Capítulo 25 En el inicio
Setareh: estrella o destino
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Farishta corría siendo perseguida por Malik y Elaheh los miraba desde un banco sentada. La nieve cubría todo de forma uniforme y el frío era imperioso, pero soportable. Aun así ella todavía se sentía incómoda en esa estación del año. Cinco años y aún se sentía fuera de lugar cuando el blanco delicado e invernal cubría todo a su alrededor, incluso más que la primavera y sus intensas y prolongadas lluvias.
La niña no, había nacido allí, aquel era su hogar y ese sus características. Además le fascinaba todo lo que fuera frío y húmedo. Lo único frío que a Elaheh le gustaba eran las manos de Malik.
Ambos corrían y jugaban a perseguirse mientras sus huellas quedaban marcadas en la nieve del jardín interno, a Elaheh esa imagen le traía paz. Recordaba lo intranquila que pasó los primeros tres años de la niña, mirando cada rasgo en busca de Vahid.
Solo encontró sus ojos verdes, el resto de la pequeña era una diminuta e intranquila versión de ella, incluso Malik lo decía todo el tiempo. Una patada fuerte del pequeño bribón dentro de ella la sacó de sus pensamientos. Este tiene que ser varón, pensó atribuyéndolo a la fuerza con la que la pateaba.
El embarazo de Farishta había sido más calmado, ella solo esperaba que este parto fuese más sencillo. Malik también estaba intranquilo por ello, había pasado el peor momento de su vida en aquel instante y deseaba no tener que pasar por eso de nuevo. Aunque nada era seguro.
Elaheh todavía recordaba aquello, el parto había durado tres horas y la había dejado exhausta. Malik se halló nervioso todo el tiempo, sin embargo la había mirado como si fuese un ser celestial que le daba el mayor regalo del mundo.
— Es una niña— había anunciado Rada.
— ¿Cómo quieres llamarla?— Elaheh siempre había dicho que de ser una niña sería Malik quien la nombrara, se merecía el honor.
— Farishta— dijo finalmente Malik luego de unos minutos— a fin de cuentas, es nuestro ángel.
— Majestad— Dushan había llegado y los miraba preocupado— una carta del rey Ognjen llegó para usted, es urgente.
Malik tomó a Farishta de la mano y caminó hacia Dushan, quien le entregó la carta.
— Mi ángel ve con mamá— le dijo dulcemente a la niña, quien sonrió para él y fue corriendo hasta los brazos de Elaheh.
Solo podía dejar que la niña se aferrase a ella sentada, lo avanzado de su embarazo actual impedía cargarla, mucho menos si se ponía en pie. Pidiéndole a Farishta silencio con un gesto, Elaheh observó con cuidado las expresiones de Malik a medida que leía la carta, supo de inmediato que algo andaba muy mal. Malik despidió a Dushan con gentileza.
— Iré en unos minutos— le aclaró el rey a su amigo y mano derecha.
— RADA— gritó apuradamente Elaheh cuando Dushan se retiró del jardín, esta acudió al llamado inmediatamente. En su rostro se veía la preocupación, rara vez Elaheh la había llamado de forma tan desesperada.
— ¿Qué sucede?— preguntó muy agitada.
— Llévate a Farishta a jugar arriba por favor— le pidió apresuradamente mentiras empujaba de forma delicada a la niña a los brazos de ella.
— Claro— Rada se llevó a la pequeña dando saltitos por un corredor.
— ¿Qué dice?— preguntó enseguida que vio irse a las dos juntas, acercándose a Malik.
— Los acuerdos están en peligro— le explicó Malik— Alfred ha desatado una especie de amenaza general contra todos, quiere volver colonias de su país a todos los que no comparten fronteras con él y a los que sí los quiere absorber dentro de su territorio transformándolo todo en un país gigantesco— a Elaheh se le heló la sangre.
— Eso no puede ser— pensó nerviosa y sin darse cuenta lo dijo en voz alta, no razonaba con claridad— no tiene ese poder. Necesitaría un ejército inmenso, mucho dinero, una armada y una flota dispuestos a luchar por él.
