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Luego de huir del lugar donde Vegeta les quitó la esfera del dragón, Keiko y sus amigos se dirigen a la casa del gran sabio para despertar el poder oculto que ella y Gohan tenían.

En el trayecto, Keiko podía sentir como su oído zumbaba, lo cual le indicaba que alguien estaba intentando comunicarse con ella a través del dispositivo de comunicación que traía en su oreja. Ella sabía perfectamente que se trataba de Vegeta intentando contactarla para recuperar la última esfera del dragón. Sin embargo, Keiko decidió ignorar la llamada, comprendiendo que no podía confiar en él después de su traición.

Mientras tanto, en otro lugar, Vegeta, frustrado por no poder contactarse con Keiko, decidió buscar algún rastro de su Ki por todo ese planeta. Sabía que su búsqueda podría tardar demasiado debido a que Keiko y sus amigos podían disminuir su Ki. Sin embargo, Vegeta confiaba que en cualquier momento esos terrícolas aparecerían, pues todavía necesitaban las demás esferas para poder realizar su deseo.

Vegeta tomó una de las esferas del dragón y se la llevó consigo en caso de que alguien más las encontrara mientras no se encontraba cerca. Voló por un par de minutos, hasta que, de repente, un inmenso Ki se hizo presente por el sector por donde estaba rondando. El Saiyajin se detuvo en seco, sorprendido por un momento al percibir el Ki de aquel hombre llamado Kakaroto. Decidió seguir aquel Ki, pues tenía la seguridad de que esos terrícolas se encontrarían con él, por lo que, luego de enfrentarlos les quitaría la última esfera del dragón.

Cuando finalmente llegó a su destino, Vegeta se sorprendió bastante al notar que aquel Ki no era de Kakaroto, sino de Gohan.

—¿Qué? ¿Eras tú? —preguntó Vegeta, observando momentáneamente a Gohan para luego fijar su mirada en Keiko—. Tu poder también ha aumentado... ¿Qué fue lo que hicieron?

—Eso no es de tu incumbencia —dijo Keiko, observando a Vegeta con seriedad—. Ahora, si no quieres salir lastimado, entréganos las esferas del dragón.

Vegeta sonrió con arrogancia, sintiendo un leve interés ante la actitud de Keiko.

—¿De verdad te crees capaz de enfrentarme? —preguntó Vegeta—. No seas estúpida, insecta. ¡Soy el príncipe de los Saiyajin, mi poder es superior al de todos ustedes!

Vegeta esperó intimidar a Keiko con esas palabras. Sin embargo, ella no se dejó intimidar y dio un paso hacia el frente, quedando frente a frente al Saiyajin. Su determinación de poder salvar a sus seres queridos estaba siendo mucho más fuerte que el miedo a morir.

—¿Y eso qué? —respondió con firmeza—. No importa quién seas o cuán poderoso creas ser, no permitiré que te salgas con la tuya.

—Interesante... —murmuró Vegeta para sí mismo, con una leve sonrisa orgullosa—. Parece ser que un poco de poder aumentó tu determinación.

Keiko y Vegeta se miraron intensamente, ambos sintiendo una leve conexión entre ellos. Sin embargo, antes de que llegara a suceder algo, Dende salió de la casa del gran sabio, advirtiendo que algo se acercaba a ese planeta.

—¡Es verdad! ¡Algo se acerca! —exclamó Krilin, observando el cielo—. ¡Debe ser Goku! ¡Él está llegando a este planeta!

—¿Eh? No creo que sea mi padre —dijo Gohan, quien también observaba el cielo—. Se pueden sentir varias presencias.

Los ojos de Vegeta se apuraron a observar el cielo, evaluando la situación con rapidez. De repente, comprendió perfectamente de quienes se trataban.

—¡Son las fuerzas especiales Ginyu! —exclamó Vegeta, captando la atención de los demás—. ¡No puede ser! ¡Freezer los ha llamado!

—¿Las fuerzas especiales Ginyu? —preguntó Keiko, confundida—. ¿De quiénes estás hablando?

