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Nana Esme #3

Wow, tarde mucho más de lo esperado pero la inspiración no me llegaba

Espero que les guste~

Luisa esta nerviosa y ansiosa, apretando y abriendo las manos, mirando a su alrededor con ansiedad y algo de desesperación. Esta lejos del Encanto, lejos del milagro, y eso significa que no tiene su don, eso también significa que es débil en comparación de antes y eso solo la hace sentirse peor. No sabe que hacer sin su don o sus tareas del día, es extraño no tener nada que hacer.

-¿Estas bien, cariño?- miro a su Nana Esme, quien la estaba mirando con curiosidad y preocupación.

-Si, si...solo...ansiosa, creo- murmuro, mirando a su alrededor por un segundo antes de volver a mirar a la mayor. -No...No sé que hacer- decide decir, nerviosa.

-Oh...¿primer día libre?- sonrío con cariño, recibiendo un asentimiento rápido como respuesta. Esmeralda se mantiene relajada en el exterior pero en su interior esta molesta por darse cuenta de que Alma no le daba descansos a su nieta. -¿Qué quieres hacer, cariño?- esa era la pregunta del año.

-No sé- negó, obviamente indecisa. -¿Que debo hacer?- estaba tan acostumbrada a la rutina y a las reglas que no tenía ni idea que hacer con el repentino día libre.

-Puedes hacer lo que quieras- sonrío la mayor. -Isabela esta haciendo jardinería...- lo cual era sorprendente, ver a su usual perfectamente limpia hermana mayor arrodillada en el suelo con un vestido con más color y con las manos hundidas en la tierra. Era extraño pero era un secreto que ella guardaba sin ningún tipo de culpa. -...Dolores esta disfrutando de la música...- también era sorprendente ver a su tranquila prima disfrutar de la música del pueblo, bailando con una gran sonrisa. Otra cosa que nunca le diría a su abuela Alma. -...Camilo y Mirabel están jugando con otros niños...- ambos se volvieron tan unidos como antes de la ceremonia de su hermana menor, riendo y jugando juntos, incluso haciendo pequeñas e inofensivas bromas a la gente. Tampoco diría nada sobre eso. -...puedes hacer lo que tu quieras- Luisa se mordió el labio inferior, aun indecisa. -¿Te gusta leer?- pregunto de repente.

-Eso...creo- no tenía mucho tiempo para hacerlo pero puede recordar, muy vagamente, que le gustaban los cuentos de cuando era niña.

-Ven conmigo, cariño- le hizo una seña, entrando a la casa, la chica siguiéndola sin dudar.  Entraron al habitación de la dueña de la casa, Esmeralda sacando una caja algo grande de una de las repisas de allí. -Aquí...- dejo la caja en la cama y le saco la tapa para dejarla a un lado, dejando ver múltiples libros allí de diferentes grosores y colores. -...puedes intentar con esto-

-¿Novelas?- nunca había leído una novela en su vida.

-Si, me las regalaron pero no eran mi estilo- rio ella ligeramente. -Hay novelas románticas, algunas historias de aventura, de terror- hizo un gesto hacia la caja. -Puedes probar algunos de estos y si no te gustan, podemos probar en la biblioteca del pueblo...peeeero, si nada de esto te llama, poder intentar con otra cosa- sonrío con cariño.

-Gracia Nana Esme- Luisa sonrío, contenta, sintiéndose acompañada. Su Nana le estaba ofreciendo un entretenimiento y su ayuda por si quería buscar algo mejor. -Yo...probare con esto primero- tomo la caja entre sus manos con delicadeza, sonriendo ligeramente. Se sentó y leyó, sintiendo como se sumergía en las historias y el tiempo pasaba rápidamente. Con esto, descubrió que leer era uno de sus pasatiempos favoritos.

... ... ... ...

-¿Nana Esme?- Luisa se acerco a la mayor con una pequeña sonrisa en su rostro

-¿Qué necesitas, cariño?- la miro, prestando atención.

-¿Podrías acompañarme a la biblioteca, por favor?- pregunto. Quería buscar algo nuevo para leer pero no quería ir sola y quería que su Nana la acompañara si estaba dispuesta.

-¿Ya terminaste de leer todo lo que tienes?- parpadeo, sorprendida, recibiendo una rápido sentimiento como respuesta. Estaba encantada de que Luisa encontrara algo para pasar el tiempo que le gustase. -Vaya, eres una lectora rápida...lo recibiste totalmente de mi- dijo en broma, sonriendo al escuchar a su nieta reír ligeramente. Esmeralda se levanto, acomodando ligeramente el borde de su falda mientras se acercaba a la menor, enganchando suavemente su brazo con el ajeno. -Guía el camino, querida- sonrío enormemente. Ambas salieron de la casa, caminando a paso tranquilo por el pueblo, con una pequeña charla rellenando el silencio entre ellas.

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