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La velocidad a la que viajaba Vegeta era impresionante. El viento azotaba su rostro y el paisaje se desvanecía en una serie de colores y formas borrosas. Durante el vuelo, Keiko intentó mantenerse despierta, pero el dolor que sentía era demasiado, por lo que no tardó en perder el conocimiento.
Vegeta aterrizó con un golpe seco, la fuerza de su impacto haciendo temblar la tierra bajo sus pies. Observó fijamente la nave de Freezer, sonriendo maliciosamente al ver y sentir que no había nadie cerca que pudiera interferir en su plan. Con la mente fija en su objetivo, Vegeta avanzó con pasos firmes hacia la entrada de la nave. Sabía que encontrar las esferas no sería fácil luego de aquella situación donde él mismo se atrevió a robarlas. Es por ello por lo que trajo a Keiko, para que ella las encontrara y cumpliera el deseo que Vegeta tanto anhelaba.
—Muy bien, insecta. Es hora de que hagas tu trabajo —dijo Vegeta con autoridad—. Freezer y Ginyu estaban hace poco en este lugar, así que las esferas deben de estar ocultas por aquí cerca.
Vegeta no recibió una respuesta rápida, por lo que no tardó en dirigir su mirada hacia Keiko, dándose cuenta de que la muchacha se encontraba inconsciente en sus brazos. El Saiyajin frunció el ceño mientras contemplaba a Keiko. No esperaba que ella se desmayara tan pronto; la necesitaba despierta y en condiciones para localizar las esferas. Con un suspiro de frustración, se arrodilló y la recostó con cuidado sobre el suelo. Luego sacó algo que había ocultado en su guante derecho; era la cápsula que Keiko había intentado entregarle cuando fue vencido por Rikum.
Vegeta apretó los dientes al recordar el momento de su derrota, pero también por el hecho de recordar como Keiko había hecho todo lo posible por ayudarlo. No iba a admitirlo abiertamente, pero había algo en la terrícola que lo hacía sentirse de una manera que nunca experimentó. Sacudió la cabeza para despistar esos pensamientos y enfocarse en su objetivo. Acercó la cápsula al rostro de Keiko e hizo que ella lo tragara. Keiko comenzó a toser lentamente, reaccionando a la cápsula que Vegeta había introducido en su boca. Poco a poco, sus ojos comenzaron a abrirse y su respiración se hizo más regular. Vegeta se apartó de ella, observándola con impaciencia.
—Vamos, reacciona de una vez —murmuró Vegeta, sin apartar la mirada de ella.
—¿Dónde... dónde estamos? —preguntó Keiko con voz ronca.
—Estamos en la nave de Freezer. Necesito que encuentres las esferas del dragón, y rápido.
Keiko, aún débil por su enfrentamiento contra Rikum, se colocó de pie como pudo. Su cuerpo estaba cubierto de rasguños, su ropa rasgada y sucia, pero sus ojos todavía reflejaban una determinación que no se había apagado.
—Lo siento mucho, pero no podré ayudarte con eso —comenzó a hablar Keiko, su voz débil pero firme—. No hay forma de saber la ubicación de las esferas sin un radar.
—¿Qué hay de vuestro radar? El que usaron para encontrar la esfera que oculté en ese lago.
—Ese radar lo tiene mi hermana. Bulma está escondida lejos de aquí, por lo que ir hacia allí y volver tomará un poco más de tiempo.
—Maldición. Tiempo es lo que menos tenemos.
Vegeta suspiró con frustración, pero en lugar de explotar de ira como era costumbre, se quedó en silencio por un momento.
—Estoy segura de que Krilin y Gohan vendrán hacia aquí con un radar. Solo debemos esperar a que lleguen.
—¿Cómo puedes estar tan segura de que esos dos vendrán? —preguntó, cruzando los brazos sobre su pecho, su tono de voz lleno de desconfianza.
—Conozco a Goku. Él no permitirá que Krilin y Gohan resulten dañados, por lo que seguramente los enviará en busca de las esferas —respondió Keiko—. Si las esferas se encuentran en este lugar, ellos vendrán.
—Si lo que dices en cierto, esperaremos. Mientras tanto aprovecharé de cambiarme estas ropas —dijo Vegeta, observando fijamente a la chica—. Tal vez deberías de hacer lo mismo. Hay armaduras mucho más adecuadas que podrían protegerte.
—¿Estás preocupándote por mí?
—Idiota, solo no quiero que seas una carga para cumplir mi objetivo.
Keiko sonrió, entendiendo que, aunque Vegeta no lo admitiera abiertamente, había cierto grado de preocupación en sus palabras. Ambos caminaron hacia una sala de almacenamiento llena de cápsulas con armaduras. Vegeta seleccionó dos armaduras de Saiyajins, limpias y sin daños. Luego, arrojó una hacia Keiko y comenzó a desvestirse.
Keiko, sorprendida por la imprudencia del Saiyajin, se dio media vuelta para no mirarlo. La sala quedó en silencio, solo se escuchaban los sonidos metálicos de la armadura cayendo al suelo.
—Vamos, vístete rápido. No tenemos todo el día —dijo Vegeta, observando como Keiko se encontraba quieta en una esquina.
—¿No hay otro lugar donde pueda cambiarme? —preguntó, intentando que su voz no sonara incómoda ante la vergüenza que estaba sintiendo.
—¿Por qué irías a otro lugar? Solo cámbiate aquí y ya.
—Idiota, no puedo cambiarme si estás tú aquí. No pienso dejarte ver mi cuerpo.
—Te preocupas por tonterías. Como si hubiera algo bueno que ver.
—¡Eres un completo insensible!
Keiko, sintiendo una mezcla vergüenza e ira, se volteó rápidamente hacia Vegeta. Con un movimiento brusco, casi por inercia, lanzó la armadura que tenía en sus manos hacia donde él se encontraba. El traje impactó en pecho desnudo de Vegeta, quien lo atrapó con rapidez.
Vegeta observó a Keiko, notando que ella lo miraba fijamente con enfado.
—Parece ser que no tienes problemas en mirar a otros —inquirió Vegeta, viendo como la mujer no dejaba de mirarlo.
Keiko, quien estaba cegada por su enfado, se percató de la situación. Sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso al observar el cuerpo semidesnudo del Saiyajin. Apartó la mirada rápidamente, sintiendo como el corazón le latía con mucha intensidad. Vegeta sonrió con malicia, acercándose un poco más a Keiko.
—¿Te ha gustado lo que viste?
—No seas ridículo —respondió Keiko. Intentando mantener la compostura—. No hay nada de ti que me haya gustado.
—¿No? Pues tu rostro no dice lo mismo —inquirió, girando el cuerpo de Keiko para que pudieran verse fijamente.
Los ojos de Keiko se encontraron con los de Vegeta, la intensidad de su mirada y la cercanía de sus cuerpos la dejó sin palabras por un momento. Inmediatamente, lo empujó y se apartó de él, sintiendo como su corazón latía con mucha intensidad.
—Esto se considera acoso —advirtió, ante la posibilidad de que Vegeta volviera a acercársele—. No te vuelvas a acercar a mí.
—¿O qué?
Keiko no respondió de inmediato. Su corazón seguía latiendo con fuerza mientras su mente intentaba procesar la situación. Sin embargo, la determinación que siempre había mostrado no la abandonó, y miró a Vegeta con firmeza.
—O te aseguro que lo lamentarás —dijo finalmente, su voz más segura de lo que se sentía en realidad.
Vegeta formó una sonrisa arrogante ante la mirada desafiante que Keiko le mostraba.
—Hmph, parece ser que esa cápsula tiene un efecto más rápido de lo que pensabas.
—¿Uh? ¿A qué te refieres? —preguntó, desconcertada por las palabras del Saiyajin.
—Nada importante. Solo cámbiate de una vez —respondió Vegeta, alejándose y dándole su espacio a Keiko.
Keiko se quedó un momento inmóvil, pensando en las palabras de Vegeta. En ese momento, se dio cuenta de que su cuerpo ya no le dolía tanto y que su energía estaba poco a poco volviendo a la normalidad. Miró la puerta por donde Vegeta se había ido, entonces, una sonrisa se formó en su rostro al solo pensar que él la había ayudado. Aunque él es alguien arrogante y despiadado, en ese momento estaba demostrando una faceta que hacía a Keiko pensar de forma diferente.
La muchacha se cambió rápidamente y una vez estuvo lista, salió de la sala y buscó a Vegeta, quien estaba observando el entorno con una expresión concentrada. Ambos se quedaron en un profundo silencio, hasta que, finalmente, lograron sentir el Ki de Gohan y Krilin acercándose.
—¡Son ellos! —exclamó Keiko cuando ha visto a sus dos amigos—. ¡Krilin! ¡Gohan! ¡Por aquí!
Los dos guerreros se acercaron rápidamente hacia donde estaban Keiko y Vegeta. Krilin se mostraba preocupado por el estado de Keiko, mientras que Gohan mantenía una mirada cautelosa hacia Vegeta.
—Keiko, lamento que hayamos tardado en encontrarte. Pero hemos tenido que ir por el radar —dijo Krilin, acercándose a ella—. ¿Te encuentras bien? ¿No te ha hecho daño?
—No te preocupes. Estoy bien.
—¿Estás segura?
