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Magica #3

Espero que les guste~

Nota: Por si no lo han notado, Alma Madrigal es mi personaje menos favorito de toda la película (por no decir que la odio XD)

Nota-2: Vaya, esto me quedo más largo de lo esperado :3

-Tu don es perfecto, Isabela. Igual que tu- fue lo dijo Alma cuando recibió su maravilloso don. Así empezaron las clases de perfección, con reglas estrictas de lo que podía y no podía hacer per a veces, ella solo necesitaba un descanso de todo eso. No quería ser perfecta, solo quería ser una niña y jugar, no tener que aprender a moverse con elegancia.

Así que es por eso Magica e Isabela estaban en la gran habitación de esta última, acomodadas en la cama, la mayor peinando el cabello ajeno con tranquilidad mientras tarareaba una ligera y suave melodía, escuchando a la menor divagar.

-Entonces, cuando me asuste, las flores estaba de repente en todos lados y la abuela estaba tan molesta conmigo- bufo, haciendo una ligera mueca. -Es decir, no es como si hubiera sido a propósito, fue sin querer. No entiendo por que se enoja conmigo si fue un accidente- Magica asintió, dejándola continuar. A veces, cuando todo parecía acumularse, Isabela solo necesitaba expresarse. -Ella dijo...- cerro la boca de repente, tensa.

-¿Qué dijo, Isa?- la animo a continuar, sin querer forzarla.

-...que ya no debería hablar contigo- soltó a toda prisa y Magica se detuvo en seco, rodando los ojos, para nada sorprendida.

-Por supuesto que lo dijo- bufo, moviéndose para sentarse al lado de la chica, queriendo verla a la cara para conversar más a gusto. -Bueno, depende de ti- se acomodo en su lugar.

-¿D-De mi?- se sobresalto ante eso, luciendo ligeramente asustada. -L-La abuela lo ordeno, s-se supone que yo debo hacer caso-

-No siempre hay que seguir ordenes, no si eso te hace daño o te molesta- se encogió ligeramente de hombros. -Tu decides: ¿Quieres hacerle caso a tu abuela y no hablarme más? Me apartare de tu camino ¿Quieres que siga hablando contigo? Vendré como siempre y hablaremos de todo lo que quieras- le dijo, dando las opciones que se le ocurrieron, la niña se merecía saber que tenía opciones y la libertad de elegir.

-¿Q-Qué pasa con la abuela?- se veía tan asustada de desobedecer las reglas de la mujer mayor

-Sera nuestro secreto- sonrío enormemente e Isa quedo en silencio, pensativa, una flor apareciendo en su mano y jugando ligeramente con el taño.

-Eres mi única amiga...- murmuro, recordando que la mayoría de los niños en el pueblo solo se acercaban por su don y por su apellido pero Magica no era así, no le pedía nada, solo le hacia compañía e incluso la ayudaba a investigar las plantas que podía crear. -...no quiero perderte- la miro con ojos brillantes. Estaba asustada por desobedecer pero estaba dispuesta.

-Entonces, será nuestro secreto- se inclino para abrazarla, sintiendo como Isa se aferraba a ella con fuerza, temblando ligeramente. -Todo estará bien, ya veras- porque ella no iba a permitir que esa mujer molestara a la menor, no en su guardia.

... ... ... ...

-Tienes que agradecer que recibiste un don, Dolores. Sentirte bendecida- dijo Alma, su voz demasiado ruidosa para sensible audición ajena.

Después de que Dolores recibió su regalo, se encerró en su cuarto, acurrucada bajo un montón de colchas y almohadas, tapándose las orejas con las manos y cerrando los ojos con fuerza, estremeciéndose a cada rato. Había demasiados sonidos, ruidosos y demasiado juntos. Le daba dolor de cabeza y sentía que sus oídos empezaría a sangrar en cualquier momento. Podía escuchar las voces de la gente del pueblo, los sonidos de los animales en general moviéndose por los alrededores, los gritos de los niños que estaban jugando, las  voces fuertes de su abuela y su madre acompañados por los truenos de esta última. Era demasiado, solo quería que se detuviera.

