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Capítulo 23 El anuncio

Los invitados llegaban y Malik los recibía a todos en la entrada de su palacio, vestido con un khalat dorado totalmente y una túnica blanca abierta delante. Su cabello suelto con dos mechones finos llevados hacia atrás cuidadosamente y sujetos por una horquilla no visible. Denotaba un aire alegre, orgulloso y también misterioso. Todos los invitados se sentían honrados, aunque no comprendían la celebración de un baile de la nada.

— Malik— saludó antes de llegar a él.

— Ognjen— dijo Malik igual de feliz de verle. Desde que se habían separado antes del baile en Jaldra no se habían visto de nuevo. Ambos amigos se fundieron en un abrazo colosal que rebosaba de amor fraternal— ¿Cómo has estado?

— Todo bien. Sangam es un país bendecido por la buena fortuna, hermano mío— respondió el imponente rey.

Un hombre de la misma altura de Malik, pero lo más opuesto a él que alguien pudiese encontrar. Ognjen era mucho más ancho y musculoso, con una tez oscura parecida al color del cacao. Sus ojos eran oscuros y sus rasgos eran hermosos, pero muy diferentes de los de Malik. Tampoco compartían los mismos gustos ni opiniones, sin embargo eran como hermanos.

— No lo dudo, hermano— afirmó Malik.

— Este es Honar, el representante de Jaldra que estaba en mi país— presentó Ognjen al hombre delgado y de aspecto frágil que estaba a su lado.

— Su alteza— saludó el diplomático con cortesía.

— Señor— respondió el saludo Malik— siéntase cómodo en mi palacio y sepa usted que es libre de contar a sus príncipes y rey lo que hoy aquí acontece. A fin de cuentas, viene como representante de Jaldra.

— Gracias majestad— dijo el hombre.

— Supongo no me adelantarás nada— exclamó Ognjen.

— No— dijo Malik mirándolo fijo— ya verás.

— Muy bien, voy adentro— dijo tomando la mano de su esposa, la reina Hab, quien saludo a Malik con una inclinación de cabeza y una sonrisa.
Sus hijos los había dejado en palacio. Malik conocía a esos tres bribones y sabía que eran una auténtica pesadilla cuando querían, rio por lo bajo.

Cuando todos los invitados llegaron Malik entró en el salón del baile. Todos hablaban animosamente al compás de la música de fondo. Sus concubinas recorrían la sala, habían hecho uso de sus dotes y bellezas, estaban hermosas.

— Rey Malik— dijo Setareh, que lo había visto y se le había acercado por detrás— está muy elegante hoy.

— Gracias Setareh— respondió él cortésmente— aunque no me comparo con ninguna de ustedes. Todas estáis estelares.

— Gracias por el cumplido, pero preferiría que lo dijera por mi solamente— dijo ella atrevida.

Malik se sintió incómodo por un momento, le había hecho daño y por más que habló con ella sobre la verdad y naturaleza de la relación fugaz que sostuvieron, ella parecía no haberlo entendido. Se sentía muy preocupado por lo que podría pasar con la amistad de las chicas una vez que la noticia se supiera.

Fue entonces que la vio caminando entre las personas que se apartaban a su paso, ni siquiera los más distinguidos reyes disimulaban al mirarla. Hasta Ognjen se quedó momentáneamente ido en sí y luego miró a Malik, sabía que la chica tenía que ser concubina de él. Era la única mujer que no reconocía.

Ognjen sabía la suma que Malik había pagado por ella, se habían escrito al respecto. Al inicio creyó que había sido una locura, ahora entendía perfectamente. Su esposa a su lado miraba igual de impresionada. La mayor de las reacciones era la del rey Malik, el mundo parecía haber desaparecido en el momento en que ella entró en su campo visual.

Había hecho exacto lo que él le había recomendado, exteriorizado su verdadera imagen. No por gustarle a él ni a nadie, solo a ella misma y resultaba, no hermosa, sino imponente.

Elaheh vestía de negro, un traje hecho con mucho esfuerzo que consistía en una pieza de largo enteriza transparente a lo largo del vientre y la espalda, al igual que las piernas. Adornada con arabescos bordados muy finos y delicados, apenas perceptibles de no ser porque desde lejos podías ver al caminar las figuras abstractas que se formaban.

Oscura e impenetrable para la mirada en donde se hallaban las partes íntimas de su cuerpo. Sin mangas, en la zona del escote y los hombros estaba cubierta por finas hileras de hilos gruesos de plata que cubrían todo esa parte cayendo delicadamente en su blanca piel. Toda la tela se pegaba al cuerpo de Elaheh hasta por encima de la rodilla, donde se volvía hacia atrás haciendo una especia de cola para facilitar los movimientos.

La cadena de oro, que se veía como un hilo más adornando apenas perceptible entre los demás, era junto con el aro la única joyería. Su cabello estaba corto, Malik rio ante esto. Él le había dicho que le gustaba largo y suelto y ella prefería llevarlo corto y así le gustó más aún porque era la forma en que ella escogía.

Estaba semirrecogido por pequeñas horquillas que no se veían, quedando unos mechones finos que escapaban por diversas partes del peinado como rebeldes que eran. Ligeramente maquillada y sublimemente imperial, no había cabida en el ambiente para nadie más que ella. Malik caminó hasta ella de inmediato.

— Estás...imponente— no había cumplido mejor.

— Gracias— respondió ella— aunque ahora parecemos polos totalmente opuestos— le dijo ella.

— Eso solo hará que esto sea aún más divertido— fue todo lo que dijo Malik, Elaheh sonrió.

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El baile iba por buen camino, los presentes charlaban cordialmente, reían y disfrutaban. Las concubinas de unos y otros se relacionaban y conversaban diversos temas. Las chicas habían ido a felicitar a Elaheh por su magnífico vestuario e increíble entrada en el salón, incluso Setareh lo había hecho, aunque Elaheh había captado la no tan buena emoción que la llenaba verdaderamente.

Todo parecía estar saliendo perfectamente, muchos bailaban con la música. Elaheh descubrió que en Lithuam no hay reglas para el baile en sociedad, quienes quieran bailar que bailen. A no ser en eventos específicos como cumpleaños o bodas, donde el primero o primeros en bailar son los homenajeados.

Las bandejas de aperitivos y bebidas iban y venían llenas y vacías en cuestiones de minutos. Vio de reojo a Rada en una esquina, lucía un atuendo del color del amanecer muy hermoso, ambas se sonrieron en conjunta complicidad. De repente la música cesó, todos se sintieron intrigados.

Sabían que el baile tenía un objetivo aunque desconocían cuál, por eso estaban tan ansiosos. Había llegado el momento. El rey Malik se paró en medio del salón, todos formaron un círculo alrededor de él separándose unos tres metros para que pudieran verlo y escucharlo.

— Primeramente pido disculpas por interrumpir tan agradable velada— inició su discurso— segundo agradecer a todos vuestra presencia, resulta muy importante para mí— dijo mirando a Ognjen— sé que muchos os preguntáis en honor a qué hago este baile y honestamente, tenéis razón en preguntaros eso. A fin de cuentas no reuniría a tantas personas importantes y ocupadas por gusto.

Una risa unánime y baja surgió de los presentes. Elaheh podía notar que Malik no solo los conocía de hacer negocios con ellos sino que muchos sí eran sus amigos. También pudo apreciar que ninguno de los presentes lastimaba a sus concubinas, todas estaban felices y libres. Elaheh entendió que era más bien algo de su propia cultura.

— Tengo una noticia que informar. Seguramente muchos habrán notado que no me estoy haciendo más joven con el paso del tiempo— todo el mundo se quedó repentinamente serio y en silencio— y la ausencia de alguien a mi lado se hace más latente cada día. Sin embargo les traigo una noticia que me hace muy feliz. Decidí dejar de jugar por los alrededores del mundo y sentar cabeza.

Nadie, absolutamente nadie esperaba esa noticia. Malik no era un hombre viejo ni similar, pero para los estándares de Lithuam hacía años debía de haberse casado. Ognjen llevaba con su esposa más de ocho años y tenía la misma edad de Malik. Quizás por eso la noticia era más impactante.

— Conocí a alguien maravillosa que mueve cada fibra de mi cuerpo con solo mirarme. Capaz de estar a mi lado, no solo apoyándome sino como mi igual. Aunque muchos no comparten esta opinión mía, los que me conocéis bien sabéis que siempre dije que el día que encontrase una mujer así, sin importar qué, sería mi esposa.

Las concubinas de Malik estaban lívidas, esperaban temerosas la sentencia de quién sería la nueva integrante del harem. Ninguna pensaba en que pudiera ser una de ellas, excepto Setareh que fulminaba a Elaheh con la mirada sabedora de lo que estaba sucediendo, finalmente se había percatado.

