Arena Y Amor
Día 15. Superficie.
⚠️ Advertencia de capítulo: NC-17 contenido sexual explícito.
En medio del inmenso océano, el cielo se extendía limpio y despejado, una vasta cúpula de azul profundo que parecía infinita. El sol reinaba en lo alto, esparciendo su luz dorada sobre la superficie del mar, haciendo que las olas brillaran como si estuvieran cubiertas de millones de pequeños diamantes. No había una sola nube a la vista; el horizonte se dibujaba nítido y claro, una línea precisa donde el cielo se encontraba con el mar.
El viento soplaba tenuemente y Afrodita dejaba que sus cabellos se secaran con la suave brisa y el calor del sol, se encontraba sentado sobre una pequeña roca muy cerca de un islote que sabía perfectamente estaba desierto. Su mano derecha jugaba con la tranquila agua mientras con la otra se sostenía de la roca. Disfrutaba de aquella paz que la naturaleza brindaba. Lejos de todos los problemas que le aquejaban en su vida diaria.
No pensaba en nada, solo se dedicaba a observar las cristalinas aguas de la zona menos profunda de aquel islote. Dio un largo suspiro y sonrió con ternura cuando un ligero chapoteo escuchó provenir desde tierra. Levanto su vista tenuemente y su sonrisa se amplió al ver a Saga acercarse. Se irguió completamente y estiró su mano para que él la tomara en cuento estuviera a su alcance. Su sonrisa fue devuelta y su mano besada con cariño.
Se hizo espacio en aquella roca abrazándolo y depositó un suave beso en su cabeza cuando se acomodó en su pecho. Las palabras en ese momento estaban de más. El silencio que los envolvía y que solo era roto por el suave murmullo de las olas era bastante cómodo. Se quedaron abrazados solo contemplando el mar disfrutando de la compañía mutua por largos minutos. Afrodita sentía el suave aroma que Saga desprendía y que nunca había podido identificar inundaba sus fosas nasales. Suspiró.
—¿Qué sucede? —preguntó Saga volteando a verlo.
—Nada —volvió a suspirar—. Solo pensaba en lo agradable que es estar así contigo de nuevo. ¿Ahora eres tú el que me visita en sueños? —lo miró con una sonrisa juguetona bailando en sus labios.
—Ya era tiempo ¿no te parece? Siempre eres tú el que se cuela en los míos —bromeó—. ¿Qué te preocupa? —lo atrajo más hacia sí.
Afrodita puso sus celestes ojos en el mar, siempre le había gustado contemplar la superficie, era muy bello estar al aire libre, aunque raramente podía estar ahí debido a la actividad humana, encontrar lugares aislados y completamente deshabitados cada vez era más difícil subir, pero no dejaba de ser maravilloso contemplar el mar y no solo vivir en él. Dejó que el viento meciera sus cabellos a gusto, meditando en la respuesta a la pregunta que acababan de formularle.
—No sé por dónde empezar —reconoció con pesar.
—El principio, creo que es una buena opción —se burló.
—No seas tonto —trató de no reírse—, es serio.
— Y estoy siendo serio ¿qué te preocupa? —repitió apoyando su barbilla sobre la rubia cabeza de Afrodita.
—Tengo una hija —soltó sin más, pensando que quizá no había una manera suave de decir algo así. Saga se separó de él más sorprendido que enojado—, la conoces, es Venus —se atrevió a verlo a los ojos. La ceja izquierda de Saga se alzaba en incredulidad.
—¿Venus? Vaya —carraspeó todavía sorprendido y algo nervioso—, pero nosotros no...
—Lo sé —interrumpió la frase con un violento rubor apoderándose de su rostro—, ella fue concebida de una forma especial y un tanto impersonal, pero no significa que no hubiera amor en su concepción.
—De eso no tengo duda —volvió a abrazarlo con ternura—, si es nuestra hija, claro que hubo mucho amor en ella.
