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25. Misión cumplida

Capítulo 25

Misión cumplida

Dominic estaba tan angustiado como yo pero podía controlarse, caminaba de un lado a otro esperando que alguien viniera a decirme algo. Hace pocos minutos había llegado, Selene quería detalles sobre lo que pasó pero mi cabeza no podía concentrarse en una sola cosa. Todos estaban atentos de lo que pasaba. Cuando una de las enfermeras vino supuse lo que iba a decir, su rostro lo mostraba, una presión en el pecho comenzó a crecer hasta prohibirme el respirar.

Todo fue como en cámara lenta, no escuchaba nada. Las reacciones de todos eran de sorpresa, lamento, tristeza, incluso Carol se mostraba realmente afectada por la noticia. Mis manos estaban heladas, unas lágrimas silenciosas se deslizaron por mis mejillas. La mano cálida de la señora Jones en mi brazo atrajo mi atención.

— ¿Quieres verlo?—pude leerle los labios ya que no escuchaba las voces. Miré a Dominic quien contenía las lágrimas, asintió permitiéndome ir primero.

Mis piernas se movieron con lentitud, tomando su tiempo. Pasando las cortinas estaba una cama con un cuerpo inconsciente, sí, inconsciente. No podía pensar que...

Con mi mano temblando intenté acomodar su cabello despeinado. Sus párpados estaban cerrados, el nudo en mi garganta pareció ir subiendo ya que el llanto apareció dejando salir todo lo que tenía dentro. Cubrí mi boca con mi mano sollozando, negué con la cabeza repetidas veces. Santos había usado por mucho tiempo su poder en él. Había detenido su corazón, lo había logrado.

El sueño de la muerte de Demian se hizo real. Aquí lo tenía frente a mí, inmóvil, sin arrogancia, sin idioteces, sin poder ver sus ojos azules una última vez. Mis piernas temblaron, me sostuve de la cama respirando con dificultad. Lo había perdido, en un instante lo había perdido. Quería gritar, romper todo, quemar todo mientras la imagen en mi cabeza se repetía una y otra vez. Podía verme en el cementerio no sólo visitando a Millan, también visitando a Demian.

—Lo siento—intenté limpiar las lágrimas pero era imposible—Debí quedarme, no debí salir...—tomé su mano que se mantenía caliente. La acaricié con cuidado—Debí despertarte, debí decirte lo que escuchaba, debí advertirte, debí hacer todo diferente, lo sien...—tragué con dificultad sintiendo el nudo en la garganta aún—Te amo, Ian—sonreí de lado mirándolo— ¿Recuerdas la primera vez que te llamé así? Dijiste que era muy corto para tu gusto—acaricié su mejilla con mi mano libre—Todas las veces que dije que te odié eran mentira, no puedo odiarte aunque lo quisiera y aunque debiera—negué con la cabeza—Te amo, Demian. Desde la primera vez que te vi lo hice. Te amaba siendo idiota o no. Dominic está muy triste...—sollocé sin poder seguir. Deposité un pequeño beso en su frente y luego a sus labios sin soltar su mano.

Estuve así por unos minutos que me parecieron horas. Cuando me disponía a irme sentí un suave apretón en mi mano. Con las lágrimas aún intactas, fruncí el ceño mirando ese gesto. Tal vez era un impulso del cuerpo. Intenté soltarlo pero el apretón volvió a repetirse.

— ¿Qué...?

El pecho de Demian se movía lentamente como si estuviera respirando. No quería ilusionarme, era imposible, la enfermera había dicho que él...

— ¿Ian?—apretó mi mano más fuerte entreabriendo sus ojos—Oh, Dios mío—susurré acercándome de nuevo— ¿Ian, me escuchas?—acaricié su mejilla. Aquel color azul se posó en mí. Sonreí de alivio sintiendo un gran peso menos sobre mis hombros—Estás vivo, estás vivo.

—Moni...

