Capítulo 36: Celos
Hace poco que salieron de la escuela y se dirigen a la casa del padre de Alex. Después de mucho tiempo, los tres protagonistas vuelven a pasar tiempo juntos. Durante su día en la escuela no paso nada interesante, usaron los recreos y su tiempo libre para estudiar. El segundó examen que rindieron estaba algo complicado y quisieron dedicarse a prepararse para el próximo. Por eso, cuando lleguen se pondrán a estudiar.
—No recuerdo cuando fue la última vez qué estudiamos los tres.
—Es por tu culpa, eres una mala influencia, Sabrina. Cuando estoy solo con Leo en lo único que pensamos es en estudiar y ayudar al prójimo.
—Hmm, estoy segura de que Leo estudia más conmigo. Tú lo distraes y haces que pierda el tiempo jugando videojuegos o viendo alguna tontería en Internet.
—Los videojuegos pueden ser muy educativos, adem...
El celular de Alex, empieza a vibrar. Tiene una llamada, lo saca de su bolsillo y ve que es de Daniela. No atiende, corta la llamada y empieza a escribir un mensaje.
—Me junto con los chicos a estudiar, luego te hablo.
Sabrina vio de quien era la llamada, pero no dice nada. Le parece raro que no haya atendido y que este mandando mensajes con una cara tan seria.
Por su parte Leo continua lo que estaba hablando Alex.
—En defensa de Alex, él me ayuda con los estudios cuando se lo pido.
Ella tarda un rato en volver al tema, estaba distraída con lo del celular.
—Así que te pones de su lado... no esperaba eso de ti, Leo.
—Sabe cuál es el lado correcto y con mayor beneficios —dijo Alex al dejar su celular y volver a la charla—. ¿O no, hermano pechuga?
Leo mira para otro lado haciéndose el desentendido. Evitando a toda costa hacer contacto visual.
—¿Hermano pechuga? —pregunta confundido ella.
No entiende que significa eso, le da un poco de curiosidad el nombre.
—Como decirlo para que lo entiendas, pequeña. A Leo y a mí nos une algo más que solo nuestra amistad, algo tan profundo como el amor por los grandes pec...
Leo interrumpe a su amigo poniéndole la mano en la boca y rápido cambia de tema.
Todo parece que volvió a ser como era antes, las bromas, las charlas y la caminata a casa. Era algo tan común antes que no le daban importancia, pero ahora es diferente. No lo mencionan, pero disfrutan del tiempo juntos.
Mientras tanto en otro lugar.
Cuando se encuentra de buen humor, le es más fácil perderse en sus pensamientos. Es normal para ella fantasear en su mente con distintas historias, pero lo diferente ahora es que ella es la protagonista de sus fantasías. Karina esta en la biblioteca, a menudo se queda ahí cuando termina la escuela, es el lugar perfecto para leer o estudiar. Nunca había pedido el número de un chico y mucho menos haberse sentido atraído por uno. Por eso, ahora en vez de estar estudiando, se imagina diferentes escenarios donde: se escribe con Leo, luego se ven, poco a poco se conocen y empiezan una relación. Sabe que es difícil que todo eso suceda, pero fantasear no tiene nada de malo.
«Laura me dijo que debo escribirle tipo 9 p.m. Es el mejor horario para empezar una pequeña charla según las revistas de amor que esta leyendo en páginas de Internet. Entiendo que por lo general uno esta en casa a esa hora, y más nosotros, solemos estar con nuestros padres cenando. Quizás por eso es más fácil contestar unos mensajes... la verdad no lo sé, pero Laura es buena en este tipo de cosas».
En eso ve sus apuntes sobre la mesa, esta preparando física, mañana tienen el examen de esta materia. Esto hace que aparezca una sonrisa en su cara.
«Esto estaba estudiando Leo cuando hablamos, incluso hice una pequeña carita en sus apuntes. Esto... es como una señal, ¿verdad? Las coincidencias no existen. Seguro que hoy cuando esté estudiando se acuerda de mí».
Se tapa la cara para ocultar un poco su emoción. Nunca suele pensar de esta forma, pero el tema del amor saca a la luz partes de ella que no sabía que tenía. Busca cualquier excusa para pensar que tiene una oportunidad con Leo, siempre y cuando este de buen humor. De lo contrario, es todo lo opuesto y cualquier cosa negativa que le pase es una señal de que no tiene oportunidad...
«¡Basta! No debo pensar en él por ahora, debo estudiar».
