Capítulo 26 Traición
— Veo que estás felizmente despierta, Elaheh— dijo con letanía Alfred observándola desde fuera de la celda.
Elaheh lo miró, pero no le habló, solo profanaba en sus pensamientos cada parte de su cuerpo de rey imaginando lo que le haría si verdaderamente pudiera poner sus manos sobre él.
— ¿Por qué?— Elaheh lo miraba desde su sitio en el suelo.
— Me retaste Elaheh. Ese día en el baile en Jaldra, me retaste— explicó él como quien cuenta la historia más morbosa de su vida— tenía planes para el futuro, pero ese día me diste algo que agregar a mis proyectos…Tú.
— ¿Dónde está mi hija?— la rabia era palpable cuando habló.
— Tranquila Elaheh— dijo Alfred sereno— la pequeña pesadilla no entraba en mis planes. Aunque sí pretendía capturarla, pero Setareh demostró ser un poco inútil— Elaheh se sintió oprimida por una gran roca a medida que respirar se volvía más difícil.
—¿Setareh?— preguntó en un susurro ahogado.
— ¿Quién crees que me ayudó todo este tiempo?— Alfred hablaba jactándose de sí mismo— curioso lo que las personas están dispuestas a hacer cuando se les lastima. ¿Alguna vez te preguntaste qué fue de ella cuando se separaron? Yo sé.
No, Elaheh no había querido preguntar pues sabía que nada bueno había sido. Malik le había dicho que la había salvado y eso era suficiente para ella. Nunca quiso saber detalles.
— Tampoco sabes qué papel jugó el rey Malik en su salvación, pero seguro que has de haber deducido que el que tú tuvieses la oportunidad que ella quería no le sentó muy bien. Me contactó hace cinco años, yo estaba preparando todo para la guerra y ella me ayudó en lo que pudo y ninguno de ustedes, tontos ilusorios, os disteis cuenta— Alfred rio como si estuviera haciendo una broma interna— aunque al no proporcionarme todo lo que quise y ordené, sino solo a ti y al bebé real que hay dentro tuyo, he tenido que castigarla.
Elaheh sabía lo que eso podía ser, no sentía lastima, ella misma le daría castigo en su momento. Si puedes, pensó una voz dentro de ella que rápidamente calló. No quería pensar que tal vez no saldría de allí
— Así que he decidido que ambas podrían tener algún tiempo para conversar, de la misma forma que cuando eran pequeñas.
Alfred se movió y uno de sus guardias abrió la celda, otros dos entraron con una Setareh golpeada y casi inconsciente y la encadenaron a los grilletes de la pared de enfrente a Elaheh. Esta solo miraba como si de un cadáver se tratase.
— Espero que pasen un excelente tiempo— dijo Alfred mientras sus guardias volvían a cerrar la celda.
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— Lo lamento— no supo Elaheh cuanto tiempo pasó hasta que Setareh habló, aquellas palabras ardieron como brasas en su piel.
— ¿Qué lamentas exactamente? ¿Haberme traicionado a mí facilitándole a ese monstruo encadenarme, condenándome a su merced a mí y a mi bebé? ¿O tal vez es haber traicionado a Malik conspirando en su contra por cinco años, llevándote lejos a su esposa e hijo, poniendo en riesgo la vida de su hija, de sus concubinas y de todos los que ama?
Su tono era ácido y emanaba desdén, Setareh no se merecía ni respirar siquiera. Las dos sabían eso y ambas deseaban que se cumpliera, Elaheh por un deseo de venganza que desconocía en ella y Setareh por la culpa que la azotaba.
— Aunque también puede ser que lamentes haber condenado a un pueblo a muerte, a varios países a guerra. Las vidas que caerán porque tu decidiste no decir nada del plan de Alfred, como si jugar a la guerra fuera tan sencillo como bailar— los ojos de Elaheh estaban secos. Era la hora de la fuerza, aunque el temor se acomodaba dentro esperando para tomar el control.
— Tú no sabes nada— dijo Setareh entrecortadamente haciendo una mueca de dolor mientras se incorporaba lo mejor que podía— ejercí de prostituta durante el tiempo que estuve en las calles. Malik me encontró cuando fue a buscar a uno de sus guardias al burdel donde trabajaba. Una pelea se desató y yo instintivamente le protegí. No sabía quién era, no se veía como un noble, vestía como un guardia común.
Elaheh sabía que lo decía porque de haber visto que era un rey jamás lo hubiese salvado. Ella tampoco lo hubiese hecho, tenían demasiados traumas con reyes y nobles hacía cinco años atrás que era entendible.
— En agradecimiento me ofreció formar parte de su harem. Al inicio me negué, pero la vida de una prostituta y una concubina no es muy diferente y para alojarme en una habitación fría, mejor en un palacio. El tiempo pasó y comprobé cómo era él realmente, me dejé llevar y le conté todo. No supe que fue un error hasta después— ¿Error? pensó Elaheh, pero no se atrevió a interrumpirla— cuando su madre murió…
— Tú lo consolaste, quedaste embarazada, se iban a casar, perdiste al bebé y el matrimonio no se llevó acabo. Lo sé— la interrumpió. Setareh la miró con estupor, eso la satisfacía.
— Así que te lo contó, ¿eh?— dijo Setareh para sí misma, aunque Elaheh la escuchó, esbozó una irónica sonrisa— Lo vi ¿sabes? Cuando pensaba en ti, cuando llevaba sus manos al cuello en busca de la cadena, la expresión que cubría su rostro. Lo supe. Nunca tuvo intención de permitir que Alfred te tuviera, llevó el dinero sabiendo que impugnaría por ti. Le pagó un baúl entero al mediador de los acuerdos para que iniciara los intercambios de forma tal que Alfred quedase antes que él y así podría tenerte. Desde que fuiste parte del harem supe que él quería más, pensé que no pasaría porque tú no le amabas y entonces…
— Entonces anunciamos el compromiso, nos casamos y quedé embarazada. Todo se te fue de las manos— afirmó Elaheh. Ella desconocía que Malik hubiese hecho todo eso por salvarla de Alfred, pero una satisfacción se clavaba en su pecho por ello.
— Tanto tú como yo sabíamos que Alfred no se quedaría tranquilo. Por eso le busqué cuando la boda y le ofrecí mi ayuda. Le mantenía al tanto de todo, preparé el viaje para el palacio del rey Ognjen, me encargué de que los guardias de Alfred estuviesen listos para tomaros. Fui yo quien te golpeó, pero no conté con que Malik resultaba ser muy cuidadoso y protector. Envió detrás otro grupo de guardias y por tanto solo nos dio tiempo a tomarte a ti, tuvimos que dejar atrás a las demás, tu hija con ellas— Elaheh sintió un peso y dolor del que no era enteramente consciente desaparecer súbitamente.
— Y él te lo hizo pagar— culminó Elaheh— ahora dime ¿Qué sientes de verdad? ¿Todo lo que pasó o que no te saliera bien?
Silencio.
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— ¿CÓMO ES POSIBLE QUE NO LO SEPAN?— el grito gutural de Malik llegó a escucharse desde los pasillos.
Llevaban una semana intentado encontrar a Elaheh, había tenido que quedarse en su país pues una batalla se acercaba. Alfred había movido bien las fichas. Los países se habían aliado en su contra, pero cinco años de preparaciones le daban ventaja. Además de que ellos no podían luchar en donde Alfred atacara dejando a sus países sin protección, por ahora estaba atado de manos.
— Lo sentimos majestad— Dushan no sabía qué más hacer. Había perseguido, capturado e interrogado a un sinnúmero de soldados enemigos. Malik sabía que él la había llevado de regreso a su país.
— ¿Qué hay de la resistencia en su propio terreno?— preguntó abatido.
— Los reinos adyacentes a Valghar se han unido y atacarán, nosotros nos enfrentamos a una amenaza más inmediata. La batalla solo podrá postergarse hasta el amanecer— le informó su general de guerra.
—Entiendo.
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— Elaheh— dijo Alfred al verla en sus aposentos— me alegra que hayas decidido asistir a mi llamado.
— No me dejaron elección— refutó Elaheh recordando como la habían levantado a la fuerza. No había puesto resistencia. Todo lo hacía por su bebé, comía, bebía y aceptaba ir sin quejas a ver a Alfred cada que él la llamase.
— Te ves bien. Ese aspecto te sienta.
Podría haber sido un cumplido de no ser porque Elaheh estaba sucia, apestaba, su vestido tenía rasgaduras en ciertas partes. Se veía consumida, cansada y su cabello era una soga negra debido a la churre acumulada.
— Gracias— respondió provocándolo. Alfred la miró directamente ante su respuesta, por un segundo ella temió.
— ¿Sabes para qué te he mandado a llamar?— preguntó Alfred.
— No leo mentes— contestó cortante.