—Sí, estoy aquí. Me diste un gran susto—esta vez las lágrimas de felicidad corrieron por mis mejillas. Levantó su mano algo confuso por mi reacción, la sostuve allí estando ansiosa por contarle a los demás.

— ¿Por qué lloras? ¿Dónde estamos?

—Estuviste muerto, tu corazón no latía, ¿Cómo quieres que me encuentre si te vi morir?

— ¿Cómo que me viste morir?

Reí negando con la cabeza besando sus labios con dulzura y pasión. Tomó mi rostro entre sus manos impidiendo que me alejara. Las estúpidas lágrimas no dejaban de salir. Demian estaba aquí, estaba respirando y no sé cómo era posible pero lo tenía conmigo. El dolor en mi cuerpo había desaparecido aunque las heridas de ambos estaban intactas. Me separé un poco mirando sus ojos azules.

—Creí que me dejarías sola—susurré.

—No sería capaz de hacerlo de nuevo—secó las lágrimas—Extrañaba escuchar ese Ian.

Sonreí divertida besando sus mejillas.

—Te amo.

—Y yo a ti, desde la primera vez que te vi—volvió a besarme.


Lilian Jones estaba sentada frente a mí, el escritorio se encontraba en medio de ambas. No había tenido mucho descanso desde que llegué a la mansión, ni siquiera había dejado que me revisaran en la enfermería. Después de unos momentos de alivio y emoción por saber que Demian seguía vivo, la madre de Selene necesitaba hablar conmigo. Dominic cuidaría bien a su primo por unos minutos.

— ¿Por qué un vampiro te ayudaría? He estado toda mi vida en este trabajo y nunca había escuchado algo parecido—negó con la cabeza.

— ¿Quizás porque es complicado para ellos no dejarse llevar por la sed?—noté una mirada incrédula de su parte—Sabe que tiene que creerme, Demian también le dirá lo mismo cuando hable con usted.

— ¿Cómo dices que se llama ese chico?

—Ezra, Ezra King—suspiré sintiendo la presión en mi espalda y parte de mis costillas. El golpe contra la pared no había sido nada bonito, mi cuerpo comenzaba a reclamar a gritos. Parte de mi rostro estaba hinchado, realmente debería ir a enfermería al salir de aquí—Sabía que su hermano había perdido la cabeza incluso antes de que asesinara a su hija.

— ¿Estás segura de que Santos está muerto?

—Yo misma lo vi.

Respiró profundo sin apartar sus ojos de mí. Miré las cicatrices que tenía de su vida como cazadora, todos poseían algo que les recordaban las ocasiones en que arriesgaban su vida. En mi caso, siempre me había llamado la atención las cicatrices de Demian, solía pasar horas acariciando sus brazos y él sonreía como tonto mirándome.

—Debería reprocharte por hacer un tonto plan con un vampiro pero...—se encogió de hombros—Debo admitir que hiciste un buen trabajo.

—No fue sencillo, ambos salimos heridos y Demian casi muerto...

— ¿Tienes alguna explicación para lo que pasó? El chico no respiraba cuando lo trajiste—señaló. Negué con la cabeza sin pensarlo en realidad. Sólo quería quedarme con Demian hasta que se recuperara, largarme a casa después y dormir por horas sin saber sobre nada. Estaba agotada, hambrienta, además de que necesitaba una ducha y un cambio de ropa—Supongo que las cosas entre ustedes ya no es tan secreta.

Rodeé los ojos sabiendo por donde venía.

—Es complicado.

—Siempre lo es, Mónica.

—Lo importante es que estamos bien, ¿De acuerdo?—me incorporé con lentitud sintiendo puntadas por las costillas—Debí haber dicho algo sobre ese sótano...

—Sí, debiste hacerlo pero estoy segura de que los demás estarán más enfocados en el hecho de que Santos es una preocupación menos—sonrió un poco—Ve a la enfermería, estás terrible—me giré caminando hacia la puerta. Giré el pomo cerrando detrás de mí. Una Selene preocupada no tardó en aparecer, me abrazó con fuerza haciéndome jadear de dolor.

