26. Suerte
Capítulo 26
Suerte
Desperté con un suspiro encontrando a Selene sentada frente a mí mientras revisaba su celular. Algo confusa miré alrededor encontrando las cortinas como paredes. Regrese la vista a mi amiga, alzó el rostro sonriendo al verme despierta, antes de poder decir algo abrió su boca.
—Dominic lo llevó a casa, hace unos pocos minutos se fueron.
— ¿Por qué no me despertaste? ¿Puede salir de enfermería?
—Dijo que debías descansar, le prometí que te acompañaría al apartamento—contestó levantándose mientras guardaba el celular en el bolsillo del pantalón—Ambos estuvieron durmiendo un día entero en la enfermería.
Mis mejillas ardieron un poco y ella rió negando con la cabeza.
—Estaba...
—Muy cansada, lo sé, no debes disculparte—se acercó— ¿Lista para ir a casa?
Me incorporé lentamente sintiendo menos dolor en el cuerpo, estaba segura que me recuperaría en segundos cuando durmiera en mi cama. Recogí mi chaqueta saliendo con Selene, mantuve la mirada en el suelo en todo el camino. Al llegar al apartamento fui al baño deshaciéndome de mi ropa, había escuchado a Selene decir que pediría pizza para cenar.
El agua se deslizaba por mi cuerpo limpiando cada zona y aliviando el dolor que quedaba de los moretones en mi espalda. Estuve bajo la ducha un largo rato, tenía los ojos cerrados disfrutando esa sensación. Cuando estuve completamente limpia, tomé la toalla saliendo a la habitación. Miré el celular sobre la cama, fui hasta el tomándolo. Escribí un mensaje a su número queriendo saber cómo seguía.
Saqué algo de ropa cómoda del armario vistiéndome en segundos. Desenredé mi cabello dejando que cayera mojado aún por mis hombros. Aquella noche después de tanto sentí que realmente estaba en paz. Con Selene riendo por las tonterías que decíamos podía jurar que volvíamos a la normalidad por un tiempo.
2 meses después
Corría un poco por el parque disfrutando el aire fresco y el sonido de los pájaros cantando uno detrás del otro. Llevaba los audífonos puestos con la música en un volumen aceptable para mis oídos. Miré a unos niños jugando con la pelota, personas haciendo ejercicios, mujeres sentadas en círculo haciendo Yoga, parejas que demostraban su afecto en público. Algunos coches con un bebé dentro. Todo estaba extremadamente tranquilo.
Las misiones volvieron a su normalidad, seguía trabajando aunque con menos presión que antes. Algunos cazadores ya no me veían como la chica que perdió todo pero sigue luchando. Sentía que tenían el mismo respeto y cariño que le tenían a mi madre.
Un chico alto pasó junto a mí corriendo al mismo ritmo pero al tener piernas largas avanzaba más rápido. Llevaba un pantalón de algodón negro, camisa sin mangas oscura dejando ver sus brazos fuertes. Llevaba el cabello despeinado, noté algunas gotas de sudor por su nuca. Sonreí de lado alcanzándolo.
Lo miré de reojo pero volvió a pasarme acelerando el paso, hice lo mismo colocando el doble de esfuerzo. No era tan alta como él, debía esforzarme más. El trote suave de hace segundos se había convertido en una carrera veloz, mi corazón latía rápidamente, mi cabeza palpitaba mientras el respirar hacía arder mis pulmones. Me detuve cuando no pude más, me doblé un poco hacia adelante apoyando mis manos en las rodillas. El pecho me dolía y las náuseas habían aparecido. Tuve que cerrar los ojos luchando con la respiración.
—Oye, ¿Estás bien?—lo escuché decir con preocupación pero su voz me parecía lejana. Como si estuviera a gran distancia de mí— ¿Mónica?
—Shh—lo callé manteniéndome en la misma posición.
—No debiste retarme. Es obvio que no eres tan rápida como yo.
—Te...odio—me incorporé enfrentándolo. Rió divertido dando un corto beso a mis labios.
— ¿Tienes agua?
—No—aclaré mi garganta. Su respiración era algo agitada pero no tanto como la mía, tardaría unos minutos en recuperarme—Sigo sin poder respirar.
—Será mejor que tomes asiento—me llevó hacia el banco cercano que teníamos—Iré a traer algo de agua, espera aquí—asentí mirándolo alejarse. Quité mis audífonos tosiendo un poco. Respiré profundo un par de veces para relajar mi corazón, al parecer funcionó ya que respiraba más calmado.
— ¿Estás mejor ahora?—alguien me ofreció una botella con agua. Junto a mí estaba sentado...
— ¿Ezra?—me sorprendí.
—Será mejor que bebas un poco—insistió—Los humanos deben hidratarse bien.
— ¿Qué haces aquí?
El cielo estaba nublado aunque era extraño ver a un vampiro de día. Después de beber un trago le devolví la botella pero insistió en que me la quedara. Recogí mi cabello en una coleta alta sintiéndome algo mejor.
—Me pareció un buen día para salir al parque—sonrió divertido—Me alegra que los dos hayan regresado—esperé a que continuara—He querido hablar contigo pero siempre estás acompañada.
— ¿Hablar conmigo? ¿Sucedió algo?—no pude evitar preocuparme pensando lo peor.
—Todo está bien—aseguró mirando los árboles moverse. Una pareja pasó trotando en ese momento—Demian mejoró muy bien, ¿Cierto?
—Sí—contesté extrañada.
—Sé que mi hermano detuvo su corazón y casi lo pierdes pero hice lo que pude para traerlo de vuelta—mis ojos se abrieron como platos. Su mirada oscura se fijó en mí—Hice que volviera a latir.
—Dijiste que no tenías...
—No lo tenía—admitió—Pero creo que todo eso pasó a mí cuando Santos murió.
— ¿Puedes hacer todo lo que él podía hacer?—asintió mirándome.
—No te preocupes, no voy a torturarlos—sonreí con algo de incomodidad—Creí que Demian regresaría a Canadá.
—Está pensándolo—bebí otro poco de la botella—En este momento tanto él como Dominic están aceptando algunas misiones pequeñas de la mansión.
— ¿Te irás con él si se va?
—No lo creo.
— ¿Sigues pensando en Millan?—escondió sus manos en los bolsillos de su chaqueta.
—Siempre pensaré en él, fue mi primer hijo—contesté sonriendo un poco. Las pesadillas y los sueños habían desaparecido por completo—Realmente no es eso. Me gusta estar en Chicago, no estoy lista para irme, además, mi padre no estaría de acuerdo con eso.
— ¿Odia a Demian?
—Desconfía en un poco, trabajamos en eso—sonrió divertido.
—Estoy seguro de que les irá mejor esta vez—se levantó—Dame tu celular.
— ¿Vas a copiarlo?
—Claro que no, vamos—extendió su mano. Desconecté los audífonos colocándolo en su mano. A los segundos volvió a dármelo—Si alguna vez necesitas ayuda sólo avísame.
—Gracias, Ezra—agradecí mirándolo—Por todo lo que hiciste, casi muero cuando vi a Demian...
—No agradezcas. No fue nada—miró alrededor—Será mejor que me vaya.
— ¿Todo bien con tu nueva vida?
—Sin problema. Espero verte, luego—retrocedió—Les deseo suerte a los tres.
Antes de poder despedirme fruncí el ceño. ¿A los tres? Demian apareció con una botella de agua en sus manos. Al verme tan calmada y con otra botella en mis manos tuve que explicarle lo que había pasado en su ausencia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro