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Capítulo 21 Verdades y peticiones

N/A el traje que describo para las mujeres de Lithuam es el de la Princesa Jazmín de Aladdin.
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Lithuam era muy distinto de lo que esperaba Elaheh, habían bajado del barco y esperaban por el carruaje que viniese a buscarlos. Todas las concubinas se habían reunido y Elaheh se sentía nerviosa, con quienes había compartido eran agradables y muy sociables, pero no tenía ni idea de cómo eran las otras veinte.

—ELAHEH— el grito era inconfundiblemente de Mary, Elaheh rio al verla correr rampa abajo hacia ella— toma cariño—le dio una bolsa de tamaño mediano a pequeño.

—Ah ¿Qué es?— preguntó Elaheh sintiendo el peso del regalo.

—Son unas especias especiales por si te sientes mal después en palacio, a veces el malestar del mar dura unos días. Puedes echársela por encima a las comidas, deberá calmarte— le explicó Mary lo más dulce que podía, en eso vio a alguien detrás de Elaheh y su rostro cambio— WILLY. DEBERÍAS ESTAR AYUDANDO A TU PADRE, NO COQUETEANDO CON CADA ZORRA CERCA.

Elaheh miró hacia atrás y vio a un joven muy parecido a Will el capitán, estaba hablando con una jovencita que ahora estaba avergonzada. Esta salió corriendo con la cabeza baja y el muchacho miró iracundo a Mary. Caminó rápidamente hasta donde estaban ellas.

—Mamá, ya te he dicho que no te metas— le reprochó el joven.

—¡Tú te callas!—espetó Mary— y ve a ayudar a tu padre. ¡Ahora!— Esas sí son ordenes absolutas, pensó Elaheh conteniendo una risa.

—Gracias por todo Mary— le expresó su gratitud Elaheh.

—No pasa nada cariño— le dijo la mujer mirándola con entendimiento, fue allí que Elaheh lo supo. Mary sabía la verdad y estaba intentando ayudarla.

—¿Por qué?— la pregunta no estaba destinada a ser dicha en voz alta, pero su mente se desconectó de su ser y esta salió sin control por sus labios.

—Porque una vez alguien lo hizo por mí— Elaheh no quiso saber más, el tono melancólico la detuvo de preguntar nada.

—Elaheh, el carruaje está aquí— le avisó Setareh.

—Voy— dijo volviéndose hacia Mary una vez más— gracias— se abrazaron un momento y luego Mary regresó al barco son su característico caminar enérgico.

Setareh la tomó de la mano y fueron hacia uno de los carruajes. Cuatro chicas, que venían en el segundo de los barcos, entraron con ellas. Setareh hizo las presentaciones pertinentes y luego todas empezaron a hablar.

Lithuam resultó ser un hermoso país, tanto como Elaheh había visto. La algarabía de las personas en la calle, vendedores con creativas formas de llamar la atención, como un mono tocando la flauta. La escuela llena de bulla y risas infantiles, como si la cuidad en sí tuviese vida.

El palacio interior de Lithuam era aún más grande que el palacio interior de la corte de Jaldra, sus muros parecían crear una cúpula separando un mundo de otro. Su jardín primero, el de recibimiento, era un bosque como de un kilómetro de extensión hasta la entrada principal de la construcción interna.

Los corredores brillaban, los pasillos principales estaban adornados con esculturas, armaduras antiguas, jarrones, pinturas. También estaban los corredores laterales, hechos para desplazarse a los dormitorios y otras partes, todo a Elaheh le parecía maravilloso.

—Bueno chicas, deberiais bañaros. Llevamos mucho tiempo de viaje, al menos es lo que yo pienso hacer— todas rieron ante el comentario de Malik— Elaheh espera— dijo cuándo las chicas se fueron retirando a sus habitaciones— vamos, te mostraré tu alcoba— le dijo, ella asintió y ambos fueron caminando. Malik la llevaba por los pasillos mientras le explicaba por dónde coger y a dónde llevaban ciertos lugares— Es aquí— anunció al detenerse delante de una puerta blanca y muy grande.

—Hmmm, ok— Elaheh no estaba muy segura de que decir.

—Entra— le exhortó con el entusiasmo reprimido de un niño.

Elaheh suspiró cogiendo impulso en su alma, giró el pomo de la puerta y se vio dentro de una habitación inmensamente grande. Estaba totalmente pintada de blanco, tenía un balcón que daba al jardín trasero, mucho más grande y pintoresco que el primero y una cama. Dentro no había más nada.

—¿Qué…?— las palabras no parecían formarse para Elaheh.

—La puerta de la izquierda da a un baño, nosotros no somos dados a los baños comunes— explicó Malik— y la falta de decorado, bueno…es tu habitación así que prefería dejarla así y que la decoraras a tu gusto.

—¿Yo?— preguntó Elaheh— desde que impugnaste en los acuerdos he estado pensando que actuabas como si supieras que era yo quien terminaría en tu harem, incluso el aro lo tenías en tu mano y es diferente al que estaba en poder del mediador— Malik la miraba como analizando algo perdido en sí, respiró como quien acepta lo inevitable.

—Sabía que terminarías estando aquí— aceptó— era más que obvio que después de lo del baile Alfred te tomaría a ti, pensando en cómo sacarte de eso no hallé forma diferente que impugnar— explicó calmadamente— en un impulso se me ocurrió mandarte a hacer ese aro. Es oro blanco, creí que te sentaba mejor— Malik la miraba inescrutable esperando su reacción.

—Ahhh—suspiró profundamente— ¿Cómo voy a decorar todo esto?— preguntó cambiando de tema.

—Sobre eso—dijo Malik sonriendo— tengo un equipo de sirvientes esperando órdenes tuyas para darle forma a todo esto— admitió risueño— y otra cosa— dijo— no sé qué quieras hacer, si comprar las telas o la ropa, en cualquier caso también tengo un equipo de guardias esperando porque tú decidas salir del palacio. Si quieres escoger las telas tenemos costureras increíbles, sino pues hay puestos de costureras que ya venden la ropa confeccionada y son muy buenas, ya que no escogí ropa para ti— comentó Malik.

—¿Por qué?— preguntó sin entender, siempre se había vestido con lo que otros escogían para ella.

—Yo no soy quién la va a usar, yo no tengo por qué escogerla— fue toda la explicación que dio Malik— una sirvienta debe venir a traerte unas mudas de ropa sencillas hasta que decidas ir a comprar lo que consideres mejor.

Elaheh lo vio dejar la habitación y se sintió abrumada, muchas cosas pasando demasiado rápido. Caminó hasta el balcón y vio lo maravilloso que era todo allí, se sintió repentinamente culpable porque hasta el momento no había vuelto a pensar en sus amistades de Jaldra.

Para limpiarse ese sentimiento de culpa fue hasta el baño, que resulto ser casi tan grande como la habitación en sí y tocó el agua. El calor húmedo del país la hacía sudar mucho, el agua fría era bienvenida con gratitud. Su cuerpo agradeció el tacto del agua dulce y el viento no salubre.

Cuando estuvo lista salió de la bañera y se envolvió en una bata fina que se pegó a ella al instante, hacía mucho no se bañaba ella sola. Cuando volvió al cuarto una joven la esperaba, debía de ser unos pocos años mayor que ella. Iba muy bien vestida, pero lo sencillo en ella más la postura decían que era una empleada.

—Buenas, mi lady— saludó la muchacha con una voz muy ronca, pero a Elaheh le gustó, sonaba fuerte y determinada aunque se veía sencilla y dulce— mi nombre es Rada, seré vuestra dama de compañía si me acepta.

—Buenas Rada, mi nombre es Elaheh y si quieres que te acepte vas a tener que seguir algunas reglas— dijo con un arrogante tono, Rada se puso seria de momento y esperó las reglas a obedecer— primero, no me gusta mi lady, tendrás que acostumbrarte a llamarme por mi nombre. Segundo, tutéame en su totalidad. Tercero, no me gustan las estatuas, eres una persona no tienes que esperar por mí en esa posición extraña como si fueses soldado.

Para este punto Rada la miraba atónita sin creer lo que Elaheh decía. Por su parte Elaheh se sentía complacida de poder impresionar a quien posiblemente llegase a ser una gran amiga.

— Pasaremos mucho tiempo juntas y si no podemos estar relajadas no será bueno para ninguna de las dos. Quiero que seamos...no sé si amigas, pero compañeras. Podemos empezar por allí—Elaheh sonrió dulcemente— ¿te parece?

Durante la hora siguiente la chica le estuvo describiendo el castillo mientras le contaba alguna que otra historia graciosa del servicio y también le explicaba el susto que se dio cuando pensó que ella era la típica arrogante que se cree mejor que el planeta entero.

—Por hoy vístete con esto porque es lo único que tenemos— dijo Rada ya con más confianza, enseñándole una especie de vestido que se ajustaba en la cintura en un escandaloso color rosado—no te gusta, ¿eh?

—No me gusta ese color— admitió Elaheh.

Rada la condujo por los corredores hasta llevarla al salón comedor, al llegar Elaheh notó que todas las concubinas ya estaban allí. Setareh la llamó rápidamente, una mano fría se posó en su hombro impidiéndola de ir a su lado.

—Buenas a todas—saludo Malik, dándole una mirada rápida a Elaheh— aunque algunas de ustedes ya tuvieron el placer de conocerla y todas la vieron en la reunión de los Acuerdos, quiero hacer la presentación adecuada—Elaheh respiró hondo mientras miraba a Setareh como pidiendo que la salvara—ella es Elaheh, viene del harem del tercer príncipe de Jaldra y ahora pertenece con nosotros. Espero de todas el mejor comportamiento para que sienta de este sitio su hogar.

Elaheh miraba a las concubinas, notaba lo mismo de la última vez, no había nada de espíritu competitivo. Era muy distinto de lo que conocía.

Malik le sonrió cuando todas las chicas aplaudieron para recibir a Elaheh, ella se sentía en igual parte incómoda y divertida. Fue a sentarse al lado de Setareh y el resto de la cena transcurrió en una amena y jocosa charla entre todas ellas, cada una contaba historias anteriores o describían la presentación que Malik les había dado. Cuando lo criticaban él intentaba defenderse, parecía bien un hermano mayor con sus muchas hermanas menores.

Se dejó caer en la gran cama y rápidamente quedó dormida mientras jugaba con la cadena de Janus. Esa noche no soñó. Su mente estaba muy fuera de sí, temía que en sus sueños surgiera la imagen de aquello que deseaba olvidar. No quería enfrentarse a lo que podría pasar cuándo Malik supiera.

Él era agradable, la apreciaba a tal punto que la había salvado de su destino pese a la gran pérdida económica que eso significó, pero ¿Qué podría llegar a pensar cuando supiera que una mujer de su harem iba a tener un hijo de otro hombre? No quería ni imaginarlo. Se sumió en la oscuridad.

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Elaheh miró hacia su recién decorada habitación, Setareh se había pasado riendo casi todo el tiempo. Rada había decidido no opinar, solo ayudar y Mila, la dama de Setareh, había ayudado también a su manera. Contrario a su concubina a atender.

Al final Elaheh había terminado en una habitación con las paredes verde pastel decorada con doble cortinas en las ventanas, una de algodón verde pasto y otra de seda negra. El tocador terminó siendo sencillo de diseño, al igual que los baúles, taburetes, separador, mesitas de noche, dosel de la cama, entre otras piezas como el reloj de arena y el cofre a modo de joyero.

Pese a su sencillez de diseño, la madera con que estaban hechos era palo rosa y ébano, a excepción del baúl que era de roble, por ello habían costado una pequeña fortuna.

Elaheh había querido discutir, pero ya había tenido suficiente con haber peleado con Setareh para que no las acompañara a ella y a Rada a hacer las compras. Eventualmente había tenido que dar su brazo a torcer y durante todo el día Setareh se la había pasado diciendo que una concubina del rey no podía tener una habitación pobre, así que escogería lo que más le gustara de lo que ella le permitía.

La ropa había sido otro martirio. En Lithuam la vestimenta común eran los trajes estilo bedlah, ya fueran en pantalones o faldas. En ocasiones podían adornarse con velos, aunque esto era visto más entre las nobles y en presencia de visitas especiales. Setareh había prohibido telas que no fueran seda, algodón, muselina, calicó, chifón y voilé.

Afortunadamente no había puesto resistencia a dejarla escoger los colores y diseños, aunque puso mala cara al ver los chalecos que Elaheh escogió. Para que comprara joyas habían tenido una auténtica batalla, de la que Elaheh había salido victoriosa. Todo parecía ir bien en su vida, excepto porque el tiempo pasaba. Habían estado decorando su habitación por dos semanas. El tiempo volaba a su alrededor y ella empezaba a desesperarse.

Su relación con las concubinas no hacía más que mejorar, aunque no compartía gustos con todas ninguna se trataba mal y pasaban bastante tiempo juntas. En cuanto al rey Malik, Elaheh había muchas cosas que no entendía de él. Al principio creyó que era un hombre fácil, pero luego fue viendo las contradicciones en su ser.

Era controlador, aunque te daba la libertad de ser tu sin reticencias con tal de que fueras feliz y siempre que no te pusieras o pusieras a otros en peligro, no exigía casi nada. Pasaba muchas horas reunido, rara vez lo veían antes de la cena y dormía muy poco. Aun así siempre sonreía para ellas, no solo le gustaba verlas felices, necesitaba formar parte de esa algarabía.

Una de ellas había querido aprender esgrima, le llamaba la atención y Setareh se había ofrecido a enseñarla. Pensó que tal vez Malik se negaría, pero sonriendo solo dijo —Siempre que te consideres capaz de hacerlo, adelante— Aquello no tenía cabida en la idea que Elaheh se había hecho. Quería protegerlas, pero las dejaba aprender.

— Eran pichones desnudos la mayoría cuando llegaron a mí, acabadas de salir del cascarón. Tenían las alas, pero no sabían qué hacer con ellas. Yo les enseñé todo lo básico que debían conocer, luego las paré al borde del nido y les dije: el resto es suyo, salten si se atreven.

Eso le había dicho cuando una noche ella le había preguntado al respecto. Se había vuelto regular el verse de vez en cuando, fuera de la presencia de las otras concubinas. A veces Malik le contaba cosas de su pasado o historias mitológicas y otras veces discutían por un libro que ambos leyeron, pero del cual se llevaron conclusiones diferentes.

Malik le confiaba sus pesares, todos siempre sobre el reino, dónde invertir para hacer un buen negocio, dónde debería construir una nueva área de cultivo para aumentar la producción alimentaria. Pedía la opinión de Elaheh y en más de una ocasión le había hecho caso. Cosas como esas la hacían muy feliz, empezaba a crecer y todo porque él le había dado el espacio para hacerlo. No la frenaba, todo lo contrario, la exhortaba a superarse. Admiraba lo que ella era.

La culpa arremetía a veces. Con Vahid todo había sido fuerte, salido de control. Había sido el primer hombre en ser agradable con ella y que no estaba motivado por obtener nada a cambio, o que no tuviera más de 60 años. A veces esas dos cuestiones se mezclaban.

La oscuridad que en su mente sumía a toda la realeza del planeta fue disipada por su imagen. El mundo resultó vistoso a su lado, lo amaba, había y habría hecho muchas cosas por él. Sin embargo en esas ocasiones que su corazón latía desaforado al ver desde la distancia a Malik o se ponía visiblemente nerviosa en su presencia o simplemente soñaba con él, se preguntaba si realmente amaba a Vahid como debía amarlo.

Pensaba que tal vez solo había nacido un sentimiento nuevo debido a la escasez de afecto en su vida. Eso, unido a la lujuria que él había despertado en ella habían causado una confusión y creyó amarlo. Tal vez lo amaba, solo que no como él se merecía, como él la amaba a ella.

Al final del día había decidido que las cadenas que Vahid sostenía, por más dulces y ensoñadoras, capaces de hacerte amarlas con todo tu ser, eran cadenas más que nada. Te esclavizaban de manera diferente. Siempre había algo de ella que sería de él, pero lo que crecía dentro no era suficiente como para querer regresar. En menos de un mes que llevaba en Lithuam sentía que había vivido más que nunca en su vida. Temía por lo que pasaría, pero Malik se había ganado su respeto y por eso ella le debía la verdad.

Respiró hondo y tomó un baño relajante y encantador, el frío del agua le recordaba al de las manos de Malik. De repente se vio imaginando el tacto de esas manos por todo su cuerpo, rozando allí donde el agua lo hacía. Ambos desnudos. Sus manos descendieron por su cuello, una alcanzó su pezón derecho y con sus dedos apretaron y tiraron de este, la otra llegó hasta su sexo y encontró el pequeño botón.

Los gemidos y jadeos aumentaron a medida que Elaheh frotaba en círculos, de lado a lado, apretando dulcemente el montículo de placer en su parte baja y su otra mano apretaba su pecho. No duró mucho en esas condiciones, un orgasmo arrebatador la consumió mientras ella imaginaba a Malik entre sus piernas. Cuando volvió a la realidad se sintió un poco decepcionada. No pasará.

Se vistió con un sujetador ceñido morado y un pantalón bullicio esponjoso, el típico traje bedlah. Se pusó un chaleco semitransparente a juego por encima, no deseaba que las demás concubinas vieran sus marcas. Setareh era afortunada, al haber sido una de las más grandes casi no recibió castigos y su cuerpo no mantenía cicatrices.

Dejando su cabello suelto, como tanto le gustaba a Malik, salió de la habitación y caminó dirección a la habitación del rey. Para esa hora él ya debía de estar dentro, aunque ella dudaba mucho que durmiendo.

Al llegar temió el llamar a la puerta, pero se armó de valor y tocó fuertemente dos veces. Escuchó el sonido de los zapatos al caminar, luego la puerta sonó quedadamente y se abrió, dentro estaba Malik con su cabello recogido en una cola baja y vestido en sus pantalones sueltos verdes y una camisa blanca semi-abierta.

— Elaheh— sonaba sorprendido de verla allí.