—¡No hay tiempo para explicaciones! ¡Ahora entrégame la última esfera del dragón! —exclamó, acercándose con desesperación a Keiko—. ¡Rápido no hay tiempo que perder!

—¿Qué? Ni hablar.

—¡Insecta, te prometo que no te haré daño cuando obtenga la vida eterna! —exclamó, sosteniendo la muñeca de Keiko para acercarla más a él—. ¡Si no me entregas la esfera será nuestro fin!

—¡No vas a engañarme de nuevo! —gritó Keiko, forcejando para liberarse de su agarre—. No importa lo que digas, no voy a entregarte la esfera.

—¡Demonios! ¡No tienes idea de lo que estás haciendo! —gritó Vegeta, frustrado por la terquedad de Keiko—. ¡Las fuerzas especiales Ginyu son extremadamente peligrosos! Si no hacemos algo rápido, todos moriremos.

—En ese caso, que Gohan se vuelva inmortal.

—Admito que ese niño se ha vuelto poderoso en cuestión de tiempo, pero carece de experiencia al pelear. Moriríamos de todas formas.

Keiko dudó por un momento al ver la desesperación en la mirada de Vegeta. Aunque su confianza en Vegeta había prácticamente desaparecido, no podía ignorar la forma de actuar del Saiyajin. Él estaba desesperado, algo para nada común viniendo de él. Y eso solo significaba que se iban a tener que enfrentar a algo mucho más superior que él.

—Está bien —dijo finalmente Keiko, ocasionando que Gohan y Krilin la observaran con sorpresa—. Te entregaremos la última esfera. Pero debes de prometerme que nada nos sucederá y que no intentarás volver al planeta tierra para destruirlo.

—Sí. Te prometo que no les haré nada y que no destruiré vuestro planeta.

—Espera, Keiko —intervino Krilin, acercándose a los dos—. ¿Qué garantía tenemos de que cumplirá su palabra? Ya te mintió una vez.

—Gohan, tú puedes sentir el Ki mucho mejor que nosotros —Keiko apartó brevemente su mirada de Vegeta para mirar al pequeño hijo de Goku—. ¿Realmente se acercan cinco personas?

—Sí. Y son realmente fuertes —respondió Gohan, observando fijamente el cielo—. Diría que están a un nivel más fuerte que mi padre.

—Ya lo oíste, Krilin. No tenemos más opción que confiar en Vegeta —dijo, volviendo a fijar su mirada en Vegeta—. Ahora, Vegeta, sígueme. Te mostraré donde está la última esfera.

Vegeta se quedó un momento inmóvil, sorprendido por la decisión de Keiko, luego la siguió sin decir nada. El grupo, ahora con Vegeta a su lado, se dirigieron hasta el lugar donde Bulma y la última esfera del dragón aguardaban.

Al llegar al lugar, sin siquiera detenerse a darle una explicación a Bulma, tomaron la esfera del dragón y volvieron a emprender su vuelo. Durante unos minutos, volaron a toda velocidad hacia el lugar donde Vegeta tenía escondidas las demás esferas del dragón, y cuando finalmente llegaron, el príncipe de los Saiyajins se apresuró a tomarlas. Sin embargo, antes de que pudiera siquiera tocarlas, las fuerzas especiales Ginyu habían aterrizado frente a él.

—Maldición... Estábamos tan cerca... —murmuró Vegeta, observando con frustración como Ginyu, el líder, sonreía con satisfacción al ver las esferas del dragón que Freezer quería.

Desesperado, Vegeta optó por lanzar la esfera que traía consigo para que estos no pudieran localizarla con facilidad. Sin embargo, su acción había sido en vano, pues Butter, con una gran velocidad, ha podido capturar la esfera que Vegeta había lanzado.

La situación se volvía cada vez más complicada, y la presencia de las fuerzas especiales Ginyu ponía en peligro no solo la misión del grupo, sino que también sus vidas.

—¿Y ahora qué haremos? —preguntó Krilin, sosteniendo con fuerza la última esfera del dragón.

—No hay más opción que pelear y proteger esta última esfera del dragón —dijo Keiko, manteniendo su mirada fija en el líder—. No hay duda de que esos tipos nos matarían aun si le entregáramos la última esfera.

