Despertar en brazos de otro hombre era nuevo para ambos. Pero lo extraño fue que no era incómodo. Despertaron enredados y cálidos. El rostro de Magnus enterrado en el hueco del cuello de Alec, Alec apresándolo en un abrazo fuerte y protector.

Alec despertó primero. Se tensó cuando notó la comodidad de su cuerpo al estar con su encadenado.

Estaba seguro que, de estar vivo, su padre no habría aprobado eso.

Aflojó su abrazo y se retiró un poco, viendo la paz en el rostro dormido de Magnus. Hizo una mueca y se movió hasta sacar sus brazos de él y salir de la cama.

Se quedó sentado en el sofá largo rato, abrazando sus rodillas, mirando a Magnus buscarlo y llamarlo entre sueños, su piel se erizó mientras se decía que podía hacerlo, iba a hacerlo porque era necesario, pero no iba a disfrutar.

Magnus se movió de un lado a otro, su mano estirada buscando el cuerpo que había estado ahí. Alec hizo una mueca cuando su encadenado hizo un puchero, todavía dormido. Estaba por volver a la cama y...despertarlo, tal vez...cuando la puerta se abrió.

El ruido despertó a Magnus que se sentó de golpe, apenas a tiempo para recibir en sus brazos a la mujer que se lanzó contra él, todavía adormilado Magnus sonrió cuando ella lo tiró sobre la cama por la fuerza del abrazo.

Algo incómodo llenó el estómago de Alec, se aclaró ruidosamente la garganta, pero ni así lo miraron. Su ceño se frunció cuando ella empezó a dejar besos por todo su rostro.

¿Qué demonios? ¿Una ex novia tal vez?

Pero era suyo. Bueno, era su encadenado, ¿no?