— ¿Estás ocupado?— había tenido la intención de ser más suti, pero llegado el momento su cabeza quedó en blanco mientras su cuerpo reaccionaba de forma poco regular. Se sentía muy atraída por él.

— No, estaba revisando unos documentos de los negocios de la población como restaurantes, tienda de artesanías y tal ¿Por qué?— a cualquier otra concubina Malik no le hubiera dado tantas explicaciones, pero siendo Elaheh podía porque ella entendía a la perfección lo que le hablaba.

— Mi habitación está lista y pensé que quizás…— Elaheh no encontraba las palabras, sintió parecerse a una niña pequeña, más bien a la muchacha que debió haber sido— quisieras verla— Malik sonrió mientras la miraba profundo a los ojos, tomó una túnica corta para ponerse por encima.

— Vamos— dijo cerrando la puerta de su habitación.

Caminaron mientras Elaheh le contaba cómo había sido todo el proceso, la no tan práctica participación de Setareh y lo divertido de  todo. Finalmente llegaron a la puerta de la alcoba de Elaheh.

— Cierra los ojos— le dijo ella de repente. Le había parecido divertido, Malik la miró mientras reía y obedeció como un buen niño.

Elaheh tomó su mano, abrió la puerta y ambos entraron en la habitación. Elaheh cerró detrás de ella e hizo a Malik caminar hasta el centro de la habitación.

— Adelante— anunció por fin.

Malik abrió los ojos y se quedó observando detenidamente cada detalle, definitivamente había mucho de Elaheh en aquella habitación.

— Es hermoso— expresó finalmente.

— No tienes que decir eso sino lo crees— dijo Elaheh.

— No, lo creo. Es hermoso porque no importa por dónde lo mires, eres tú.

Elaheh sintió su pecho arder, las lágrimas llegaron antes de saberlo o controlarlo. Malik se le quedó mirando sin entender nada. Fue a acercarse para tocarla, pero Elaheh se echó hacia atrás rápidamente.

— Malik— dijo feroz— hay algo que tienes que saber— la seriedad en su voz preocupó al rey, la miraba consternado.

— Cuéntame— ordenó de esa forma tal sutil y propia.

— Malik…yo te he estado ocultando algo— declaró Elaheh.

Se sintió mareada, sabía que era la presión del momento. No quería, lo había llevado allí por otros motivos, pero… ¿Por cuánto más planeaba decirse a sí misma que tenía tiempo? Su cuerpo cambiaba sutilmente, pero eso no duraría mucho más.

Ella misma había sido testigo de numerosos embarazos antes, cuando entre cadenas esclavas daban a luz. A veces morían, otras eran separadas de sus bebés y nadie sabía que destino les esperaba. Llevó las manos a su vientre inconscientemente.

— Yo…yo…

— Estás embrazada— terminó la oración Malik. Elaheh sintió que el suelo desaparecía, todo daba vueltas repentinamente ¿Lo sabía?— lo supe en el barco. Tus reacciones no eran normales, además he visto las hierbas que usas en las comidas. Mi madre y otras concubinas de mi padre las usaban— explicó él viendo la expresión incrédula del rostro de Elaheh.

Se acercó para sujetarla firme y ayudarla a sentar en un taburete. Se sentó a sus pies mirándola desde abajo, debido a su altura la diferencia apenas superaba los 30 centímetros.

— ¿Por qué no dijiste nada?— preguntó ella apenas recuperó el control de sí.

— Al principio no sabía sí lo sabías, luego pensé que lo estabas asimilando y no supieras cómo decírmelo. Te di la oportunidad de elegir— se explicó Malik.

— Lo lamento, debí habértelo dicho, pero…— intentó disculparse Elaheh. Malik colocó un frío dedo sobre sus cálidos labios haciéndola callar.

— Está bien, lo entiendo— declaró él.

— ¿Y ahora qué pasará?— preguntó ella, mientras sorbía por la nariz. Ya no lloraba.

— Tenía una propuesta preparada, aunque no tengo claro que vayas a aceptar— admitió Malik mientras sonreía entre nervioso y expectante.

— ¿Qué es?— las palabras salían rápidas y sin mucha preparación.

— Cásate conmigo.

******
What? Whaaaat?
Épicooooooooooo.

Kyyyyaaaaa que emocionada estoy. Y ustedes? También??? Yo estoy que me muerooooo.

Me ha encantado este cap y ya ven las diferencias entre Jaldra y Lithuam.

Entonces...upa upa...

💙?????
O
💚?????

😅😅😅ya veremos mi lendo Malik y Cute Vahid. Se armó la locura.

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