parecen amenazantes en este contexto. Evito mirar mi propio reflejo y me siento en un hueco entre Darcy y Jennifer. A mi lado cae Matt, y de inmediato, nos dan un tenedor para comer directamente de la olla de fideos.

-¿En serio te rapaste el cabello para un tiktok? - Jimin parece iniciar una conversación.

- Fueron como veinte millones de visitas, amigo. Fue lo mejor que he hecho en mi vida. - Jeffrey alardea, y yo no puedo evitar voltear hacia la puerta del salón, que han dejado abierta. Por incomodidad, decido levantarme y cerrarla. Cuando regreso a mi asiento, recibo miradas silenciosas de agradecimiento por parte de Alicia y otros, que parecen más tranquilos con la puerta cerrada.

-Cualquier imbécil recibe visitas en TikTok. - Eloise opina con indiferencia mientras come con parsimonia.

- Pero no cualquiera alcanza veinte millones de visitas. - Jeffrey se jacta nuevamente, riendo de manera exagerada.

- ¿No creen que hacemos mucho ruido? - interrumpo, incapaz de contener mi preocupación. Los nueve pares de ojos se posan en mí de inmediato, y aprovecho la oportunidad para expresar lo que siento -Las cámaras nos siguen, aquella chica extraña con la que me encontré al llegar, el guardia desapareció, las ventanas están selladas cuando nunca antes las habíamos visto cerradas, la cafetería abierta... No creo que debamos hacer ruido.

Las miradas que recibo varían entre la curiosidad, la reflexión y la burla, pero no puedo callar lo obvio.

- Te refieres a que... - Jennifer, que antes parecía muy seria, intenta entender lo que quiero decir.

- Que no estamos solos, que alguien lo... - me da cierta vergüenza, pero continúo - planeó y está aquí con nosotros. - concluyo.

Un incómodo silencio se apodera de la sala hasta que una risa de Jeffrey, seguida por la de Jimin, provoca que mi expresión de enojo emerja. Los miro con ofensa, incapaz de soportar su risa.

- No estamos en una película de Saw, eres bastante rara, chica. - opina Jeffrey, lo que provoca que niegue con impotencia.

- Hay miles de señales que me dan la razón. ¿Eres tan estúpido o lo finges para tener personalidad? Eh, maldito idiota. - le suelto con todo el cinismo posible, logrando que la burla desaparezca de su rostro y sea reemplazada por una expresión seria.

- No es buena idea discutir. No creo que... - Matt intenta intervenir, tratando de calmar la situación.

- Algo no está bien. ¿En serio no lo van a admitir? - inquiero hacia todos, pero lamentablemente no recibo respuesta. Decido levantarme con impotencia y mirarlos con cierto fastidio - . Recuerden que se los dije, pero por primera vez en mi vida, preferiría estar equivocada. Rezo para estarlo. Ahora, si me disculpan, tomaré la decisión de no compartir más palabras con gente tan obtusa. Así que...

De manera un tanto inmadura, me retiro hacia una esquina del salón, rehusándome a comer de sus fideos. Saco un paquete de frituras de mi mochila y me dedico a comerlas, tratando de distraerme hasta que mi teléfono marca las nueve de la noche. Mi batería ya está agotada, así que aprovecho que llevo mi cargador en todas partes y lo conecto para cargarlo. Luego, acomodo una colchoneta junto a un enchufe y, a pesar de las risas y los ruidos de los demás, me dispongo a dormir, esperando que esta pesadilla termine tan pronto como salga el sol.

.

.

.

Me remuevo inquieta, provocando que el colchón en el que estoy produzca un ruido molesto por el roce de mi piel y ropa contra ese material. Todo está envuelto en oscuridad. Me incorporo algo desorientada y, con rapidez, reviso la hora en mi teléfono, que ya ha cargado. Son las tres cincuenta y cinco de la madrugada, y una urgencia de ir al baño me asalta casi en contra de mi voluntad. Me siento en el colchón improvisado y, al ponerme de pie, doy un brinco al ver a alguien frente a mí, pero rápidamente me tranquilizo, recordando que se trata de los espejos. Era solo mi reflejo.

Agradezco que mis ojos se han acostumbrado a la escasa luz, lo que me permite distinguir algo en la sala. Todos están durmiendo en sus colchonetas. Observo cómo Matt se levanta seguido de Jennifer. Dado lo profundamente dormidos que deben estar, ni siquiera notan que también estoy despierta. Los veo claramente cuando abren la puerta, permitiendo que la luz del pasillo entre en la habitación. Sin remedio, me levanto con pereza. El baño se encuentra al final del pasillo y abajo, hacia otro pasillo.

Enciendo la linterna de mi teléfono y salgo al pasillo, sintiendo de repente una ráfaga de aire frío. Como si hubieran encendido algún sistema de aire acondicionado o algo similar. Aletargada, me froto el ojo en un intento por mejorar mi visión. Me dirijo al baño a paso lento, pero en el momento en que miro nuevamente la hora, veo las cuatro de la madrugada. Exactamente a esa hora, el grito de Jennifer resuena en toda la facultad, y mis pasos pasan de caminar a correr en cuestión de segundos. No estaba preparada para ver lo que vi.

En cuanto llego a los baños, voy tan rápido que, cuando veo la escena y me detengo de repente, termino cayendo al suelo de la impresión.

- No... - Matt está de rodillas en el suelo, devastado, y Jennifer llora desconsoladamente, pero yo no puedo apartar la vista de allí.

En un abrir y cerrar de ojos, los demás llegan, y los gritos continúan. Una lágrima de horror, una que nunca pensé que derramaría por algo así, se desliza por mi mejilla. La sangre es escandalosa, como siempre lo supe, pero nunca antes la había visto en tal cantidad. En un momento, Matt se levanta bruscamente y corre hacia los baños. Desde afuera, escuchamos cómo vomita con fuerza, mientras yo sigo sin poder apartar mis ojos de la horrenda escena frente a mí.

El cuerpo de Darcy yacía de rodillas en el suelo, lo reconocí por su ropa, aunque su cabeza parecía haber desaparecido, o al menos no estaba cerca. La sangre se deslizaba por todo su tronco y empapaba sus manos, formando un charco a sus rodillas. Estaba inclinado hacia adelante, y en el momento menos esperado, su cuerpo cayó hacia el frente. Jennifer soltó otro grito desgarrador, y pude escuchar sollozos detrás de mí. Era simplemente irreal, como si estuviera viendo utilería de una película, pero no lo era.

Un cuerpo sin cabeza, mucha sangre, gritos y llantos. Todo ocurrió en cuestión de segundos. Todo quedó confirmado; el peligro era real, y el cuerpo decapitado lo confirmaba. Esto no era una coincidencia. Estábamos atrapados desde el momento en que entramos a este lugar. No había vuelta atrás, y no lo habíamos notado. Todas las señales estaban ahí, pero las habíamos ignorado. Oficialmente, era nuestro fin. Y ni siquiera tenía ganas de decir: "Se los dije".

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro