9. Reflejos
Capítulo 9
Reflejos
Miraba el ramo de margaritas dulces que llevaba en mi mano. Me habían parecido las más indicadas para este momento, con la otra sostenía el paraguas evitando mojarme con la lluvia que caía. La misión seguía sin terminar, Selene se mostraba un poco más distante conmigo, al parecer, Dominic la entendía mejor. Ben notaba todo aquello pero era demasiado tímido para intervenir. Habíamos cazado algunos, nada fuera de lo normal pero el nombre que el vampiro había dicho seguía en mi mente.
¿Quién era Santos? ¿Y qué tenía que ver ese grupo de adolescentes con el presente? Tal vez tenía la respuesta justo al frente pero tenía tantas cosas en la cabeza que pasaba por alto hasta lo más evidente.
Suspiré mirando las personas que caminaban con sus paraguas. Estaba justo en la entrada del cementerio, tenía algunos minutos desde que llegué. Como pude saqué mi celular dispuesta a escribirle pero justo en el momento apareció. No llevaba paraguas, estaba todo empapado, me parecía estúpida la capucha que cubría su cabeza.
— ¿Por qué tardaste tanto? Dijiste que llegarías en cinco minutos—guardé el celular en el bolsillo trasero de mi pantalón.
—Tuve que hacer algo antes—se encogió de hombros. Rodeé los ojos entrando sin esperarlo.
La última vez que vine al cementerio fue hace dos años aproximadamente, sí, dos años. Odiaba venir a este lugar, la pesadez que se respiraba presionaba con fuerza entre mis costillas impidiéndome respirar. Era tan lúgubre a pesar de ser de día, el cementerio era el hogar de los muertos pero incluso los vivos invadían su privacidad al atreverse a entrar aquí.
Nos detuvimos frente a su lápida. El día del entierro intentó aparecer en mi mente pero me negué a recordarlo. Me agaché con un suspiro depositando el ramo de margaritas junto a su lápida. Demian se colocó en la misma posición junto a mí. Sostuvo el paraguas cubriéndonos dejándome más libertad para acariciar las letras de su nombre.
Millan Siblez Greene.
—Son bonitas, Mónica—señaló el ramo.
—Creo que son como él—susurré como si temiera que alguien pudiera oírnos—Dulces, inocentes y...hermosas.
—Cada noche solías cantarle para que durmiera—lo miré aunque su vista estaba más en las flores—Cerraba sus ojos mientras lo mecías con cuidado, sostenía tu dedo como si supiera cuando dejabas de cantar.
La vista comenzaba a tornarse borrosa, contuve las lágrimas ante lo bien que había descrito el momento. Giró su rostro mirándome con una pequeña sonrisa. Esas que son sinceras y que valen mucho.
— ¿Lo recuerdas?—el nudo en la garganta no me permitió hablar con firmeza.
—Claro que sí—acercó su mano a mi mejilla. No me había percatado de que algunas lágrimas se habían escapado—Te quería, Mónica. Eras su madre...
—Y yo lo amaba también—aparté la vista.
—Nunca es fácil perder un hijo—colocó un mechón detrás de mi oreja—Algunos dicen que el tiempo lo cura todo pero es mentira, el tiempo sólo se encarga de recordarnos lo que pudimos haber hecho para salvarlo, para que todo fuera distinto.
Me sentí algo extraña al escucharlo decir eso. No acostumbraba a hablar de esa forma. Suspiré perdiéndome en uno de mis recuerdos.
—Pero puedo estar presente todavía—insistí a la señora Jones—Por favor, no quiero quedarme en casa sin hacer nada.
—Mónica, ¿Sabes lo que significa estar en tu condición?—se acercó a mí al levantarse de su silla. Tomó asiento a mi lado de nuevo—Debes descansar, tu trabajo no es normal.
—Lo sé pero ha pasado un mes, puedo seguir en esto—supliqué—Me gusta estar aquí, me gusta encargarme de esas criaturas...
— ¿Qué piensa Demian sobre esto?—me interrumpió. Respiré profundo rodeando los ojos— ¿Ves? ¿Qué harás si recibes un mal golpe y el bebé es el afectado?
—Eso no pasará...
— ¿Enserio? ¿Le dirás al vampiro que no sea rudo contigo porque estás embarazada?—levantó una de sus cejas incrédula—No seas testaruda ahora, cariño, cuando ese niño nazca podrás regresar cuando quieras.
Al salir de la oficina, encontré a Sel junto al padre del año. Me mantuve seria y molesta.
— ¿Y bien?—preguntó mirándome.
— ¿Puedes dejarnos solos, Selene?—pedí. Asintió alejándose. Lo tomé del brazo con fuerza alejándolo de la puerta de la oficina. Me giré al soltarlo—Por tu culpa la mansión no quiere verme aquí por unos meses.
— ¿Estás molesta conmigo?—lo fulminé con la mirada—Ahora no sólo eres tú, ¿Sí? Debemos pensar en el bebé...