— Hizo la amenaza oficial— le comentó Malik— el mensaje con ella debe llegarnos en algún momento del día de hoy— Malik respiró profundo dejando que el frío aire invernal calmara el fuego que llenaba su ser en esos momentos— Si se dedicó por los pasados cinco años a obtener todas las fuerzas que necesita, todo lo que tu dijiste, puede hacerlo. Tal vez estuvo en los acuerdos solo para ganar tiempo.
— Así ningún país se prepararía para una guerra creyendo en la veracidad de estos tratados, hasta que fuera muy tarde y él tuviera en sus manos el poder absoluto— terminó su pensamiento Elaheh.
— Exacto— concordó Malik— vamos. Tenemos que reunirnos y hablar al respecto.
— Claro— aceptó inmediatamente.
— Si es demasiado para ti…no quiero que le pase nada al bebé.
Durante todos esos años Malik la había incluido en cada decisión con la misma actividad que él. Sin embargo Elaheh entendía que en esta tuviera un poco de reticencia, ella estaba embarazada, cercana a dar a luz y aquello podía superarla.
— Si pienso que es demasiado, te lo haré saber— afirmó.
Pasaron las siguientes dos horas reunidos con todos los consejeros, generales de guerra, representantes del pueblo y dos pajes enviados por Ognjen para presenciar todo por él. Por lo que descubrieron y las informaciones documentadas, habían existido movimientos no convencionales en los terrenos de Valghar.
Barcos no mercantes desembarcando varias veces en puerto, flotas que temporalmente estaban de estadía, hubo movimiento por tierra de varios cargamentos en coches aunque nadie tenía idea de que contenían.
— ¿De dónde sacó todo el dinero para esto sin dejar en quiebra al país?— preguntó el general de guerra.
— Trata de esclavos y comercio negro— respondió Elaheh compartiendo el pensamiento de Malik, quien no habló dejando que ella se explicara— Su poder inicial lo obtuvo de ello. Todo el harem con el que comerció, venció, se enriqueció y llegó al trono eran esclavas especialmente entrenadas para ello. Artes de todos los tipos, entrenamientos duros que cumplir o castigo a pagar.
Elaheh se había encargado de borrar los pocos malos recuerdos que le quedaban, hoy día ya no la dominaban. Sin embargo jamás ella o Malik habían contado nada de su verdadera procedencia a nadie en Lithuam.
— Cuando obtuvo el poder se deshizo de la mayoría, rehizo su harem, asesinó a todas las esclavas que le fueron inútiles y las que le sirvieron durante más tiempo las dejó en libertad a cambio de su silencio. Prometiendo darles caza si hablaban. Durante esa época su riqueza provino de negocios turbios con la mafia, los yakuzas, cárteles importantes y peligrosos. Dudo mucho que se deshiciera de esos contactos, debió guardarlos en algún lugar hasta el momento idóneo— explicó Elaheh.
— Alteza— intervino uno de los representantes de los acuerdos— con todo respeto, sus palabras son fuertes y demasiado…grandes, por así decirlo. Son acusaciones muy serias las que hace. Y no quiero que piense que dudo de usted, pero si todo fue hecho en absoluto secretismo ¿Cómo es que usted sabe al respecto?— todos enfocaron su atención en Elaheh.
Ella sintió la tensión que crecía por instantes en Malik, aquella pregunta lo había insultado más a él que a ella. Le colocó una mano en el muslo intentando tranquilizarlo.
— Comprendo su pregunta señor— respondió Elaheh consciente de que todos esperaban su respuesta. Por más que hubiesen visto su valía una y mil veces, era una mujer, siempre dudarían de su palabra— pero en esto me temo que tengo experiencia como ninguno de ustedes. En esta área en estos momentos yo soy la que mejor comprende lo que sucede. Porque veréis...— dijo mientras se quitaba los abrigos de pieles que la tapaban.
Cuando solo estuvo con el vestido que llevaba por comodidad debido al embarazo se dio la vuelta y apartó su cabello de la espalda. Abrió el vestido por delante y lo deslizó por sus hombros dejando que todos vieran sus cicatrices.
— Yo fui una de sus concubinas, de sus esclavas, de sus armas de poder.
El silencio llenó la sala, nadie de los presentes se atrevía a decir nada. Finalmente Elaheh volvió a subirse el vestido y Malik se puso de pie para ayudarla a vestir completamente con todos los abrigos.
— Como entenderéis ahora— dijo él— mi esposa es la que mejor nos puede guiar en esto, pero Alfred sabe que contamos con ella y sabe que ella lo conoce. A fin de cuentas él se lo enseñó— explicó Malik— así que ahora tenemos que jugar con inteligencia. Manden recados a todos los países que tengamos constancia de su lealtad a los acuerdos y que estén contra el rey Alfred. Mientras más rápido actuemos, mejor— ordenó.
— Pidan a los herreros que tengamos que cambien de rumbo su trabajo. Necesitaremos muchas armas, el mejor material posible— ordenó Elaheh.
— El rey Alfred todavía es parable, la guerra no se ha desatado— intervino un consejero ante la orden de Elaheh.
— Sí, pero lo hará. Intentará tomarnos primero porque sabe que yo puedo deducir sus movimientos, sabe que sé que vendrá a por nosotros antes que a por nadie. Si aun así lo hace es porque confía en su armamento, ejército y superioridad. Tenemos que prepararnos— explicó Elaheh.
— Ya la oyeron— dijo el general de guerra— nuestra reina ha hablado. Vayan.
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— ¿Por qué no contaste que Setareh también fue esclava de Alfred?— a lo largo del día todas las ordenes se habían llevado a cabo.
Malik había pedido de favor a Elaheh que descansara y él se encargó de las reservas de comida y preparaciones para el almacenamiento de todas las cosas necesarias del pueblo. Solo quedaba esperar.
Habían fingido buena cara para que Farishta no sintiera nada, pero el ambiente estaba pesado. Ahora Malik se tiraba en la cama a su lado, afuera el frío se hacía mayor a medida que la luna se veía más alta en el cielo.
— Tengo una mala sensación al respecto— confesó Elaheh— confía en mí en esto por favor. Ignora lo de Setareh, déjame a mi este trabajo— Malik conocía a su esposa, sabía que nunca hacía o pedía nada por gusto.
— Está bien. Lo entiendo— concedió. Abrazó a Elaheh firmemente pasándose el calor, Elaheh calentaba las manos de Malik y él el resto de su cuerpo.
— Solo espero que el bebé no nazca en medio de una batalla— dijo ella. Malik no contestó, en esos momentos nada era seguro.
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El mensaje de declaración de guerra llegó en la madrugada, ambos reyes se despertaron exaltados. Las órdenes volaron, toda la población sería recluida en los búnkeres de seguridad. Ognjen había ofrecido asilo a todo el pueblo, pero no podías movilizar un país entero.
Si el objetivo era la capital y el palacio interior simplemente con vaciar los territorios en el medio de su camino bastaría. Refuerzos venían de Hangar, después de los negocios que habían hecho en años pasados el país había vuelto a su antigua gloria y ya podía permitirse cosas como prestar ayuda a Lithuam.
Desde la mañana todo el mundo en palacio estaba recogiendo las cosas que necesitarían, las imprescindibles. Elaheh temblaba cada que pensaba que Malik se quedaría allí con las tropas esperando pues ella, la niña, las concubinas y las demás personas del palacio buscarían refugio en el palacio interior del rey Ognjen. La noche sería el manto que refugiaría su huida.
— Ten cuidado— Malik sabía que lo que Elaheh pedía era que viviera.
Con los años el sentimiento que inicialmente no tenía nombre se había transformado en algo profundo, tan natural como el amor hacia uno mismo.
— Lo tendré— aseguró Malik— cuida a nuestra familia— dijo poniendo una mano en su vientre mientras con la otra atraía su rostro a él para besarla ferozmente.
— Papi no viene— dijo Farishta interrumpiendo. Malik rio, la cargó suavemente y la apretó fuerte contra él.
— Papi se queda aquí en el palacio, pero tú vas con mamá a visitar al tío Ognjen— le explicaba cuidadosamente Malik a la pequeña diablilla.
