23. Momentos
Capítulo 23
Momentos
Había vuelto a quedarme dormida. El sótano lucía más oscuro que antes a excepción del bombillo que inútilmente iluminaba con pocas fuerzas. Mi espalda dolía un poco al pasar tanto tiempo sentada, mi estómago rugió un poco. Llevaba un día entero sin comer algo. Pensé en Demian, en nuestra última noche juntos. Sí, era un idiota, un imbécil, un engreído cuando se lo proponía pero lo quería, lo amaba.
"Y nunca lo dejaste de hacer, Mónica"
Cerré mis ojos recordando la primera vez que me besó.
Selene estaba en el piso de arriba revisando con otro cazador. Demian se había quedado conmigo en la planta baja, todo estaba en silencio. Era de noche, no sabía la hora pero debíamos movernos rápido. Aquella casa era la típica que cualquier familia podía tomar para pasar las vacaciones entre la naturaleza, los árboles abrazaban el techo como si intentaran protegerla de algo.
Nos habían advertido de tres vampiros jóvenes que habían causado alboroto desde hace una semana.
— ¿Crees que cocinen mucho?—miré a Demian quien miraba las ollas.
—Parecen viejas—las toqué consiguiendo polvo—Y sucias.
—No son buenos cocineros—lo miré incrédula y él sonrió de lado.
—Eres malo haciendo chistes.
—Pero te gusta que lo sea—aquello me hizo sonrojar de inmediato. Quería recuperar el equilibrio con el arco y la flecha pero mis manos temblaron un poco. Hace unos dos meses que nos habíamos conocido. El chico me parecía un total idiota pero no podía negar que era atractivo. Sus ojos azules podían ser intimidantes cuando se lo proponía y su voz ronca al molestarse aceleraba mi corazón. Sacudí mi cabeza despejando mi mente. Debía concentrarme en la misión.
Un estruendo se escucho en el piso de arriba cuando nos dirigíamos a la cocina. Cuando me proponía a subir las escaleras para asegurarme de que Selene estuviera bien, la ventana se rompió en mil pedazos gracias al vampiro que se abalanzó directo a Demian. Había caído sobre su espalda teniéndolo totalmente vulnerable.
Sin pensarlo dos veces disparé una flecha en su espalda que fue estúpido de mi parte. Debía ser al corazón. Escuché un gruñido de Demian intentando quitárselo de encima, su arco había caído a pocos metros de él. Otra de las ventanas se hizo añicos pero esta vez no fallé, al dispararle al nuevo vampiro se convirtió en cenizas en segundos. Bien. Quedaban dos criaturas. Una estaba luchando con Demian mientras la otra permanecía arriba con los chicos.
— ¡Mónica!—miré el forcejeo entre ambos. El temor de que aquel vampiro pudiera morderlo me impedía concentrarme en el tiro.
— ¡No puedo disparar!—chillé desesperada. Sus ojos azules me reprocharon por eso. Sabía lo que pensaba y lo que quería decir con esa mirada. "¿Enserio?" Tensé la cuerda del arco con la flecha buscando el punto exacto. Ninguna herida en los brazos, piernas, hombros o torso lo detendría. Debía ser en el corazón.
El golpe en el rostro que le había dado Demian al vampiro le dio segundos para poder girarse y quedar boca arriba. Necesitaba otra posición. ¡Maldita sea! ¿Por qué era difícil? Me acerqué hacia ellos soltando la flecha que cayó al suelo. Me posicioné detrás del vampiro alejándolo de Demian pasando el arco por su cabeza, tuve que ejercer presión y fuerza. Ahora era él quien debía dispararle mientras lo sostenía. Tomó el arco junto a la flecha que había dejado caer. De rodillas disparó al corazón de la criatura que se desvaneció en segundos. Ambos respiramos agitados aunque mis brazos dolían estando tensos.
— ¿Era difícil hacerlo?—lo fulminé con la mirada— ¿No dijiste que eras buena con el arco?
—Acabo de salvar tu vida—mi corazón latía como loco. Recogí las flechas guardándolas en el carcaj de mi espalda.
— ¿Quieres que te de las gracias?
—Mejor cállate—bufé.
Se incorporó dirigiéndose hacia mí. Tomó mi rostro con su mano libre estampando sus labios contra los míos, intenté alejarlo haciendo intentos inútiles de empujarlo pero estuve perdida cuando soltó el arco acercándome más a él. Tuvo que agacharse un poco para besarme mejor, maldita estatura. A mis 14 años no tenía ni en mente besarme con alguien. ¡No había tenido mi primer beso! Cuando eres cazadora y pasas la noche asesinando criaturas sedientas de sangre no piensas en eso.
Sonreí divertida por mis pensamientos sintiéndome a gusto con sus labios suaves. Necesitaba respirar pero no quería alejarme, mi mano que permanecía en su pecho subió a su cuello dirigiéndose a su cabello negro. Jadeé en busca de aire.
—No puedo respirar—susurré.
Con una pequeña sonrisa retrocedió sin soltarme. Sus ojos poseían un brillo que nunca antes había visto.
—Gracias por salvarme.
— ¿Era necesario besarme?
— Sí y cada vez que me salves lo haré.
La puerta del sótano me hizo volver a la realidad. Escuché los pasos de unas botas, creí que sería Santos pero en su lugar un chico algo fuerte, piel no muy oscura, ojos negros y cabello algo rubio apareció. ¿Quién demonios era ese? ¿Otro hermano de él? Sin siquiera mirarme se acercó a la pared que contenía las cadenas.
"¡Mierda!"
En esa pared había un cuerpo atado. Mi corazón se aceleró mientras mis ojos se abrían a más no poder. ¿Cómo no pude verlo allí antes? ¿Cómo pude distraerme tanto con los recuerdos? Demian estaba atado e inconsciente. Las cadenas lo mantenían sujeto a la pared de piedra. Respiraba, podía ver su pecho moverse, bien, estaba bien. No sangraba.
El chico dio unas palmaditas a su rostro pero a los minutos golpeó con fuerza su mejilla. Demian despertó quejándose por el dolor. No podía hablar con el pañuelo en su boca. Sus ojos azules inspeccionaron el lugar encontrándome en segundos. Pude jurar que dijo mi nombre pero entonces cayó en cuenta de donde se encontraba.
Negué con la cabeza queriendo que se quedara quieto pero conociéndolo no lo haría. El chico con una sonrisa liberó su boca.
— ¿Qué demonios haces? ¿Mónica, estás bien?—asentí removiendo mis muñecas detrás de mi espalda.
—Ya se vieron, ya se encontraron—rodeó los ojos mientras se acercaba a mí liberando mi boca también. Sus ojos negros me parecieron tenebrosos ahora—Quiero escucharte mientras comienza el show.
Me había equivocado. Aquella persona si era Santos, el verdadero Santos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro