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Capítulo 4: Los infaltables viernes

El sonido del timbre de la escuela es música para sus oídos. Es curioso como un simple ruido puede ser tan liberador en algunos casos. Además, hoy viene con un plus: es viernes y eso significa que no tendrán que volver a la escuela hasta el lunes.

Leo, es de los primeros en tener todo listo para irse, disfruta muchos de este día y su pasatiempo con sus amigos, no puede esperar más para salir de aquí. Se acercó a Alex que todavía está acomodando todas sus cosas.

—¿Ya sabes qué vas a elegir? —pregunto entusiasmado. Al notar que su amigo está distraído, intento llamar su atención de nuevo—. ¿Alooo, Alex?

—Lo siento Leo, estaba pensando en otra cosa. Pero sí, mi elección será la misma que la última vez —respondió con una sonrisa—. La estadística y la suerte están de mi lado —agrego confiado.

Al terminar de hablar, los ojos y la mente de Alex vuelven a lo que estaba. Mira en dirección a Sabrina, la cual desde que toco el timbre está hablando con Sebastián.

«Toda esta semana se la pasaron hablando en la escuela, se volvieron amigos muy rápido», pensó mientras pone una cara de preocupación.

—No pareces muy confiado de lo que estás diciendo —señalo Leo—. Si ya vas con la mentalidad de derrotado le quitas la emoción de humillarte —lo provoco para animarlo.

—Vaya, vaya, parece que el pequeño gatito creció y está sacando sus colmillos. Haré que te tragues tus palabras —dijo en un tono burlón.

—¡Sabrinaaa, es hora de irnos! —grito para llamar la atención de ella y siguió hablando con Alex—. Voy a darte una lección que no olvidaras, chico lindo.

Ambos se acercaron para mirarse de manera desafiante como si estuvieran por pelear.

—Nos vemos el lunes Seba, será mejor que me vaya. No creo que aquellos tontos puedan aguantar más estar aquí. —Se aleja de Seba mientras mueve la mano para despedirse—. A ver par de tontos, si se van a besar no estén gritando ni molestando al resto.

—Pffff... ¿Quién besaría a este idiota antisocial?, prefiero besar el suelo o alguna sugar mommy de 80 años —respondió Alex

—Puedo ayudar con eso. Mi zapatilla se chocara contra tus labios, seria como si besaras el suelo.

Leo salta y tira una patada, pero de manera rápida casi como si supiera que iba a pasar, Alex, gira hacia adelante esquivándola y empuja a su amigo por la espalda. Luego, se tira encima de él y le hace una llave de brazo. Leo intenta con todo lo que puede zafarse, pero es inútil, se escucha como le rompe el brazo. Alex suelta una risa burlona y una mirada de superioridad.

—Oye, idiota, dijimos que nada de agarres, todavía no me aprendo los controles para poder soltarme —se quejó.

Están sentando en el suelo mientras juegan videojuegos en la última consola del momento. Sabrina está esperando su turno sentada en la cama mientras usa su celular. Hace un rato llegaron a la habitación de Alex.

—Muajajaja —exagero una risa malévola—, Sigue lloriqueando para más placer. —Alex aprovecha otro descuido de Leo y le hace una llave al cuello, matando así a su personaje—. ¿Cómo se le sube la dificultad a este juego?, esto es muy fácil.

—Te aprovechas que es un juego nuevo y solo puedo jugarlo cuando estoy en tu casa.

—Calla plebeyo —Rápido se puso de pie, levanto el mentón y lo miró de forma que lo rebaja—, nunca estarás a la altura del gran peleador Alejandro Thompson; campeón indiscutible de "Peleadores salvajes 6", unificador de mundos, amo de la destrucción, semental de combate, experto en el arte del amor y la guerra, conquis...

—Ya, ya, entendimos. Ganaste en este juego por ahora —interrumpió para detenerlo, ya que sabe que de no hacerlo, va a estar un rato largo molestándolo.

En ese instante Alex estira su cuello hacia atrás, entrecierro un poco los ojos y con una sonrisa de victoria empieza a burlarse.

—¡Oooohh! Te conozco hace mucho, pero no sabía que eras tan mal perdedor. Hablaste mucho en el camino a casa y en la escuela, pero a la hora de la verdad resulta que no sirves para pelear.

—Me cansaste, ahora vas a ver si no sirvo para pelear. —Se levanta y empieza a perseguir a Alex. Intenta atraparlo, pero se mueve por toda la habitación.

—Espera, Leo. Hablemos como personas civilizadas.

Le pidió, a la vez que levanta uno de sus manos para tratar de mantener distancia con él. Al ver que no se detiene, Alex Aprovecha para cubrirse donde esta Sabrina y giran alrededor de ella.

—¡Basta! Es mi turno de jugar. —anuncio poniéndose de pie—. Leo, te sientas aquí en la cama y miras. Tú, Alex, Toma el control. A diferencia de Leo yo no juego como un niño de 6 años.

—Hmmm, grandes palabras para una mujer tan pequeña.

Leo se sienta con una sonrisa mientras ve como juegan y se insultan sus amigos.

«Desde que tenemos 10 años todos los viernes nos juntamos en la casa de Alex o Sabrina. Al comienzo solo era para jugar, luego, nos pusimos de acuerdo y nos organizamos más: leemos algún manga, vemos alguna serie, jugamos videojuegos depende de que tengamos ganas. Pero lo que nunca falta es elegir una película y hablar de esta después de verla. Por esa razón me encantan los viernes».

En eso se levanta Sabrina gritando en dirección donde esta Alex.

—¡Tomaaa, en tu cara! ¡El conquistador fue conquistado, el unificador fue unificado, él amó de la destrucción fue destruido!, él... él... bueno todo lo otro también. ¡Fuiste humillado!

—Solo te dejé ganar porque soy un caballero.

Sabrina se sienta al lado de Leo y ambos tiran su cuello para atrás, entrecierran los ojos, miran en dirección a Alex y empiezan a burlarse.

—¡Oooohh! Sin excusas plebeyo.

En eso dejan de reírse y pasan al evento principal, la hora de la película. Cada uno tiene su almohada y su lugar en la cama: Leo tiene una almohada larga con una funda azul, la cual abraza en su pecho mientras mira las películas. Se sienta a la izquierda.

Sabrina tiene una almohada cuadrada del tamaño de su espalda, con una funda amarilla con rayas blancas. Se sienta en el medio.

Alex tiene... bueno, tiene todas las otras almohadas es el dueño de la habitación. Se sienta a la derecha.

Es una rutina que tienen incorporada desde que tienen 10 años. Sus cuerpos se mueven solos a partir de este momento. Cada uno debe escribir en un cuadrado pequeño de papel el nombre de la película que quieren ver, estos son puestos en un vaso donde se agita y luego se tira sobre la mesa. Uno de ellos tiene que agarrar rápido cualquiera de los tres papeles y el elegido será la película que verán. Luego, se habré un debate sobre que les pareció la película, que cosas les gustaron o disgustaron, etc.

—Solo por curiosidad. ¿Qué películas eligieron? —pregunta Alex.

—Yo escribí "Aliens el inicio".

—Ey, ey, espera. Deberíamos poner una regla, nada de películas con más de 40 años de antigüedad.

—Vamos Alex, sabes que a Leo le gustan esas películas.

—Es que... incluso sin verla ya sé que se verán los hilos detrás de las naves y los aliens serán de cartón pintado con acuarela.

—Ese es el encanto, la creatividad con la que hacían antes las películas —comento Leo.

—No pondremos límites, seguiré...

En ese momento, el teléfono de Sabrina vibra, le llego un mensaje. Deja de lado lo que está haciendo y lee con una sonrisa el mensaje.

Alex y Leo se quedan en silencio viendo la reacción de ella. Cruzan miradas y con una pequeña seña de aprobación, se ponen de acuerdo para empezar el interrogatorio.

—Ahora que lo pienso... últimamente has estado sonriendo mucho cuando lees los mensajes del celular.

—Debe ser imaginación tuya, Alex.

—No, no, no. Es más, todavía estás sonriendo. Cuéntanos el chiste, tengo curiosidad.

Leo mientras está sentado abrazando su almohada, escucha atentamente. Piensa lo mismo que su amigo y quiere saber la respuesta de Sabrina.

—No es un chiste en sí... solo un mensaje de algo que me gusta —responde mientras juguetea con los dedos de sus manos y sonríe.

—¿Algo? O mejor dicho... alguien —comenta moviendo la cejas de arriba a abajo—. Vamos, Sabrina, somos tus amigos, tenemos curiosidad. ¿Quién te escribió un viernes a esta hora?