Cierra sus ojos con fuerza, inspira de manera profunda y luego exhalá. Cree que hacer esto la ayudara a concentrarse.
«Bueno, una última fantasía con Leo y después si a estudiar», pensó sonriendo de oreja a oreja.
Un tiempo después, en la casa del padre de Alex.
Llevan unas horas estudiando, entre los dos ayudan a Leo, saben que física es la materia que más le cuesta por lo que se toman su tiempo para explicarle los temas y aclararles las dudas que tenga.
En ese momento, Sabrina esta sentada a su lado, ve como él cambia de página y nota algo raro.
—¿Y eso? —Señala con un pequeño gesto de su cara—. ¿Desde cuándo tus notas tienen colores?
—Estaba aburrido estudiando y pensé que vendría bien un cambio —responde sin darle importancia.
Alex estira el cuello y empieza ver su carpeta.
—¿No pensaste en mejorar tu letra para que se vea mejor? Es como si un payaso feo se maquillara y ni siquiera lo hiciera bien, lo que empeora todo.
—No seas malo con él —Lo defiende ella—. Yo creo que se ve tierno, como cuando un niño intenta dibujar algo para alegrar a sus padres.
—¿Eso es un insulto o es un cumplido? —pregunta el rubio sin saber si lo esta ayudando o molestando.
Casi de inmediato, él se levanta y mira de cerca un detalle. Luego, mira a Leo con una sonrisa como si hubiese descubierto algo.
—Un momento... tú... nunca dibujas caritas en tus notas. Aparte de estar chueca, esta al revés... por lo tanto mi querido Watson, deduzco que tú no dibujaste esto. ¡Confiesa! Te atrape.
—Eso lo dibujo Karina —contesto al instante, sin quitar la vista de sus apuntes.
Sabrina mira a su amigo pelinegro, no esperaba que una chica tocara sus apuntes.
«Es la chica que saludo la última vez cuando estábamos en los pasillos de la escuela», pensó al lograr recordarla.
—¡Lo sabía! Tengo un sexto sentido para estas cosas... y ahora llego el momento, es hora del interrogatorio. ¿No crees, Sabrina?
—¿Eh? Interrogatorio. ¿De qué hablas, Alex?
—Bueno, aquí fue donde tuviste tu interrogatorio, es el lugar perfecto para el de Leo. Cuéntanos sobre esa chica, Abril.
—¿Abril? ¿No estábamos hablando de Karina? —pregunto confuso el acusado.
—Aquí soy yo el que hace las preguntas, jovencito. Responda —dijo en un tono exagerado y señalándolo con el dedo.
—Emm, okey. ¿Qué quieres saber?
Antes de que empiece a hablar Alex de nuevo, Sabrina toma la iniciativa.
—¿Qué es ella para ti?
El rubio mira a su amiga emocionado, no esperaba que empezara con esa pregunta. Ella al darse cuenta de eso, cambia la forma en que pregunto.
—O sea, ¿qué tipo de relación tienen? —reformulo la pregunta, mirando hacia un costado—. Parece muy cercana a ti.
—Es una amiga.
—Una amiga no te tomaría del brazo de esa forma —cuestiono, ahora si enfocándose en él.
—Es un poco... confianzuda.
—La forma en que te miraba tampoco parece la de una amiga.
—Ella es así.
—¿Así? ¿Con otros chicos también o solo contigo?
—No lo sé.
—¿Por qué te escapaste para ir con ella el lunes? ¿Qué era tan importante como para irte de esa forma?
—Quería hablar con ella, tenía interés en lo que me iba a decir.
—¿Es algo sobre su relación?
—Algo así...
—¿Algo así? Sé más claro.
Al instante que respondía Leo, Sabrina le hacía otra pregunta. Iba demasiado rápida la charla, Alex no podía participar. Además, le parecía raro la forma en que preguntaba todas esas cosas, ¿tanto interés tenía ella de saber sobre Abril y su relación con Leo? Él también tenía curiosidad, es su amigo y es la primera vez que ve hacer eso por una chica, pero no estaría tan apurado en saber los detalles... Quizás es algo suyo, desde hoy le esta dando muchas vueltas a como se están llevando Sabrina y Leo.
Alex empieza a toser para hacer notar que esta ahí. Sus amigos lo miran y se quedan en silencio.
—Ya, ya. Yo también quiero participar. Por lo que parece, ella esta interesada en ti, ¿verdad?
—Algo así.
—Solo quería saber eso. Gracias por su colaboración, joven Leandro.
