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81. ¿Lightwood Bane?

Déjame mostrarte que soy tu aliado, amigo, siempre amante, mírame, aquí estoy 🎶

* * *

Magnus despertó en lo que se sentía como el paraíso, su rostro cerca del cuello de Alec, inhalando su aroma, su mano sobre su pecho desnudo, piel con piel, sintiendo los latidos de su corazón, mientras la de Alec se posaba sobre su vientre, uno de sus brazos rodeándolo, manteniéndolo cerca.

Magnus sonrió, besando un lado del cuello de su encadenado, creyendo que seguía dormido. Intentó moverse sin molestarlo, lo que era difícil debido a su vientre abultado que lo volvía un poco torpe.

Max y Rafa se estaban moviendo demasiado.

Magnus tenía hambre.

Hizo un puchero cuando Alec -obviamente despierto- apretó su agarre y su mano se movió sobre su vientre. —¿A dónde vas? —Alec, sin abrir los ojos, giró su rostro y besó a ciegas a Magnus, un beso cerca de su párpado que lo hizo reír.

Magnus consideró mentir. No era sexy decir que tenía hambre, pero luego, con un suspiró, dijo "A la cocina". Porque Alec le había dicho, y demostrado, la noche anterior que era perfecto para él y lo quería exactamente así.

Los ojos de Alec se abrieron al instante. —Oh, dios, lo siento, Magnus. Espera, yo voy... -él desenredo su cuerpo del de Magnus y salió de la cama, todavía desnudo.

La mirada de Magnus lo recorrió, toda esa piel pálida y suave que Magnus había podido sentir y disfrutar de verdad, deseaba el momento en que pudiera ser él quien le hiciera el amor a Alec, quien lo hiciera sentirse amado y deseado.

—¿Qué? —el ceño de Alec estaba fruncido—. ¿Por qué me miras así? ¿Te duele algo? ¿Te lastimé? —en un instante estuvo sobre Magnus nuevamente, sus manos recorriendo su cuerpo.

Magnus se sintió vibrar. Cerró los ojos e intentó respirar con calma, intentando no gemir. Pero, dios, las manos de Alec, tan suaves, apenas tocándolo, tan sutil como aleteos de mariposas, tan cuidadoso, y aun así su piel desnuda resbalando sobre la suya era demasiado.

—¡Magnus, dime qué te duele! —Alec sonaba tan desesperado que Magnus quiso reír. No podía estar más equivocado.

Sus manos encontraron el rostro de Alec, mientras sus ojos se abrían. Lo atrajo hasta él, sus labios a sólo centímetros. —Tú, Alexander. Me dueles tú. No sé cómo viví sin ti tanto tiempo, sin tus besos, tus caricias, sin tu cuerpo al lado del mío...

Esta vez fue Alec quien hizo un puchero. —Me asustaste, Magnus.

—...te quiero, Alexander, mucho. Mucho —entonces lo besó y Alec se olvidó del susto, del mundo entero, cualquier otra cosa que no fuera Magnus no importaba ahora.

Las manos de Alec seguían sobre el cuerpo desnudo de su encadenado. ¿Quién diría que iban a llegar a este punto?

—Te amo, Magnus, me sorprende lo mucho que he llegado a hacerlo, pero agradezco tenerte —besó un hombro de su encadenado mientras se acurrucaban nuevamente.

—Quisiera no tener que salir de aquí nunca —dijo Magnus, pasando sus dedos por el cabello alborotado de su encadenado—. Me gusta tu casa, me divierten tus hermanos, Izzy es genial, y Sheldon, y Clary, y Jace es divertido todo hormonal... Y amo a Cat y Ragnor, y las visitas de Rapha, pero me gusta estar aquí, sólo contigo, ¿me explico? Sólo tú y yo.

Alec asintió. Entendía. También amaba a su familia, la de siempre y los nuevos miembros, pero le había encantado estar sólo con Magnus, amándose, lejos de tanto drama.

Izzy y Simon, igual que Jace y Clary, seguirían juntos después del encadenamiento, cuando se terminara al nacer los bebés.

Y Ragnor y Catarina tenían que confiar en que todo saldría bien. Que Ragnor podría estar con Raphael. Y Catarina lograría su relación con Etta, ya fuera una simple amistad o un romance.

Pero Alec quería esto con Magnus. Un hogar, fue por eso que lo propuso: —Podríamos vivir juntos después de que los bebés nazcan, sólo tú y yo, y ellos claro. Una casa propia, nuestro hogar, una familia. Los... Uh... ¿Lightwood Bane te gusta?

Alec no quería arriesgarse a mirar la expresión de Magnus, por si decía que no, así que se perdió la gran sonrisa de su encadenado cuando casi gritó: —¡Sí! Me encanta, Alexander. Estoy a días de cumplir seis meses. Sólo tres más y seremos una familia...

—...sin cadenas —terminó Alec por él.

No más encadenados, sólo dos hombres que se amaban, formando su propia familia, con Max y Rafa.


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