Capítulo 22 Preparaciones
Elaheh pensó que era una broma que el rey de Lithuam se quisiera casar con ella aun estando embarazada de otro, se puso de pie coléricamente nerviosa. Su mente funcionaba a una velocidad de vértigo buscando sentido a aquella locura.
— Pero eso no se puede…Malik soy una antigua esclava— intentó razonar con él en un vago intento de camuflar su desconcierto.
— Y yo el rey de este país— sentenció él poniéndose en pie— no respondo ante nadie, no hay quien escoja por mí y siempre que este fuera de mi vida política y de mis deberes y responsabilidades con el pueblo, las decisiones que yo tomé no son de dominio público para opinar.
— Ya, pero eso no significa que yo deje de ser una mujer que fue esclava y tu un rey— rebatió ella desesperada. Él la había salvado y se negaba a ser ella quien lo arrastrara al fondo.
— Elaheh, no sería el primero ni el último. La primera esposa de mi tatarabuelo era una esclava— le contó Malik— Este es tu hogar ahora y las cosas son distintas aquí.
— ¿Por qué yo? ¿Por qué esa solución?— Elaheh lo miraba desconfiada y sobre todo atemorizada de la realidad.
— Elaheh…— Malik respiró— siéntate, te contaré algo— la forma en que lo dijo tenía algo que hizo a Elaheh temer que lo que escucharía no le gustaría. Tomó asiento en la cama, él se apoyó en uno de los dosel cerca de ella— hace unos meses, cosa de cinco semanas antes del baile en el palacio de la corte de Jaldra, mi madre murió.
Elaheh quiso sentir empatía, pero no conocía la sensación de perder una madre. Sin embargo el semblante oscurecido de Malik le hacía sentir dolor por él.
— En esos momentos me perdí en mí mismo por unos días. Dejé mis obligaciones de lado, me la pasé borracho la mayor parte del tiempo. Deseaba desesperadamente sentir algo, lo que fuera. Por eso no medí cuando un día…— la pausa pareció prolongarse años— cuando un día Setareh fue a hablar conmigo. No lo vi, no supe cómo, ni siquiera hoy lo sé, pero terminamos de alguna forma juntos.
Juntos. Esa simple palabra había arrasado con Elaheh. Desde que llegó sentía que Setareh la miraba con mayor intensidad y ahora de cierta forma entendía el por qué.
— Me vino como agua en el desierto, volví a sentir el norte de mi guía, mi camino. Lo hicimos solo ese día, yo le pedí que fuéramos lo que siempre habíamos sido. No la amaba ni pensaba estar con ella para siempre. ¿Recuerdas que Setareh no fue al baile porque estaba enferma?— preguntó Malik.
Elaheh lo miraba profundamente, solo reaccionó a asentir lentamente. Todavía gran parte de ella estaba en shock y solo quería esperar a que Malik terminara.
— Resultó que Setareh quedó embarazada de aquella aventura. No podía dejarlo solo así, no debía, por eso le pedí matrimonio. Pensábamos anunciarlo tres días antes de partir. No me daba miedo hacerla mi esposa, pero los planes fueron otros. El día del anuncio Setareh empezó con un sangrado irregular, estaba perdiendo al bebé.
Inconscientemente Elaheh se llevó las manos al bajo vientre. La sola idea de perder a su bebé le dolió profundamente y no se imaginaba lo que Setareh debió de haber sufrido.
— La dejé aquí porque no podía faltar al baile y ella no estaba en condiciones de viajar. Allá te conocí a ti. Al volver ella todavía guardaba reposo y al verme supe que ella esperaba que no rompiera el compromiso aun sino no lo había anunciado. También vi como esa esperanza se desvanecía conforme me observaba. Lo primero que me preguntó fue: ¿Dónde está la cadena de oro de Janus? Le dije que con alguien capaz, ella entendió perfectamente.
Elaheh había escuchado ya una versión de esta historia y en su momento había pensado que Setareh le ocultaba algo. Si bien ahora lo entendía, una emoción extraña le recorría el cuerpo. La reconoció aunque no la había sentido antes: celos.
— Le hice daño y he querido repararlo, pero no sé cómo. Lo que quiero que entiendas con esto es que soy este tipo de persona, por eso no puedo dejar que te vayas y no dejaré que tengas a este bebé fuera del matrimonio— había un tono controlador en su voz.
— ¿Aceptarías a una mujer aun cuando carga al hijo de otro?— le cuestionó incrédula. Él era un rey, estos por orgullo mismo no eran dados a muchos gestos amables y caritativos y en definitiva lo que Malik proponía iba más allá de eso.
— Crecerá en mi palacio, probablemente nunca lo vea a él, sin embargo me verá siempre a mí. Incluso si dices que no, seré la única figura paterna de ese bebé. Será más hijo mío que suyo. Entonces ¿Qué dices?— los argumentos eran válidos, pero Elaheh no se convencía.
— De ser niño, si el mundo lo conoce como tú hijo será tu heredero— rebatió buscando asustarlo y ver si desistía.
— Como he dicho, más mío que suyo— repuso Malik sin alterarse.
La decisión la dejaba sin aire en su cuerpo, sabía qué quería y qué debía hacer, también qué necesitaba. Dos de esas cosas resultaban ser la misma, la balanza se inclinó hacia allí.
— Sí.
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El alba llegó y poco había dormido Elaheh. Entre eso y el malestar matutino debido al embarazo no pudo salir de la habitación hasta bien entrada la mañana. Había despachado a todo el que había ido a verla, sabía lo que podía pasar si la veían vomitando sin motivo. En el barco pudo justificarlo, allí no.
Cuando estuvo lista se vistió con un modelo muy similar al del día anterior, como casi toda su ropa, pantalones. Había pasado ya demasiado tiempo en faldas. Nunca se quitaba la cadena, le traía una especie de calma, respiró hondo y se armó de valor.
Lo último que quería ella ese día era ver a Setareh, no había podido controlar todavía la rabia en ella. ¿Celos? Uno de los pocos sentimientos que hasta aquel momento aún le eran desconocidos. Recorrió los corredores y observó qué tal estaba el ambiente en el palacio interior. Todo parecía normal, lo más probable era que Malik no hubiese dicho nada aún.
— Elaheh— Rada la miraba visiblemente contenta de que verla fuera de la habitación y bien. ¿Si ella supiera? pensó Elaheh.
— Hola, Rada. Perdón por pedirte que me dejaras sola esta mañana— le pidió Elaheh dulcemente mientras se acercaba a ella.
— Sí, supongo que— dijo la joven ya estando a su lado y hablando entre susurros— estarás con una situación de mujer— aquella manera de decirlo le dieron inmensas ganas de reír a Elaheh. El problema sí era una situación de mujer, totalmente inversa a aquella a la que se refería la joven.
— Sí, precisamente— no podía explicarlo, pero al menos no había mentido del todo.
— Las concubinas están preparándose para la llegada de las costureras y sastres. El rey anunció que daría un baile especial en tres días— le contaba Rada mientras caminaban hacia la cocina, Elaheh tenía hambre.
— Bueno, yo ahora tengo hambre. Luego ya veremos si nos unimos o no— le dijo jaranera.
— Pero necesitarás algo para el baile— le acusó Rada.
— Sí, pero yo compré mucha ropa hace nada, más de la que necesito. La verdad es que no he estrenado ni la mitad del guardarropa y tengo suficiente como para poder asistir a unos ochenta bailes sin repetirme ni a mí misma— le respondió Elaheh mientras le guiñaba un ojo, ambas rieron.
Luego de comer como si nunca más fuese a poder acercarse a la comida, Elaheh y Rada decidieron darse una vuelta por donde las concubinas. El salón donde estaban rodeadas de costureras tomando medidas, haciendo pruebas, corriendo de un lado para otro con telas, hilos y agujas entre otras cosas estaba lleno de algarabía y bulla.
Todas hablaban a la vez, a veces gritaban, algunas discutían porque el color que elegían era el mismo. Elaheh y Rada se limitaron a sentarse con un racimo de uvas y disfrutar del espectáculo. Setareh las vio y las llamó a que se acercaran, estaba forrada en una tela violácea y llena de alfileres mientras dos mujeres trabajaban a su alrededor.