Él no quiere seguir hablando del tema, le molesto la forma en que mostraba interés Sabrina por la relación de Leo. Por lo que prefiere hablar de otra cosa.
Ella quería hacer algunas preguntas más, pero ahora que Alex dijo eso, quedaría raro que siga insistiendo con el tema. O eso es lo que piensa.
—Esta vez te lo perdono, Leo, no quiero volver a verte escapar. No dije nada hasta ahora, pero sabes que me molesto.
—Si, lo sé. No creo que lo vuelva a hacer.
—¿Creo?
—Perdón, No lo volveré a hacer.
—Así me gusta más. —Sonríe al mismo tiempo que intercambian miradas.
—Me sorprende, te lo tomaste bastante bien.
—Al comienzo no, pero bueno... hace mucho que no te metías en problemas, supongo que por eso lo deje pasar.
—Verdad... en los tiempos de antes peleábamos mucho.
—Culpa tuya.
—¿Mía? Tú eras bastante molesta.
—¿Dices qué yo era la del problema?
—Claro, no solo lo digo. Lo aseguro.
—Pffff, el que se metía en peleas, discusiones y tenía una actitud muy odiosa eras tú.
—Puede ser, pero tú exagerabas.
—Yo jamás exagero.
Leo se ríe por el último comentario que hizo ella, lo dijo con tanta seguridad aun sabiendo que no es cierto. Luego de ver la reacción de él, ella también empieza a reírse y le da un pequeño empujón con la mano.
Es como si Alex no estuviera ahí, o eso siente.
«¿Qué esta pasando aquí? Desde cuando hablan tanto y de manera tan animada. Hace un momento estaban más serios y al instante cambiaron de ánimo... Además, ¿qué fue ese pequeño toque que le hizo Sabrina?, no era necesario...», pensaba Alex, mientras observa todo en silencio.
En ese momento, Sabrina empieza a guardar sus cosas.
—Me tengo que ir, ya esta oscureciendo y tengo que hacer unas cosas en casa.
Se despiden de ella, deja la habitación y Alex empieza a acomodar todo, a la vez que Leo guarda sus cosas, no van a seguir estudiando.
—Voy a llevar esto a la cocina, ya vuelvo.
Él deja la habitación, pero no puede dejar de darle vueltas a lo que paso hoy, esta algo molesto. ¿Serán celos? No quiere admitirlo, sabe que esta exagerando las cosas. Sin embargo, una parte suya piensa que hay algo raro. Luego de dejar todo en la cocina, va al baño. No le toma mucho tiempo hacer todo esto. Una vez todo listo vuelve a donde esta su amigo.
«Supongo que ahora podremos hablar a solas, quizás... pueda preguntar si le pasa algo con Sabrina. ¡Ya sé! Aprovecharé para contarle lo que siento por ella, me vendría bien hablar esto. Seguro eso me ayuda a aclarar estos pensamientos que tengo y si él me ayuda tengo más oportunidad de estar con ella».
Entra a la habitación con su típica actitud animada.
—Supongo que estamos nosotros dos, como en los viejos tiempos. ¿Quieres quedarte a dormir?
Leo le sonríe por un momento y luego cambia su expresión.
—Lo siento, Alex, me tengo que ir. Estos días mi padre esta trabajando a esta hora y puedo pasar más tiempo con mi madre.
—Ah bien. Eso... suena bien. No hay problema.
Se despiden y él se va. Queda Alex solo.
«Que raro... antes nunca se iba a esta hora, no será que... ¿Se estará por ver con Sabrina?», al darse cuenta de esto, sintió una pequeña molestia en el pecho. «Se pusieron de acuerdo para irse por separado y luego verse en otro lugar a solas... es algo que suelo hacer con las chicas que me gustan cuando estamos en grupo y queremos vernos a escondidas».
Se sienta sobre su cama, analizando la situación. No tarda mucho en darse cuenta de que esta exagerando y empieza a mover la cabeza de lado a lado en señal de "No".
«¿Qué estoy pensando?, ellos no harían eso», suspira un poco aliviado. «Creo que estoy algo celoso. Pero no por eso debo desconfiar de mis amigos, solo tuvieron que irse y ya», se tira de espalda sobre su cama y se lleva las manos a la cara. «Ay, Alex, ay, esto de que te guste alguien es más complicado de lo que pensé... ahora veo todos los problemas que me ahorre en mis antiguas relaciones».
