19. Naturaleza
Capítulo 19
Naturaleza
— ¡¿Qué es eso?!—me detuve con el chillido de Selene. Ben se rió a carcajadas— ¡Eres un idiota!—se ganó un golpe de su hermana en el brazo. Había rozado una hoja de los arbustos por su cuello haciéndole creer que era algún animal raro. Pude notar que Dom aguantaba una risita.
Habíamos invitado al chico ya que últimamente había tenido mucha presión con los exámenes de la escuela. Le haría bien respirar aire fresco, el bosque se mantenía tranquilo acompañado del silencio. Los autos los habíamos dejado hace dos horas en mitad de la nada. No podían seguir entrando por los árboles que cada vez lucían más juntos impidiendo su paso.
— ¿Cuándo fue la última vez que acampaste en medio de la naturaleza, Demian?—preguntó Benedikt. Caminé mirando el suelo, era primera vez que veía que ninguno de los chicos vestía de negro ya que era lo usual cuando nos encontrábamos. Sonreí de lado negando con la cabeza.
—Siendo honesto, no recuerdo la última vez.
—Los fines de semana solíamos hacerlo—miré a Dominic que iba delante junto a su primo. Selene había preferido quedarse a mi lado con las bromas de su hermano—Pero claro, estoy hablando de cuando éramos niños.
— ¿Y qué has sabido de tus padres?—intervino Selene con curiosidad.
—Siguen vivos si a eso te refieres—se encogió de hombros. Demian no sentía ninguna especie de cariño o amor profundo por ellos ya que nunca supieron demostrárselo. Su tío, el padre de Dom, era como un padre para él.
Me detuve observando su bolso. Lucía pesado, tenía unas franjas azules a los costados. Entrecerré mis ojos notando algo extraño, era de un tamaño considerable para esconder algo allí.
— ¿Sucede algo?—en cuanto mi amiga preguntó, los chicos se giraron mirándome.
—Sí, sólo pensaba.
Nos detuvimos al llegar a la cima de una de las montañas. Se podía ver la ciudad a lo lejos, el sol brillaba con fuerza en el cielo, lo cual era buena señal. Dominic comenzó a armar su tienda con ayuda de Benedikt que era ágil en esas cosas, Selene se había colocado unas gafas oscuras para el sol, parecía estar preparada para todo.
—Creo que será el mejor día de su vida—bromeó Demian en un susurro.
—Sobrevivirá—dejé mi bolso junto al de él— ¿Te ayudo con la tienda?
— ¿Trajiste la tuya?—asentí recogiendo mi cabello en una coleta alta—Que lástima, creí que tendría compañía.
—Muy gracioso—le di un suave empujón.
En minutos habíamos armado tanto la de él como la mía. Selene estaba frustrada al no poder hacerlo pero en medio de su enojo y desesperación no quería la ayuda de nadie. Dominic no podía evitar reírse con el espectáculo que veía, al final terminé ayudándola recordándole que debía calmarse o nada le saldría bien.
Los chicos se habían separado para buscar algo de madera para la noche. Terminaba de acomodar el saco para dormir que había traído, una pequeña brisa recorría las tiendas de vez en cuando. Selene entró a mi espacio acompañándome.
— ¿Las cosas van enserio, no es así?—fruncí el ceño sin entenderle—Demian y tú.
—No tan enserio pero intentamos disfrutarlo—bebí algo de agua de la botella que había traído.
— ¿Cada cuánto lo disfrutan?—me sonrojé y ella rió.
— ¿Qué me dices de Dominic? Estabas en su casa, Selene—sonrió con picardía. Se había recogido el cabello en un moño resaltando más su rostro—No he sido la única en disfrutarlo, ¿Cierto?
—No lo niego—se encogió de hombros—Debo aprovecharlo. ¿Qué haré cuando se vaya a Canadá?
— ¿No quiere quedarse un poco más?
— ¿Por qué se quedaría? ¿Por mí?—sonrió negando con la cabeza— ¿Qué me dices de Demian? ¿Se quedará?
—No hemos hablado de eso.
—Entiendo—asintió—Bueno, ¿Qué te parece si comemos algunos sándwiches que Ben trajo? Los chicos los devorarán en poco tiempo—salí de la tienda esperando a que hiciera lo mismo. La miré sin entender porque tardaba— ¿Podrías traer su bolso?
—Selene—reproché.
—Estoy cansada y este sol está matándome—se excusó—Siempre llueve. ¿Por qué ahora decide ser el día perfecto?
Negué con la cabeza acercándome a la tienda del chico. Estaba junto a la de Demian, abrí su bolso consiguiendo un paquete con sándwiches dentro. Volví a cerrar la cremallera pero sentí algo de curiosidad. Estaba segura de que tenía algo escondido. Me acerqué a su tienda tomando su bolso. Al abrirlo dejé el paquete de sándwiches a un lado.
—Maldito mentiroso—susurré encontrando el arco y el carcaj. Sabía que había traído las armas, pude ver las estacas también. De repente me preguntaba si Dominic también había venido armado. Al escuchar unas voces acercarse me apresuré a guardar todo como estaba. Tomé los sándwiches incorporándome de inmediato.