Vegeta observó fijamente la interacción entre Keiko y Krilin. Un sentimiento incómodo comenzó a crecer dentro de él mientras veía como el pequeño terrícola se acercaba más a ella y sostenía sus manos.
—Dejen de perder el tiempo —interrumpió con un tono áspero—. Tenemos trabajo que hacer.
—Sí, tienes razón —dijo Keiko, apartándose de Krilin y acercándose a Gohan, quien poseía el radar—. Gohan, ¿puedes ver dónde están las esferas?
—¿Uh? ¡Ah, sí! —exclamó Gohan, tomando el radar firmemente—. Hmm... Veamos... Según el radar las esferas están por aquí cerca.
Gohan, Keiko y Krilin empezaron a moverse por la zona en busca de las esferas, mientras tanto, Vegeta los seguía en silencio sin decir una sola palabra. Todavía se sentía incómodo por la sensación que se plantó en su pecho al ver a Keiko muy cerca de Krilin.
Caminaron por un par de segundos, hasta que, finalmente, llegaron al lugar exacto donde estaban las siete esferas del dragón. Todos, a excepción de Vegeta, comenzaron a excavar en la tierra para desenterrar lo que tanto habían estado buscando.
—¡Asombroso! ¡Finalmente, tenemos las siete esferas del dragón! —exclamó Krilin, acomodando cada una de ellas en otra parte—. Ahora solo debemos invocar a Shen Long y cumplir nuestro deseo. ¡Pronto reviviremos a todos!
—Espera un momento, enano —interrumpió Vegeta con desdén—. ¿Acaso estás olvidando la verdadera razón por la cual reunimos estas esferas? ¡Deben hacerme inmortal para vencer a Freezer!
Krilin se levantó rápidamente, su expresión cambió de alegría a preocupación. Observó a Vegeta con cautela, consciente de lo peligroso que era el Saiyajin.
—Desde un inicio, he pensado que ese trato era una mala idea —dijo Krilin, intentando mantener la calma—. Lo que debemos hacer es revivir a nuestros amigos que tú mismo asesinaste.
—¡Estúpido terrícola! ¡Si no me vuelvo inmortal, no podremos vencer a Freezer! —gruñó, avanzando hacia Krilin—. ¿Acaso crees que reviviendo a tus estúpidos amigos podrán vencerlo? Realmente vuestra raza está mal de la cabeza.
—¡Entonces, hagamos inmortal a Goku! —exclamó, retrocediendo un paso—. ¡Goku lo vencerá sin ningún tipo de problema! ¡Él también es un Saiyajin!
—¡No hay forma de que Kakaroto pueda vencer a Freezer, incluso si se vuelve inmortal! —gritó, su voz resonando con furia—. ¡Solo yo, el príncipe de lo Saiyajin, puedo derrotarlo! Así que, ahora dame la maldita clave para despertar ese estúpido dragón o de lo contrario te mataré ahora mismo.
En ese momento, Keiko se interpuso entre Vegeta y Krilin, extendiendo sus brazos para separarlos.
—Basta ya los dos. No podemos estar peleándonos entre nosotros cuando nuestro enemigo está allí afuera.
—No te metas en mi camino, insecta.
—¿O qué? ¿También vas a matarme? —lo desafío, su mirada fija en Vegeta—. Hazlo y verás como tu oportunidad de ser inmortal se acaba ahora mismo.
Vegeta la miró con furia, pero algo en su expresión cambió al ver la determinación en los ojos de Keiko. Aunque no iba a admitirlo, había algo en ella que lo hacía dudar en reaccionar violentamente.
—Estás cometiendo un grave error, insecta —dijo entre dientes, su voz llena de una tensión contenida.
—No es un error si impide que nos destruyamos mutuamente —respondió con calma, sin apartar su mirada de él.
Gohan, quien había estado en silencio observando la situación, intervino al sentir la presencia de dos seres acercándose.
—Chicos, alguien se está acercando —advirtió, captando la atención de los tres—. Sus Ki no se sienten normal... ¿Acaso son nuestros enemigos?
—¡No hay tiempo para ponernos a pensar sobre ello! —exclamó Krilin—. ¡Desaparezcan su Ki y ocultémonos!
Krilin se acercó a Gohan y Keiko con las intenciones de alejarlos de allí. Sin embargo, cuando estaba por sostener la mano de Keiko, ella se adelantó y se acercó a Vegeta para así ocultarse con él en una roca cercana. Vegeta, aunque sorprendido por el repentino gesto de Keiko, no dijo nada y la siguió hasta la roca. Ambos se escondieron en una pequeña formación rocosa, sus cuerpos chocando por la poca distancia que había. Keiko podía sentir el calor del cuerpo de Vegeta a su lado, lo cual la hizo sentirse extrañamente reconfortada.
