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Nana Esme

Espero que les guste~

Nota: Haré un capitulo con cada nieto Madrigal, poniendo un antes y un después de la película. Haré lo que mejor me salga ^_^

-¿Nana Esme?- la mencionada levanto la vista del libro que estaba leyendo, viendo a una de sus nietas parada no muy lejos, luciendo nerviosa.

-Hola florecita, ¿quieres hablar?- sonrío con cariño hacia Isabela, esperando con tranquilidad una respuesta.

-Yo...- Isabela luce más nerviosa, acercándose a paso lento, moviendo una silla para sentarse cerca de la mayor. -¿Puedo...?- dudo, mordiéndose ligeramente el labio inferior. -No, no importa- negó, dispuesta a irse, sólo para que la mayor la detuviera con una mano en el hombro.

-Oh mi pequeña flor, no dudes en hablar conmigo- sonrió con cariño cuando logro que la chica la mirara de frente. -Lo que sea que me digas, se quedará en esta habitación, entre tu y yo- aseguro.

-¿Lo prometes?- la miró con nerviosismo, recibiendo un firme asentimiento como respuesta. -No me gustan las flores...- soltó rápidamente antes de arrepentirse, revelando lo que había estado en el fondo de su mente durante un tiempo y ahora que estaba hablando, sentía que debía seguir. -...no...no me gusta tener que ser perfecta, moverme con delicadeza es un dolor de cabeza, tener que hacer solo las flores que a los demás les gusta o que la abuela pide es horrible...-

-Florecita...- Esmeralda miró con preocupación a su nieta, tomando sus manos entre las suyas, dándole un suave apretón para recordare que estaba acompañada.

-...no me gusta este vestido, el color me parece...muy aburrido y monótono pero no me dejan usar otra cosa. No...- jadeo. -...No me gusta tener que ayudar al pueblo a todas horas sin descanso. No me gusta no poder disfrutar de mi hermanas. No me gusta tener que tratar a Mirabel como lo hago- hizo una mueca, sintiendo unas ligeras ganas de llorar pero negándose a derramar lágrimas. -...No me gusta fingir, Nana. No me gusta- y se inclino hacia la mayor, apoyando su frente en el hombro ajeno, sintiendo como su Nana la rodeaba rápidamente con sus brazos.

-Lamento mucho que te sientas así, lamento tanto que Alma te obligue a ser algo que no te gusta y no quieres...- susurro, acariciando suavemente la espalda de su nieta, separando la ligeramente para depositar un beso en la frente ajena. -...y lamento mucho no poder hacer nada, a parte de querer golpear a esa mujer malvada...- Isabela no pudo evitar reír ligeramente, sabiendo que Esmeralda era capaz de ir hasta el Encanto solo para golpear a su abuela. Por alguna razón, se le hizo muy graciosa la imagen mental que se imagino. -...pero creo que tengo algo que te hará sentir un poco mejor- se alejo, buscando en su armario, sacando una caja que dejó sobre la cama mientras le hacía una seña de que se acercara. -Era mío pero ya no tengo el cuerpo para usarlo...- abrió la caja, dejando la tapa a un lado para poder sacar lo allí había. Era un vestido, tan largo como el que Isabela siempre usaba, pero diferente, sin volados, negro pero con flores de colores grandes y dispersas por toda la tela. -...aunque, tu si, si lo quieres- sonrió con diversión.

-¿En serio?- la miro con asombro. El vestido era hermoso, diferente a todos lo que tenía en su guardarropa. -¡Gracias Nana Esme!- chillo con alegría, tomando el vestido para poder abrazarlo contra su pecho. -¿Me lo pruebo?- la miró con ojo brillantes.

-Adelante, mi hermosa flor- Esmeralda sintió, feliz de ver a su nieta tan contenta. Se lo pensó, podía comprar algunos más para su flor.

... ... ... ...

-¿Nana Esme?- la mujer mayor levanta la vista, con un vaso con jugo en mano. -¿Puedo pedirte un favor?- Isabela se le acercó con expresión decidida.

-Por supuesto, florecita- asintió sin dudar. -¿Que necesitas?- pregunto con curiosidad.

-¿Me cortarías el pelo?- la mayor parpadeo, sorprendida por aquella pregunta.

-¿Cortarte el pelo? ¿Hablaste con tus padres sobre eso?- y a pesar de sus preguntas, ya se estaba moviendo para buscar una sabana y unas tijeras.

-Les dije y me dijeron que si me hacía feliz, podía hacerlo- asintió. Lo había dicho y sus padres la habían mirado con preocupación pero aceptaron que ella podía hacer lo que quisiera porque era mayor y era su cabello. Su abuela había hecho una mueca pero no tenía opinión en su decisión.

-Muy bien- sonrió, haciendo una seña para que su nieta se sentará, atando lo más flojo posible la sabia a su alrededor y luego, empezó a cortar. Isabela mantuvo los ojos cerrados, algo tensa por su decisión pero feliz de cumplir su sueño de poder tener el cabello corto. Podía escuchar el sonido del corte, incluso podía sentir la cabeza más liviana a medida que el cabello caía. -Listo~- abrió los ojos ante la voz de su nana y se levantó cuando la sabana a su alrededor fue sacada, acercándose a un espejo para mirarse. Su largo cabello, aquel que la había dado dolores de cabeza por tanto tratamiento para que sea hermoso y largo, ahora estaba corto hasta los hombros. Paso sus dedos por sus cortos mechones, una gran sonrisa dibujando se en su rostro. Era hermosa y se sentía cómoda. -¿Te gusta?-

-¡Me encanta~!- dio una vuelta, con uno de los hermosos vestidos coloridos que su nana le regalo y con su nuevo corte, sintiendo como ella misma por primera vez en años. -¡Gracias Nana Esme!- se lanzó apara abrazarla con fuerza y cuidado.

-De nada, mi hermosa flor- rio, alegre por la felicidad ajena, correspondiendo el abrazo.

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