—¿Proteger la última esfera? —preguntó Ginyu, observando con una sonrisa sarcástica a Keiko—. Lamento decirte que ustedes no tienen ninguna esfera.

Para sorpresa de todos, la esfera que anteriormente tenía Krilin en sus manos, ahora se encontraba en las manos del pequeño miembro de las fuerzas especiales Ginyu; Gurdo.

—¿Qué? ¡Cómo es posible! —exclamó Krilin, incrédulo, mientras miraba a Gurdo con furia.

—Los rumores eran ciertos... Gurdo puede detener el tiempo, aunque sea por unos instantes —dijo Vegeta, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda ante la gran dificultad a la cual debería de enfrentar.

—Ahora tenemos las siete esferas, por lo que solo nos queda encargarnos de ustedes —dijo Ginyu, observando al grupo con una sonrisa arrogante—. No sientan tanto miedo. Procuraremos tratarlos con mucho cariño.

—Capitán Ginyu, ¿podría permitirme enfrentarme a Vegeta? —preguntó Butter con esperanza en su tono de voz.

—Eh, no, yo quiero enfrentarme a Vegeta —intervino Jis.

Mientras las fuerzas especiales Ginyu discutían sobre quien se enfrentaría a Vegeta; Keiko mantenía su mirada fija en sus enemigos, tratando de analizar la situación y encontrar alguna manera de salir bien de todo esto. A su lado, Vegeta la observaba de vez en cuando, como si tratara de adivinar lo que ella estuviera pensando.

—Escuchen, es seguro que no podremos contra esos tipos. Sin embargo, hay que aguantar todo lo necesario hasta que Goku llegue —dijo Keiko, acercándose a sus compañeros y Vegeta—. Tomen esto. Úsenlo si ven que no tienen chance de ganar.

—¿Qué es esto? —preguntó Vegeta, observando una pequeña jeringa que Keiko les hacía entrega.

—Es un suero que aumenta temporalmente la fuerza y resistencia. Todavía está en desarrollo, por lo que su tiempo de duración no será demasiado —explicó, mirando a cada uno de sus compañeros—. Tal vez no ayude a ganar la pelea, pero si ayudará a mantenernos un poco más en batalla hasta que Goku llegue.

Krilin tomó la jeringa, asintiendo con determinación. Gohan también la aceptó, confiando en Keiko. Por otro lado, Vegeta se quedó observando la jeringa, dudando por un momento si aceptarla o no.

—Te aseguro que eso no te causará nada malo, Vegeta.

El príncipe de los Saiyajins, a pesar de su orgullo que lo incitaba a no aceptar nada de ellos, tomó la jeringa en sus manos y la guardó en caso de que la necesitara. Debía reconocer que las habilidades de Keiko con la ciencia eran interesantes.

Keiko sintió una pequeña sensación de felicidad al ver a Vegeta aceptar el pequeño artefacto. No obstante, esa sensación no tardó en desaparecer, pues las fuerzas especiales Ginyu habían terminado de determinar quien se enfrentaría a cada uno de ellos.

Ginyu, el líder, se encargaría de llevar las esferas del dragón a Freezer; Gurdo, el más pequeño del escuadrón, se enfrentaría a Gohan y Krilin; Rikum, el segundo más fuerte del equipo, se enfrentaría a Vegeta. Mientras tanto, Butter y Jis, esperarían un poco para decidir quien se enfrentaría a Keiko.

Keiko se preparó mentalmente para el inminente enfrentamiento. Sabía que la batalla sería difícil y que su vida y la de sus amigos dependían de cada movimiento que hicieran. Observó cómo Gohan, Krilin y Gurdo se acercaban el uno al otro, listos para comenzar su combate.

—¿Son idiotas? Con el poder de Gurdo no deberían de atacarlo de frente —dijo Vegeta mientras observaba la batalla de Krilin y Gohan.

—¿Qué vamos a hacer? A este paso ellos terminarán muertos —dijo Keiko, observando como Gurdo mantenía a sus amigos inmóviles en el aire.