Pronto, del cielo descendieron dos figuras, envueltos en un aura maligna. Todos se sorprendieron de inmediato al ver a Goku junto a uno de los miembros del escuadrón Ginyu.
—¿Goku? —susurró Keiko, sus ojos fijos en su amigo—. ¿Por qué está con el enemigo?
Keiko estaba por levantarse, pero Vegeta la detuvo al sostener su brazo. Keiko lo miró confundida, sin entender por qué él la retenía. Sin embargo, al ver la expresión seria y calculadora en su rostro, decidió confiar en su instinto y permaneció oculta. Ambos observaron atentamente la escena que se desarrollaba frente a ellos.
Jis, el llamativo guerrero de la fuerza Ginyu, estaba sorprendido al ver las esferas del dragón, mientras que Goku parecía estar en un estado de alerta constante, su mirada se movía de un lado a otro como si estuviera buscando algo o alguien.
—¿Qué demonios hace ese enano? —murmuró Vegeta con frustración al ver a Krilin salir de su escondite—. ¿Acaso no se da cuenta de que algo va mal?
Krilin, feliz de ver a su amigo, se adelantó relajadamente hacia Goku. El ambiente estaba cargado de tensión y todos, a excepción de Krilin, sentían que algo no estaba bien. Keiko, Vegeta y Gohan se mantuvieron ocultos, observando como Krilin detenía sus pasos frente a Goku.
—¡Goku! ¡Amigo, me has dado un susto! —exclamó Krilin—. Realmente pensé que eras el enemigo. No creí que te hicieras amigo de ese soldado de Freezer.
—¿Fuiste tú quien encontró las esferas del dragón? —preguntó Goku, observando a Krilin fijamente—. ¿Cómo lo hiciste?
—Vamos, no te hagas el ignorante. Obviamente, las encontré con el radar del dragón.
—Un radar... —repitió, sin dejar de mirarlo—. Y dime... ¿Cumpliste tu deseo?
—Sobre eso... Estábamos discutiendo sobre qué hacer.
—¿Estábamos? ¿Tú y quien más?
—¿Cómo que quien más? Por supuesto que yo, Keiko, Gohan y...
—¡Krilin, aléjate de allí! ¡Ese no es mi papá! —exclamó Gohan, saliendo de su escondite para advertirle a su amigo.
Krilin, sorprendido y confundido, dio un paso hacia atrás, mirando a Gohan y luego a Goku. El supuesto Goku dejó escapar una risa siniestra, su expresión cambiando de amigable a amenazante. De repente, Goku le dio un golpe a Krilin, ocasionando que el muchacho retrocediera unos cuantos metros. Gohan corrió hacia Krilin, preocupado por su amigo. Mientras tanto, Keiko y Vegeta continuaron escondidos, observando los movimientos del falso Goku.
—Gohan, ¿A qué te refieres con que él no es Goku? —preguntó Krilin, levantándose y limpiando la sangre que salió por el golpe.
—No lo sé, pero él no es mi papá...
—¿Quién eres realmente? —demandó Krilin, observando fijamente a quien creía su amigo.
El falso Goku y Jis soltaron una risa siniestra, se miraron entre sí y realizaron una pose mientras mencionaban sus nombres. Todos se sorprendieron al oír a "Goku" decir que había intercambiado su cuerpo y que frente a ellos estaba el capitán Ginyu.
—Jis, yo me ocuparé de estos enanos —dijo Ginyu, formando una sonrisa—. El chico calvo ha mencionado que había otra persona. Encárgate de encontrarlo.
—Debe de tratarse de esa mujer que Rikum quería reclutar. Al parecer, podía crear unas cosas que hacía que tu cuerpo se volviera más fuerte.
—Eso suena interesante... Muy bien, Jis, busca a esa mujer y tráela hasta aquí. Haz lo que sea necesario. Solo no la mates.
—Está bien —dijo Jis, sonriendo con malicia.
Vegeta y Keiko se mantuvieron en silencio en su escondite, sus respiraciones apenas audibles mientras observaban como Jis comenzaba con su búsqueda. Keiko agachó la mirada, sintiendo una frustración al saber que no tenía ninguna oportunidad contra Jis. Vegeta, por su parte, observó a Keiko fijamente, notando la tensión en su expresión. Aunque él intentaba mantener su actitud de arrogancia, había una chispa de preocupación en sus ojos al ver a Keiko en un posible peligro.
—Insecta —susurró Vegeta, tocando suavemente el hombro de Keiko—. Es hora de actuar.
Keiko lo miró con una mezcla de confusión y esperanza, pero su expresión no tardó en cambiar a una de sorpresa. Con un movimiento rápido y una fuerza algo suave, Vegeta empujó a Keiko lejos de él, ocasionando que Jis la viera y sonriera con arrogancia al ver a su objetivo.
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