29. Nueva ciudad
Capítulo 29
Nueva ciudad
Selene había pasado a recogerme en su auto que Benedikt conducía. El chico había prometido cuidárselo en este tiempo que no estaría. Sus padres acostumbraban a ser cariñosos en público pero la chica me había contado que su madre le había deseado un buen viaje después de abrazarla. El aeropuerto no estaba tan lleno como esa última vez que vine.
— ¿Estás bien?—miré a mi padre.
—Sí, estaba pensando—encontré a Olivia jugando con Benedikt. Sonreí un poco, me habría gustado contarle a Millan que tendría una hermana y que él sería el mayor. Estaba segura de que la protegería de una u otra forma. Me había parecido gracioso el hecho de que Olivia tuviera los mismos rasgos de su padre. ¿Qué tenía Demian en su sangre o en sus genes? La primera vez que la vi en la habitación del hospital, minutos después de tenerla, fue imposible no notar aquel color negro en su cabello.
Olivia tenía mucho cabello para tener un año apenas. La mayor parte me recordaba al de su padre aunque su forma era ondulada, parecido al mío. Sus ojos me miraron por primera vez cuando parecía descifrar quien era yo. Tenía un tono azul celeste. Era hermoso y hasta ahora seguía pareciéndome interesante. Mi padre había estado conmigo ayudándome en lo que necesitara, en un principio no estuvo tan contento de la noticia pero terminó aceptándolo.
Selene también me había ayudado, fue la que adivinó sobre el embarazo. Esos antojos que tenía en los entrenamientos, los cambios de humores, los mareos que tenía en las misiones...
— ¿Crees que reaccione bien?—mi padre volvió a sacarme de mis pensamientos.
—Estará sorprendido y quizás algo molesto de que nadie le avisó sobre esto—suspiré mirando a la niña—Pero es obvio que ni yo misma lo esperaba.
Desde el momento que supe del embarazo temía por todo. Sí, me había vuelto muy paranoica e incluso ahora que Olivia había nacido seguía siéndolo. En ningún momento la descuidaba o dejaba sola. No había vuelto a ver a Ezra pero una parte de mí quería preguntarle como supo que volveríamos a ser padres.
— ¿Enserio no sabes nada sobre él?—volvió a preguntar ganando mi atención— ¿La madre de Selene no te ha dicho nada?
—He preguntado sobre las solicitudes de otras mansiones—asentí mirándolo—Su nombre no está en ninguna de ellas, tampoco el de su primo. Supongo que está ocupado y eso es bueno. En cuanto lleguemos a Vancouver le daremos la sorpresa—noté un gran silencio entre ambos— ¿Qué?
—Creí que los jóvenes de hoy en día tenían más acceso a la tecnología.
—Si se hubiera comunicado conmigo de igual forma lo rechazaría—aquella mirada se volvió una de reproche— ¿Qué podría hacer aquí? ¿Esperar conmigo a que la niña naciera?
—Sabes que el chico lo hubiera querido, es su hija, Mónica.
—Voy a irme y necesito estar tranquila—negué con la cabeza. No quería discutir con él porque me había convencido de que lo que hacía estaba bien.
Pasada la hora fue la hora de subir al avión dejando las maletas aparte. Papá me abrazó despidiéndose de su nieta, Benedikt se despidió no sólo de mí, también de su hermana y de Olivia. Al estar dentro, tomé asiento junto a la ventana, Selene estaba al lado de la niña dejándola en medio.
— ¿Ansiosa, Liv?—sonrió mi amiga como si fuera una niña más.
—Un poco.
—No debes estar nerviosa, recuerda que estamos juntas. ¿De acuerdo?—asintió tomando mi mano.
Desperté algo agitada por el sueño que había tenido. Parpadeé un par de veces estirándome en el asiento, volví a cerrar mis ojos para conseguir el sueño de nuevo pero no pude evitar escuchar a las dos chicas hablando a mi derecha.
— ¿Y...cómo te sientes con...ya sabes...?—hubo unos segundos de silencio. Selene tuvo que ser más explícita— ¿Estás ansiosa de conocer a tu padre?
—No lo sé.
— ¿Cómo que no lo sabes?
—Él no sabe sobre mí—sonreí de lado con disimulo. Era muy inteligente—Y mamá no lo ve desde hace mucho. Tal vez nos haya olvidado...
—Oh, cariño, te falta conocer mucho sobre él—susurró con dulzura—Tu padre ama con su vida a tu madre. Ambos lucharon juntos, lidiaron con sus emociones durante esos cinco años después de la muerte de tu hermano.
Olivia adoraba los cuentos, mi padre le contaba los mismos que solía contarme a mí cuando era niña. La pequeña siempre que podía pedía que le contaran la historia de cómo su padre y yo nos conocimos hasta ahora. No sabía qué era lo que más le gustaba ya que nunca supo responderme. Una parte de mí me decía que aprovechara esos momentos porque cuando ella creciera el mundo comenzaría a reclamarla para que dejara de lado a su familia y se enfrentara a todo por sí sola.
Había visitado el cementerio cuando tenía unos cinco meses de embarazo, en un principio quise llevarme a Olivia pero luego consideraba que era muy pequeña para entrar a un lugar así. Vería a su hermano pero no ahora.
—Sigo estando nerviosa.
—Eso es emoción por conocerlo—corrigió Selene—Ya verás que todo saldrá bien. Créeme.
Vancouver era muy húmedo pero era una hermosa ciudad al menos lo que alcanzaba ver. Las luces estaban encendidas iluminando las calles, el frío era un poco más intenso que el de Chicago. Esta vez compartí el sentimiento de mi hija. También estaba nerviosa. Selene detuvo un taxi, el hombre subió nuestras cosas atrás. Mientras el auto estaba en marcha, noté que estaba concentrada en su celular.
— ¿Qué estás viendo?—pregunté con Olivia en mis piernas mirando por la ventana.
—Aquí dice que Vancouver es una ciudad muy segura—siguió con la vista en el móvil—La tasa de criminalidad es muy baja.
—Venimos por unas vacaciones.
—Vale, lo sé, sólo estoy colocándome al día—se encogió de hombros.
La habitación del hotel constaba de dos camas con las cosas esenciales para un huésped. Las paredes eran blancas al igual que el suelo. El balcón de la ventana daba vista a la calle donde pocos autos circulaban.
—Hace mucho frío—miré a Olivia junto a mí. La cargué con la brisa de la noche rodeándonos, la cubrí con mi chaqueta manteniéndola aferrada a mi pecho a lo que ella rió. Pellizqué su nariz delgada provocando un sonrojo en sus mejillas— ¿Cuándo lo veremos?
—Creí que estabas nerviosa—fruncí el ceño. Volvió a sonrojarse—No lo sé. Esta ciudad parece ser muy grande pero no te preocupes. Selene y yo nos encargaremos de eso.
— ¿Mamá?
— ¿Mmm?—miré sus ojos acomodando algunos mechones de su cabello.
— ¿Papá vivirá con nosotros?
—No lo creo.
— ¿Por qué?
—Quizás deberías preguntárselo a él cuando lo veas.
Después de la primera noche y un buen desayuno para tomar fuerzas. Selene quería caminar un rato para conocer la ciudad, los rayos del sol eran débiles, las nubes se habían tornado algo grises. Miré algunos niños que caminaban acompañados de sus padres disfrazados. Gracias a eso, Liv quería un disfraz también que Selene encantadamente decidió comprar. Si alguna vez la chica llegara a tener un hijo sería el más malcriado de todos.
—Esto es innecesario.
—Claro que es necesario—insistió Selene colocándole el sombrero puntiagudo a la niña—Listo.
Olivia se giró sonriéndome emocionada. No pude evitar sonreír con dulzura ante el disfraz de bruja que llevaba puesto. Era una bruja adorable.
— ¿Te gusta mami?
—Es hermoso, princesa—tomé el móvil decidiendo tomarle una foto. Cuando pretendía hacerlo noté la mirada de dos chicas que terminaban de pagar en la caja. No era una mirada amenazante ni de felicidad, era una mirada que parecía decir "Te conozco, te he visto antes".
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