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Capítulo 11

Si somos sinceros, ni Freen ni Becky eran personas que besaran a la primera, no eran seres que simplemente besaban en la primera cita (tampoco es como si tuvieran muchas citas, si somos lo suficientemente sinceros) ellas solo eran dos chicas introvertidas sumergidas en sus vidas cotidianas.

Freen era una exigente chica que bailaba y creaba coreografías, cantaba y a veces componía canciones, no era muy su fuerte eso de componer, pero a veces en momento de inspiración lo hacía, realmente sus canciones nunca eran románticas, lo suyo era hablar de la vida, los retos de ella y la felicidad.

Freen era una introvertida, que disfrutaba de los días libres con la naturaleza, las vacaciones acampando en el bosque y las noches viendo algún anime o dorama que le recomendaran sus amigos. No tenía muchos amigos, realmente solo tenía dos amigos fuera del mundo de fama en el que se manejaba y dentro del mundo de la fama tenía a Babe y Jane, también al novio de Babe que era buen tipo, y ni que decir de Charlotte, aunque veía muy poco a la mitad inglesa, cuando la veía eran buenos días siempre, Charlotte Austin era una compositora, productora y cantante que vivía en Londres, buena amiga de la agrupación a la que formaba parte, por así decirlo, Charlotte fue quien creo las bases para que La factoría existiera.

Pero bueno, siguiendo con Freen, en tiempos de gira, ella solo disfrutaba de la gastronomía, los sitios turísticos y la televisión nacional de los país, no salía mucho, menos a divertirse en clubs, solo algunas veces se colaba en fiestas y siempre las criticaba, pero no se quedaba más que eso.

A pesar de que Freen no era muy romántica le encantaba ver a gente uniendo su vida para lo que parecía un por siempre, a pesar de que Freen no buscaba el amor, Freen lo idelizaba demasiado, no era una romántica como Jane, pero tampoco el tema le era tan indiferente, trató de buscarlo más tiempo del que creyó; realmente a lo largo de su vida, tuvo dos citas, y ninguna resultó bien. Podía decirse que Freen era un asco en eso del amor.

Al igual que Becky.

Becky era una mujer común y corriente, con personalidad introvertida y encerrada en sus paredes. Becky trabajaba en una cafetería de la ciudad que era bastante transitada, junto con su compañera Irin, (una chica universitario que se mantenía a ella misma) Becky trabajaba duro, en la cafetería por las tardes y vendía sus letras de canciones a un amigo (algo aprovechado) que le compraba las canciones solo para malbaratarlas, no es como si le importara mucho, realmente ya no quería saber mucho de esas canciones que alguna vez escribió sobre esos malos ratos, en los que la ansiedad y el corazón roto eran los temas principales.

La vida de adulta siendo solo una adolescente también fueron parte de sus letras. Dejar todo atrás, sin ningún ahorro, sin ningún plan, no fue muy buena idea, tampoco era como si se arrepintiera mucho, no fue buena idea, pero bueno, su autonomía era valiosa y no la cambiaría por pocas malas experiencias.

Su vida amorosa por lo tanto era un chiste, era nula y poco existente, no tenía citas, Becky nunca había tenido una cita de verdad, Becky no había tenido nada romántico realmente, su experiencia solo fue Daniel, hombres antes o mujeres después que no eran importantes, solo idiotas más a la lista. Sus citas (que realmente no lo eran) eran en el café donde trabajaba, un coqueteo barato y un café gratis de por medio.

Así que ninguno de las dos besaba a la primera en la mayoría de veces, y Freen, aunque realmente si había besado antes a la primera (solo una vez), no lo hizo esa noche, digamos que los ligues de un solo rato no llevaban siempre besos, si somos sinceros, a Freen no le gustaba mucho el contacto de boca con boca porque era muy personal para ella, pero esa noche, cuando Freen pidió besar a Becky, se sintió como todo un sueño fantástico en el que despertar no debería ser opción.

Sin embargo, los pulmones pidieron aire en un ardor por la falta de una respiración faltante. El aire atorado en los pulmones queriendo salir, pero el ritmo de los labios danzando unos sobre otros era más importante que respirar en ese momento, porque en ese momento podía caerse el mundo y eso no era importante, más importante era probar el sabor de la bebida de Becky en la boca, más importante era rozar y probar los labios de Freen .

