Capitulo 31: Antes de empezar la primera clase
Una pequeña niña esta sentada frente a una ventana, es algo que le enseñaron a hacer. Su silla de colores tiene algunos dibujos, es su pertenencia preferida. No es la gran cosa, pero para ella es lo único lindo que tiene y por eso le tiene tanto cariño.
Es una chica obediente, le gusta hacer caso a sus padres, de esta forma cree que ayuda a que no se enojen tanto. Por eso, a pesar de no entender algunas cosas que le piden, trata de cumplirlas igual.
«1,2,3,4,5,6...», pensaba la niña mientras cierra los ojos con fuerza y ponía la palma de sus manos en sus orejas.
Le parece extraño que, cuando papá llega, mamá no se alegra, a pesar de que siempre espera con ansias su regreso. Toda la preocupación que ella tiene desaparece al verlo y empiezan a discutir cuando él llega. Al comienzo se aguantaban e iban a la única habitación de la casa, con el tiempo dejaron de hacerlo, no les importaba que la pequeña esté cerca cuando pelean. Por eso, su papá le enseño a taparse los oídos y a cerrar los ojos con fuerza. A su vez, mamá le enseño a contar en su mente, lo más fuerte que pueda, como si gritara y a concentrarse solo en eso.
«...50,51,52,53,54...» continua, intentando hacerlo tal y como le enseñaron.
No sabe por qué lo hace, de igual forma puede escuchar los gritos de sus padres. Una vez que terminaron, siente un suave toque en el hombro.
—Princesa. ¿Cómo estás? ¿Me extrañaste?
Al abrir los ojos, quitarse las manos de los oídos y darse vuelta, ve a su padre. Parece que su madre se fue a su habitación. Luego de ver la situación, la niña solo asiente sin mucho ánimo.
En medio del silencio, se puede escuchar a la mujer tirando y rompiendo cosas en su cuarto. Su padre al darse cuenta de esto, trata de cambiar el tema para distraerla.
—¿Te parece si vamos al parque a jugar? —le propuso con una cariñosa sonrisa—. Tengo una sorpresa para ti allí.
Al escuchar lo de la sorpresa sus ojos se abren un poco por la emoción. Es un lindo día y siempre disfruta de jugar con papá; cada vez que él vuelve, salen a divertirse, le enseña muchas cosas y siempre es muy atento con ella. Por eso, lo ama tanto, es un padre increíble.
La pequeña agarra su mano, siempre le llamo la atención lo dura que es, pero al mismo tiempo cómoda y cálida. Ambos se dirigen a la puerta caminando, los dos tienen una sonrisa en su rostro, saben que la van a pasar bien juntos. Abren la puerta y salen...
Abril abre los ojos, se despertó un rato antes de que sonara el despertador.
«Otra vez ese sueño, supongo que siempre me seguirían esos recuerdos. Me gustaría... seguir soñando para disfrutar de lo que se venía», trato de acomodarse para seguir durmiendo. «Te extraño tanto... ahora que soy más grande entiendo por qué mamá se enojaba contigo. Eras una pareja terrible... pero siempre fuiste un padre cariñoso, y nunca me dijiste nada malo de mamá».
Unas pequeñas lágrimas se le escapan, ese sueño siempre la pone nostálgica. Rápido, se pasa las manos por la cara para limpiarse, en medio de la oscuridad busca su celular y ve que son las 6:17 a.m. Aún falta 43 minutos para que suene su alarma. Va a tratar de seguir durmiendo, en el mejor de los casos, podrá continuar el sueño que tuvo...
7 a.m. Karina ya está levantada, vestida, tiene todo preparado y esta por ir a desayunar en un rato. Antes de todo eso, tiene que revisar unas cosas: 1º, Una página donde suben cada mañana un pequeño poema, le gusta empezar el día con ese toque. 2º, Crear y revisar una pequeña lista de metas que debe realizar en el día. 3º, Horóscopo. No cree en esas cosas, pero hoy es un día especial y necesita toda la ayuda posible. 4º, actualizar sus redes sociales, en ellas bajo un seudónimo, da su opinión de distintos libros que leyó y conversa con la gente en los comentarios.
«¡Vamos Karina! Ya está todo listo, tú puedes. ¡Hoy es el día!».
Luego de motivarse, sale de su habitación. Tiene una expresión de confianza en su rostro, no suele tener esa actitud, pero desde que se levantó todo marcha bien: se despertó unos minutos antes que la alarma y siente que durmió bien. El poema del día le gusto mucho, el horóscopo esta de su lado, y está usando la única ropa interior de encaje que tiene, se la compro hace poco. No es como si fuese a mostrarla, pero le da un toque más de confianza, como si ya fuese una mujer.
«Bien, repasemos el plan: Voy a pasar cerca de su aula, por lo general está ahí afuera y...», empezó a sentir vergüenza de solo imaginarlo, pero trata de disimularlo. Sus padres están delante de ella, desayunan los tres juntos. «¡No! ¡Yo puedo!, voy a pasar por frente de él y comenzaré a hablarle. Algo casual como: ¿no te volví a ver por la biblioteca, estuviste ocupado?».
Pone cara de desagrado, como si se hubiese equivocado. Rápido, vuelve a sonreír, su madre la está mirando. Disimula una sonrisa, le da un bocado al pan con queso que tiene y una vez, siente que no la están mirando, continua.
«Va a pensar que lo estoy acosando, no tiene que ser obvio que estaba esperando verlo. Mejor algo así: ¿cómo estás, Leo?, sabes, me gusto mucho hablar contigo la última vez... ¿Te parece si me pasas tu número de celular y nos escribimos de vez en cuando?». No puede evitar sonreír de oreja a oreja por la emoción de imaginarse haciendo eso. «Muy directa... no suelo ser así, pero en la guerra y el amor hay que ser de esa forma, solo por las dudas pensaré en un plan B».
Satisfecha, pero no muy convencida de que vaya a lograr realizar lo que pensó, se concentró en el desayuno con su familia.
Alex va de camino a la escuela.
«Me quiere, no me quiere, me ama, no me ama, no puede vivir sin mí, puede vivir sin mí...».
Camina mientras va concentrado arrancando los pétalos de una flor que encontró. Por lo general iría más rápido y estaría viendo su celular, pero ahora su mente tiene cosas más importantes con las cuales distraerse... o mejor dicho una persona.
«... Se casara conmigo, no se casara conmigo», en ese momento se queda sin pétalos, una pequeña mueca de tristeza y de incredulidad aparece en su cara. «Estúpida flor, que sabes tú de amor. Lo bueno es que soy precavido y traje una flor de repuesto, uno debe estar preparado para cualquier tipo de situaciones»
Tira la flor que tenía en la mano y saca la otra del bolsillo, unos instantes antes de empezar se concentra a un más. «¿Cómo empecé recién? Debo empezar de la forma contraria así me va bien esta vez. Alejandro Thompson eres un genio», con esa sensación de superación, empieza de nuevo. «No me amara de manera incondicional, si me amara de manera incondicional...».
Quien diría que se entretendría con algo tan sencillo, nunca se había imaginado haciendo este tipo de cosas pero por alguna razón se está divirtiendo...
Leo esta en su asiento, mirando hacia la ventana. Está pensando en lo lindo que seria estar durmiendo ahora. Ayer estuvo estudiando desde que llego a su casa, no tuvo ningún problema con su familia y pudo descansar bien. Fue un lindo día para él, lleno de sorpresas y nuevas sensaciones.
«¿Por qué tardan tanto? Ya tendrían que haber llegado...», pensó mientras mira de reojo la puerta del aula.
Siempre espera con ansias que sus amigos aparezcan, a pesar de que no estén pasando tanto tiempo como antes, es algo que está acostumbrado a hacer.
Unos minutos después entra Sabrina. Leo la mira como siempre suele hacer, le parece un poco raro que no entrara con su característico saludo y actitud animada.
«Parece que esta de malhumor, seguro va a regañarme por lo de...», Sabrina solo lo saluda con un pequeño gesto y va directo a su asiento, sin acercarse a él.
«No me esperaba eso... ¿Le habrá pasado algo?», no tarda mucho en descartar esta opción. «No, de ser así, vendría y me lo diría. Debe estar molesta, pero solo por si acaso iré a hablar con ella».
Empezó a acomodarse para ponerse de pie, cuando Alex entro por la puerta del aula. Saluda a todos y se dirige a donde esta su amigo.
—Pero mira a quien tenemos aquí... Leandro el casanova, el conquistador, Romeo, el saltador de mallas. Ten cuidado Donal trump, si mi amigo está enamorado, nadie ni nada lo detiene.
