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Nueva Era #3

Espero que les guste~

Mirabel tarareo para si misma, mirando su nueva y gran habitación con ojos brillantes, sintiéndose cómoda y feliz. Quedó atenta al escuchar ruidos, uno voz gruñendo algo que no pudo entender, su puerta abriéndose de golpe y un cuerpo cayendo al suelo con un grito. Ella no pudo evitar reír, viendo al mayor quejándose de dolor mientras se retórica.

-¡Casita, soy un anciano! ¡No puedes tratarme así!- reclamo el adulto con el ceño fruncido, las baldosas frente a la puerta moviéndose unas cuantas veces con obvia diversión antes de que la puerta se cerrara. Él suspiro con resignación, asegurándose que sus adornadas ratas estuvieran bien.

-Bueno...- ella sonrió, notando como él se tensaba y se volteaba a verla con los ojos bien abiertos. Se preguntó si no sintió un tirón por el brusco movimiento. -...es lindo verte fuera de las paredes, tío Bruno-

-¿Tú...lo sabias?- se levantó con pasos torpes, retorciendo sus manos con algo de nerviosismo e incomodidad.

-Sufro de insomnio a veces...- se encogió de hombros. -...y tu no eras exactamente el tipo silencioso de noche- recuerda ser una niña, asomándose al escuchar ruidos, solo para ver a su tío robando comida en la cocina, con una vela iluminando su camino y con ratas en sus hombros. -Además, ¿en serio crees que toda esa comida estaba a tu alcance por casualidad?- en arco una deja.

-Pensé...Pensé que era Dolores- confesó.

-Ella también- asintió, recordando haber visto a su prima dejando cosas en lugares extraños, de seguro para el hombre escondido en ese momento. -De cualquier manera...- sonrío ligeramente, contenta. -...estoy feliz de verte tío-

-Yo...Yo también estoy feliz de verte, mariposa- se acerca y, a pesar de sentirse oxidado en el departamento de contacto humano, la abraza con suavidad. Se aferra, sintiendo como ella le devuelve el gesto, al parecer sin importarle el obvio olor a polvo que tiene la ruana de él. Se separaron después de unos minutos de silencio, sentándose en unos cómodos sillones que había allí. -¿Qué fue lo que paso?- pregunto con curiosidad. Había sentido algo diferente a su alrededor, había escuchado algunos comentarios desde las paredes de los miembros de la familia, había visto el enojo puro dibujado en el rostro de su madre y había notado en un noche de mientras robaba comida la puerta con una imagen nueva pero no entendió nada de lo sucedido.

-Es...una historia rara- la menor hizo una ligera mueca, luciendo nerviosa.

-Se lo dices al vidente que ha vivido los últimos años escondido dentro de las paredes de una casa mágica- ella rio ante la ironía en las palabras ajenas. -Tan rara como seguro es tu historia, no voy a juzgarte mariposa- aseguro con una suave sonrisa.

-Los raros se mantienen unidos, ¿he?- sonrío ligeramente. No tenía muchos recuerdos de su tío, y muchos de esos recuerdos era borrosos por los años, pero por lo que pudo reunir por las historias de la gente del pueblo y la de su familia, Bruno nunca había encajado realmente entre ellos, igual que ella.

-Por supuesto- asintió sin dudar.

-Bien, bien...es super raro, lo sé, pero...la vela me hablo- lo miro en silencio por unos segundos, esperando su reacción.

-¿La vela...te hablo?- si, eso sonaba raro, mucho más de lo que esperaba pero tampoco era demasiado sorprendente, después de todo, era magia. 

-Me dijo que Alma perdió el significado verdadero del milagro, que ya no podía soportar el daño que estaba causando y que debía tomar el control para arreglar todo antes de que se derrumbara- explico lo mejor posible. Había sido casi como un sueño, con ella flotando en la nada con una voz hablando con suavidad y un toque de tristeza. -Me volví la matriarca...- Bruno no va a negar que esta sorprendido, siempre pensó que su madre estaría en el puesto de matriarca hasta su muerte, pero se sentía algo aliviado que ella no tuviera el control de todo. -...porque, a pesar de todo lo que ha pasado, se que los demás no tienen realmente la culpa. Ellos...son más victimas de las circunstancias o por lo menos, eso creo- no tenía muy en claro como sentirse respecto a la familia, se sentía mal porque ellos también debía obedecer ordenes sin quejarse pero estaba molesta al mismo tiempo porque ninguno puso limites de ningún tipo.

-Es ella- asintió, entendiendo a lo que se refería. -Siempre tuvo una extraña forma de controlarnos a todos-

-Si...- asintió lentamente. -Así que tome el control y...- hizo un gesto con las manos hacia el gran ventanal que tenía, donde había un balcón y de donde se podía ver el pueblo.

-Al pueblo no le gusto- recordaba haber escuchado gritos viniendo desde afuera, llena de reclamos y quejas.

-Puse limites y reglas, a ninguno le gusto, pero tendrán que adaptarse- se encogió de hombros. -Ahora, solo quedas tu-

-¿Yo?- enarco una ceja, sorprendido y confundido.

-Si, ver que quieres hacer- sonrío, Bruno realmente no se esperaba eso y tampoco lo había pensado. -No puedo dejarte vivir más tiempo entre las paredes, tío. No es saludable para ti- con la punta de su dedo, recorrió el bordado de su falda de manera distraída. -Ahora, tienes opciones. Puedes quedarte aquí y enfrentar a toda la familia...- él hizo una ligera mueca ante eso, sus hermanas lo iban a golpear por haber desaparecido. -...o puedes irte más allá del Encanto y las montañas-

-¿Más allá?- eso no podía ser exactamente posible, las montañas que rodeaban al pueblo eran grandes e impenetrables.

-La vela me dio mucho más que solo el cuarto...- levanto una de sus manos, chispas doradas emanando de la punta de sus dedos. -...así que tengo pensado mover un poco esas montañas, estar aislados de todo no debe ser bueno, nos vendría bien algo de contacto con el exterior o algo así, todavía es solo una idea- Bruno se le quedo mirando, pensativo, enfrentar a la familia o abandonarlos, eso era una decisión importante.

-¿Qué pasa si...decido quedarme?- pregunto porque la idea de abandonar a su familiar le daba una mala sensación en el estomago, los amaba a pesar de todo lo que había sucedido en el pasado.

-Lo que tu quieras porque no te voy a obligar a tener visiones si no quieres- aseguro con seriedad, se negaba a obligar a alguien de esta familia como lo hizo Alma. 

-Oh...- estaba sorprendido pero aliviado al escuchar eso

-Es tu decisión tío Bruno pero recuerda...- se levanto, sonriendo. -...siempre ere bienvenido-

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