Detalles
Alguien me pidió una cap donde Casita empiece a desobedecer a Alma poco a poco. No pude encontrar el comentario pero espero que esto sea lo que quería ^_^
Espero que les guste~
Nota: Algún día, escribiré un cap sin estar totalmente en contra de Alma. Algún día...quizás...probablemente no xD
Empezó justo después de la ceremonia de Antonio, justo en la mañana cuando todos estaban reunidos para desayunar y hablar de las tareas del día. Alma estaba molesta, escuchando como Mirabel murmuraba mientras ella estaba hablando.
-Mirabel, si tantos problemas tienes para concentrarte, déjame ayudarte- hizo un gesto simple con la mano para que la silla de su nieta fuera movida más cerca, para vigilar la mejor, pero nada sucedió. Ella siempre había tenido una fuerte conexión con Casita, hasta el punto en que la casa entendía que debía hacer incluso sin decir nada o con un simple gesto, así que por eso estaba sorprendida cuando no una respuesta alguna de parte de la casa. -¿Casita?- llamó con algo de miedo en un susurro, sin querer alertar a su familia, quien estaban más concentradas en comer. El piso se movió ligeramente y las persianas más cercanas se agotaron, símbolo de que la magia aún estaba presente, pero no una nada más. Casita estaba bien. Alma decidió sólo aclararse la garganta para llamar la atención y continuar con normalidad, decidida a ignorar el pequeño problema.
Eso sucedió mucho durante el día, con ella ordenando y con Casita desobedeciendo sin razón, aumentando la tensión y la molestia en la mayor. No lo entendía, la vela estaba bien, la llama brillaba, Casita estaba bien, los dones aún funcionaba, así que no entendía la razón tras la desobediencia de la casa. Casita siempre había ayudado a todos los miembros de la familia pero siempre había obedecido sin mucho problema a la Matriarca pero algo había cambiado porque eso ya no sucedía.
Otro incidente muy parecido fue cuando está reprendiendo a Mirabel por molestar a Luisa, diciendo que no debía molestarla pero siendo interrumpida bruscamente cuando el piso bajó sus pies se movió de repente, alejándose de su nieta y haciendo que cerrará la boca por la sorpresa. La menos la miró, igual de sorprendida pero aliviada, dejando escapar un largo y pesado suspiro.
-Gracias, Casita- susurro Mira con una suave sonrisa, mirando de reojo a Alma antes de darle la espalda y alejarse con grandes pasos. La mayor intento seguirla porque no habían terminado de hablar pero cada vez que intentaba dar un paso, el piso se movía y la hacía retroceder. Se rindió después del tercer intento, frustrada y molesta.
Luego de que todo se derrumbar, de que la magia se perdiera, se que ella abriera los ojos para reconocer el dolor que había causado, de que la casa se volviera a construir y la magia volviera, Alma noto nuevamente el favoritismo de Casita por Mirabel.
Fue lo mismo de antes pero mucho más notable, hasta el punto que toda la familia podía notarlo. Todo llegó a su límite en un día particularmente malo, con un horrible e inexplicable nivel de tensión entre todos, con Mirabel siendo uno de las pocas que enfrentaba a Alma y ambas peleando por alguna razón que ninguno podía sentir entender.
-¡Te dije que no!- gruñó Mirabel, molesta, con el ceño fruncido y los puños bien cerrados. -¡No vamos a volver a las viejas costumbres, ni ahora, ni nunca!- porque a veces, Alma retrocedía a las viejas costumbres bien arraigadas en su personalidad, queriendo forzar a su familia a trabajar más duro para la comunidad. Fue un error, uno del que no sabía cómo retroceder.
-¡No te atrevas a hablarme así!- dijo con autoridad, molesta. Sabía que su nieta tenía razón, sabía que estaba haciendo mal, pero no sabía cómo echarse atrás, su orgullo mucho más fuerte que otra cosa. -¡Mirabel!- y le lanzó una mirada, la misma que solía mandarle a cualquiera y los hacía retroceder.
-¡No voy a retroceder sin importar como me mires!- Mirabel se negó a retroceder, se negó a dejar que ella volviera a hacerle daño a su familia. -¡No voy a dejar que arruines a esta familia, no otra vez!- antes de que la mayor pudiera decir algo, Casita tembló, llamando la atención de todos. Fue un temblor diferente a cuando la magia murió. Aquel temblor había sido fuerte hasta el punto en el que todos tropezaron pero el de ahora, el de ese momento, fue firme y casi exigente, las puertas de las alacenas abriéndose múltiples veces y cerrándose con fuerza, haciendo un fuerte sonido. Todos los presentes se encogieron, incluso Alma pero Mirabel no, se mantuvo tranquila, sin lucir sorprendida siquiera. -Lo siento Casita, todo está bien- murmuró, acercándose a una de las paredes para darle una suave caricia, lo que pareció tranquilizar a la casa porque dejó de temblar, las puertas cerrándose con suavidad y sin volver a abrirse al parecer. La chica palmero suavemente la pared, para después ver a los miembros de su familia, quienes la veían con confusión y asombro. -Está discusión se terminó- y se alejo a paso lento, dejándolos ahí, anonadado. Alma se preguntó, no por primera vez, que es lo que había pasado entre Casita y Mirabel para tener esa conexión.
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