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La mirada de Keiko se encontró con la de Jis, y por un momento, el miedo amenazó con paralizarla. Vegeta, por otro lado, se mantuvo en su posición, evaluando la situación con sus ojos calculadores.
—Encontrarte fue más fácil de lo que esperaba —dijo Jis, esbozando una sonrisa de malicia mientras extendía su mano hacia Keiko—. No compliquemos las cosas. Solo ven conmigo.
Keiko apretó los dientes y se levantó, preparándose para atacar. La energía de su cuerpo estaba regresando y, aunque sabía que sus posibilidades eran mínimas, estaba lista para luchar.
—Lo siento, pero no está en mis planes dejarme capturar —respondió con voz firme, aunque en su interior sentía la presión de la situación.
Jis suspiró con fastidio y creó una esfera de energía en su mano.
—Oh... Muy bien, haremos las cosas complicadas.
Pero antes de que pudiera atacar, un fuerte estruendo resonó a sus espaldas. En un instante, una figura se materializó detrás de Jis, sorprendiéndolo. Era Vegeta, quien, con una gran velocidad y una presión brutal, propinó un golpe directo en la nuca de Jis, enviándolo a estrellarse contra una roca cercana.
—¿Vegeta? —preguntó Jis, sacudiéndose el polvo mientras se ponía de pie—. ¿Cómo demonios hiciste para esconder tu energía? Ni siquiera mi dispositivo pudo detectarte...
Vegeta sonrió con arrogancia.
—Confías demasiado en ese aparato. Si pelearas contra estos terrícolas te darías cuenta. Pero desgraciadamente nunca lo sabrás porque acabaré contigo.
—¡No digas tonterías! Nunca podrás derrotarme.
Keiko observó a Vegeta con una mezcla de sorpresa e incredulidad. Su corazón aún latía con fuerza por la intensidad del momento, pero el alivio comenzó a apoderarse de ella.
—¿Qué demonios ha sido todo eso? —preguntó Keiko para sí misma, observando detenidamente cómo Vegeta peleaba contra Jis—. ¿Por qué me empujó y ahora está peleando?
Keiko no recibió respuesta. Vegeta estaba inmerso en la batalla, esquivando y devolviendo los ataques de Jis con gran precisión y velocidad. Los golpes resonaban en el terreno, sacudiendo el suelo bajo los pies de Keiko. De repente, Keiko sintió una presencia conocida acercándose. Al girarse, se sorprendió al ver a "Goku" ... o al menos, su cuerpo.
—Keiko —dijo el falso Goku, con una voz que sonaba extrañamente fuera de lugar en aquel rostro familiar—. Necesito que me ayudes.
—¿Ayudarte? —preguntó Keiko con incredulidad, retrocediendo un paso.
—Dame una de esas cosas que hace que tu cuerpo se vuelva más fuerte —dijo el impostor, señalando con impaciencia hacia su cinturón, donde guardaba sus capsulas—. Solo dame una...
Keiko frunció el ceño.
—¿Por qué te ayudaría? Aunque tengas el aspecto de Goku, no somos aliados.
El impostor apretó los dientes, perdiendo la paciencia.
—No me hagas perder el tiempo. Si no lo haces, no tendré otra opción que eliminarte.
Aquellas palabras la sorprendieron, pero rápidamente recuperó la compostura. Miró a su alrededor y notó algo curioso: Gohan y Krilin estaban conscientes, y sus cuerpos no presentaban muchas heridas. Eso no tenía sentido, considerando el nivel de poder que Goku solía mostrar...
Y entonces, lo entendió.
—Ahora entiendo... Ginyu, ¿verdad? —sonrió con burla—. No puedes controlar su cuerpo adecuadamente. Lo que significa que cualquiera podría derrotarte.
—¡Ja! Imposible, nadie puede derrotarme —exclamó Ginyu—. Esos miserables terrícolas no pudieron hacerlo.
—Ellos son demasiado compasivos para atacar el cuerpo de alguien a quien aprecian. Sin embargo, yo no soy como ellos —su sonrisa se amplió—. Durante toda mi vida, jamás pude derrotar a Goku. Pero ahora... ahora estoy demasiado ansiosa por vencerlo, aunque solo se trate de su cuerpo.
Ginyu pareció tambalearse ante esa declaración.
—¡Imposible! ¡Una niña como tú no podrá vencerme!
—Con solo un movimiento, Goku hubiera acabado con todos nosotros. Pero tú, Ginyu, has venido conmigo para que te ayudara a aumentar tu poder. Eso solo significa que tu poder es completamente inútil ahora mismo.
Ginyu, furioso, cargó contra Keiko. Ella esquivó el ataque con agilidad, concentrando su energía para lanzar pequeños pero precisos ataques que desestabilizaban aún más a Ginyu. Mientras tanto, Vegeta acababa de destruir a Jis con un devastador ataque, reduciéndolo a cenizas. Se giró justo a tiempo para ver a Keiko enfrentarse a Ginyu. Al principio, pensó que eso no tenía ningún tipo de sentido, pero al observar más detenidamente, algo le llamó la atención; Keiko estaba ganando la batalla.
