Capítulo 20 Sorpresa en el mar
Poco recordaba Elaheh de cómo había llegado a un camarote en un barco. Se sentó en la cama desorientada y miró alrededor, en la mesa un poco más allá se hallaba una jarra. Reponiéndose de los mareos por estar en alta mar caminó hacia allí y vio que era agua, se sirvió como pudo en un vaso y luego bebió. Su mente se aclaraba, pero las náuseas no. Pronto se vio corriendo hacia un cubo en una esquina de la habitación donde vomitó.
—El mar tiene ese efecto en algunos— Malik había entrado en la habitación y ahora le sostenía el cabello con cuidado. Cuando terminó de vomitar la ayudó a sentarse en una silla cerca de la mesa y le ofreció un vaso de leche— lo traía para cuando te despertaras, pero supongo que llegué en el justo momento.
—Sí, algo así— admitió ella tomando el vaso y bebiendo de él.
—¿Mejor?— preguntó notablemente interesado. Elaheh asintió— bien. Te traje esto— dijo pasándole unas ropas y zapatos— pasaremos dos días en alta mar y no creo conveniente que lo pases en esas ropas.
—Gracias—contestó Elaheh todavía recuperándose— pareciera que hace siglos no viajo en barco, me pasó lo mismo cuando mi primer viaje— confesó.
—Eso escuché. Me lo advirtieron cuando te subí— le contó Malik.
—¿Cuándo me subiste?— preguntó atónita.
—No querías despertarte, pareciera que no hubieras dormido en una eternidad y que al hacerlo no pudieras despertar. Tuve que cargarte— le contó— Setareh me advirtió de que esto podía pasar, por eso traje la leche— aquello se escuchaba mucho como la chica que ella conocía— ahora te dejaré para que te cambies— anunció y luego salió de la habitación.
Durante un rato Elaheh estuvo sin moverse, se sentía todavía mareada. Miró con recelo las ropas que le había dado Malik, era un conjunto de una falda beige y una blusa roja que encima llevaba un chaleco negro y los zapatos eran botas.
Reconoció el estilo, lo había escuchado describir antes, era típico de alguna parte al occidente del mar. Se vistió rápidamente y salió a cubierta luego de dejar enrollado en una esquina sus ropas. Al salir una joven entró en el camarote, por el cubo y el cepillo de limpiar supo que debía de ser una sirvienta.
En cubierta habían marineros de un lado hacia otro arreglando cosas del barco de las que Elaheh no entendía nada, odiaba aquellos trastos y prefería no pasar en ellos mucho tiempo, menos aún aprender algo sobre la grandes naves flotantes. También había algunas concubinas, pero no se prestaron atención mutua.
Vio a Malik al timón del barco. Antes no se había dado cuenta, pero él andaba vestido con unos pantalones que llegaban justo a la altura donde las botas empezaban y una camisa blanca abierta que dejaba al descubierto el pecho. Su cabello iba atado en una coleta baja y debido al viento flotaba como una bandera dorada.
Él la miró, sonrió al verla vestida así con el viento despeinándola, lucía arrebatadora. Le hizo un gesto con la cabeza para que subiera a donde él.
—Bienvenida a cubierta Diosita— no había perdido la manía de llamarla así, probablemente fuera demasiado tarde para quitársela.
—Gracias—dijo y luego entrecerró los ojos pensativa— no deberé llamarlo capitán, ¿cierto?— Malik rio abiertamente.
—No, lamentablemente no soy el capitán. La flota es mía, pero el “Rayo sangriento” es de Will—dijo señalando a un hombre flacucho al otro lado del barco que miraba al horizonte por un telescopio— me gusta navegar así que cada que viajo en barco le pido que me deje manejarlo.
—¿Rayo sangriento?— preguntó Elaheh.
—Lo creas o no, el nombre lo escogió su esposa— le dijo entre risas Malik.
—Oh— dijo Elaheh riendo con él.
—Ven, maneja tú— le dijo de repente.
—¿Qué? No, espera, no se manejar— rebatió ella.
—Aprende— le dijo él. Elaheh rio ante el hecho de que hacia menos de un minuto pensaba mantenerse lejos de aquellos vehículos—mantenlo firme— le decía Malik desde atrás, no la tocaba ni se le acercaba— guíalo con el peso de tu cuerpo si así te es más fácil. Intenta que se mantenga recto— poco después Elaheh sonreía feliz mientras mantenía el barco en curso.
—Mi señor— les interrumpió el capitán.