— Tienes razón. Verás, quería que fueras la primera en saberlo. En estos momentos tu hogar está siendo atacado por mis tropas— las bilis le subieron hasta la garganta, tragó en seco y miró a Alfred— No me mires así. Sabías que tenía que hacerlo, es más, te contaré mi magnífico plan.
Alfred se puso de pie de la mesa donde comía pan con diferentes cremas untables y caminó hacia Elaheh, dejando una prudente distancia entre ambos.
— Mi plan es apoderarme de los países que pertenecieron a los acuerdos. Como sabes los tres puntales de los tratados son Jaldra, Lithuam y Valghar, yo soy rey de Valghar y pronto seré de los otros dos también— explicó— Esto puedes no saberlo, nadie más allá de mi lo sabe, pero quien domine uno de estos tres reinos tiene el mismo derecho sobre los otros dos.
Elaheh, que hasta ese momento no miraba directamente a Alfred tomándolo por loco, levantó la vista y la clavó en él. Alfred era un sádico, pero no estaba verdaderamente desquiciado y todo lo que hacía siempre tenía una justificación plausible para él.
— Padre nunca creyó en mí y ahora mírame, a punto de lograr el control total de todo. Ataco Lithuam primero por ser el más lejano. No le doy tiempo a artillarse hasta los dientes y levantar muros impenetrables, además no recibirán ayuda de esta manera. No tienen tiempo— comentó mientras volvía a su desayuno— Jaldra tiene fronteras conmigo, será más fácil tomarlo si ya poseo el poder de otro país.
Masticaba al hablar, divertido de lo que explicaba. Se veía igual que un niño en su cumpleaños. Enteramente pletórico de alegría con la situación
— Te preguntarás si no he pensado que Jaldra me puede atacar durante el tiempo que yo tengo tropas en Lithuam. La verdad es que en Lithuam están mis mercenarios, he dejado mi Ejército Real aquí listo para defender. O sea que no podrán conseguirlo. ¿No te fascina?— Elaheh lo sabía, que él lo estaba verdaderamente disfrutando. Como un niño jugando con sus juguetes.
— ¿Por qué tardaste tanto?— preguntó Elaheh.
— Me costó conseguir todo lo necesario para vencer por encima de tantos países a la vez— explicó Alfred con indiferencia.
— ¿Por qué crees que tienes derecho sobre de esos países?— había algo en la forma en que Alfred hablaba que le dejaba claro que Lithuam y Jaldra no eran países escogidos al azar o por su posición político-económica.
— Siempre tan perspicaz— dijo Alfred con una sonrisa de medio lado— verás, hay una historia oculta en nuestro pasado, en el de los antiguos reyes de nuestros países. Bueno el actual rey de Jaldra todavía vive así que…el punto es que te torturaré y asesinaré por tanto puedo contártelo— Elaheh contaba con ello, el saberse poseedor de todo el poder lo hacía sentir una necesidad desorbitante de alardear— el rey de Jaldra, el antiguo rey de Lithuam y mi difunto padre eran hermanos de sangre.
Un peso inmenso cayó en Elaheh. No, no puede… pensó a toda prisa, pero…
— Su padre, mi bisabuelo, vivió en un tiempo de guerra. Venció a los antiguos reyes de Jaldra y Lithuam, o sea que Valghar era el original gobernador de todos, pero cuando su muerte se acercó decidió que sus hijos no disputaran un control absoluto de algo que originalmente estaba separado. Por eso dejó su hijo mayor, Sebastian, en poder de Valghar, a su segundo hijo, Kudret, le dio Jaldra y a su tercer hijo, Jahangir, le dejó Lithuam.
Tenía sentido, Elaheh se lamentaba precisamente porque tenía todo el sentido del mundo. Por eso Azur y Vahid se parecían, por eso al hablar de similitudes Malik le había dicho que Vahid era idéntico a su padre cuando joven. Porque el padre de Malik era tío se Vahid.
— Como condición para la entrega de semejante poder ordenó que tendrían que usar los apellidos de sus madres, cada uno era nacido de una concubina diferente y el antiguo rey tuvo de esposa legal una esclava— algo parecido venía a la mente de Elaheh, una historia contada por Malik— Obviamente mis estúpidos hermanos mayores y primos gobernantes no tienen ni idea de dicha historia, pero yo encontré el diario de mi abuelo y los documentos de los consejeros que hicieron todo el proceso y supe qué había pasado. Confronté a mi padre y me hizo jurar que no diría nada, no me convenía por lo que guardé la información en una espera paciente de hacer uso de ella.