— ¿No piensas hacerte uno también?— le preguntó con una insinuación de algo que Elaheh atribuyó a su imaginación, o a sus celos hacia su amiga.
— No, estoy bien tal cual— respondió.
— ¿En serio? Está bien— fue lo único que dijo Setareh— me queda lindo este color. Ya veréis cuando esté terminado, será el vestido más lindo de toda la noche— fardaba muy oronda.
— No lo dudo, siempre se te dio muy bien— aquello había sido un golpe bajo, lo supo enseguida que lo dijo.
Elaheh dejó la sala a paso pautado, como si nada pasase. Al salir se echó a correr todo cuanto sus piernas le dieron, llegó a su habitación y cerró tras ella. Escuchó a Rada desde el otro lado llamándola, pero no quería, no podía en ese momento. La rabia, indignación, pena, tristeza, remordimiento, todo se agolpaba con fuerza dentro de ella. Lágrimas corrían por su rostro, pero no eran de un puro sentimiento.
El tiempo pasó, resolvió calmarse a base de esperar. Solo entonces notó el sobre dorado encima de su cama cuidadosamente colocado, con el mismo sello de Janus que el primero que había recibido de Malik cuando todavía vivía en Jaldra. Recordar su vida en el palacio interior de Vahid le dolía, así que no lo hacía nunca, se lo negaba a sí misma.
Llegó hasta el sobre rápidamente, rompió el sello y un perfume de una flor llegó a ella. Había olido algo parecido antes, pero no captaba el donde. Su mente parecía negarse a asociarlo al recuerdo correspondiente. Dentro, una simple nota se hallaba con la misma escritura que la primera, limpia y cuidadosa.
El baile es para un anuncio especial, espero que vayas tal cual eres. Demuestra exactamente quien será la nueva reina, que entiendan el mensaje.
Elaheh sonrió ante esto. No era una invitación, era un reto. Una luz se encendió en ella.
¡Eso es!
Corrió hacia la puerta y la abrió bruscamente, para su buena fortuna Rada estaba afuera esperando a que ella decidiera abrir de nuevo. Al sentir el estruendoso ruido de la puerta abriéndose giró bruscamente y miró a Elaheh preocupada.
— ¿Sucede algo?— Elaheh se dio cuenta que había asustado a la chica, pero no le importaba. Una sonrisa brillante se dibujó en su rostro.
— Pasa, rápido— era una petición camino a ser orden, pero Rada simplemente se limitó a entrar al dormitorio y contemplar a Elaheh mientras cerraba la puerta— necesito tu ayuda con algo. Será trabajoso y llevará tiempo, tendremos que dedicarnos a ello todo momento libre que tengamos— Elaheh se enfrascó en una explicación de su idea para el baile. Rada cada segundo parecía más emocionada con el plan.
— Es fantástico— exclamó cuando Elaheh terminó de explicarle todo.
— Si crees que es demasiado para ti puedes pedir ayuda siempre que sea a alguien discreto que no vaya a decir nada— le sugirió Elaheh.
— No, de hecho he llevado a cabo proyectos similares. Nunca como este, pero igual puedo hacerlo— repuso convencida— ¿Cuándo empezamos?
— Si me traes algo para ir comiendo mientras trabajamos, empezamos ahora mismo— dijo Elaheh muy entusiasmada.
— Enseguida regreso.
Rada dejó la habitación mientras Elaheh preparaba las condiciones. El resto del día fue de puro trabajo, con las interrupciones básicas de los horarios de comida y el baño. Trabajaron hasta muy entrada la noche, iluminadas con varias lámparas que hacían parecer de día dentro de la habitación.
Los dos días restantes fue poco más de lo mismo. Salieron poco de la habitación y en ningún momento volvió a ver a Setareh. Malik estuvo esos días muy ocupado, según le contó tuvo trabajo ya que sus consejeros quisieron hacerlo entrar en razón sobre el matrimonio con ella. Sin embargo había conseguido hacer que entendieran que él lo haría. Elaheh se sintió un poco mal por ello, pero las palabras de aliento del rey la hicieron no desistir de la idea.