—No podemos seguir perdiendo el tiempo —respondió Vegeta, apretando los dientes con frustración—. No lo malinterpretes, insecta. Lo que estoy por hacer es solo para tener una ventaja en esta batalla.

Keiko observó con confusión a Vegeta. Fue entonces que, el príncipe de los Saiyajins se lanzó con rapidez contra Gurdo y le cortó la cabeza para detener cualquier ataque que estuviera imponiendo contra Gohan y Krilin. La cabeza de Gurdo rodó por el suelo, y su cuerpo se desplomó inerte.

Sin mostrar ningún remordimiento, Vegeta se volvió hacia Keiko, esperando encontrarse con una mirada de terror por el acto que había cometido. Para su sorpresa, la mirada de Keiko no reflejaba terror, sino determinación y agradecimiento.

—Buen trabajo, Vegeta —dijo Keiko, su voz firme—. Ahora tenemos un problema menos del cual encargarnos.

La mirada de Vegeta se intensificó, admirando la valentía de Keiko. Era la primera vez que veía que alguien no se asustaba por sus acciones despiadadas.

Aquel aspecto hizo que un pequeño interés despertara en Vegeta. Sin embargo, no había tiempo para indagar en ese tipo de pensamientos. Rikum, el oponente al cual Vegeta se enfrentaría, ya se estaba preparando para pelear.

—Mi estimado Vegeta, me sorprende que hayas interferido en una batalla que no te correspondía —dijo Rikum, acercándose lentamente al príncipe de los Saiyajins—. Nuestra pelea está por comenzar. La verdad no me importa si tus nuevos amigos quieren interferir.

—Oye, Rikum. Recuerda que esa mujer y los dos enanos se enfrentaran a nosotros —le advirtió Jis.

Rikum soltó una pequeña risa mientras realizaba una pose, preparándose para pelear. Keiko, Gohan y Krilin se pusieron en guardia, conscientes de la gran amenaza a la que se enfrentaban.

El primer movimiento fue hecho por Vegeta, quien se lanzó contra Rikum con una velocidad sorprendente. Rikum apenas tuvo tiempo para reaccionar, levantando sus brazos para bloquear el golpe inicial. El impacto fue tan fuerte que hizo temblar el suelo bajo ellos.

—Sorprendente. Vegeta tiene una gran fuerza y velocidad —dijo Keiko, observando desde la lejanía como el Saiyajin se enfrentaba a su adversario.

—Si sigue así, no tendremos que interferir —dijo Krilin, su voz con un poco de alivio al pensar que no debería de pelear contra ese grandulón.

—Siga así, señor Vegeta. Mi padre debe estar por llegar —dijo Gohan, sus ojos observando con un toque de admiración por la fuerza del Saiyajin.

Vegeta y Rikum intercambiaban golpes, sus movimientos creando ondas de choque que sacudían el terreno. La intensidad de la pelea crecía con cada segundo, y la diferencia de poder se hacía evidente. Vegeta, un hombre poderoso, no parecía estar a la altura de la determinación y habilidades de Rikum.

Vegeta, con su orgullo herido y la desesperación acechándolo, tomó la jeringa que Keiko le había dado y se la inyectó rápidamente en su brazo. La inyección surtió efecto de inmediato, llenando a Vegeta con una energía renovaba que hacía que su fuerza y velocidad aumentaran significativamente, permitiéndole volver al combate.

Rikum apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Vegeta apareciera frente a él, propinándole un golpe devastador que lo hizo retroceder varios metros.

—¡Eso es! ¡Así se hace! —exclamó Krilin, viendo con asombro cómo Vegeta había cambiado el curso de la batalla.

Keiko, aunque impresionada, comenzó a idear estrategias que podrían servir en caso de que el efecto del suero en Vegeta se acabara y este no haya podido derrotar a Rikum.

Keiko, Gohan y Krilin continuaban observando la lucha, sus esperanzas flaqueando con cada intercambio de golpes. De repente, Vegeta fue lanzado lejos del campo, separándolo momentáneamente de sus compañeros.

—Oh no... —murmuró Keiko cuando observó a Rikum volver a cambiar el curso de la batalla—. Vegeta va a perder...