—Buenooo... Me estuve escribiendo mucho con Seba. Al comienzo era por lo del trabajo, pero ahora solo nos escribimos.

«¿Por qué no dejan de mirarme?, no es como si fuese algo malo. Es un compañero de clases, lo conocen. Además, puedo escribirle a quien yo quiera... ¿Verdad? Es como si me estuvieran juzgando, no sé por qué estoy nerviosa y emocionada».

—"Solo nos escribimos" —dijo de manera lenta, mientras mueve sus dedos medios e índice de arriba hacia abajo. Luego, se enfoca en su amigo—¿Qué opina usted, compañero?

Sabrina también mira a Leo. Por alguna razón se dejó llevar por el juego de estos dos.

—Creo que ya es hora de tener "La charla" con ese tal Sebastián.

—Concuerdo con Leo. Se lo sentencia a "la charla" a ese tal Sebastián.

—Que es eso de "la charla" no van a golpearlo, ¿o si? Bueno de ti Alex sé que eso no es posible, pero tú Leo, ¿no vas a hacerle nada, verdad?

—Auch. —Se agarró el pecho como si lo hubiesen golpeado—, ¿qué quieres decir con eso? ¿Qué no puedo pelear?

—Sí, creo que quedo claro. Siempre que te vi metidos en problemas, Leo tenía que defenderte.

—No me cambies de tema jovencita. Hasta que "la charla" no sea realizada con ese tal Sebastián, tiene prohibido cualquier tipo de comunicación con el sujeto.

—Buuu, que injusto... Tendré que buscarme otros amigos más permisivos.

Por alguna razón, ya no se siente nerviosa y esta contenta de poder hablar de esto con sus amigos. Aun si lo hacen de manera juguetona.

—¿Te gusta? —pregunto Leo mientras la mira directo a los ojos.

«¡Eso, compañero, ataque! Un golpe directo debe ser super efectivo», pensó Alex mientras sonreía, luego se enfocó en ella para ver como reacciona.

Sabrina se sorprendió ante la pregunta de Leo. «¿¿Eeehh??, ¿por qué lo dijo de manera tan directa? Rompió todo el ambiente. Bueno, tranquila. Leo es así, directo, respira y res...».

En ese momento sintió algo diferente, fue la primera vez que miro a Leo directamente a sus ojos y ninguno aparto la mirada. No es nada parecido a lo que paso con Sebastián en la biblioteca, se sentía atrapada por como la está viendo. Es como si solo estuvieran ellos dos.

«La mirada de Leo siempre fue fría y algo distante, pero ahora se siente tan intensa. Como si no le importara nada ni nadie más que yo... él de verdad quiere saber mi respuesta. ¿Tanto le importa? ¿Es tan importante?».

—¿alooo?, ¿qué paso qué se congelaron?

Sabrina volvió en sí, y vio a Alex. Él le está haciendo caras y moviendo los hombros como diciendo "¿y?".

—No lo sé... creo que si, nunca me había gustado un chico así que no lo sé bien.

Al terminar de hablar levanto su mirada para ver a Leo. Él al escuchar su respuesta no dijo nada, solo aparto la mirada hacia un costado mientras apoyaba su cabeza en la almohada que está abrazando.

—hmmm... "No lo sé" y "creo que si". Esas respuestas son suficiente para mí. Si necesitas ayuda con algo cuenta con nosotros. O si quieres alguno de mis fabulosos consejos también.

—Gracias, chicos. Me gusto esta mini charla que tuvimos.

Es la primera vez que habla un tema de ese estilo, se siente algo emocionada. Ahora que ya dio ese pequeño paso siente que puede hablar más sobre esto.

Y así siguió la noche del viernes. Vieron la película que había escrito Sabrina, una de acción y fantasía. Luego, charlaron como siempre sobre lo que les pareció la película, todo siguió su rumbo normal.

Alex trajo un colchón y lo tiro en el suelo. Es donde va a dormir ella, Leo y Alex duermen en la cama de él.

«Estar aquí con ellos siempre es tan divertido... no importa cuantos años pasaron aún sigo esperando con ansias estas noches, y sigo divirtiéndome mucho. Espero que todo se mantenga así para siempre», pensó Sabrina mientras se acurruca con las sabanas y se ponía lista para dormir.


Fin del capítulo 4

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