—Claro, espero que ella reciba la noticia tan bien como tú, tengo miedo a que me rechace por haberla abandonado.
—Ella es muy comprensiva, no tienes de que preocuparte —le abrazó con más fuerza.
Afrodita sonrió contento de que aceptara su palabra sin más, temió que Saga malinterpretara las cosas, pero se tomó demasiado bien sus palabras, lo cual era bueno. Se preguntó si esto se debía a que solo soñaba y todo lo que era lo que su subconsciente añoraba. Sí, tal vez eso fuera, pero no dejaba de ponerlo contento, saber que Saga aceptaba a su hija como suya era suficiente, fuera real o no. Su mano se apretó en la ajena.
—¿Todavía me amas? —preguntó con miedo.
—Por supuesto que sí. A veces lamento haber decidido pactar con tu padre, pero al ver que estabas bien, me era suficiente y ahora que sé que Venus es nuestra hija, no me arrepiento de nada, aunque me hubiese gustado que fuera de otra forma, pero en ese entonces no tenía más opciones.
El corazón de Afrodita se oprimió al escuchar aquello, tuvo la certeza que para Saga aquella decisión no fue fácil, pero escucharlo de su voz simplemente le partía el alma. Se mordió el labio sin saber qué decir. Quizá si se hubiese revelado a su padre entonces, algo pudiese haber cambiado, pero no, simplemente aceptó su palabra sin replicar, sin defenderse, nada y, al final, Saga se sacrificó. Su corazón se llenó de pesar con aquel pensamiento.
Se sentía como un completo inútil, claro que no todo fue malo, como le había dicho, el nacimiento de Venus hizo que todo valiera la pena, pero no dejaba de sentirse impotente ante la situación. Pensó en lo que lo había llevado a aquel lugar. Lo observó de reojo y vio que esperaba una respuesta que no estaba seguro de querer dar. Su inseguridad ¿lo haría cambiar la opinión qué tenía de él?
—No te culpes —la voz de Saga sonaba tranquila ante su silencio—, mejor dime, ¿por qué me llamaste? —Afrodita lo miró con detenimiento.
—Hay algo, no sé qué, madre no me lo dijo, solo que había algo que ella podía hacer para revertir lo hecho por padre —confesó con voz tenue.
—Oh ¿y por qué dudas?
—No sé, creo que tengo miedo a enfrentarme a ti después de todo este tiempo, tal vez el hecho de que prefieras qué las cosas se queden como están, qué te sientas herido por mi falta de voluntad por no haber luchado, lo que te perdiste por ello. Tantas cosas malas —se burló de sí mismo con tristeza.
Saga lo abrazó con fuerza besando su frente.
—¿Y dónde quedan las cosas buenas? Formar una familia, recuperar el tiempo perdido, poder vernos sin tener que recurrir a los sueños, no sé, yo veo solo cosas buenas. Haz lo que dicte tu corazón y pregúntate si vale la pena luchar por nosotros.
Levantó su rostro y se reflejó en sus limpios ojos de cielo. Se quedaron así por lo que le pareció una eternidad. Sus rostros se fueron acercando lentamente. Afrodita se sentía anclado a esos hermosos ojos que seguía el movimiento automáticamente. Incluso cuando sus bocas se encontraron tardó en cerrar sus ojos, incapaz de cerrarlos por miedo a que Saga desapareciera si lo hacía, pero no pudo prolongar su negativa cuando sintió la tibia lengua de Saga trazando sus labios.
Cerró los ojos y abrió la boca para permitir el acceso de aquella lengua. Profundizando el beso. Se fueron deslizando hacia dentro del agua sin separar sus labios. El sabor del mar en los labios de Afrodita añadía una dimensión mágica al momento. Sus manos se deslizaron por el cuerpo de Saga, su tacto fresco y suave enviaba escalofríos por su piel. Él respondió acariciando su espalda y sus escamas, maravillado por la textura y el misterio de su ser. Las olas acariciaban sus cuerpos que se entregaban mutuamente.