-Hey...- se sobresalto y abrió grande los ojos al sentir manos en sus muñecas, encontrándose con Magica arrodillada frente a ella. Dejo que bajara sus manos de donde estaban, haciendo una mueca de dolor pero viendo con ojos curiosos como la de ojos dorados le mostraba unas orejeras, un ligero polvo dorado saliendo de la punta de sus dedos. Ella se lo puso y de repente, todo estaba en silencio. Jadeo, sorprendida y aliviada.

-Gracias- murmuro con cuidado, recibiendo una gran sonrisa y un asentimiento como respuesta. Se sentaron juntas entre medio de las colchas y almohadas, acurrucadas. Dolores pudo dormir por primera vez en días, profundo y tranquila.

... ... ... ...

-Luisa, tienes que esforzarte más- dijo Alma al notar que Luisa no cumplía con todas las tareas del día. Luisa lo intentó, se esforzó con todas sus fuerzas, pero se estaba cansando, no físicamente (porque su cuerpo, con el don, era mucho más resistente) pero sí mental. No quería seguir pero debía, para hacer sentir orgullosa a su familia, para que abuela estuviera orgullosa.

No tenía descansos, así que estaba muy sorprendida de levantarse en un día en particular por sí misma y no siendo despertada por nadie de la familia.

-Buen día, dormilona~- se sentó en su cama, viendo como Magica se acerca a a ella con una vaso en una mano y un plato con algo de comer en el otro. - Feliz cumpleaños- le extendió lo que tenía en sus manos con una gran sonrisa.

-M-Mis tareas...- de durmió, así que no hizo nada. Su abuela estaría furiosa.

-Ni te preocupes por eso o por lo que pueda decir tu abuela, todo está arreglado- se encogió de hombros, despreocupada. -Tu mamá ordenó que tuvieras el día libre porque es tu cumpleaños...- sus sonrisa pareció agrandarse, luciendo de repente algo traviesa. -...y tengo permiso de interceder si Alma intenta venir a darte tareas, así que todo está solucionado- hizo un gesto con la mano. -Ahora, muévete un poco- lo menor obedeció, moviéndose con cuidado para hacer espacio tras ella, empezando a comer mientras sentía como Magica se subía a la cama y sentaba en el espacio hecho. La de ojos dorados no dudo en apoyar sus manos contra la gran espalda ajena, unas chispas doradas saliendo de sus dedos, Luisa soltando un largo suspiro de alivio cuando la tensión que no sabía que tenía empezaba a desaparecer. Era extraño tener un día libre y ser consentida pero se permitió disfrutarlo mientras duraba.

... ... ... ...

-Usa bien tu don, Camilo. No hagas tontearías- dijo Alma con seriedad y Camilo no supo exactamente que decir a eso pero termino por simplemente asentir. Cambiaba de forma, no había muchas formas de usar bien ese don, no si eso no implicaba hacerse pasar por alguien para que el original tuviera un día libre. No le gustaba. No le gustaba tener que cuidar a niños o bebes, no le gustaba que la gente se acercara solo para que el cambiara, no le gustaba tener que comportarse de manera diferente para no meterse en problemas, no le gustaba cambiar tanto porque empezaba a olvidarse como se veía.

Así que se encerró en su cuarto, rodeado de espejos de todos los tamaños y formas, sin poder reconocerse en lo más mínimo, cambiando de forma por el estrés que tenía en esos momentos ¿Realmente se veía así? ¿Su cabello era natural o era parte de su don? ¿Y su tono de piel, era el correcto? ¿Está era realmente su altura? Y ahora que lo pensaba, ¿Cuál era su color favorito? ¿Qué le gustaba hacer? ¿Las bromas eran parte de su personalidad o no? Eran preguntas que resonaban en su cabeza, haciéndolo sentir pequeño y miserable ¿Quién era Camilo Madrigal, más allá de su don?

-¿Camilo?- la voz familiar llamó su atención.

-Aquí...- sacó su mano de su refugio de sábanas, sin querer salir y enfrentarse a los espejos.