—Will, déjame presentarte a Elaheh, es nueva en mi harem— hizo las presentaciones pertinentes— te dejamos el resto a ti— le dijo al capitán.
—Alteza, señorita— respondió este mientras tomaba el timón. Caminaron hacia la proa del barco juntos, sentían el viento salubre golpearlos.
—¿Por qué no la traes puesta?— le preguntó de momento Malik, en un inicio Elaheh no entendió a qué se refería— la cadena— aclaró este. Elaheh subió la manga de su blusa dejando ver la cadena de oro enrollada en su muñeca.
—No sabía si podía usarla— se explicó. Malik sonrió, ella se la quitó de la muñeca y la alzó en dirección a él— pónmela— pidió.
Por un instante Malik solo la miró fijamente, luego caminó el paso que los alejaba y tomó la cadena en sus manos. Elaheh creyó que le pediría girarse, pero no fue así. Abrió el cierre de esta y se acercó aún más a ella. Sus rostros estaban sumamente cerca, sus respiraciones se juntaban. Elaheh sintió el frío del metal caer en su cuello delicadamente y luego Malik se separó.
—Listo— dijo mirando hacia el horizonte.
—Gracias— respondió Elaheh. Eso no lo pensé bien— ¿Cuándo llegaremos?
—Mañana, a media mañana más tardar— respondió volviendo a mirarla.
—Ya veo— afirmó ella.
—Si tienes hambre ve abajo y a la izquierda, pregunta por Mary. Ella te dará de comer—le dio las instrucciones con delicadeza. Elaheh asintió y descendió de la proa hacia la cubierta, para luego bajar por unas escaleras.
Siguió las indicaciones dadas por Malik y pronto dio con el lugar buscado. Mary resultó ser una señora muy agradable, ruda y vivaracha. Elaheh rio mucho con ella, quien confesó ser la esposa del capitán.
Mary le contó sobre sus tres hijos y lo mucho que la molestan, pero lo mucho que ella los ama. Dijo que Will siempre está peleándoles, pero que si ella los regaña él sale a defenderlos.
Le sirvió a Elaheh un plato de garbanzos cosidos y una jarra de vino.
—En el mar necesitarás algo más fuerte que el agua— explicó. Elaheh no llevaba ni tres cucharadas cuando las arcadas volvieron. Mary rápidamente trajo un balde consigo donde la chica vomitó otra vez.
—Siempre fuiste de estómago débil— no tenía que voltearse para saber quién le hablaba.
—Tiempo sin verte Setareh—dijo como pudo Elaheh.
—¿Se conocen?— preguntó Mary.
—Fuimos compañeras antes—fue todo lo que Setareh explicó, Mary pareció contentarse con la respuesta— yo me encargo de ella, puedes darme un plato de leche con avena por favor.
—Marchando— dijo la mujer sin perder la alegría mientras se comía los garbanzos sin acabar de Elaheh.
—El mar me sienta fatal— exclamó.
—Solo en cuanto a comida, allá arriba parecías muy cómoda—dijo Setareh mientras se sentaba al lado de ella y le recogía el pelo con una cinta.
—Sí, en eso tienes razón— concedió Elaheh con una sonrisa.
—Me recuerdas a mi cuando mi primer embarazo— comentó Mary que regresaba con el pedido de Setareh y lo ponía delante de Elaheh junto con un vaso de agua— Will tuvo que viajar solo durante ese tiempo porque, aunque el resto del tiempo estaba bien, cada que veía comida las náuseas y vómitos volvían—contaba muy contenta recordando aquellas épocas— luego nació y creció y todo se echó a perder. Ahora es un diablillo bandolero sin control de dieciséis años que se cree capaz de dominar el mundo— Setareh rio ante el comentario de Mary, pero Elaheh por otra parte se encontraba lívida.
—¿Te sientes muy mal?— preguntó Setareh, Mary también la miró preocupada.
—No-—dijo sonriendo como pudo, bebió un poco de agua para calmarse— es solo que hablar tanto de vómitos y tal…
—Oh, cariño perdona— se apresuró a decir Mary— que inconsciente fui.
—No pasa nada, en serio— dijo quitándole importancia al asunto.
Un sonido fuerte como de algo cayendo contra el suelo y rompiéndose resonó, Mary puso cara de pocos amigos y blasfemando fue hacia el interior de la cocina. Elaheh sintió pena por el pobre bastardo que tuviera que enfrentarse a ella.
— ¿Cómo has estado?— preguntó finalmente hacia Setareh.
—Algo sabrás— las respuestas evasivas eran otra de las especialidades de Setareh, Elaheh siempre había respetado eso.