La cola de Afrodita se enredó en el cuerpo de Saga de forma sugestiva. Él correspondió tomándolo dónde su mitad humana se unía con su mitad sirena. Bajando sus labios por el blanco cuello lamiendo la sal qué había ahí. Un bajo gemido salió de los labios del tritón que clavó sus uñas en los hombros de Saga qué sintió agradable el desgarro de su piel mientras sus labios seguían explorando el cuerpo de la bella criatura marina en sus brazos.
Pronto le tocó a Afrodita explorar el de su amante, retiró las prendas que llevaba puestas y que ya estaban empapadas; fue descendiendo por el trabajado cuerpo que sabía a mar, sol y algo que no supo identificar, pero que le gustaba. Exploró desde la base de su cuello bajando a su pecho donde se entretuvo jugando con sus tetillas. Saga apenas podía contener sus voces de placer y este se intensificó cuando las blancas manos llegaron a su virilidad tocándola con curiosidad. Agitando su respiración.
—Es una zona sensible —dijo tratando de regular su respiración—, trátalo con amor —trató de bromear.
Afrodita levantó la vista y lo miró con una sonrisa amable.
—Significa que puedo seguir tocando.
—Besarlo hasta si quieres —sonrió con picardía—, solo no muerdas.
La ceja de Afrodita se alzó extrañado y le dedicó una sugerente sonrisa antes de sumergirse en el agua. Saga sintió el momento en que la boca tocó la base de su pene en una caricia suave. Los fue moviendo a lo largo del mismo en reconocimiento del área arrancándole un bajo suspiro. Sus labios y su lengua se unieron a la exploración besando y lamiendo el tronco del eje. Sus primeros movimientos fueron tentativos, llenos de curiosidad y con cada voz de aprobación de Saga, Afrodita ganaba confianza en el área.
Rodeó la cabeza del pene con su boca, usando su lengua para acariciar el frenillo qué le valió un nuevo gemido de placer por parte de Saga. Su boca, empezó a tomar del miembro masculino moviéndose lentamente de arriba hacia abajo encontrando un ritmo adecuado para ambos, variando la presión y el movimiento haciendo la experiencia interesante para ambos.
Saga pidió mentalmente qué usara sus manos, ya que en voz le era imposible porque aquella inexperta boca estaba haciendo estragos en él, para su deleite, parecía que Afrodita lo escuchó, ya que una de sus manos fue directa a acariciar el eje de su pene, sincronizando sus movimientos con los de su boca, mientras que la otra acariciaba suavemente sus testículos. Dándole un mayor placer. Sus gemidos resonaban por encima del murmullo del mar qué los rodeaba y sus dedos se aferraban a la superficie rocosa.
Aquellos sonidos emitidos por Saga le hacían saber a Afrodita que estaba haciendo bien su labor. A veces hacia una pausa para mirarlo, buscando asegurarse de que él estaba disfrutando. Sus ojos cerrados y su expresión de placer eran suficientes para calmar cualquier inseguridad que pudiera tener. Decidió experimentar un poco más, alternando entre succionar, lamer y besar, también usó su otra mano para acariciar suavemente el perineo y Saga respondió con un ronco gemido.
El tiempo parecía pasar rápidamente y Saga sintió su cuerpo tensarse, sabía que estaba al borde del final, quería apartar a Afrodita, que seguía con sus firmes atenciones manteniendo el ritmo y su intensidad, un suave no escuchó provenir de Afrodita y entonces ya no se contuvo y liberó el orgasmo que estaba prolongando, corriéndose en la dulce boca que no tuvo problema en recibirlo. Apoyó la cabeza en la roca tratando de recuperar el aire y abrazó a Afrodita cuando se colocó a su lado.
—¿Estás bien? —preguntó preocupado al ver que a Saga le costaba recuperar el aliento.
—Mejor que nunca —suspiró con una sonrisa—, eso fue maravilloso. Tengo que compensarte —lo miró con cariño.