— ¿Iban a comer sin nosotros?—reclamó Benedikt quien traía algunos palos de madera en sus brazos al igual que los otros dos.
Selene salió en ese momento. No le quedaba de otra. Dominic se encargó de organizar la madera para la fogata, por lo menos tendríamos algo de calor en la noche.
En toda la tarde la pasamos haciendo bromas o encontrándole sentido a lo ilógico. Dominic y Benedikt parecían dos mocosos, con cualquier cosa reían, notaba las miradas no tan indirectas de Selene hacia Dom. Sonreí negando con la cabeza intentando calentar mi malvavisco en el fuego. La noche había traído consigo algunos sonidos nocturnos de los animales.
—Iré a recostarme—se levantó Benedikt bostezando un poco.
— ¿Tan temprano?—preguntó Demian frunciendo el ceño.
—No voy a dormir, sólo quiero escuchar música un rato—fue hasta su tienda encerrándose en ella.
—Yo también iré a recostarme—se levantó Selene y Dominic la siguió.
—No me digas, tú también irás a recostarte—bromeé mirándolo. Pude notarlo algo incómodo, Demian negó con la cabeza riendo un poco.
—Sólo no hagan escándalo, ¿Sí?
—Tenemos tiendas separadas—señaló Sel sonrojada. Me encogí de hombros, eso no significaba nada— ¡Mónica!
—Vamos, chicos, sabemos que están saliendo, incluso Ben lo sabe—mordí un poco de mi malvavisco tibio. Rodeó los ojos metiéndose en su tienda, Dominic hizo lo mismo. Estaba segura de que amanecerían juntos. Sonreí divertida negando con la cabeza.
Devoré el malvavisco en segundos teniendo los dedos pegajosos al final. Miré a Demian acercarse a mí.
—No me digas—levanté mi mano— ¿Quieres que nos recostemos también?
—Muy graciosa—tomó asiento junto a mí. Las luces de la ciudad se podían apreciar a lo lejos, tomó otro malvavisco pinchándolo en la rama para luego acercarlo al fuego. Hice lo mismo queriendo comerme otro. Sonrió divertido mirándome—Había olvidado lo mucho que te encantaban.
—No es cierto—llevé uno de mis dedos pegajosos a mi boca.
—Claro que sí—miró al frente y luego a mí de nuevo— ¿Trajiste las pastillas de dormir?
Mierda. Lo había olvidado.
— ¿Las gotas?—asintió. Mordí mi labio apartando la vista.
—Mónica, ¿Enserio?
—Lo olvidé, perdón—sonreí un poco. Rodeó los ojos estando serio—No te enojes conmigo, fuiste tú el que trajo las armas a escondidas—se tensó.
— ¿Revisaste mi bolso?
— ¿Por qué no me dijiste nada?
— ¿Reviste mi bolso, Mónica?—exigió saber. Acerqué el malvavisco sacándolo de la rama comiéndolo con lentitud— ¿Por qué hiciste eso?—habló en un tono que los demás no escucharían.
— ¿Por qué no me dijiste nada?
—Son mis cosas.
—No digas que es tu privacidad porque desde hace años que no tenemos privacidad—señalé molestándome. Sus ojos azules a la luz del fuego eran hermosos, quise besar sus labios pero me contuve—Pude haber traído mis cosas. ¿Dom también...?
—Sí—asintió apartando la vista comenzando a pellizcar su malvavisco—Es por precaución. Nada más—me quedé en silencio mirándolo. Al terminar mi aperitivo miré los árboles que se mecían un poco por el suave viento. No le había contado a Demian sobre mi pesadilla. Realmente no sabía lo que era, quise pedirle que durmiera conmigo pero no quería hacerlo en voz alta.
Giré mi rostro observándolo de nuevo. Llevaba una camisa fresca que dejaba ver sus brazos llenos de cicatrices, los acaricié dibujando las formas con la yema de mis dedos. Él pareció relajarse, miró lo que hacía sonriendo apenas. Besé su cuello con dulzura usando mi otra mano para acariciar su cabello.
Inclinó la cabeza del lado contrario permitiéndome más espacio. Sabía que le gustaba. Acarició mi pierna alejándose a los minutos, le reproché con la vista pero él en cambio tomó mi mano levantándome. Lo seguí hasta mi tienda que era la más alejada de los demás, al estar dentro sin ninguna luz sonreí por las ideas locas que pasaban por mi cabeza.
Sus labios no tardaron en apoderarse de los míos, tomé ventaja sentándome sobre sus piernas. Introduje mis manos por debajo de su camisa quitándosela, poco a poco fui sintiendo menos peso en todo el cuerpo con cada prenda que quedaba alrededor.
— ¿Crees que nos escuchen?—susurré con la respiración agitada y con mis manos en su cuello.
—Si te refieres a Ben, no, no lo creo—sonrió un poco antes de volver a besarme con más intensidad que antes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro