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43. Algo cambió

—No vas a dormir solo y, definitivamente, no en el sofá, Magnus —Alec había dicho cuando por fin se soltaron. Aunque sus manos hormigueaban por seguirlo tocando. Era tan raro.

—Pero... —los ojos de Magnus estaban brillantes por las lágrimas—, creo que ahora que las náuseas empezaron, ya no van a parar —hizo un puchero y esta vez Alec no se aguantó y nada le impidió acariciar ese labio sobresaliente.

—Somos encadenados, Magnus. Y somos... ¿Somos amigos?

Magnus sonrió un poco ante la última pregunta. —Sí, somos amigos, Alexander. Ser amigos no es malo, ¿o sí?

Alec se sintió molesto consigo mismo. Tomó las manos de Magnus y lo llevó de vuelta a la cama. —Lo siento.

Magnus se recostó, aunque no se relajó. —No es tu culpa. Y, a pesar de las circunstancias, no me arrepiento. ¿Sabes? Es extraño porque no es que yo hubiera creído esto posible, y definitivamente no disfruto las náuseas, pero no me arrepiento de estar embarazado, de poder ser padre, de haber sido elegido para el primer encadenamiento masculino...contigo.

La última palabra sólo la susurró, pero Alec pudo escucharla. No supo qué responder, él todavía estaba confundido, ya no creía que fuera un castigo, un pecado, o una abominación lo que tuvo que hacer con Magnus, de hecho, si como él decía, había personas que libremente elegían eso...estaba bien. Si con los Soñadores estaba bien, en la vida real también, ¿no?

Pero... ¿él podría decir lo mismo que Magnus, que no se arrepentía de tener hijos con él? Porque aunque no los criaran juntos, eso no iba a cambiar el hecho de que iban a ser sus hijos.

Mientras Magnus se relajaba por fin, interpretando el silencio de Alec como el final de la conversación, Alec sintió sus ojos abrirse con la comprensión.

Esos pequeños en el vientre de Magnus eran sus hijos.

Magnus se veía agotado, ya estaba quedándose dormido cuando Alec -sin Soñadores de por medio- lo atrajo hacia él. Magnus entreabrió los ojos, medio sonrió antes de acurrucarse contra su encadenado. —Van a ser hermosos si heredan tus ojos —susurró antes de dormirse.

Alec abrió la boca para decir algo, algo como "Espero que tengan los tuyos", porque los ojos de Magnus eran únicos. Pero se contuvo, eso sería raro de decir ahora. Rozó sus labios contra la frente de Magnus, preguntándose qué le estaba pasando, qué había cambiado tanto en unas cuantas semanas, y qué iba a hacer después de esto.

Después de esta noche.

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