—No tienes que hacerlo —se acurrucó en sus brazos—, estoy bien así. De verdad.
—Bueno, pero que sepas que, si hay algo que pueda hacer por ti, me puedes decir.
—Gracias, pero con que estés conmigo es más que suficiente. Vamos a la playa. Veamos la puesta de sol.
Lo tomó de la mano y lo llevó hasta la orilla, tirándose en la arena, dejando que la suave marea lamiera sus cuerpos. Saga pasó su brazo por debajo de la cabeza de Afrodita y acariciaba sus cabellos con cariño. Por su parte él se acomodó en su pecho y hacia pequeños trazos en su abdomen. Era muy cómodo estar así. De vez en cuando, sus ojos se apartaban del horizonte para verse entre sí, se dedicaban suaves sonrisas y compartían algunos besos.
La tarde comenzó a caer y las dudas de si con el ocaso se iría el tiempo que estaban compartiendo. Se abrazaron con fuerza mientras el sol se perdió en el mar, dejando que las estrellas brillaran en el firmamento y dando paso a la luna que iluminó aquella cala cobijando los dos cuerpos que se mantenían juntos como un manto de plata. Se quedaron quietos por un largo rato, abrazados, temiendo que el encuentro terminara si se separaban. Nada pasó. Afrodita se atrevió a levantar su cabeza para ver a Saga.
Un Suave beso fue depositado en los labios de Afrodita que no dejaba de sonreír. Lo devolvió. Sus labios se tocaron suavemente al principio, como una caricia tímida, probando el terreno. Pero pronto, la pasión latente se desbordó. Sus labios se abrieron ligeramente y sus lenguas se encontraron en un baile íntimo y ferviente. El beso se volvió más profundo, sus lenguas explorando cada rincón, saboreando la esencia del otro.
Las manos de Saga acariciaron suavemente el rostro de Afrodita, sus dedos deslizando por su mejilla hasta enredarse en su cabello, acercándolo aún más. Él respondió con la misma intensidad, sus manos viajaron por el cuello de Saga, sintiendo el pulso acelerado bajo su piel. Sus cuerpos se acercaron, eliminando cualquier distancia entre ellos, sumergiéndose completamente en el momento.
La respiración de ambos se volvió entrecortada, el beso adquiriendo un ritmo propio, una danza de deseo y conexión. El mundo exterior desapareció, quedando solo la sensación de los labios, el calor compartido, y el fuego que ardía entre ellos. Fue un beso que habló de amor, de anhelo y de una promesa tácita de lo que estaba por venir. En ese instante, nada más importaba, solo ellos dos.
Se separaron buscando oxígeno, sus ojos se conectaron en un momento mágico que parecía durar una eternidad. Una brillante luz llegó hasta ellos y se posó en la cola de Afrodita, parecía una luciérnaga, pero su brillo se fue extendiendo por toda la cola hasta hacerla desaparecer. Ambos observaron la escena atónitos, tratando de darle respuesta a lo que acababa de pasar, más no la hubo. Cruzaron miradas y sus labios se volvieron a juntar.
Las caricias se volvieron más apasionadas, sus cuerpos respondiendo al entorno sensual y a la atracción mutua. La excitación creció rápidamente, y pronto se encontraron tumbados, explorando los cuerpos del otro con más profundidad. La noche, el lugar y la conexión entre ellos aumentaban el deseo. Las manos viajaban con más insistencia, y los susurros se volvían más urgentes. Con cuidado y suavidad, las manos de Saga comenzaron a explorar más abajo, rozando el área del ano de su compañero que gimió bajo.
Las manos detuvieron su exploración y se irguió buscando sus ojos y preguntando con una mirada en mudo cuestionamiento. Afrodita le devolvió la mirada y sonriendo, asintió ligeramente, dándole la seguridad qué buscaba para poder continuar. No se hizo esperar, volvió a tomar sus labios y continuó con la exploración del blanco y perfecto cuerpo debajo de él.