—Estamos completamente perdidos —dijo Krilin, su voz temblorosa al observar a Vegeta a punto de ser derrotado.

—No. Todavía podemos hacer algo —dijo Keiko, sosteniendo una pequeña cápsula medicinal que había guardado en caso de emergencia—. Escuchen bien. Ustedes se enfrentarán momentáneamente a Rikum, mientras que yo sacaré a Vegeta de allí y le entregaré mi última cápsula medicinal para que así se recupere y pueda continuar peleando hasta que Goku llegue.

Gohan y Krilin asintieron, aunque con dudas en sus miradas. Sabían que las posibilidades de ganar eran escasas, pero la determinación de Keiko les daba un poco de coraje. Sin perder más tiempo, ambos se lanzaron contra Rikum, intentando distraerlo lo suficiente para que su amiga pudiera llevar a cabo su plan.

Keiko voló hacia donde Vegeta había caído, su corazón latiendo con fuerza mientras sentía el Ki del Saiyajin disminuir. Vegeta, respirando con dificultad, intentó levantarse, pero sus fuerzas lo traicionaron.

—¡Vegeta! —exclamó Keiko en cuanto lo vio. Ella lo sostuvo fuertemente entre sus brazos y lo alejó un poco de allí—. Tranquilo. Enseguida te ayudo.

—¿Por qué demonios haces esto, insecta? —dijo Vegeta, intentando mantener el conocimiento—. En vez de ayudarme hubieras aprovechado la oportunidad de atacarlo. Me enfada ese pensamiento tan inocente que tienes...

—Escucha, idiota. De no ser porque tenemos una amenaza mucho más poderosa frente a nosotros, te hubiera dejado morir allí mismo —respondió Keiko, dejando a Vegeta en el suelo y sacando la cápsula medicinal—. Si te salve fue solo porque necesitamos cualquier oportunidad para seguir resistiendo hasta que Goku llegue.

Keiko estaba por administrarle la medicina a Vegeta. Sin embargo, en aquel momento, escuchó los gritos desgarradores de Krilin y Gohan. Asustada, observó en la dirección donde sus amigos se encontraban. El corazón de Keiko se detuvo por un momento al observar como Rikum rompía los huesos de Krilin de un solo movimiento.

—¿Qué estás esperando, insecta? —preguntó Vegeta, su voz adolorida por la paliza que le habían dado.

Keiko sintió una oleada de desesperación, y su decisión de entregarle la medicina a Vegeta titubeó ante los nuevos acontecimientos. La hermana menor de Bulma se debatía internamente sobre lo que debería de hacer. Por un lado, se encontraba Krilin; su compañero y amigo con el cual llegó a tener sentimientos románticos y, por otro lado, estaba Vegeta; el hombre que la traicionó una vez y que seguramente podría volver a hacerlo.

Finalmente, luego de segundos de desesperación, Keiko tomó una decisión. Sus ojos se llenaron de determinación mientras se acercaba a Vegeta con la cápsula medicinal.

La cápsula medicinal estaba a solo centímetros del rostro de Vegeta, cuando, de repente, una oleada de energía se dirigió hacia ellos. Keiko, con una rapidez, sostuvo a Vegeta y se lanzó con él hacia un lado para evitar el ataque que Rikum había enviado hacia ellos.

Keiko rodó por el suelo, manteniendo a Vegeta a salvo del ataque. Se levantó rápidamente, percatándose de que la cápsula medicinal ya no se encontraba en su mano, sino que ahora esta se encontraba en el suelo a unos cuantos centímetros de su ubicación.

Con rapidez, se lanzó hacia donde la cápsula reposaba. Sin embargo, cuando estaba por tomarla, Rikum le cortó el paso al aparecer frente a ella.

—¿Es obra tuya que Vegeta y esos enanos hayan obtenido una gran fuerza?

Keiko mantuvo la calma, aunque su corazón latía con fuerza. No podía permitir que Rikum se percatara de la cápsula que se encontraba a su lado.

—¿Y eso qué? —respondió Keiko, tratando de ocultar su nerviosismo.

—Tengo que admitir que eso ha sido sorprendente —dijo Rikum, extendiendo su mano hacia Keiko—. Tienes más de eso, ¿no?