Alex empieza a quitarse la ropa, se levanta, busca una toalla y se prepara para darse un baño. Eso lo ayudará a relajarse y no seguir pensando estupideces.
El tiempo paso, ya es de noche. La hora tan esperada ya casi llega, ella sale de la ducha decidida. Desde que volvió de la biblioteca, siente que el tiempo pasa más lento. Ya actualizo sus foros, limpio su habitación y se dio un baño. Intento continuar leyendo el libro que esta siguiendo, pero no puede concentrarse. Faltan 15 minutos para las 9 p.m.
«Bueno, falta poco. Obviamente no le voy a escribir a las 9 en punto, voy a esperar un poco más... no quiero parecer una alarma».
Ella baja, va a compartir un poco con su familia, ya casi es la hora de comer. Mientras habla con sus padres le llega un mensaje de su amiga.
—Avísame cuando le escribas, de esta forma no podrás acobardarte.
Recuerda que es posible que tarde en contestar, el objetivo de hoy es hacerle notar que tienes su número y que vas a estar escribiéndole en estos días.
¡No te hagas ilusiones de conversar con él hoy! Y ya sabes, nada de charlas sucias, eres una señorita delicada y buena.
Karina se ríe por todos los mensajes de su amiga, es muy compañera con ella. En eso su madre ve la sonrisa de su hija y empieza a bromear con ella.
—¿Qué sucede por aquí? Que chico te esta haciendo sonreír tanto.
—¿Eh? ¡No!, no me escribo con chicos, «o por lo menos aún no», es un mensaje de Laura.
Su padre no puede evitar unirse.
—En mis tiempos no nos mandábamos mensajes, teníamos que ir a vernos. El celular facilita tanto las cosas que hace que las relaciones sean más artificiales.
—También nos mandábamos cartas. Y si alguien te gustaba y no le podias decir, le entregabas una carta de amor. Así lo hizo tu padre —comento su madre.
—Bueno, sabía que te gustaba leer, por eso te escribía poemas y te regalaba libros.
Sin darse cuenta siguió escuchando hablar a sus padres y se hicieron las 9:12 p.m. Rápido, se levantó y se fue a su habitación.
—En unos minutos comemos.
—Si, mamá. Ya vengo.
Cierra la puerta de su habitación y se queda apoyada en esta. Saca su celular, busca en sus contactos a Leo y empieza, ya tiene una idea de lo que va a poner.
—Hola, Leo, soy Karina. Nos conocimos en la biblioteca hace unos días.
Como nos llevamos bien, pensé en pedirle tu número a tu amigo,
así podíamos seguir hablando. Espero que no te moleste que te escriba.
Lo envía, al instante copia el mensaje y se lo pasa a su amiga.
«Bien, lo logré. Fue fácil... ahora solo queda esperar».
Él esta terminando de comer, saca el celular de su bolsillo, revisa unos mensajes que tiene y luego de ver eso, lo guarda. Toma una servilleta y empieza a limpiarse. Una pequeña sonrisa aparece en su rostro, pero sabe que esto no es suficiente. No esta conforme con eso, por alguna razón, desde hace unos días no puede quitarse de la cabeza lo que vio. Su instinto le dice que debe "apresurarse en conseguirlo".
—¿Cómo se llamaban esos tres tontos que nos deben un favor?
La persona que esta parada a su lado, vistiendo una camisa blanca y una corbata negra, se acerca y le responde.
—No lo recuerdo, pero tengo guardado sus contactos. ¿Quieres qué lo busqué?
—Si, esos tontos son perfectos para lo que necesito. Diles que mañana quiero verlos.
—Entendido, jefe.
—Ya te lo dije, cuando estemos nosotros dos, solo dime Tony.
—Si, Tony. Es la costumbre.
Él se levanta, deja un poco de dinero en la mesa y sale del restaurante. Se sube a la parte de atrás de su auto y luego de acomodarse empieza a hablar.
—No lo mencione porque estaba terminando de comer, pero recién me escribieron los muchachos, parece que todo marcha bien.
—Es gracias a ti. Sus ideas siempre funcionan —responde su asistente.
—Gracias. Pero no suelo hacer mucho... al igual que me sucedió a mí, descubrí que solo se necesita dar un pequeño empujón para que todo marche como tiene que ser.
«Y creo que ya es hora de darte un pequeño empujón, Leo. Estoy ansioso de empezar a trabajar contigo», pensó el hombre vestido de forma elegante y con una sonrisa maliciosa.
Fin del capítulo 36
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