—Perdón, perdón—se apresuró a soltarme— ¿Sabes que estás en graves problemas, jovencita? ¿Qué pasó con lo de confiar en la otra?

—Fue un sueño, no creí que realmente pasaría—caminé con ella hacia las escaleras.

— ¿Un sueño? ¿Habías soñado con ese lugar?—asentí abrazando mi abdomen con uno de mis brazos. Si caía en una cama estaría rendida por horas o quizás por un día entero— ¿Estás seguro de que todas esas pesadillas que tenías no eran pistas?

— ¿Sobre qué?—bajé poco a poco los escalones con su ayuda.

—Algunas veces es la realidad presentada de otra forma.

La miré sin entender. Benedikt se acercó a nosotras cuando entramos a enfermería, el chico me abrazó y tuvo que alejarse por mis quejidos. Una de las enfermeras que había atendido a Demian no dudó en llevarme detrás de las cortinas de una cama disponible. Tomé asiento en ella permitiendo que revisara lo que fuera necesario.


Las imágenes pasaban con rapidez y sin ningún sentido. Eran parte de mis recuerdos o de los mismos sueños que había tenido. No había dolor en mi cuerpo, pero podía escuchar la voz de Selene de fondo preguntándome sobre la razón de las pesadillas. Frente a mí apareció un espejo largo y no muy ancho, en él estaba mi reflejo. La hinchazón de mi rostro había bajado bastante pero tenía un moretón en la mejilla todavía.

Miré alrededor encontrando oscuridad. En el espejo ya no estaba mi reflejo, estaba el de un niño. Odiaba que fuera un sueño.

—Buen trabajo, mamá—sonrió estando un poco más alto. Quizás tendría cinco o seis años. Podía ver más rasgos de Demian que míos—Protegiste a papá.

—Y tú me protegiste a mí—susurré agachándome— ¿Puedo abrazarte, cariño?

—Estoy aquí—miré a mi lado teniéndolo cerca. Lo rodeé con mis brazos aferrándolo a mí, quedé de rodillas sin soltarlo. Besé su mejilla un par de veces sintiéndome tranquila y no triste como usualmente sucedía—Todo estará bien.

—Siempre fuiste tú—susurré sin soltarlo—Querías que lo hiciera, estabas mostrándome lo que podía pasar, acertaste en tantas cosas, Millan—respiré profundo acariciando su pequeña espalda—Lamento todo lo que hice mal, lamento no...

—Hiciste lo que debías hacer, mamá—se alejó mirándome con aquellos ojos azules brillantes—Tú hiciste la mayor parte.

—Claro que no, me advertiste sobre Santos. Sobre lo que podía hacer, esa primera pesadilla de Demian apareciendo como él...—acaricié sus pequeñas manos—Todo fue cierto.

—Y seguiste buscando—lo miré—Pudiste haberte quedado de brazos cruzados, ignorar lo que sucedía pero sabías que no podías hacerlo. Necesitabas respuestas, fuiste fuerte, mamá.

Sonreí de lado encontrando sentido a sus palabras. Pude haber ignorado lo que decía, es decir, hubiera creído que eran producto de mi imaginación, algo que no tenía importancia pero incluso antes de aceptar la misión sentía que estaba incompleta. Sabía que debía hacer lo que fuera para encontrar al vampiro que le hizo eso a Millan. No me detuve. Ni siquiera en estos cinco años. Yo sola insistía en soñar lo que no debía.

Nunca fue él, fui yo quien provocó todo.

Desperté con una figura frente a mí, entreabrí mis ojos con pesadez encontrando algo oscuro y algo azul. Acarició mi mejilla besando mi frente, recosté mi cabeza sobre su pecho volviendo a quedar dormida sin poder evitarlo.

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