—No. Eso ha sido lo último que tenía.

—Pero podrías crear más, ¿verdad?

—Es posible —respondió Keiko, intentando mover su mano con delicadeza hacia la cápsula.

Rikum observó a Keiko con una mirada calculadora. Sus ojos se entrecerraron, evaluando la situación. Keiko aprovechó ese momento de distracción para mover su mano un poco más cerca de la cápsula. Estaba a punto de tomarla cuando Rikum la cargó en sus brazos y sonrió.

—Muy bien. Lo he decidido —dijo Rikum, con una voz calmada pero amenazante—. Serás parte del escuadrón.

—No tengo ninguna intención de unirme a ustedes —dijo Keiko, intentando mantener la calma mientras su mente buscaba una salida de esa situación—. Además, no creo que a vuestro capitán le guste que tomes decisiones sin su consentimiento.

—No te preocupes por eso. Estoy seguro de que te aceptará cuando le cuente al capitán sobre tus habilidades.

Keiko sintió un escalofrío recorrer su espalda ante las palabras de Rikum. Intentó zafarse de su agarre, pero él la mantenía firmemente sujeta. Observó la cápsula, la cual se encontraba tan cerca, pero al mismo tiempo, tan lejos.

—¡Déjala ir, Rikum! —gritó Gohan, su voz llena de furia mientras se lanzaba hacia él.

Rikum, sin dejar de sostener a Keiko, giró ligeramente su cuerpo y con un rápido movimiento, lanzó Gohan hacia el suelo con un golpe brutal. Gohan cayó pesadamente, jadeando por el dolor que le producía su cuello; cuello que Rikum acababa de romper.

—Qué decepción, estos tipos no son oponentes para mí —suspiró Rikum, observando brevemente a quienes había derrotado—. En fin, me encargaré de ellos y llevaré a esta muchacha con el capitán.

Keiko observaba horrorizada la escena, sintiendo una gran impotencia al no poder hacer nada para ayudar a sus amigos. Desesperada, comenzó a forcejear para que Rikum la soltara.

—No creas que dejaré que me lleves —dijo, observando a Rikum con odio—. Prefiero morir antes de unirme a vuestro asqueroso escuadrón.

—Te advierto que la última persona que insultó a nuestro escuadrón terminó a 10 metros bajo tierra.

—Hmph, esa persona ha tenido una buena observación.

—Parece ser que te envuelve una gran valentía, pequeña terrícola. Es una actitud que encaja perfectamente con nosotros.

Keiko continuó forcejando, pero la fuerza de Rikum era abrumadora. Sin embargo, justo cuando parecía que no había esperanza, logró llevar su mano derecha hacia su bolsillo y sacar un pequeño artefacto, el cual lanzó al suelo y produjo una brillante luz que cegó momentáneamente a Rikum; obligándolo a soltar a Keiko.

Rápidamente, tomó la cápsula medicinal y se acercó de nuevo a Vegeta. Pero, justo cuando estaba por llegar, Rikum la golpeó fuertemente en la espalda para evitar que continuara moviéndose.

Keiko cayó al suelo abruptamente, sintiendo un dolor punzante recorrer su espalda. Trató de moverse, pero el impacto había sido demasiado fuerte y su cuerpo se negaba a obedecerla. Miró hacia arriba y vio a Rikum acercándose lentamente hacia ella, con una sonrisa en su rostro.

—No me gusta cuando la gente me lleva la contraria —dijo Rikum, agarrando a Keiko del cuello y levantándola del suelo—. Ahora, deja de jugar y ven conmigo.

Su vista comenzaba a nublarse mientras veía a Rikum. Todo parecía perdido para el pequeño grupo. Sin embargo, en ese momento, una nave aterrizó cerca de ellos.

La puerta de la nave se abrió, revelando la figura de un hombre alto y musculoso con cabello negro alborotado y una mirada determinada. Era Goku, el padre de Gohan y amigo de Krilin y Keiko.

—Goku... —murmuró Keiko, sintiendo nuevamente aquella chispa de esperanza que se había esfumado cuando perdieron contra Rikum.