-¿Te transformaste mucho otra vez?- él gruñó ligeramente. -Me lo imagine- se sentó a su lado, suspirando ligeramente. -Eres un adolescente de 15 años, con la tez más clara que tu padre y una complexión delgada como tu madre. Tienes el pelo castaño rizado corto hasta debajo de las orejas, con pecas en tu nariz y mejillas, con ojos verdes, la envidia total de muchos de por aquí- él rio ligeramente, sintiendo que se relajaba lentamente. Su apariencia cambio, ajustándose a lo que ella decía, sintiéndose un poco más cómodo ahora. -Adoras cambiar de forma y hacer bromas, ya sean para hacer reír a alguien o simplemente burlarte un poco...- jugo ligeramente con el borde de su vestido. -...eres todo un niño de teatro, amas actuar de lo que sea que se te ocurra e inventar historias fantásticas- lo miro al notar como se quitaba la sabana de encima, luciendo relajado. -¿Te sientes mejor?-

-Si- se movió para apoyar su cabeza en el hombro ajeno, acurrucándose en su lugar, sintiendo como la mano de ella acariciaba suavemente su espalda.

... ... ... ...

-A veces, lo mejor que puedes hacer, es solo dar un paso a un lado Mirabel y dejar que otros se hagan cargo- dijo Alma cada vez que la pequeña Mirabel intentaba ayudar a cualquier miembro de su familiar. No le gustaba eso, ella quería ayudar en lo que sea que pudiera pero su abuela no la dejaba, mandándola lejos incluso cuando alguien ya había aceptado su ayuda.

Así que cuando su gran oportunidad de ayudar llego en forma de su primo más nuevo, no dudo en aceptar. Todo iba relativamente bien, hasta que el bebe empezó a llorar con fuerza y no se detuvo, sin importar cuanto intentara ella que se tranquilizara.

-¿Mirabel?- se volteo a ver a Magica, quien ahora parecía tener su misma altura.

-N-No puedo hacer que se detenga...no puedo...yo...- podía sentir las lagrimas saliendo de sus ojos y ahogo un sollozo. -...no puedo...- era la triste y cruel verdad.

-Oh cariño...- se acerco, sentándose en el suelo al lado de la niña desesperada que abrazaba al bebe lloroso. -...dámelo, por favor- extendió sus manos. Mirabel no quería entregarlo, solo quería calmarlo, demostrar que podía ayudar en la familia pero sabía que era lo mejor que podía hacer en el momento. Se lo entrego, aprovechando sus manos ahora libres para secarse las mejillas. Magica lo acomodo para poder acunarlo con un solo brazo, alzando su mano libre y moviéndola ligeramente, chispas doradas emanado de la punta de sus dedos. Mirabel vio, con ojos brillantes de curiosidad, como los dedos ajenos se metían en la boca del bebe, lo que pareció calmar su llanto rápidamente. -Le están creciendo los dientes y le duele, por eso llora- explico, el menor ya cerrando lentamente los ojos, obviamente cansado después de tanto llorar.

-Oh...- eso tenía sentido. -...soy una inútil- gruño, molesta consigo misma.

-No, no lo eres- dijo Magica con seriedad, parándose y dejando al bebe ahora dormido en la cuna que había en la guardería, volviendo a sentarse junto a la niña y limpiándose los dedos con un pañuelo que pareció aparecer de la nada. -Eres un niña que acepto cuidar a un bebe por primera vez, es normal no saber ciertas cosas- la menor aun parecía triste. -Eres especial y diferente- se lo diría todas la veces necesarias hasta que ella le creyera.

-Soy la inútil Madrigal, eso es lo que soy- repitió las palabras que había escuchado muchas veces salir de la boca de algunas personas en el pueblo. Magica gruño, ya tenia ganas de golpear a unos cuantos inútiles que necesitaba y dependían de personas con magia para poder vivir.

-Escúchame...- tomo sus manos entre las suyas, logrando que la niña la mirara. -...no sé la razón por la que la vela no te dio un don...- tenía sus sospechas pero no las diría en voz alta, no por el momento. -...pero estoy total y completamente segura de que serás alguien absolutamente impresionante, incluso más de lo que ya eres...- sonrío con cariño. -...y sé que algo grande pasara en tu futuro que te ayudara a mostrarles a todos lo genial que eres sin un don- sabía que seria así, lo podía sentir en su interior.

-¿En serio?- se veía tan esperanzada pro esas simples palabras.

-Te lo aseguro- asintió sin dudar, recibiendo un entusiasta abrazo como respuesta.

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