De vez en cuando pensaba todavía en Vahid y en las chicas, en Rashid y Asha y se preguntaba cómo estaban, qué había pasado, qué tal se encontraba Pari. Pero esos pensamientos dolorosos solo la frenaban así que los dejaba de lado mayormente.
Rada y ella cada día se hicieron más cercanas. Llegado el día del baile desde muy temprano todo el palacio, usualmente lleno de vitalidad, parecía encendido en llamas. Todos hablaban y reían. Las preparaciones habían sido escandalosas. Comida, bebida, arreglos, ornamentos, invitaciones, venían príncipes y reyes o sus representantes de los países cercanos o con fronteras a Lithuam y aquellos con negocios en esas tierras.
Sabía que Sangam, el país aledaño, tenía por rey a un gran amigo de Malik y que este vendría junto con un representante de Jaldra que estaba en su palacio por causalidad haciendo tratados de negocios. Por lo que Malik le había dicho provenía del Oeste, la tierra del segundo príncipe Jahan.
A Elaheh a veces le preocupaba lo fácil que Malik hablaba de todo aquello, como si nada. Tal vez se preocupaba por ella como mismo por las demás, solo como una hermana pequeña. Sobre este tema Rada no paraba de corregirla en todo momento, haciendo destacar las diferencias entre la actitud del príncipe hacia sus concubinas y hacia ella.
— Muy bien— dijo Rada con orgullo, todo había salido tal cual se deseaba— listo, hemos terminado.
— Sí, quedó perfecto— exclamó de igual manera contenta Elaheh— muchas gracias, ha sido magnífico— le expresó mientras la abrazaba.
— Entonces es hora de empezar los preparativos ¿Deseas comer algo antes de empezar a arreglarte?— ofreció la muchacha.
— Sí, me vendría bien— la joven dejó la habitación mientras Elaheh acomodaba todo.
Luego de saciar su apetito, Elaheh entró en la bañera. Con ayuda de la muchacha fue limpiada, depilada, perfumada, aceitada y preparada con delicadeza. Su cabello había quedado sedoso y esponjoso, pero había algo que no la convencía.
— Rada.
— ¿Sí?— preguntó la chica ante el tono serio de Elaheh.
— ¿Sabes cortar el cabello?— por un momento la joven pareció no entender la pregunta. Se quedó muy quieta, finalmente asintió con la cabeza y una sola mirada de Elaheh le dijo exactamente lo que quería.
— Siéntate aquí— le indicó colocando un taburete cerca de la ventana— ¿Por dónde?— preguntó la chica.
Elaheh señaló la altura que deseaba, por encima de los hombros y a mitad del cuello. Rada suspiró hondamente y tomando un mechón fino en la mano cerró las tijeras dejando que una larga hilera de cabellos formara un aro en el suelo. El metal al cernirse encima del fino hilo de color castaño, cortándolo, era el único sonido que llenaba el cuarto de baño. Finalmente todo terminó.
— Terminado— anunció con voz melódica.
Elaheh se puso en pie y dejó caer la tela al suelo, fue hasta el espejo y contempló su imagen. Era ella, no alguien que había sido cuando Alfred, ni cuando Vahid, ni siquiera ahora con Malik. No moldeada por otros, sino ella. Sonrió felizmente, se sentía hermosa aun cuando solo llevaba una bata de baño puesta.
— Perfecto.
Salieron y Rada comenzó la transformación bajo las instrucciones de Elaheh. Sabía exactamente lo que quería, lo habían estado arreglando en los últimos días. El maquillaje, las joyas, zapatos, todo. La noche cerraba la luz del cielo a medida que en cada parte del palacio cada integrante de este se arreglaba a su manera. El momento llegó.
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Tan tan tan tan tan taaaaannnn.
Ya sé que es un cap sin casi acción (CASI??? AQUÍ NO HAY ACCIÓN NINGUNA) pero es necesario para la evolución del libro.
Además me encanta la Elaheh decidida.
Espero que les haya gustado amores. Besitos❤❤❤
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