—Algo escuché— dijo metiendo la primera cucharada en su boca, esperó un poco, al no sentir ningún síntoma siguió adelante comiendo.
—Tuve miedo— admitió Setareh. Elaheh no la miró, pero sabía de qué hablaba— cuando te vi allí arriba, en sus manos otra vez.
—No pasó— contestó rotunda— eso es lo que importa— siguió comiendo, no se había dado cuenta, pero estaba prácticamente devorando la comida.
—Tenías hambre— advirtió Setareh.
—No había comido nada ese día y luego me desmayé más que dormir—Setareh rio ante el comentario— no te rías—le recriminó entre risas Elaheh— y cuando me despierto lo hago vomitando todo, imagina si tengo hambre.
—Entre el tiempo sin comer y el estar en alta mar es justificable que estés en esas condiciones— rio Setareh una vez más, aunque lo que hablaba esta vez era serio— lo extraño es que no estés devolviendo esto también.
—No molestes— dijo irritada Elaheh.
—¡Te la dio a ti!— la exclamación de sorpresa y asombro, algo poco común en Setareh, sorprendió a Elaheh que la miró extrañada— la cadena de Janus— explicó Setareh. Inconscientemente Elaheh llevó la mano a la cadena y la apretó.
—¿Por qué la sorpresa?— preguntó.
—Todo el tiempo la llevaba consigo, si le preguntábamos por ella solo decía que era muy preciada para él— le explicó Setareh— yo no pude ir al baile de aquel entonces, me sentía…mal— Elaheh sintió que había algo más allí, pero no quiso preguntar— al volver me fue a ver y me percaté de la ausencia de la cadena. Pregunté, más por curiosidad que otra cosa, si siempre decía que era tan preciada cómo podía haberla perdido. Me respondió que no estaba perdida sino en manos de alguien muy capaz— terminó de hablar. Elaheh se sentía desvanecer. ¿Por qué le daría algo tan importante para él? No tenía sentido.
—Terminé de comer— fue lo que contestó, Setareh miró hacia el plato vació.
—¿No vas a tomar vino?— preguntó.
—Por fin retengo algo dentro, no me arriesgaré— comentó jocosa. Ambas rieron— MARY NOS VAMOS— gritó para que la mujer la escuchara.
—ADIÓS CHICAS, HASTA LUEGO— le devolvió el grito desde la cocina.
Subieron a cubierta y conversaron un rato. Se enteró que este era solo uno de los barcos, que más atrás estaban dos más donde iban en cada uno diez concubinas, once de ellas iban en ese en que estaban.
Que la ropa en Lithuam era un poco diferente aunque nada que ver con lo que traían puesto en aquel momento. Escuchó historias de discusiones entre Setareh y la princesa Arzu, a Elaheh no le extrañó, de hecho lo encontró lógico.
—Necesito dormir un poco más— le anunció a Setareh cansada.
—Adelante. No iré a ningún lado y tenemos mucho tiempo para ponernos al día— respondió esta.
Elaheh se despidió con un leve movimiento de cabeza, luego se fue camino al camarote. Miró hacia el timón, volvía a ser manejado por Malik. Este la miró un momento, ambos se sonrieron y ella siguió su camino. Cerró la puerta tras ella y se dejó caer en la cama cerrando los ojos mientras hacía cálculos mentales.
—Mierda— dijo en voz alta.
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No volvió a dejar el camarote hasta el atardecer. Malik había ido a verla y le había pedido que subiera a cubierta a ver el sol ponerse en el mar. El entusiasmo con que lo pidió hizo imposible para Elaheh negarse. Estuvo muy agradecida de no haberlo hecho, había sido una de las cosas más maravillosas que había visto nunca.
Luego Malik y Elaheh se unieron a las demás concubinas para la comida en el estrecho saloncito donde Elaheh había estado antes. Al inicio todas se mostraban cautelosas, la miraban con recelo. Sin embargo Elaheh captó una diferencia entre ellas y sus anteriores compañeras, estas no la miraban como si tuvieran una oponente más, no parecía haber competencia entre ellas.
—¿Podrás comer ahora?— le preguntó Setareh preocupada.
—Ya me encuentro mejor, espero que sí— Elaheh respondió segura, aunque en su cabeza la intranquilidad mandaba. Pudo comer, lento no fuera a ser que las náuseas volvieran.
