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Xerolynx

Robert Watson es nuestra mejor opción para obtener información sobre el parásito y buscar un nuevo antídoto. Sin embargo, él está encarcelado y las visitas están prohibidas. Además, era de noche y las posibilidades de conseguir acceso eran escasas.

Entre Dereck y yo tomamos cartas en el asunto y utilizamos todos los recursos a nuestra disposición. Si el dinero puede abrir puertas, entonces estábamos dispuestos a utilizarlo. Contacté a algunos contactos en la clandestinidad y les pedí que hicieran las gestiones necesarias para que pudiera hablar con Robert en privado. Expresé la urgencia de la situación y la amenaza que representaba para la humanidad si no encontrábamos una solución.

Después de algunas horas de negociaciones y presiones, recibí la noticia de que había obtenido el permiso para visitar a Robert en la prisión. Era un pequeño rayo de esperanza en medio de la oscuridad.

Doce, Luna, Ian y Lenny fueron en busca de Vladimir, mientras Dereck y Zaira veníamos a la prisión, aunque solo yo tuve permitido entrar.

Pasé por los procedimientos de seguridad y me dirigí hacia la celda donde estaba recluido Robert. Me encontré con su mirada fría, resentida y desconfiada, pero no tenía tiempo para sutilezas.

—Robert, necesito hablar contigo. Es una cuestión de vida o muerte —le dije, mostrándole la seriedad de la situación.

Él me observó durante un momento, evaluando mis palabras y mi expresión. Finalmente, asintió y me indicó que me acercara.

—Habla rápido y claro, no tengo tiempo para juegos—me advirtió.

Le expliqué todo sobre Vladimir, el parásito y la ineficacia del antídoto que habíamos utilizado. Le hablé sobre el peligro inminente y la necesidad de encontrar una solución definitiva. Le supliqué que utilizara sus conocimientos y habilidades para investigar y desarrollar un nuevo antídoto que pudiera destruir por completo el parásito.

—Incluso si Vladimir fue inyectado con el antídoto, claro que es posible que el parásito aún pueda permanecer alojado en su cerebro. Aunque el antídoto podría haber ayudado a debilitar o controlar la presencia del parásito, no hay garantía de que lo haya eliminado por completo. Los parásitos, especialmente si están establecidos en el cerebro, pueden ser difíciles de eliminar por completo. Pueden adaptarse y resistir a ciertos tratamientos, lo que dificulta su erradicación total. Ese parásito tiene mecanismos de defensa y supervivencia que le permite mantenerse en el huésped, incluso después de cualquier tratamiento.

—Tú eres el único que puede crear un nuevo antídoto o reforzarlo.

Robert me miró fijamente, evaluando mis palabras y la gravedad de la situación.

—¿Ves algún equipo aquí? —expresó con sarcasmo.

Sabía que no podía confiar plenamente en él, pero en ese momento no teníamos más opciones. Necesitábamos su ayuda desesperadamente.

—Buscaré la manera de sacarte, siempre y cuando nos ayudes.

—Está bien, pero quiero algo más a cambio. Si voy a arriesgar mi vida con todo esto, necesito algo más que promesas —dijo con voz firme.

Sus demandas eran comprensibles. Le prometí una compensación financiera generosa por su trabajo y una protección adecuada, tanto para él como su familia.

[...]


Después de una intensa conversación con Robert en la prisión, quedó claro que era imperativo que saliera de allí para poder investigar y encontrar una solución efectiva. Necesitábamos su conocimiento y acceso a la información recopilada sobre el parásito y la fórmula del antídoto.

Exploramos las posibilidades y llegamos a la conclusión de que su liberación era esencial. Sin embargo, era una tarea complicada y arriesgada. Necesitábamos un plan meticuloso y rápido para asegurar su salida en menos de 24 horas.

Robert mencionó que tenía una oficina privada donde guardaba información confidencial y notas de sus investigaciones. Pensamos que podría contener pistas cruciales para fortalecer el antídoto y desactivar por completo el parásito, por eso decidimos volver a dividirnos.

Esta vez, Dereck y Zaira se quedaron a las afueras de la prisión, mientras yo me encargaba de adelantarme y obtener cualquier dato relevante, mientras ellos trabajan en el plan para sacar a Robert de la prisión sin levantar sospechas.

La vigilancia en la prisión era estricta, pero había una pequeña ventana de oportunidad durante el traslado de los reclusos a los tribunales.

Utilizamos nuestras conexiones y recursos para influir discretamente en los horarios y rutas de traslado. Esto nos permitiría tener el control de la situación y facilitar la salida de Robert sin levantar sospechas.

Tuve que sortear algunos obstáculos de seguridad, pero finalmente logré entrar a su oficina.

Después de una intensa búsqueda en la oficina de Robert, encontré información confidencial y apuntes detallados sobre el parásito y su funcionamiento. Entre los documentos, descubrí que el parásito había sido bautizado como "Xerolynx", un nombre que evocaba su capacidad de regeneración y su letalidad.

Según los apuntes de Robert, el Xerolynx se adhería a la piel de su huésped y, a través de alguna apertura, se instalaba en el cerebro, tomando el control total de su víctima. Esto explicaba la sed incontrolable de sangre que experimentaban los infectados. Además, el parásito tenía una sorprendente capacidad de regeneración, capaz de restaurar rápidamente cualquier daño sufrido.

La información revelaba que la regeneración acelerada del Xerolynx estaba directamente relacionada con la estimulación visual, táctil y olfativa. Estos estímulos activaban la respuesta regenerativa del parásito, acelerando su proceso de reproducción y regeneración de tejidos dañados.

¿Y qué tipo de estímulo tuvo para que ese parásito volviera a regenerarse?

Fue ahí donde caí en tiempo; él comenzó a actuar raro tiempo después de habernos besado. Incluso cuando planeaba irme a la habitación, en él vi intenciones de dar un segundo paso conmigo, pero decidió irse.

¿Acaso fue mi culpa?

Encontrar una cura definitiva se volvía aún más desafiante, pero también más prometedor. Teníamos un conocimiento más profundo sobre el funcionamiento del parásito y las vías de estimulación que lo activaban. Esto nos brindaba una pista importante para desarrollar un antídoto más efectivo.

Mientras continuaba ojeando los documentos, una sensación de asombro y confusión se apoderaba de mí. Nunca había sospechado que mi sangre tuviera un papel tan importante en todo este proyecto, y mucho menos que algunos lo consideraran una amenaza.

Cada página revelaba más detalles sobre mi inmunidad al virus y mi capacidad de curación acelerada. Parecía que mi sangre tenía propiedades únicas que inhibían la propagación del parásito Xerolynx y controlaban los instintos más salvajes asociados con la infección. Era algo sorprendente y a la vez abrumador.

El incidente en el que Vladimir y yo nos enfrentamos en la sala de experimentación también quedó plasmado en aquellos informes.

La información revelaba que mi sangre tenía un efecto calmante en los instintos y feromonas de Vladimir. Era como si la interacción entre nuestras sangres tuviera el poder de modular la respuesta del parásito y controlar la agresividad de los infectados. Era una revelación impactante y desconcertante al mismo tiempo.

Nunca antes había imaginado que mi sangre pudiera tener ese tipo de influencia sobre los infectados por el parásito. Era un descubrimiento que abría nuevas posibilidades y esperanzas en la búsqueda de una cura más efectiva.

A medida que asimilaba la información, me sentí inundado por un torbellino de emociones. Por un lado, me alegraba saber que mi singularidad biológica podría ser de utilidad en la lucha contra el Xerolynx y las secuelas de la infección. Pero, al mismo tiempo, me preocupaba el alcance de mi responsabilidad y el peligro que ello implicaba.

Compartiré estos hallazgos con el resto del grupo, pero también me preguntaba qué significaba esto para mí personalmente. ¿Sería necesario sacrificar mi propia seguridad en aras de la cura y la protección de los demás?

Mi mente estaba llena de preguntas y dudas, pero también sentía una renovada determinación. Aunque desconocía por completo mi potencial y el verdadero alcance de mi sangre, sabía que no podía dar la espalda a esta lucha. Debía enfrentar mi destino y utilizar mi peculiaridad para ayudar a aquellos que habían sido afectados por el parásito.

Mi sangre podía ser la clave para una cura definitiva, y haría todo lo que estuviera en mis manos para encontrarla y poner fin a esta pesadilla.

Sabíamos que el tiempo apremiaba y que nuestras vidas y las vidas de muchas personas dependían de encontrar una solución.

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