—El bebé está bien—lo corté con brusquedad—Dios, Demian, quiero seguir trabajando. ¿Debo quedarme en casa mientras haces lo que me gusta?—sonrió como idiota. Me crucé de brazos— ¿Qué es gracioso?
—Me gusta cuando te molestas.
—Esto es serio...
—Lo digo enserio—tomó mi rostro entre sus manos besando mis labios. Al alejarse depositó un beso en mis mejillas y uno en mi frente. Sentí sus manos acariciar mi vientre—Es por el bien de ambos.
—No es justo—susurré.
—Cuando eres cazador de vampiros si es justo—imitó mi tono. Volvió a besarme con más intensidad.
Demian había sido tan protector y tierno cuando se preocupó por mi bienestar y el del bebé. Sonreí de lado limpiando mis mejillas. Sólo estuvo conmigo un año, sólo un año, ¿Qué tanto se puede disfrutar a un pequeño en ese tiempo? El celular de él comenzó a sonar, lo miré notando que era diferente. Era completamente gris con detalles en rojo sangre.
—Debo irme—lo volvió a guardar.
— ¿Pasó algo?
—No, es Dom que necesita ayuda con unas cosas—se encogió de hombros entregándome el paraguas. La lluvia se había detenido. Lo cerré incorporándome— ¿Te quedarás?
—Sí, estaré un rato más—asentí—Nos vemos mañana.
—Nos vemos mañana—sonrió un poco antes de irse.
El olor a césped húmedo reinaba en el cementerio, miré las nubes grises que comenzaban a dispersarse, el sol quería escabullirse pero éstas no lo dejaban. Cerré mis ojos unos segundos con el rostro al cielo, el silencio era agradable, no sentía tanta presión como acostumbraba a sentir cuando venía. Miré la lápida de Millan de nuevo.
—Lamento no haber venido antes—me disculpé—Mami no ha estado tan bien como quería—suspiré—Te extraño, cariño, te extraño tanto. Sigo sin creer que estás aquí y no...en casa—miré alrededor—No sabes lo mucho que desearía tenerte aquí. Eras muy pequeño, debías conocer más, te habría encantado aprender del mundo.
— ¿Será un cazador también?
—Tiene cuatro meses, Selene—le recordé—Es un bebé.
—Disculpa a mi hermana, es muy sanguinaria—se burló Benedikt ganándose un golpe en el brazo. Millan que dormía en su cuna se movía un poco, lo cubrí mejor con su manta acariciando su cabello oscuro.
— ¿Cómo ha estado Demian? Ya sabes, con esto de ser padre...
—Está bien—susurré mirándola—Está muy atento de cualquier cosa que el niño necesite.
—Hasta que crezca y sea insoportable.
—Así como tú—sonreí divertida mirando a los hermanos discutir. Sel negó con la cabeza—Mi padre dice que es peligroso cuando un cazador se convierte en padre.
—Millan está bien. Sé a lo que te refieres—aseguré—Mi madre también lo decía, nunca me dejó sola.
—Los vampiros nos odian, cuando saben que existe un niño de por medio, es la mejor oportunidad para lastimarnos—miré a Ben. Era extraño escucharlo serio—No digo que Demian y tú pasarán por eso pero creo que mi hermana intenta decirles que estén alerta.
—Demian es uno de los mejores cazadores, eres su esposa, eso también te involucra...
— ¿Mónica?—desperté de aquel recuerdo girando mi rostro—Lo siento enserio, no sé qué demonios tenía el auto que no encendía...
— ¿Demian?—fruncí el ceño. Se acercó apresurándose a disculparse—Oye, espera. ¿De qué estás hablando?
—Te envié un mensaje a tu celular explicándote el incidente del auto, Dominic se había llevado la moto por lo cual tuve que venir en un estúpido taxi—mientras hablaba no podía creer lo que escuchaba— ¿Revisaste tu celular?
Lo saqué teniendo un mensaje de su parte. De repente mi mente hizo clic en segundos. Uní todo el rompecabezas, miré a Demian.
—Dame tu celular—al sacarlo noté el color negro que poseía. Ése era el celular que recordaba—Apagó el mío cuando estaba aquí—susurré.
— ¿Qué?
—No entendía a que se refería con eso de perder un hijo, creí que lo decía por simple opinión—Demian seguía mirándome como si estuviera loca—Sabía que no eras tú, algo me decía que nunca dirías eso.
— ¿Decir qué?
—Santos—recordé—Ahora tiene sentido.
—De acuerdo—Demian recuperó su celular—Acabo de llegar y me encantaría saber con quién estabas viéndote. ¿De qué demonios hablas, Mónica?
—Un vampiro estuvo conmigo aquí, se hizo pasar por ti—miré sus ojos—Su nombre es Santos y conoce sobre nosotros, sobre lo que tuvimos hace años.
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