Pelea
Vi un video y no pude resistirme ^_^
Espero que les guste~
-Bruno se fue por tu culpa. Isabela es un desastre y Luisa pierde su don por TU culpa- dijo la mayor de los Madrigal, con el ceño fruncido y la molestia brillando en sus ojos. -No se porque tu no recibiste un don pero esa no es excusa para seguir lastimando a esta familia- y algo dentro de Mirabel se rompió.
-¡Yo no soy quien esta lastimando a esta familia! ¡ERES TU!- grito, harta de aquella que llamaba abuela. -¡Tu y tus expectativas sobre nuestra familia!- la anciana retrocedió, sin haber esperado aquella acusación.
-Mira...tranquilízate- dijo alguien de su familia, de aquellos que se mantenían atrás de la abuela, lejos de su mirada molesta y sus acusaciones.
-¡No!- gruñó, apretando los puños. -¿Por qué? ¡¿Por qué debo tranquilizarme?!- cerró los ojos con fuerza. Estaba molesta, enojada, una llama encendiéndose en su pecho. Una llama alimentada por todos los malos recuerdos de su vida, alimentada por las miradas de desprecio de su abuela y la ignorancia de su familia, alimentada por todo el enojo y la tristeza acumulada. -¡Tengo derecho a estar molesta!- abrió los ojos, la familia jadeando con sorpresa y algo de miedo. Había un brillo dorado en los ojos de Maribel, tan brillante que ocultaba por completo sus pupilas y podían ver algo parecido humo saliendo de la esquina de sus ojos. La llama de la vela en lo alto se agrandó, llamando la atención. -¡Tu eres quien nos destruye! ¡Obligando a la tía Pepa a mantener sus emociones a raya y a mi mama a cocina para los demás incluso cuando esta cansada! ¡Obligando al tío Bruno a darte visiones incluso cuando sabías que a él no le gustaban! ¡Obligando a Camilo a transformarse para ayudar a los demás y a Dolores para que te diga todo lo que pasa!- toda la casa tembló mientras ella hablaba, la magia que emanaba de ella parecía crecer con cada palabra pero Mirabel no se dio cuenta realmente. Alma Madrigal retrocedió, asustada, cuando más grietas aparecieron y todas apuntaron a ella, las puertas firmemente cerradas y sin dejar que nadie se fuera. -¡Obligando a Isabela a ser perfecta y a casarse solo para tener una nieva generación de dones! ¡Obligando a Luisa a cargar de más sin descanso! ¡Obligándome a mi a alejarme de todos y dejarme en esa estúpida guardería! ¡TODO ES TU CULPA!- había lágrimas corriendo por sus mejillas, más grietas apareciendo a su alrededor. Abuela trago, sus ojos brillando por las lágrimas que se negaba a derramar frente a todos, sintiendo la cruda verdad y la furia en las palabras ajena. Abrió la boca, dispuesta a decir lo que sea, temerosa por la magia que emanaba su nieta, cuando alguien se adelanto. Una voz que no había escuchado en años y que había extrañado.
-¡Mirabel!- la mencionada se volteo rápidamente ante la voz, viendo a su tío Bruno acercarse, con una expresión de preocupación en su rostro. Él, quien al igual que ella fue considerado la oveja negra de la familia, quien fue obligado a usar su don incluso cuando no quería, quien se aparto y se escondió en las paredes para nunca tener que mostrar la visión que había tenido de ella y para protegerla, quien salió de su escondite frente a todos solo para llegar a ella. Bruno trago, ignorando la mirada fija de todos sobre él, manteniendo su atención en su sobrina. Ella lo necesitaba.
-Tío...- y de repente, se calmo, el brillo se fue, su rabia siendo reemplazada por una profunda tristeza. Sollozo, abrumada, estirando los brazos hacia su tío al mismo tiempo que sentía sus rodillas doblarse. Él corrió, abrazándola, bajándola con cuidado, sintiendo como sus pequeñas manos se aferraba a su poncho verde.
-Estoy aquí, mariposa- murmuró, dejando que ella escondiera su rostro en su hombro, sintiendo como temblaba y sollozaba. -...estoy aquí...- acaricio su cabello, alzando la vista, sus ojos encontrándose con los de su madre, quien los miraba con la boca y los ojos abiertos, conmocionada. Artículo un "ni se te ocurra" al ver que ella hacia el amague de acercarse, sus brazos apretando un poco más a su sobrina. Las grietas estaba allí, por todos lados, a la vista de la familia y de seguro de todos los demás.
Mientras tanto, Mirabel se limito a aferrarse a tu tío, cansada. La llama aún ardía en su interior, ardiendo, lista para encenderse con fuerza en cualquier momento.
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