Una vez que termina de hablar le entrega su mochila, Alex se hizo cargo de llevársela ayer y traerla.
—Gracias.
—Estoy para servirle, supongo que hoy nos contaras quien era esa chica tan linda con la que te fuiste.
—Tengo algunas cosas para contarles.
—¿No será que te convertiste en hombre? ¿Le sacaste brillo a la espada? —pregunta con una sonrisa y mirada picará.
—No, tonto.
En eso que está molestando a su amigo, Alex mira hacia donde esta Sabrina. Al instante se da cuenta de que está molesta. No le sorprende, era algo que esperaba.
—¿Te regaño? —señala a su amiga.
—No.
—Ya veo... Déjame encargarme.
Alex deja sus cosas en su lugar y va hacia donde esta ella. De manera animada la saluda.
—Holaaaa, buen diaaaaa. —se apoya en su pupitre de manera seductora—. ¿Vienes aquí a menudo señorita? Una chica como tú no debería estar sola por estos lados.
Ella lo mira sin mostrar ninguna reacción y sin mucho ánimo responde.
—Buen día.
«Hmmm, parece molesta. Mejor no hago estupideces y trato de calmarla» pensó unos segundos antes de hablar.
—¿Está todo bien?
—Sí.
—Pareces... un poco molesta, ¿quieres hablar de eso?
—Quizás... ¿No tienes nada de último momento qué haga que te vayas ahora también?
Alex pone una cara como si hubiese recibido un golpe. El creía que solo estaba enojada con Leo, pero por lo que se ve, también lo está con él. Después de todo la dejo plantada, ella no se lo hubiese tomado mal si no fuese porque estaba de mal humor ese día... mal momento para hacerlo.
«Sé que debo hacer en este momento, conozco demasiado a Sabrina para saber cuál es el movimiento preciso para esta situación».
—Emmm... —se dio vuelta y miro hacia otro lado—. ¡Ey! Alfonso... tenías razón sobre el juego de fútbol de ayer.
Alex huye de nuevo, sabe que cualquier cosa que diga o haga puede ser usada en su contra y como no es bueno con ese tipo de cosas, prefiere esperar un poco a que se calme para volver hablar. Por eso, va a usar a sus compañeros de clase para irse.
Ella suspira mientras acomoda sus cosas.
—Eso pensé...
Leo que está atento a lo que pasaba, ve como su amigo escapa. Esto le preocupa un poco, significa que la situación está peor de lo que parece. Cuando eran más chicos discutían mucho con Sabrina y se peleaban a cada rato, pero todo se solucionaba en el mismo día. A medida que se fueron conociendo, se acomodaron un poco más al otro y todos los problemas que tenían desaparecieron, hoy en día, casi ni pelean.
«Hace tiempo que no nos peleábamos de esta forma, supongo que tendré que esperar un poco... suele ser algo cabeza dura con estas cosas. Esta vez, trataré de solucionar todo rápido. No quiero que el poco tiempo que vamos a pasar hoy esté enojada conmigo».
Ya casi es hora de que empiece la clase. En ese momento, llega Seba, saludo a sus compañeros mientras camina por el aula.
—Hola, Sabrina, buen día.
—Hola, buen día.
—Ayer no me contestaste.
—Perdón, iba a hacerlo, pero estaba ocupado con mi familia y luego me olvide.
Está un poco molesta, no solo porque ayer no quiso pasar la tarde con él. Sino que también, ella dijo que le iba a escribir y no lo hizo. Por eso, Seba fue quien le escribió, pero respondía sin ganas y cuando pasaba mucho tiempo. Pareciera que si no toma la iniciativa ella no haría nada para saber de él.
—Ya veo... —responde con un tono de molestia y se va a sentar en su lugar.
«Va a ser una mañana largaaaa... sabía que esto iba a ser así. Ayer fue un día pésimo, lo único bueno fue que pude estudiar tranquila», pensó Sabrina. Se recostó sobre su pupitre con cara de tristeza. «Ni siquiera pude comprar el helado que quería... estúpida tienda, como no vas a tener helado de vainilla y granizado».
Ni siquiera empezó la primera clase y los cuatro mosqueteros piensan que hoy no van a tener un buen día en la escuela.
Fin del capítulo 31
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