24. Nuestro mayor error
Capítulo 24
Nuestro mayor error
Mi corazón latía con fuerza. Podía sentirlo a punto de salirse de mi pecho. El nudo en mi garganta me impedía tragar la saliva, mis ojos iban de Santos a Demian y de Demian a Santos. ¿Los demás sospecharían de algo? Quizás no, nadie sabe que estamos aquí. Intentaba no echarme la culpa, no era el momento, debía preocuparme por Demian, si él llegara a...
¡No! ¡No lo pienses, Mónica!
El golpe me regresó a la realidad. Me removí incómoda en la silla, deseaba soltar mis muñecas, correr al bolso y clavarle la estaca pero con sus poderes sería difícil. Santos estaba jugando sucio, lastimaría a Demian de la forma más humana posible. Había dicho que dejaría de lado sus poderes algo que me costó creer pero ahora que lo había golpeado, Demian escupió un poco de sangre al suelo.
El chico quería matarlo, se notaba en su mirada, podía saber las ganas que tenía de abalanzarse sobre él pero las cadenas le impedían moverse. Contuve el aliento estando más tensa que nunca, no pude mantenerme callada.
— ¡Detente!—casi grité. Demian podía resistir muchos golpes pero la fuerza de un vampiro era distinta. Ambos seguíamos siendo humanos, una parte de nosotros era débil incluso siendo cazadores—Déjalo respirar, por favor, sólo míralo.
—Está bien, no exageres—rodeó sus ojos. Su rostro tenía moretones y podía jurar que en sus costillas también los tenía. Su nariz sangraba, una de las mejillas estaba hinchada mientras que a cada segundo escupía sangre—Eres fuerte, ¿No Siblez? Al menos eso solías decir siempre.
—Vete al infierno—le escupió en el rostro. Quise reprocharle por eso pero se lo merecía.
—Deberías saber que ya estoy en el—sonrió divertido limpiando la sangre con uno de sus dedos antes de llevarlo a su boca—Mmm, no está tan mal. ¿Qué tanto servirías como vampiro?
— ¡No! ¡Santos, no!—me apresuré a decir temerosa de que eso pudiera pasar.
— ¿Por qué no?—se encogió de hombros soltando las cadenas—Estoy buscando opciones, querida. Quizás pueda salvarle la vida a tu querido cazador.
—Convirtiéndolo en uno de ustedes no funcionará—miré a Demian quien se tambaleó un poco. Mareado por los golpes no dudó en intentar agarrar a Santos pero éste lo tomó del cuello levantándolo del suelo. Me removí inquieta luchando por liberar mis manos— ¡Espera! Por favor, no lo hagas, escúchame.
—Eres fuerte, ágil, rápido...
—Y de todas formas acabaré contigo—amenazó con la voz más ronca de lo normal.
— ¡Demian, cállate!—alcé la voz. Intentaba salvarle la vida y no estaba ayudando.
Santos lo soltó y éste comenzó a toser recuperando el aliento. En ese momento noté que Ezra bajaba, había olvidado mi plan con él. Se había equivocado en algo, Demian si estaba resultando herido.
— ¿Qué sucede aquí?—actuó muy bien.
—Llegas en el momento justo, hermano—sonrió Santos como niño pequeño.
— ¿Hermano?—noté la sorpresa de Demian. La preocupación pasó por su rostro mientras intentaba llegar a mí pero Ezra lo detuvo tomándolo del brazo, el chico intentó golpearlo pero éste lo esquivó pasando su brazo alrededor de su cuello. No iba a hacerle daño, ¿Cierto?
— ¿De nuevo planeando cosas sin consultármelo?—Ezra levantó una de sus cejas.
—Ya conoces a Mónica y Demian—señaló con voz tranquila—Si vas a ayudar puedes quedarte.
— ¿La famosa pareja de cazadores?
Definitivamente era un buen actor.
—Perfecto, ahora son dos chupasangres maniáticos—bufó Demian—Son una gran familia.
Noté la mirada que Santos me dirigía. Era extraña e intensa. ¿Qué sucedía?
— ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a convertirlo?—señaló su hermano sin soltarlo. Aquella mirada oscura y maliciosa parecía notar algo más. Mantuve el contacto visual por unos minutos—Vamos, Santos, no tenemos toda la noche. ¿Sabes?
—Muérdelo.
— ¡No!—miré a Ezra—No lo hagas.
— ¿Lo quieres con nosotros?
—Sólo muérdelo—ordenó.
— ¡No! ¡No lo hagas! Por favor—sus ojos hicieron contacto con los míos—Déjalo ir.