Lamió sus dedos dejándolos empapados antes de llevarlos a la intimidad de su hermoso amante. Con movimientos suaves y circulares, comenzó a masajear el área, asegurándose de que su compañero se sintiera relajado y cómodo. Introdujo un dedo lentamente, atento a su respiración y reacciones. Se movía despacio, permitiéndole acostumbrarse a la nueva sensación. "¿Estás bien?" preguntó entre besos "¿Te sientes cómodo?" Afrodita solo murmuraba afirmaciones entre gemidos suaves, animándole a continuar.
Saga introdujo un segundo dedo, moviéndose con el mismo cuidado. La sensación era diferente, pero él se aseguraba de ser paciente y atento, Saga, realmente quería que Afrodita disfrutara de aquella experiencia, llevarlo al límite como había hecho con él más temprano, que no solo sintiera el deseo que por él tenía, sino también su amor. Los sonidos del mar y la brisa nocturna añadían una dimensión especial a la experiencia, haciéndola aún más íntima.
Cuando sintió que estaba listo para el siguiente paso, aplicó saliva a su pene. Guiando a Afrodita a apoyarse sobre sus manos y rodilla, mientras él se colocaba detrás. Con una penetración inicial lenta y cuidadosa, Saga guio solo una pequeña cantidad al principio. Se detenía frecuentemente, comunicándose y ajustando según fuera necesario. La paciencia y el respeto mutuo eran esenciales, las manos de Saga acariciaban suavemente la espalda y las caderas de Afrodita, aumentando la sensación de cercanía y seguridad.
A medida que avanzaban, Saga, encontró un ritmo que funcionaba para ambos, manteniendo la comunicación y ajustando la intensidad según las respuestas de Afrodita, que pronto se había abandonado a las sensaciones que aquel encuentro le brindaba. Los gemidos de placer y las palabras de aliento se mezclaban con los sonidos del mar, creando un ambiente de intimidad y conexión profunda.
Saga, sentía que su clímax, estaba por llegar, así que llevó su mano al miembro de Afrodita, asegurándose de que se sintiera cómodo y atendido en todo momento. Se movieron lentamente hasta que ambos alcanzaron su orgasmo. Saga se quedó quieto, disfrutando de los últimos momentos de cercanía y satisfacción mientras recuperaba el aliento. Se separó de él con cuidado se recostaron juntos, abrazados bajo las estrellas.
—Gracias —murmuró Afrodita sintiendo la suave brisa en su piel desnuda.
—No tienes nada qué agradecer, siempre buscaré lo mejor para ti y sé qué tú harás lo mismo —peinó sus cabellos y los besó con cariño.
Caminaron un rato por la playa, disfrutando de sus últimos momentos juntos. Saga sostenía a Afrodita para evitar cayera en lo que se acostumbraba a sus piernas.
—Esto es muy difícil —se quejó dejándose caer en la arena. Saga dio una suave carcajada y también se tiró en la arena.
—Solo es cosa de que te acostumbres —le pellizcó la nariz suavemente.
—Ojalá tuviera tanto tiempo —su sonrisa se apagó.
—Hey —lo llamó Saga abrazándolo fuertemente—, no desanimes, quizá lo tengamos, hay que ser optimistas.
—¿Lo crees? —sus ojos reflejaban la ilusión.
—Si luchamos juntos, yo creo que sí.
—Entonces así será —asintió.
Afrodita cerró los ojos sintiendo el calor de Saga y el suave latir de su corazón.
—Afrodita —la voz de Shura lo despertó del sueño más maravilloso que había tenido nunca. Y se dio cuenta que estaba acostado junto a Saga, se incorporó con desgano, pero sonrió al recordar su sueño.
—Shura ¿qué sucede? —lo enfocó cuando logró espabilar.
—Lamento despertarte, pero la princesa, despertó.
Eso lo hizo terminar de despertarse y terminó por levantarse en un aletazo.
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