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La magia de un momento

Sofia

Al llegar a la escuela vi a Dove, me saludo y yo la seguí hasta su casillero.

—Aceptó —apreté mis labios y ella me miró con una sonrisa.

—Ven a mi casa al salir de clases, pero ya sabes, no le digas a nadie, o Lauren vendrá a querer matarme —soltó una leve risa y yo asentí levemente.

Se fue y fui a mi casillero.

—Hola Sof —dijo Nick.

—¿Qué tal? —sonreí levemente—. ¿Si pudiste resolver el ejercicio al final? Me quedé dormida mientras contestaba, lo siento.

—Lo imagine —soltó una leve risa—. Si, si pude, después de que me ayudaste un rato fue más fácil de entenderlo. Sigo sin saber como teniendo 16 estas a punto de entrar a la universidad.

—Ya te dije que es complicado —me encogí de hombros.

—Podrías contarme algún día.

—Algún día —sonreí levemente, tomé mis libros y nos fuimos a clase.

Para cuando dio la tarde, Lolo me dijo que tendría práctica de porras, le dije que no se preocupara que me iría sola y aunque no pareció agradarle mucho la idea, no tuvo más opción.

—Sube —me dijo Dove sonriendo. Su carro era increíble, un convertible negro.

—Está bien —sonreí levemente con algo de nervios y emoción. Nos llevó a su casa la cual era más grande de lo que pensé—. ¿Vives aquí?

—Cool ¿no? —soltó una risa—. Mis padres no están, uno de sus aburridos viajes de negocios, así que estamos solas —se mordió el labio y yo sonreí levemente nerviosa—. Anda, entra, vamos a mi cuarto.

Al entrar subimos unas escaleras y fuimos a una de las habitaciones, la suya. Era hermosa, tenía luces de colores, cortinas perfectas, y el armario más grande que jamás haya visto, junto con un vestidor y un baño propio.

—Sof ¿alguna vez te has tocado? —me sonrojé al escucharla—. Esta bien si no lo has hecho, solo no sabes de lo que te has perdido.

—Yo... no... bueno, una vez, hace mucho —apreté los labios nerviosa, ella se acercó a mi sonriendo.

—Sé que jamás te has acostado con alguien —dijo mientras caminaba hacia mi, yo di un par de pasos hacia atrás hasta que ya no pude—. ¿Me dejarías ser la primera? —susurró estando frente a mi, tan cerca—. Esta bien si no te sientes preparada para hacerlo aún —sonrió levemente—. Puede ser cuando tú quieras, no tiene que ser ahora, no te voy a presionar a hacer algo que no quieras.

—Si quiero —dije casi sin aliento, me sentía extraña, nunca me había sentido de esta manera, más que cuando ella me besó, era una rara sensación, sentía calor en mi abdomen, una urgencia de algo.

—¿Ahora? —asentí lentamente, ella sonrió y acarició mi rostro con las yemas de sus dedos, apartando mechones de cabello suelto y me besó con sutileza.

Me separó de la pared y comenzó a guiarme de espaldas hasta la cama, hasta que caímos en ella, soltó una risa y yo también reí, algo nerviosa.

—Hey, si no quieres hacerlo dime y estará bien —murmuró mirándome a los ojos—. Podemos hacer otra cosa.

—Toda mi vida estuve en un ático, Dove —ella me miró algo confundida—. Jamás había tenido tantas ganas de sentir algo —confesé avergonzada y ella sonrió.

—Prepárate entonces —relamió sus labios y sonreí levemente, besó mis labios en un beso apasionado y con su pierna hizo presión en mi centro haciendo que soltara un jadeo suave—. Que hermoso sonido —dijo con una sonrisa divertida y yo me volví a sonrojar—. Eres preciosa —murmuró y volvió a besarme.

Su mano bajo y se metió entre mi blusa, subiéndola. Sentí su mano acariciar mi abdomen, subiéndola lentamente, su mano fría chocando en contraste con el calor de mi piel, que incrementaba. La sentí tocar mi pecho, apretándolo y masajeándolo, solté gemidos y ella pareció complacida.

Comenzó a besar mi cuello, y lo mordió suavemente, lo recorrió con su lengua hasta que se quitó primero ella la blusa, era hermosa, me sonrió y yo me sonrojé. Tomó mi mano y metió dos dedos en su boca mientras me miraba fijamente, volvió a hacer presión en mi entrepierna y solté un jadeo. Mordisqueó levemente mis dedos y bajo mi mano levemente, me hizo tocar su pecho, soltó un suspiro leve cuando lo hice, la miré desabrochar su pantalón y apreté los labios.

—Dove, espera —dije avergonzada, ella me miró—. No se como... funciona esto —admití y ella sonrió enternecida mirándome, me derritió por dentro.

—¿Quieres que me detenga? —negué levemente—. ¿Qué quieres que haga?

—Es que tengo un poco de miedo —confesé y soltó una leve risa, yo también reí levemente.

—¿miedo? No tienes que tener miedo conmigo, Sof —acaricio mi rostro—. Dime que te preocupa.

—Es que... no se que hacer, o si va a doler, o si esperas que yo haga algo —solté un suspiro y ella me dio un corto beso en los labios.

—Sof, si yo quiero que hagas algo, yo te puedo enseñar, es lo que intentaba hacer con tus manos, tú también puedes tocarme si así lo quieres —me sonrojé—. Y voy a ser lo más cuidadosa que pueda contigo, tienes que sentirte cómoda ¿estabas cómoda? —asentí—. Eso es todo lo que busco, solamente tienes que dejarte llevar, no te quiero lastimar, Sof.

—Está bien —sonreí levemente con un poco más de confianza.

—¿Quieres seguir? —asentí y volvió a besar mis labios. Se quitó el pantalón y me quito la blusa, acaricio mi espalda y me quito el sujetador, solté una risa leve nerviosa algo avergonzada—. Joder —miró mis pechos y yo me sonrojé—. Eres una diosa —sonreí levemente.

Bajo sus besos a mi cuello y comenzó a tocar uno de mis pechos con una de sus manos, ahora sin tela de por medio. Bajo hasta que su boca llegó a uno de ellos y solté un jadeo, si que se sentía bien. Bajo con su lengua recorriendo mi abdomen después de un rato y llego a mi pantalón, el cual desabrocho y lo quito, también se quitó el suyo.

—Haré que te sientas en tu propio paraíso —dijo mirándome y yo asentí levemente, quito mi última prenda y comenzó a lamer mi entrepierna en un acto que me tomó por sorpresa.

—D-Dove —tragué saliva apretando los labios y me aferré a la sábana de su cama, era una sensación completamente nueva, pero me agradaba mucho, ella aumentó la intensidad gradualmente y sentí que estaba por llegar a otra sensación que no sabría como explicar, y pasó. Solté un alto gemido que resonó en las paredes, la miré y ella me sonrió, comencé a respirar lentamente intentando calmarme y ella volvió a besar mi pecho.

—No terminamos aún —advirtió y yo me sorprendí ¿lo iba a hacer otra vez?. En cuanto mi respiración se calmo, sentí su mano acariciando mi pierna y mi trasero, hasta que llegó a mi entrepierna, uno de sus dedos la rozó haciéndome temblar otra vez—. ¿Te gusta?

—asentí soltando un leve suspiro cerrando los ojos disfrutando su toque. Metió sus dedos en mi después de acariciar un rato la entrada y subió a besar mi cuello, me besó en los labios y después dejo besos en mi mandíbula—. D-Dove —jadeé, ella aumentó el ritmo de su mano y dejó una mordida en mi cuello, besó mis clavículas con una fragilidad hermosa.

Aumento paulatinamente la velocidad de sus movimientos y me aferré nuevamente a las sábanas, ella soltó una leve risa complacida ante la reacción y volvió a besarme en los labios, con intensidad, solté varios gemidos ahogados en ellos, y un gemido más alto cuando volví a llegar a la indescriptible sensación.

Se recostó a mi lado en la cama y sonrió.

—¿Y? —rió levemente—. ¿Como te sientes?

—Jamás me había sentido así —confesé con una leve sonrisa, algo avergonzada notando lo que había pasado—. Se sintió mágico.

—¿Mágico?

—Si, por raro que suene, mágico.

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