Elaheh quería decir que todo aquello era mentira y cuestionar a Alfred con todas sus fuerzas, pero sabía que era verdad. Eso hacía caer en su lugar muchas cosas. Además Alfred podía ser cruel como nadie, pero siempre hacia las cosas con un fin justificado, al menos para él, asumía sus actos y motivos.
— Entonces planeas devolver a Valghar el poder de todo— sentenció Elaheh.
— Y más del que antes tenía— corroboró Alfred.
— ¿Puedo retirarme a mi celda?
Elaheh necesitaba desesperadamente dejar de mirarle, daba igual si el único sitio donde podía escapar era una celda húmeda y sucia llena de ratas a la que estaba encadenada con la peor compañía posible.
— Claro querida, más tarde llevarán la comida— dijo Alfred risueño.
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— ¿Cuándo atacaremos?— preguntó Rashid a Vahid.
Llevaban días preparándose, sabían del ataque a Lithuam, también de que Alfred tenía a su guardia real aun en Valghar, pero contaba con una estrategia inesperada.
— Al amanecer, mientras se esté regodeando en lo que él espera que sea una victoria sangrienta sobre Lithuam— explicó Vahid.
— ¿Crees que la tendrá?— desde que Malik les había hecho llegar la noticia del secuestro de Elaheh, Vahid se había desesperado. Había movilizado las tropas y adelantado el asalto, Rashid sabía que no la había olvidado. Por eso era un tema difícil de tratar.
— Claro que la tendrá allí, es demasiado orgulloso y cruel. La querrá en sus dominios y donde pueda hacerle daño de todas las formas posibles— Vahid cerró sus manos en un puño y Rashid vio como temblaban de rabia.
— No es bueno tener la cabeza caliente para una batalla— ratificó Rashid.
— Da igual, quien liderará serás tú, mi objetivo es ella— aquello era algo que Rashid había esperado, conocía demasiado bien a su amigo.
No dijo más nada, simplemente se alejó lento, no quería hacerle la pregunta más difícil. ¿Estará viva? No quería la respuesta. Caminó hasta salir del territorio del palacio interior a las afueras, donde residían algunos soldados y empleados en casas construidas por el personal obrero del palacio. Allí estaba su casa. Asha lo esperaba aun despierta, no solía acostarse hasta que él no regresaba.
— Llegué— dijo suavemente cuando estuvo dentro. Sabía que Roshan estaría dormido y si lo despertaba a Asha le sería imposible dormirlo, por eso cuando llegaba tarde a casa solía ser muy silencioso.
— Bienvenido— dijo su mujer reuniéndose con él, estaba visiblemente cansada. Entre el trabajo en el palacio y cuidar de Roshan, además de esperarlo a él despierta, se estaba desgastando.
— ¿Hace cuánto se durmió?— preguntó luego de besarla apasionadamente.
— Tres horas más o menos— dijo Asha quitándole la parte superior del khalat— ¿comiste?— su marido negó con la cabeza. Rara vez comía fuera de casa, así complacía a su mujer en asegurarse de que comía lo suficiente— calentaré la comida.
Sentándose en la mesa la miraba, las manos de Asha temblaban a medida que movía las ollas y encendía el fuego. Rashid no sabía cómo calmarla, cómo clamarse a sí mismo. El tiempo se agotaba y no tenían certeza de nada excepto de lo agradecido que estaba de haberla conocido y de que daría todo por volver a ella y a su hijo, pero tenía que hacer esto. No por Vahid, sino por Elaheh.
— ¿Cuándo?— le preguntó Asha después de que este devorara toda la comida.
— Al alba— fue lo único que contestó.
— ¿Volverás?— las lágrimas no eran visibles, pero bañaban su voz.
Rashid no contestó. En una guerra cualquier seguro desaparecía y el resultado podía ser el no imaginado por los que vivían antes de que iniciara, que tal vez ya no lo hicieran al culminar.
La tomó fuertemente entre sus brazos y la besó intentando ocultar sus temores propios, haciéndola suya allí, evitando que el mundo se interpusiera entre él y ella. Podía no volverla a ver después del alba, no importaba, ese momento era lo único importante en su vida en ese instante. Y para siempre.
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Nos empezamos a acercar al final bestiecitas....espero que estén preparados porque a partir de ahora esto coge modo montaña rusa, para abajo y sin freno.
Qué les pareció el cap?
Por cierto les invito a pasarse por mi libro Luz Angelical, es un fanfic Malec y acabo de subir el epílogo hoy por lo que obvio está terminado.
Besitos babys😉😊
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