—Esa mujer... Tiene demasiadas sorpresas...
Los movimientos de Keiko eran precisos y calculados. Aunque no tenía la fuerza bruta de un Saiyajin, su estrategia y determinación compensaban cualquier desventaja. Sin embargo, algo en la mirada de Ginyu cambió. Su rostro adoptó una expresión maquiavélica mientras retrocedía ligeramente, esquivando un ataque de Keiko.
—No esperaba que fueras alguien sorprendente —dijo, limpiándose el sudor de la frente—. Aunque no seas lo suficientemente poderosa... Tu cuerpo me servirá para al menos moverme por el lugar.
Keiko se detuvo, confundida por sus palabras. Antes de que pudiera reaccionar, Ginyu levantó ambos brazos y gritó:
—¡Cambio!
Un destello de energía salió de su boca en dirección a Keiko, quien sin saber lo que ese ataque significaba, cruzó sus brazos en un intento de protegerse. De repente, una figura apareció frente a ella con una velocidad increíble, protegiéndola con su propio cuerpo. Keiko quedó sorprendida, y a la vez confundida de ver el cuerpo de Ginyu frente a ella, pero su instinto le hizo ver que corría peligro, por lo que comenzó a volar, y desde el cielo observó detalladamente los cuerpos de Goku y Ginyu, comprendiendo que ambos habían regresado a sus verdaderos cuerpos.
—¡Goku! —exclamó Keiko, descendiendo del cielo y acercándose al Saiyajin.
Goku respiró profundamente e intentó levantarse, pero los golpes de Keiko lo habían dejado demasiado debilitado.
—Tus golpes realmente han mejorado, Keiko —dijo con un tono alegre—. Voy a necesitar un tiempo para recuperarme por completo.
—Gracias por el cumplido —dijo, soltando una pequeña risa—. Ahora, ¿Podrías explicarme lo que sucedió?
Goku asintió, observando a Ginyu, quien estaba visiblemente debilitado por la herida que tenía en su abdomen.
—Ese sujeto tiene una habilidad especial —explicó Goku—. Puede cambiar de cuerpo si tiene a su objetivo frente a él. Eso es lo que intentó contigo, pero me interpuse en el momento exacto e hice que volviéramos a la normalidad.
Antes de que Keiko pudiera procesar completamente la información, Ginyu, furioso y desesperado, comenzó a alzar sus brazos nuevamente, esta vez dirigiendo su mirada hacia Vegeta, quien flotaba en las alturas, observando todo con atención.
—¡Cambio! —gritó Ginyu de nuevo, lanzando su ataque hacia el príncipe Saiyajin.
—No de nuevo —musitó Keiko.
Rápidamente, su mirada recorrió el área y vio una rana que se movía con tranquilidad. Sin dudarlo, se acercó y tomó a la rana, lanzándola con precisión en el momento en que el ataque de Ginyu estaba por llegar donde Vegeta. La rana interceptó el ataque, y en un instante, Ginyu se encontró atrapado en el cuerpo del pequeño anfibio.
Vegeta bajó de las alturas, aterrizando frente a Keiko con el ceño fruncido.
—¿Qué ha sido todo eso? —preguntó, cruzando los brazos mientras observaba a Keiko con una mezcla de confusión y curiosidad.
Keiko, aun procesando lo que acababa de suceder, señaló hacia la rana que croaba y saltaba desorientada por el campo.
—Ginyu intentó cambiar de cuerpo contigo, pero lancé a ese amiguito justo a tiempo. Supongo que ahora está atrapado en ese pequeño anfibio.
Por un momento, Vegeta no dijo nada. Miró a Keiko, luego a la rana, y volvió a mirar a Keiko. Una mezcla de sorpresa y algo que podría interpretarse como gratitud cruzó fugazmente su rostro.
—Hmph... No creas que por ayudarme voy a agradecerte, insecta.
—No te preocupes. No esperaba nada de ti —respondió Keiko con calma, centrando su mirada en Goku—. Goku... ¿No te queda ninguna semilla para recuperarte?
—No... Les di las última que tenía a ustedes...
—Uh... Esto es malo... Sin las semillas tardarás demasiado en recuperarte —dijo Keiko, analizando la situación—. Podría crear otra cápsula, pero eso me tomaría tiempo... Y no creo que tengamos demasiado tiempo...
—Ja. Ahora mismo podría acabar con ustedes sin ninguna dificultad —dijo Vegeta, formando una sonrisa de malicia.
—Realmente eres despiadado —dijo Keiko, acercándose a él—. Sin embargo, no vas a matarnos.
Vegeta sintió un leve estremecimiento al notar lo cerca que estaba Keiko. Durante un segundo, sus ojos se encontraron, y aunque el príncipe Saiyajin intentó mantener su actitud arrogante, algo en la mirada de Keiko lo descolocó. Afortunadamente, Krilin y Gohan se acercaron, provocando que Keiko se alejara de él.
—Tienes razón. No los mataré. Pero no es solo por las esferas del dragón, sino que también necesito que me ayuden a pelear contra Freezer. Especialmente Kakaroto —dijo Vegeta—. Por eso, no tengo más remedio que ayudarlos. Síganme, iremos dentro de la nave. Hay cápsulas dentro de la nave donde podrá recuperarse.
Con algo de dificultad, lograron llevar a Goku a la nave. Keiko se quedó en silencio mientras los observaba, hasta que Krilin habló.
—Creo que deberíamos de volver donde el gran sabio. Tal vez Freezer se encuentre allí, pero necesitamos la clave para invocar a Shen – Long, sino nuestros esfuerzos habrán sido en vano.
Gohan asintió rápidamente.
—Tienes razón. Yo iré contigo.
—Muy bien. Entonces Keiko se quedará aquí con Vegeta y Goku —dijo Krilin, acercándose a Keiko—. No me agrada mucho la idea de dejarte a solas con este patán. Pero en caso de que algo suceda, creo que tienes más chance de sobrevivir si estás aquí con él.
Keiko levantó una ceja al escuchar eso, pero no protestó. La idea de quedarse a solas con Vegeta no le desagradaba, aunque tampoco estaba segura de cómo se desenvolvería la situación.
—Está bien. Me quedaré aquí —respondió con calma—. Solo tengan mucho cuidado.
Gohan y Krilin asintieron y se marcharon volando. Ahora, Keiko y Vegeta estaban solos. Hubo un largo silencio entre ambos, y Keiko observó a Vegeta de reojo. A pesar de su actitud firme, su respiración era más pesada de lo normal. Había peleado intensamente y, aunque no lo admitiría, se notaba que estaba exhausto.
—Estás cansado —comentó Keiko.
—No digas estupideces.
—No es una estupidez. Es obvio que lo estás —suspiró—. Deberías descansar un poco.
Vegeta bufó con desdén.
—No necesito descansar.
Keiko lo observó con paciencia, cruzándose de brazos.
—Claro que lo necesitas. Está escrito en tu cara lo agotado que estás.
Vegeta chasqueó la lengua, desviando la mirada con fastidio.
—No seas ridícula. Un guerrero como yo no se debilita por algo tan insignificante.
—¿De verdad eres tan terco?
Sin esperar respuesta, se acercó a él y, con una firmeza sorprendente, lo sostuvo del hombro. Vegeta se tensó por reflejo, pero antes de que pudiera reaccionar, Keiko lo empujó hacia el suelo, obligándolo a sentarse.
—¡¿Qué demonios estás haciendo, insecta?! —exclamó, claramente incómodo.
Keiko, en lugar de responder, se acomodó a su lado y luego palmeó suavemente sus piernas.
—Es tu día de suerte. Te dejaré descansar en mi regazo.
Vegeta abrió los ojos con incredulidad.
—¡Ni en un millón de años haría algo tan ridículo!
—No seas dramático —dijo, soltando una risa divertida al ver su expresión—. Necesitas descansar, y sin ello, no podrás enfrentarte a Freezer en tu mejor condición.
El ceño de Vegeta se frunció. No quería admitirlo, pero ella tenía razón. Si no se recuperaba ahora, estaría en desventaja cuando llegara el momento de luchar contra Freezer. Sin embargo, su orgullo le impedía aceptar la oferta tan fácilmente.
—No necesito tu ayuda —insistió, girando su rostro para evitar mirarla.
Keiko bufó, cansada de la actitud del Saiyajin.
—¿Acaso tienes miedo?
En ese momento, Vegeta sintió la rabia recorrer su cuerpo.
—¡¿Miedo?! ¡¿El príncipe de los Saiyajin con miedo?! ¡No seas ridícula, insecta!
—Entonces no hay problema, ¿verdad? —dijo, sonriendo mientras volvía a palmear sus piernas—. Solo es descansar.
Vegeta apretó los dientes con frustración. Aquella mujer sabía exactamente cómo provocarlo. Con evidente oposición, se dejó caer lentamente hasta que su cabeza quedó apoyada en el regazo de Keiko. El calor de su cuerpo contra el de ella lo tomó por sorpresa. No era desagradable... Pero tampoco quería pensar demasiado en ello.
—Hmph... Más te vale no aprovecharte de esto.
—¿Te refieres a algo así? —preguntó, comenzando a pasar suavemente sus dedos por el cabello del Saiyajin para luego comenzar a acercar su rostro. El rostro de Vegeta enrojeció ante la cercanía, pero antes de que pudiera alejarse, Keiko habló: —Es broma. No haré nada. Ahora duerme, príncipe orgulloso.
A pesar de su intención de mantenerse alerta, la sensación del suave contacto y el agotamiento acumulado hicieron que, sin darse cuenta, Vegeta terminara quedándose dormido. Keiko lo observó en silencio y, sin poder evitarlo, también terminó rindiéndose al sueño.
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N.A: ¿Hay alguien aquí con vida? JaJaJa, lamento mucho la tardanza del capítulo. Intentaré actualizar más "seguido".
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