Siempre se dice que los besos nos hacen sentir mariposas, pero cuando besamos a alguien no importante en nuestras vidas los besos solo eran roce de labios y lengua, intercambio de saliva y un acto que realmente no se sabía por qué se hacía, o como porque se convirtió en una muestra de afecto, no se sabía bien por qué besar era tan importante para la mayoría de humanos, pero eso no importaba mucho, cuando ambas bocas estaban unidas y el sabor de sus labios eran casi adictivos.

Aunque si somos sinceros, nunca nadie habla realmente del porque los besos se tomaron tan idealizados y es que cuando conocemos a alguna de esas personas especiales en nuestras vidas, los besos son algo que se siente diferente, es como si globos estuvieran explotando en su estómago, y esta vez no era hambre, no era magia, pero era mejor que eso; la vida real tiene cosas buenas a veces y uno de esas cosas era Freen Sarocha y sus besos.

Lástima que nada es para siempre y el beso terminó, no supieron si fueron horas, días, segundos, el tiempo fue lo de menos en ese momento en el que se separaron, y aún con las manos sobre la otra, se miraron a los ojos, ojos del mismo tono oscuro y brillante que parecía tener tanta vida y energía en ese momento .

Becky vio estrellas infinitas.

Y Freen, un lugar donde quería pertenecer.

El corazón de Becky, por fin después de un tiempo tan oscuro sacaba rayos de sol potentes que alumbraban todo dentro de sí, era como rayo de sol después de una tormenta de nieve, un rayo calientito, esperanzador.

Y es que Becky estuvo en esa cajita de dolor en donde su corazón estuvo tan roto, tan herido, tan lastimado, Becky tuvo el corazón roto.

Tuvo.

Ya no lo tenía, ya no se sentía herido.

Ya no era: " Armstrong tiene el corazón roto" ya en ese mismo instante era un "Rebecca Armstrong tuvo el corazón herido" porque una extraña de la cual no sabía nada, una extraña que sin dudarlo le limpió las lágrimas, una extraña que hizo más por ella que cualquier ser que creyó amar antes, esa extraña, la había besado y con ese beso, juntó pedacito por pedacito de corazón y comenzó a pegarlo sin que se lo pidiera.

Freen Sarocha había hecho que aquel corazón desecho volviera a sentir de nuevo.

Daniel, un día la hizo sentir un fuego incandescente que con el tiempo, para su desgracia, se consumió, Daniel y Becky fueron más que secreto, fueron fuego, un fuego que prendía cerros, un fuego que se extinguió, cenizas quedaron y mentira era que de la cenizas fuego resurgía, porque de esas cenizas solo quedaron ruinas de lo que fue y ya nunca más será.

Esas cenizas jamás deberían de ser levantadas para pretender volver a encender la llama, las cenizas a fin de cuentas debían ser desechadas para así poder comenzar de nuevo.

El amor se debería sentir como tu canción favorita a las ocho de la mañana, en un día de tu estación favorita, con el sol apenas dando, la canción sonando en tus audífonos favoritos o a todo volumen en la radio.

Y Freen en ese momento se sentía como pretty boy de The neighbourhood, una mañana de septiembre a todo volumen en un viaje a playa. No había otra manera para describir lo que Freen la hacía sentir porque ya no solo eran nervios y sudoración de manos, no eran elefantes en el estómago, Freen Sarocha ya era como su canción favorita.

Y para Freen, sentía a Becky como I wanna be yours de Arctic Monkeys, no había otra forma de decirlo.

Para cuando la sonrisa no pudo borrarse de sus rostros, para cuando sus ojos ya se miraban un paso más adelante, cuando se decían todo lo que por algún motivo sus bocas no podían comunicar, ya era tarde, ya se habían enamorado, la misma noche en la que se conocieron, con el cielo morado casi oscuro, inmenso, fascinante, no había nada más bonito que eso, o creo que sí, sí había algo más bonito.

Para Freen era Becky.

Y para Becky, no había nada más bonito que Freen.

Ni siquiera el mismo cielo, con brillantes luceros y un sin fin de estrellas, no había nada más ante aquellos ojos, no existía nadie más, absolutamente nadie.