— Hoy me siento pleno y honrado de poder afirmar que he encontrado a dicha mujer, que le he pedido matrimonio y que ella ha aceptado. Por favor permítanme presentarles a mi prometida, futura esposa y reina de Lithuam, Elaheh.

El aire pareció escaparse de la habitación, asfixiando a todos. Elaheh caminó entre las concubinas y salió del círculo que rodeaba a Malik, caminó hacia él y tomó la mano que le ofrecía. Al inicio todos permanecieron inmutables, luego, como si alguien hubiese activado algún mecanismo para traerlos a la vida, el aplauso, los vítores y las felicitaciones surgieron de golpe.

Elaheh respiró muy hondo lentamente, no tenía miedo, ni nervios, su mano sujetaba firme aquella fría que le habían ofrecido. Malik la miraba y había un brillo distinto en sus ojos. Algo que Elaheh no pudo evitar notar, pero no sabía decir que emoción lo creaba. Muchos se acercaron a felicitarlos formalmente, entre ellos Ognjen por supuesto. Su esposa dio unas felicitaciones cortas y adecuadas, en cambio el gran rey rio junto con Malik en un abrazo.

— Felicidades, señorita— dijo extendiendo su mano. Elaheh le dio la mano y en vez de dejar que Ognjen la llevara a sus labios para besarla, le giró la muñeca y dio un estrechamiento de manos fuerte y decidido.

— Gracias, rey Ognjen— su voz no temblaba, estaba firme, algo que también gustó al rey de Sangam.

— ¿Cuándo se casarán entonces?— preguntó Ognjen a su amigo. Elaheh no había pensado en ello, estaba embarazada y corría el tiempo. Tenía que ser pronto o de otra manera alguien podía descubrirlo.

— Para el fin de la próxima semana— respondió Malik con toda naturalidad, Elaheh intentó con éxito no verse asombrada.

— Me alegro por ti. Deseo que sean muy felices, aunque estoy enojado porque no me da tiempo a escoger un buen regalo de bodas— se quejaba Ognjen.

— Vamos hombre, no hace falta. Con que vengas bastará— aseguró Malik.

— Ya entendí, muy bien— aceptó el rey.

Pasaron el resto de la noche juntos, rieron con los comentarios de Ognjen, se vieron formales y serios con otros invitados y disfrutaron abiertamente con las concubinas. Incluso Setareh los felicitó, aunque ambos sintieron que había algo distinto en ella. La mañana trajo consigo grandes dolores de cabeza, muchas personas habían bebido de más la noche anterior.

Afortunadamente para Elaheh, el embarazo la prevenía de dichas preocupaciones ya que no podía tomar. Contaba con otro tipo de problema, enfrentarse al día que se alzaba magistral frente a ella. Los empleados de palacio corrían a montar la boda ya que tenían poco más de una semana para organizar todo, aparte sabía que su amistad con Setareh estaba acabada.

No pudiendo esconderse en su habitación por siempre, Elaheh se vistió como normalmente lo hacía, con el color naranja representándola esta vez.
Enseguida que bajó a desayunar se dio cuenta de lo que en una noche pueden cambiar las cosas. Los empleados la miraban raro, como si se hubiese vuelto intocable, las concubinas por su parte quedaron en silencio cuando Elaheh entró al comedor. Setareh sonrió mirándola con malicia cuando vio que estaba siendo rechazada. Con que es así ¿eh?, pensó Elaheh.

— Su alteza— pensó inicialmente que no era con ella, pero el mayordomo mirándola directamente decía otra cosa— como prometida del rey, debería ir a desayunar con él.

Elaheh había escuchado de aquellas reglas estúpidas y había hablado con Malik sobre lo mucho que las iba a desobedecer. Él solo se había carcajeado ante su sinceridad y le había dicho que hiciese como quisiese.

— No pretendo hacer tal cosa— anunció por fin— desayunaré donde siempre, sigo siendo una concubina al fin y al cabo— añadió.

El joven se vio consternado. Se sentó en su asiento usual y tomó en su plato tanta comida como le pedía el cuerpo. Naya, al lado suyo, rio como aliviada. Elaheh la miró sin entender.

— Nada— dijo la chica, respondiendo a la interrogante mirada de Elaheh— me alegra que sigas siendo tú.

— ¿Quién más iba a ser sino?— preguntó confundida. Todas se rieron ante esto, menos Setareh.

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— ¿Cómo fue el desayuno?— estaban organizando la lista de invitados juntos.

— Pues bastante bien— respondió ella— mejor de lo esperado— no pensaba decirle nada de lo de Setareh— ¿tu día?