—No tenemos toda la noche—repitió el vampiro irritante que insistía— ¿Quieres que lo haga yo? Sabes que soy pésimo para detenerme—los ojos azules de Demian demostraban lo nervioso que estaba. Estaba en una situación muy jodida. Las manos de Santos desatando mis muñecas me sorprendieron. Liberó mis tobillos dejándome confusa, antes de poder moverme o decir algo tomó mi rostro con fuerza.
— ¡Mónica!
—Buen intento al engañarme—susurró. El grito desgarrador de Demian me hizo mirarlo caer al suelo, llevaba su mano al pecho, justo en el corazón.
— ¡Prometiste no usar los poderes!
Ezra se abalanzó sobre él comenzando una pequeña escena de lucha. Fui hasta el chico que se retorcía en el suelo sin dejar de gritar. No sabía que le estaba haciendo pero era obvio que estaba torturándolo. No supe que hacer. Miré a los hermanos luchar entre sí, ¿Por qué no usaba sus poderes en su hermano también? ¡El bolso!
— ¡No!—la mano de Demian me detuvo.
—Intenta resistir, por favor—pedí—Me encargaré de él.
—Mónica...
—Confía en mí—fui hasta el bolso abriéndolo sin perder el tiempo. Tomé la estaca de madera por unos segundos, algo me jaló empujándome contra la pared haciéndome sentir un inmenso dolor en toda la espalda. Santos se dirigía hacia mí, Demian había dejado de gritar pero seguía moviéndose. Ezra no podía moverse mientras intentaba llamar la atención de su hermano.
— ¿Enserio creíste que iba a caer en esa trampa?—intenté incorporarme pero volví a caer al suelo con un golpe que me dejó aturdida. Todo me dio vueltas, el rostro borroso de Santos estaba sobre mí— ¿Hacer que mi hermano quiera asesinarme? ¿Enserio Mónica?
—Esto no es sólo por vengarte—tosí un poco sintiendo el lado derecho de mi rostro adormilado. El sabor de algo salado y casi metálico estaba en mi boca. Era mi sangre—No podrás traerla de regreso.
—Pero estaré mejor cuando todos dejen de convertir mi vida en una porquería...
—Tú mismo decidiste convertirla—lo corregí—Odias lo que eres y tienes motivos. No escogiste esto, perdiste a tu esposa por culpa de ellos, te convertiste en lo mismo que eran, sangrientos, malvados y sedientos por la sangre humana—algo me decía que estaba acertando con las palabras. Santos me miraba sin ninguna expresión—Tu hermano intentó detenerte, quería lo mejor para Alice...
—No juegues con mis pensamientos.
—No lo estoy haciendo—susurré— ¿No crees que si le hubieras mostrado un camino diferente a ella probablemente seguiría aquí?
— ¿Ahora es mi culpa de que tú la asesinaras?—tomó mi cuello gruñendo. Pude notar la punta de sus colmillos.
—No pero sabes a lo que me refiero—me mantuve quieta. Sin alterarme—Alice pudo ser mejor, pudo tener un final distinto pero sólo quiso imitarte. Quiso ser como su padre. Algunas veces los hijos imitan lo que ven en casa—dejó de aplicar fuerza en su mano—Millan pudo terminar de una forma diferente, pude retirarme de la mansión cuando él nació pero no fue así. No lo hice porque pensé en mí y creo que eso te sucedió, Santos—se alejó un poco. Seguía en el suelo con él casi sobre mí—No pensaste en ella, pensaste en lo que tú querías.
Hubo unos minutos de silencio. Había acertado en todo. Incluso yo misma había admitido algo con lo que venía lidiando. De una u otra forma ambos habíamos fallado como padres.
Algo atravesó su corazón, su cuerpo se incendió de inmediato. Ezra había insertado la estaca donde debía, había distraído a su hermano para darle tiempo de actuar. Su mano derecha tenía una quemadura por haber tocado la estaca. Me ayudó a levantarme alejándome de las llamas.
—Demian—susurré recordando su presencia— ¡Demian!—fui hasta él consiguiéndolo inmóvil. Sus ojos estaban cerrados, estaba muy tranquilo— ¿Demian?—acerqué mi oído a su corazón sin escuchar nada— ¡No está respirando! ¡Ezra, no está respirando!—mis manos comenzaron a temblar. Tomé su pulso de nuevo—No, no, ¿Ian? Ian despierta—di unas palmaditas a su rostro. Las lágrimas vinieron con la desesperación.
—Tranquila, tranquila.
— ¡No está respirando! ¿Cómo estaré tranquila?
—Llama a tus amigos, llévalo a la mansión lo más pronto posible—lo miré—Se fuerte, Mónica.
"Se fuerte, mami"
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