Daniel, estaba fastidiado por no encontrar a Becky, la guerra había parado y su fiesta se había arruinado, su esposa estaba contenta y todos en general dementes, aunque la sonrisa de Dian le hizo menguar un poco el enojo que sentía, lo hizo sentir más tranquilo y menos psicópata, aunque Dian era el calmante que su corazón necesitaba para estar bien, Dian no era excusa para ser feliz, era su felicidad y si ella estaba bien, él lo estaría sin dudarlo ni un solo segundo. No por algo le había dedicado Older de 5 Seconds of summer, porque Dian se sentía de esa forma. Dian era la canción favorita de Daniel.

Aunque este tenía una conversación con Becky, una conversación pendiente que por algún momento, desde que se despertó esa mañana no dejaba de dar vueltas en su cabeza, una conversación, una explicación y una disculpa.

Por eso mismo la buscaba tanto, la buscó por los baños, debajo de las mesas, en el carrito del pastel, detrás de las bocinas de sonido, en general por todo el salón, pero no la encontró, así que muy irritado le preguntó a Axel por ella y su paradero, pero el muy idiota solo dijo que si la veía la mataba, lo dijo entre dientes como una amenaza que no daba miedo por la cara llena de pastel, apostaba que eso quedaría pegajoso al igual que todo el traje suyo, aunque en ese momento no debía pensar en trajes pegajosos así que pegó la vuelta y bufó ya que no le resolvió aquel problema sobre el paradero de quien era su mejor amiga, no sabía dónde estaba y eso le aturdía mucho.

Cuando salió a buscarla al patio, para ver si no estaba en la alberca, fue cuando las vio.

Aquella extraña, de la cual su nombre desconocía estaba ahí de nuevo, nuevamente mirando a Becky como la estrella más brillante, la veía como si fuera agua en un desierto, o la cura a una enfermedad de zombies, la veía como el último libro en la librería y eso le molestaba, Daniel era egoísta.

Y es que al ver a la distancia a su mejor amiga, con los ojos brillantes, tan brillantes como si fueran cristales al rayo de sol, mirando a esa chica, que era guapa y parecía buena persona, su corazón dolió un poco, apenas un dolorcito leve y chiquito, que incomodaba poco porque esa mirada alguna vez hace tanto tiempo que se borraba de a poco en la memoria de ambos, le pertenecía a Daniel.

Algo dentro de él dijo de forma egoísta un "pude haber sido yo", pero no lo era y tampoco quería serlo ya, era egoísta, pero en ese momento... Se sintió menos culpable.

Cuando Daniel rompió el corazón de Becky lo hizo sin mala intención, se quiso salvar el pellejo y se dejó vencer por miedo, pero nunca lo hizo por malicia. Los planes de Daniel no eran molerle el corazón a golpes, pero lo hizo y justificación justa no había. Daniel solo tuvo miedo y por miedo dejó aquella ancla que lo mantenía de pie.

Nunca la amó, pero si la quiso y cuando dijo aquellas palabras antes de irse del pequeño apartamento de Becky, se sintió casi morir. Sabía que la destrozaría, pero no era algo que él quisiera, jamás quiso herirla, pero desde aquel momento en que la besó, supo que aquel beso sabía a tragedia.

Becky fue su ancla, pero Dian era su puerto.

¿Acaso esta extraña era el puerto de Becky?

Se acercó al par que se miraba con una sonrisa clara, no quería molestar, pero Daniel era impertinente, siempre estaba en el lugar incorrecto haciendo todo incorrecto, siendo tan desperfecto como siempre lo había sido, siempre cagaba los momentos de Becky y este no fue la excepción.

—Becky —Becky se quedó tiesa y Freen puso mala cara, molesta más con la persona que la había interrumpido.

Rebecca, sin quitar las manos del pecho de Freen, contestó.

—¿Sí?—se sentía flotar, volar en un mundo de nubes, se sentía como estar sumergida en el colchón más suave y esponjoso, se sentía como un mundo donde el rosa hacia siempre presencia.

—¿Podemos hablar?—de que podían podían, el problema era que ninguno de los dos sabía que saldría exactamente de esa plática.

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