4. Colores
Capítulo 4
Colores
Desperté sobresaltada encontrándome en mi habitación. Había bebido las gotas por la noche y de nuevo tenía el mismo resultado. Tendría que soportar las pesadillas hasta que se fueran por sí solas. Encendí mi celular sin tener mensajes o llamadas. Haber pasado unas horas con papá quizás me habían ayudado un poco. Ahora que mi trabajo comenzaba sabía que no pasaría mucho tiempo a su lado.
Estuve un rato acostada en la cama sin pensar en nada, veía las paredes, el techo, el escritorio, los libros, el armario o la ventana. Me incorporé finalmente cuando mi estomago rugió, mientras preparaba unos huevos en el sartén bostecé pensando en volver a dormir un rato. Esta noche no vendría a casa, si Dominic y...su primo llegaban lo más seguro era que la señora Jones nos enviara a inspeccionar la zona.
Pasé los huevos al plato tomando mi celular, marqué el número de Selene colocándolo en voz alta. Eran las diez de la mañana, lo más probable era que estuviera despierta. Al segundo momento contestó.
— ¡Buenos días por la mañana!—su tono alegre me hizo sonreír de lado. Preparé el pan tostado, un poco de tocino y mantequilla. Serví en un vaso lo poco que me quedaba de jugo de naranja. Me senté frente al televisor encendiéndolo.
— ¿Por qué la alegría?
—Bueno, volvemos a trabajar juntas, ¿Qué clase de pregunta es esa?—la imaginé rodeando los ojos. Busqué un canal de noticias escuchándola—Y también de que trabajaré con uno de los cazadores más sexy de todos.
— ¿Qué harás si tiene novia?—comencé a comer.
—En la vida hay que compartir, ¿No?—esta vez fui yo la que rodeó los ojos—A las dos de la tarde debemos estar en la mansión, los chicos probablemente habrán llegado a Chicago desde hace unas horas.
—De acuerdo. Nos vemos allí—colgué.
Mientras desayunaba pensaba en el momento en que Demian apareciera, de sólo pensarlo mi corazón se aceleraba. No sabía si era por nervios o por miedo. No seguía enamorada de él, estaba segura, algunas cosas no se olvidan con facilidad, además, el chico se fue a Canadá y según los rumores, disfrutaba con otras cazadoras. ¿Quién sufre la pérdida de su hijo de esa forma?
Bufé molestándome cuando la periodista comenzaba a hablar sobre unos asesinatos, la dirección era la misma que la madre de Selene nos había dado. Le subí volumen colocando atención, hace dos semanas que comenzaron a aparecer cadáveres, algunos son de los residentes de la zona pero otros son de afuera. Los cuerpos estaban rasgados o destrozados.
Sólo vampiros nuevos que recién eran convertidos actuaban así. El trabajo sería sencillo, estaba segura.
Detuve mi auto en la mansión bajando luego, el cielo había oscurecido con las nubes grises. Seguramente llovería por la noche o en unas horas. Caminé saludando a algunos que se encontraban por el camino, en la oficina no había nadie, fruncí el ceño subiendo las mangas de mi chaqueta, quizás en el salón estaban entrenando. Escribí a Selene avisándole que había llegado, pasando las puertas algunos cazadores practicaban con armas o con golpes, no veía a la señora Jones pero si identifiqué a mi amiga junto a su hermano.
—Los estaba buscando.
—Mi madre tuvo que salir un momento, los chicos decidieron practicar para entrar en calor—las palabras de Selene me causaron escalofríos.
— ¡Moni!—giré mi rostro encontrando a un chico musculoso, ojos verdosos y cabello castaño caminando hacia mí. Sonreí saltando hacia él al tenerlo cerca, sus brazos me rodearon dándome vueltas en el aire para luego situarme en el suelo—Extrañaba verte, querida.
—Y yo a ti, ¿Qué ha sido de tu vida?—golpeé su brazo en forma de broma. Volvió a abrazarme depositando un beso en mi frente, Dominic siempre era dulce conmigo—Estás más...tú—rió negando con la cabeza.
—Y tú sigues siendo tú—sonrió con dulzura. Selene no apartaba sus ojos de él, Benedikt en cambio se había retirado charlando con otros chicos—Así que volviste.
—Sí—no quería hablar de eso—Me alegra mucho que seamos compañeros en una misión.
—Todos estamos contentos por eso—señaló Sel con una sonrisita. Dominic la miró unos segundos de arriba abajo—Deberías practicar más, Dom.
—Selene puede entrenar contigo—le eché una mano. El chico me miró con duda sabiendo lo que hacía—Es buena instructora.
—Hablaremos luego—asentí mirando como Sel me agradecía con la mirada. Suspiré mirando alrededor, ¿Dónde estaba? Mordí mi labio acercándome a la sección de arquería. La mayoría de los arcos habían sido tomados, gruñí al ver que el que quería no estaba. Tomé uno al azar sin colocarle atención. Recogí las flechas colocándolas en mi espalda.
Fui a mi puesto estirando un poco la cuerda del arco, estaba muy tieso, si lanzaba la flecha así no alcanzaría la distancia correcta. Mientras intentaba hacerla flexible miré un arco que sostenía otro cazador, era completamente negro con la cuerda gris. Las flechas estaban pintadas entre ambos colores, sólo una persona usaba eso.
Sus piernas eran largas, vestía completamente de negro, la camisa dejaba ver sus brazos fuertes llenos de cicatrices. Era delgado pero estaba en forma, su cabello negro azabache estaba más largo, algunos mechones caían por su frente tocando sus cejas negras, sus labios carnosos se fruncían un poco al disparar y sus ojos...
Giró su cabeza y de inmediato aparté la vista simulando estar concentrada en el estúpido arco. Era él. Mi corazón palpitó un poco rápido, mis manos se tornaron frías, miles de recuerdos vinieron a mi mente, apunté finalmente al blanco queriendo concentrarme para liberar mi mente. La flecha no llegó siquiera a donde debía llegar. Había tomado un mal arco.
Regresé para cambiarlo tomando otro, al girarme era tarde. Demian estaba ahí mirándome, llevaba el arco en su mano y las flechas en su espalda, se mantuvo serio.
—Hola—saludó.
—Hola—dejé salir el aire que contenía—Creí que te habías ido, hace minutos vi a Dominic...
—Bueno, no es sorpresa encontrarme en la sección de arquería—sonrió de lado con arrogancia. Sí, muy típico de él. Hace cinco años, Demian usaba camisas largas para cubrir sus brazos de las cicatrices que dejaban los vampiros. Me enorgullecía saber que había superado su temor de mostrarlas— ¿Problemas con el arco?
—Sí, ya lo solucioné—me encogí de hombros.
— ¿Dónde está el tuyo?
—Probablemente alguien más lo esté usando ahora.
—Por eso nunca dejo el mío allí, prefiero llevármelo—acarició la cuerda. Asentí notando algo de tensión, era obvio que no sabíamos que más decir— ¿Cómo está tu padre?
—Bien—asentí sonriendo un poco—Creí que te gustaba Canadá—sus ojos azules se posaron en mí—La madre de Selene dijo que habían hecho una solicitud a la mansión. ¿No tenían misiones allá?
—Sí, muchas—algo en su voz me dijo que mentía. Claro, estaba como un vago entre mujeres y ahora quería venir a torturarme. Mantuve la frente en alto, Demian estaba acostumbrado a que todos cayeran ante sus pies pero yo, no iba a darle el gusto.
—Será mejor entrenar para no morir en el intento—pasé a su lado sintiéndome molesta con mis pensamientos.
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