Goku se lanzó hacia Rikum con una velocidad impresionante, sorprendiendo al guerrero del escuadrón Ginyu. Con un rápido movimiento, apartó a Keiko de su adversario y la acercó donde Vegeta reposaba herido.

—Toma esto, Keiko —dijo Goku, entregándole una semilla—. Solo me quedan tres. Así que, asegúrate de tomarla e irte de aquí. Yo iré a ayudar a Gohan y Krilin.

Cuando Goku se alejó, Keiko observó la semilla que le había entregado. Luego miró a Vegeta, y le extendió la semilla.

—A diferencia de mi medicina, esta semilla te ayudará a curar todas tus heridas. Estarás como si nada hubiera pasado.

Vegeta observó a Keiko fijamente, confundido por el actuar de la mujer. No podía entender por qué ella, después de todo lo que había pasado entre ellos, le estaba ofreciendo la semilla. Un destello de incredulidad cruzó su rostro, pero también una chispa de curiosidad.

Él tomó la semilla de las manos de Keiko, sus ojos observando los de ella en busca de alguna señal de engaño. Sin embargo, lo que encontró fue una mirada sincera, una mirada que de alguna forma lo hacía sentirse extraño.

Keiko observó como Vegeta consumía la semilla, sintiendo un alivio al ver que aceptaba su ayuda. Aunque sabía que el Saiyajin podía traicionarla en cualquier momento, también sabía que necesitaría de su ayuda para enfrentarse a sus enemigos.

—Me siento completamente recuperado. ¿Cómo es posible esto?

—Eso es porque es una semilla especial que tenemos en nuestro planeta. Suelen tardar en brotar, por lo que no disponemos de demasiadas.

Vegeta se levantó, sintiendo cómo su energía volvía a fluir con una fuerza renovada. Sus ojos se encontraron con los de Keiko, y por un breve momento, sintió una mezcla de emociones. Aquello no era propio de él, por lo que rápidamente desvió la mirada y se centró en el campo de batalla.

—Hmph, no creas que te agradeceré por esto.

—Está bien. De todas formas, no esperaba nada —dijo Keiko, dirigiendo su mirada hacia donde Goku peleaba—. Ahora que Goku llegó, tenemos un poco de esperanza en que podremos vencer a nuestros enemigos.

—No lo creo. Aunque el imbécil de Kakaroto venciera a estos tipos, no podría vencer a Freezer. Él ya debe de haber cumplido su deseo.

—No. Freezer no ha cumplido nada.

Confundido, Vegeta volvió a mirar a Keiko.

—¿Cómo estás tan segura de eso?

—Asimilo que las esferas del dragón de este planeta son iguales al nuestro. Así que, mientras el cielo no se vuelva oscuro repentinamente. Significa que no han podido cumplir su deseo.

Vegeta frunció el ceño, procesando la información. Su mente, siempre calculadora y estratégica, consideraba todas las posibilidades. Si lo que decía Keiko era cierto, aún tenía una oportunidad de cumplir su tan ansiado deseo.

Observó nuevamente la pelea que tenía Goku y las fuerzas especiales Ginyu. Fue entonces que, una idea se le cruzó por la cabeza. Mientras Goku se encargaba de sus enemigos, él intentaría recuperar las esferas del dragón para cumplir su cometido. Pero para ello necesitaría de alguien que conociera la forma de invocar a ese dragón.

—Escucha bien, insecta —dijo Vegeta, su tono de voz serio mientras se acercaba a la chica—. Nosotros iremos por las esferas del dragón, y una vez las obtengamos, invocaremos a ese dragón para que me vuelva inmortal.

Aunque despreciaba la idea de tener que trabajar con otros, sabía que no lograría nada al ir solo. Es por ello por lo que se llevaría a Keiko. Sin embargo, esa situación no era lo único que hacía a Vegeta querer llevársela consigo, sino que había otra razón. Una razón que él jamás admitiría.

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N.A: Últimamente he estado muy ocupada, por lo que no había tenido tiempo de publicar. Así que aquí tienen un capítulo largo para compensar un poco los días que no hubo capitulo nuevo. :D

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