La comida fue amena, las muchachas hablaban con Elaheh, le preguntaban cosas de su antiguo harem, de la forma de ser de su otro amo, del país. Decían no haber pasado suficiente tiempo allí como para saber cómo era el lugar. Elaheh respondía a sus preguntas lo mejor que podía pues temía insultar a Malik, pero cuando él mismo hizo preguntas se dejó llevar. Pasaron mucho tiempo hablando hasta que el sueño apareció.
—Voy a dar un paseo por cubierta, si deseas acompañarme— dijo Malik poniéndose de pie. Elaheh le siguió las pisadas hasta que la brisa fría y refrescante del mar los envolvió.
—Sí que te gustan los barcos— exclamó Elaheh observando la mirada perdida de Malik.
—Eran la pasión de mi hermano mayor— aquello extrañó a Elaheh, si él era el rey cómo tenía un hermano mayor. Malik la miró y leyó la expresión de su rostro— era el hijo de una concubina, mi madre pasó diez años casada con mi padre antes de llegar a tenerme a mí— explicó.
—Entonces… ¿eran?— preguntó Elaheh.
—No se te va nada ¿eh?— dijo Malik sonriendo— tuvo un accidente hace unos cuatro años, quedó lisiado desde entonces—respondió—vive recluido por decisión propia en una casa de campo propiedad de su madre. Ella se fue a vivir con él y unos cuantos sirvientes, los demás empleados fueron contratados en la misma zona— Malik se apoyó en la baranda del barco— no lo he visto desde entonces. Prohibió que le visitaran y yo decidí respetarlo, aunque su madre me envía una carta semanal informándome de su condición— le contó y mientras lo hacía su rostro se mantenía sereno, pero algo en su voz dejaba claro que todo aquello le dolía.
—Supongo que no están tan mal— Malik sonrió sin mirarla, su sonrisa de transformó en risa.
—Bien, entonces…el camarote te espera mi Diosita— Elaheh empezó a notar una pauta de comportamiento en Malik. Nunca le imponía nada y todas sus frases parecían sugerencias, en realidad eran órdenes sutiles.
—Necesitaré descanso después de un día como hoy— admitió ella.
—Muy bien— repuso él con una sonrisa— que descanses.
Elaheh se fue al camarote, se quitó la ropa y miró alrededor, no había más nada que ponerse así que no se vistió. Se acostó en la cama enrollada en colchas y dejó que el sueño la venciera.
Las náuseas matutinas regresaron con el alba y también el tazón de leche con avena. Después de comer eso su malestar parecía relajarse, afortunadamente el viaje en barco llegaba a su fin.
—Tierra a la vista, mi Diosita— la sombra de su ser lo había delatado acercándose por la espalda mucho antes de que hablara.
—¿Qué?— le preguntó, no entendía. Ella también veía la hermosa costa alzándose a metros de ellos que llegaban, pero eso era visible para todos.
—Cuando la costa es visible en el barco principal uno de los marineros debe gritar “tierra a la vista” y luego ese grito es repetido en los otros. Grítalo, puede ser de lo más liberador— Malik la miraba entusiasmado. Elaheh sonrió ante la idea de hacer algo tan estúpido, Malik la miraba expectante.
—Muy bien— dijo con una risa atorada mientras asentía con la cabeza.
—Ven conmigo— le dijo tomándola de la mano, el frío tacto se estaba volviendo familiar para Elaheh. Subieron a la popa del barco y luego al mástil mayor.
—Esto es una locura— dijo ella por lo bajo, pero Malik pasaba en ese momento por su lado subiendo habilidoso y la escuchó.
—Sí, una locura— concordó con ella, aun así no dejaron de subir. Llegaron a la cofa— ahora desde aquí. Grita.
La sangre corría por sus venas salvaje, sus mejillas eran de un vivo color rosado, su pelo se arremolinaba por el viento al igual que el de la belleza rubia a su lado. Inspiró profundamente hinchando su pecho, Malik sonrió contento y expectante.
—TIERRA A LA VISTA.
Elaheh no recordaba haber gritado así nunca antes, resultaba muy liberador, era cierto. Rápidamente escuchó como el grito era repetido en los dos barcos que iban con ellos. Empezó a reír abiertamente, sin ataduras. Malik reía con ella. Elaheh miraba el puerto que se alzaba en el horizonte, Lithuam y Malik la miraba a ella.
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Yyyyy....hipótesis???😏😏😏
Este es uno de mis cap favoritos neta xq es re-dulce mi Malik bellooooooo. Pero en fin ya me diran ustedes que tal.
Albóndigas igualmente cualquier comentario o voto es super agradecido y muchas gracias x leer. Os amo ❤❤❤
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