— Cansino. Estuvimos cargados con los avances en la industria minera y revisé las inversiones del príncipe Vahid. Tal como pensé serán todo un éxito y ambos países obtendrán grandes ingresos y recursos por ello— le explicó Malik mientras escribía el nombre de Ognjen en la lista junto con su esposa y concubinas con sus respectivos hijos— por cierto, necesito tu asesoría en algo.

— Claro, de qué se trata— Elaheh se limitaba a mirar el trabajo de Malik. No tenía a quien invitar a no ser que Malik quisiera que Vahid viniera, entonces sí quería proponer a un par de personas.

— Mis consejeros no se ponen de acuerdo y yo he determinado dejar de escucharlos— aclaró Malik— Hangar nos está vendiendo un terreno de su propiedad. Pasaría a formar parte de Lithuam y en el contrato no habría derecho a revocaciones de ningún tipo.

— No suena mal, pero dime— analizó Elaheh— ¿Qué hay allí que se pueda obtener del terreno? Porque un terreno baldío al cual no se le puede sacar provecho no es un buen negocio.

— La zona es diferente de lo acostumbrado en el país. No es próspera de fertilidad, pero los expertos que examinaron el lugar dijeron que puede ser útil para la industria minera, dicen que tiene rasgos característicos de áreas de yacimientos de minerales preciados— explicó Malik.

— La extensión puede valer la pena si posee esas condiciones ¿Por qué la venderían entonces?— cuestionó Elaheh.

— Están arruinados. Un mal negocio donde invirtió todo el dinero del reino los ha llevado a la quiebra, su población muere de hambre e incluso el rey muere de hambre. No tienen recursos para invertir o llevar a cabo una explotación terrenal como esa, así que decidieron que la forma más factible de obtener dinero era venderlo— Malik no dejaba de escribir la lista, llegó a Jaldra, dejó de lado un momento la lista— tendrían el dinero inmediato, pero yo tendría que gastar una suma considerable pagando por el terreno más la inversión para el trabajo.

— ¿Qué mineral podría tener yacimientos allí?— quiso saber Elaheh.

— Por lo que dicen, debe ser de piedras preciosas o semi-preciosas— respondió Malik. Elaheh contrajo la cara, analizaba la situación. Ella no lo notó, pero Malik se le quedó mirando seriamente.

— No te voy a negar que es una apuesta arriesgada, pero poseemos yacimientos de oro, platino, hierro, cobre y níquel. Manejamos la industria y mercadeo de objetos fabricados con estos materiales y con plata también. Tenemos los recursos para ello y si el yacimiento es de piedras preciosas, obtenerlas podría meternos en el mercado de joyas. Tendríamos los dos yacimientos, no tener que pagar el material es un gran paso. Solo necesitaríamos la indumentaria y por lo que conozco de Lithuam no faltarán trabajadores— declaró Elaheh después de un cuidadoso análisis— ¿Conoces algo que dé más dinero en una sociedad caracterizada por la banalidad que la venta de mercancías que aumentan su narcisismo?

— Es una buena lógica y un muy buen punto de vista— admitió Malik— proponlo en el consejo— sugirió de repente.

— ¿Qué?— preguntó Elaheh atónita.

— Proponlo en el consejo. Es tu idea, tú eres quien sabe cómo funciona, quien puede responder a las preguntas que hagan— recalcó Malik.

— Soy mujer, no me escucharán— protestó.

— Lo harán porque yo lo ordenaré. Es hora de dejar las estupideces, si alguien es fuerte y capaz su género es lo de menos— afirmó Malik— ¿entonces?— era una locura. Ser capaz de lucir mis habilidades sin miedo, meditó Elaheh. Una oleada de valor llegó a ella nacida de algún lugar desconocido hasta ese momento.

— Está bien— aceptó. Malik rio complacido y a gusto y ella le devolvió la risa. Luego miró hacia el papel, se había detenido en Jaldra y el nombre de Vahid estaba escrito ya— quiero agregar a un par de personas.

— Muy bien— dijo Malik luego de mirarla y asentir con la cabeza. Eso era lo que quería, que ella fuera libre y decidida aun cuando pareciera un error.

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Uy uy uy....vieneeeee la bodaaaaaaaa...que ganas le tengo🥳🥳🥳

Y que me dicen del cap? Les gustó?🥺🥺🥺

Y...esto lo dejo a elección vuestra...quieren que Vahid vaya a la boda? 🤔 no sé que hacer al respecto. Confío en vuestra decisión.

Besitos minions😘

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