— Tío Ojen— Malik rio con fuerzas, no había manera en que Farishta se aprendiera el nombre de Ognjen.
— Sí, dale un beso de mi parte— le pidió Malik a su hija— cuídate mi ángel y cuida a mamá.
— Shí.
La niña tenía la curiosa manía de pronunciar las s como sh, a Malik esto siempre le había causado risa aun cuando sabía que debía de corregirla. Malik la besó y atrajo a él. Luego la dejó ir con Rada. Elaheh y él se miraron una vez más.
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El carruaje se movía lento, habían dejado la cuidad atrás hacía rato. De la nada un estruendo sonó y los carruajes se detuvieron.
— Quédate con Farishta— le ordenó a Rada.
Siendo impulsiva como siempre, Elaheh salió del carruaje. Mirando por el lateral observó unos hombres a caballo que se interponían en el paso a seguir, luego un golpe muy fuerte la aturdió. Se llevó la mano a la cabeza, miró el líquido espeso y rojo que la manchaba, sabía lo que significaba.
La oscuridad se cernió sobre ella mientras sus últimos recuerdos con su hija y esposo hacía un día atrás reaparecían delante de sus ojos en una alucinación perfecta y feliz.
Sus párpados pesaban, se negaban a abrirse. Sentía el peso de algo que le rodeaba los tobillos y las muñecas, algo duro y frío. Donde estaba era muy húmedo, lo podía sentir en el piel. Las gotas que caían en alguna parte del sitio resonaban alto. Estaba en el suelo, podía decirlo por la dureza e irregularidad de este.
Tenía calor y sudaba copiosamente, inspiró hondo y el olor a tierra mojada, óxido, suciedad y a ratas le llenó por dentro. Abrió los ojos rápidamente, forzando a su cuerpo a obedecerla. Apenas si veía bien, las luces estaban lejos en los pasillos revelando formas extrañas en las sombras, ella estaba dentro. Los barrotes que la separaban de las demás celdas y los grilletes en sus manos y pies le hicieron saber enseguida qué pasaba. Esclava y cautiva, otra vez.
Encadenada a la pared miró las cadenas, eran de metro y medio de largo, como las que había usado en un pasado. Su familiaridad con ellas la alarmaba tanto como lo que estaba pasando. Hacía demasiado tiempo que no se veía de esa forma, estaba sucia, su vestido blanco manchado de fango, de las marcas de óxido de algo contra lo que la habían apoyado en algún momento.
También una mancha de sangre ya seca marcaba el cuello y hombro del vestido y le dolía mucho la cabeza. Llevó una de sus manos hacia la parte de encima de su cuello donde había recibido el golpe. La herida seguía allí, pero aunque dolía no sangraba. Se había desmayado por el lugar del golpe, no por la fuerza de este. Agudizó el oído buscando algún sonido que le indicara que su hija estaba en aquel lugar espantoso. Nada, solo silencio.
Gritar no resolvería nada, más bien solo le quitaría minutos de paz. Una patada desde dentro la hizo respingar un momento. Su bebé daba señales de estar bien, pero si no salían de aquel sitio pronto no permanecería así por mucho.
Observó su alrededor. Elaheh no había estado en muchos calabozos, solo dos y de ellos recordaba perfectamente uno. Había algo que le resultaba extrañamente familiar de ese en el que estaba.
— NO— el grito vino de dentro suyo antes de que pudiese pararlo, su cuerpo empezó a temblar.
NO PUEDE ESTAR PASANDO, NO PUEDE ESTAR PASANDO.
En la pared a su izquierda estaba el dibujo que ella había hecho con Arita cuando esta llegó. Dos figuritas malhechas que eran ellas dos juntas de la mano. No solo era una celda similar, era la suya. Estaba en Valghar, en manos de Alfred.
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Bueno pero bueno...y ahora qué pasará con nuestra Elaheh lenda?
Les gustó el cap? Es un poco raro quizás por el cambio de años d forma repentina...no sabía bien si les gustaría pero a mi me convencía bastante por lo que lo dejé así😅.
Ya me dirán pequebebés. 💙💙💙
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