Capitulo 29: Una tarde en casa
Sabrina llega temprano a su casa, todavía no hay nadie. Pasa directo a su habitación, separa un poco de ropa, prepara en su celular una lista de canciones que le gustan y listo todo eso, va directo a bañarse. Pone el volumen lo más fuerte posible para qué pueda distraerse y relajarse, este es su momento de paz y es solo para ella, no va a pensar en nada ni en nadie más.
Luego de una larga ducha, sale toda relajada. Camina hacia su habitación donde se cambia y queda con una ropa cómoda para estar en casa. Una vez seca, mientras mantiene la toalla en la cabeza, se tira sobre su cama, agarra su celular y empieza a revisar sus redes sociales.
«Alex no volvió a conectarse desde que salimos de la escuela. Seba está en línea, le dije que le escribiría, pero no tengo ganas, lo haré más tarde».
Deja su teléfono a un lado y se levanta. Se dirige a la cocina, va a buscar algo para comer. Se prepara todo, mientras se mueve de manera lenta, sin muchos ánimos.
«Hmmm, siento que el tiempo pasa superlento. No sé que hacer, no tengo ganas de hacer nada».
Sigue pensando en como matar el tiempo, está aburrida, algo molesta, un poco triste y con algo de sueño. Una mezcla de sentimientos negativos, es raro que ella se encuentre así.
«¡Ya sé! Aprovecharé este tiempo para estudiar, eso siempre me entretiene. Además, esta semana empiezan los exámenes. Con eso voy a ocupar mi tiempo y de paso adelanto todo lo que puedo, estos últimos días no estuve estudiando con Leo ni Alex. Es algo que sabemos hacer juntos» se levanta de golpe, suspira y vuelve a enfocarse. «Basta de pensar en esos dos, voy a limpiar esto y me pondré a estudiar, no debo pensar en nada más que no sea física o química», con ese último golpe de determinación recoge todo lo que estaba merendando y se dirige de nuevo a su habitación para estudiar.
Unas horas más adelante, está empezando a atardecer.
Leo esta acompañando a Abril, su casa queda cerca del puente donde está el riachuelo que le gusta. Ambos disfrutaron del tiempo juntos, la pasaron bien y descubrieron mucho sobre la personalidad del otro en este tiempo. Él está seguro que hizo bien irse con ella, incluso le gustaría pasar más tiempo juntos, pero la madre la llamo y le dijo que fuera a casa.
—Bueno, hasta aquí está bien. Fue divertido.
—¿Segura? No tengo problema en acompañarte hasta tu casa.
—Aunque suene tentador llevarte a mi casa, esta vez será mejor que no. —responde. Antes de despedirse se acerca mientras lo mira—. Pero mañana voy a estar sola en la tarde por si te interesa venir a visitarme —susurra.
Él sonríe de manera nerviosa, es una invitación demasiado directa y con un tono bastante provocativo, no esperaba eso.
—No estoy interesado en ese tipo de cosas, lo siento si te di una impresión diferente.
Ella se ríe y se aleja un poco de él.
—Lo sé, solo te estoy molestando. Son muy lindas tus reacciones. Pero, nuestra charla todavía no termino, aún hay cosas que me gustaría contarte. ¿Te parece si mañana seguimos?
—Me parece bien, pero después de la escuela.
—Okey, Te veo después de la escuela, aquí. Hasta mañana Leo.
Se despiden y cada uno sigue su camino. El pelinegro va directo hacia su casa, no está muy lejos, no tardará mucho en llegar.
Mientras cruza el puente, está contento, de una manera extraña. Recuerda cosas que hizo Abril y sonríe, fue una tarde divertida y llena de sorpresas.
«Ahora entiendo un poco porque Alex tiene tantas citas, ¿Será por eso qué siempre está tan alegre?», se emociona al pensar esto, esta de buen humor ahora, y a decir verdad, ya quiere que sea mañana para volver a verla.
Luego de caminar un rato, llega hasta su casa. Se detiene frente a la puerta como siempre para escuchar si su padre ya volvió, no sabe nada de él desde el viernes. Al no escuchar nada, entra de manera suave. Una vez adentro su alegría se acaba, su padre está sentado solo, mientras mira la televisión. Él se acerca a la mesa, y se sienta en una de las sillas que hay, a la vez que lo saluda. Puede escuchar el ruido de la ducha, su madre se está bañando. Al mirar la mesa observa unas cuantas botellas de cerveza, su padre debe estar borracho. Él solo se queda en silencio, Gabriel ni siquiera lo mira, está concentrando en las noticias mientras sigue tomando de una botella de cerveza que tiene en la mano.
La situación es incómoda, Leo mira la televisión aunque no le está prestando atención, solo está haciendo tiempo. No quiere decir nada, ni hacer nada, solo quiere irse a su habitación para estar más tranquilo.
—Padre, ¿puedo ir a mi habitación? —Pregunta de manera suave cabizbajo.
Gabriel lo mira. Ahora está seguro, por como se movió para verlo se ve que está borracho. Sin decir nada le hace una seña para que se vaya. No pierde tiempo y se va a su habitación.
«Él no entra aquí y mientras no salga no creo que vaya a pasar nada», pensó mientras se cambiaba de ropa.
Sabe que para evitar cualquier problema debe quedarse en su habitación. Aprovecha que no puede salir para buscar unos libros que tiene y no llevo a la escuela, ya que hoy no cursaba esas materias. Una vez que los encuentra, se acomoda en la mesita de luz que esta al lado de su cama y empieza a estudiar, estos últimos días casi no leyó casi nada. Es el momento de repasar con lo que pueda, no es muy bueno para estudiar solo, pero no tiene otra opción.
Ella entra a su casa, al oír la puerta su madre va hacia allí. Con un tono enojado empieza a reprender a su hija.
—¡Llamaron de la escuela, nos avisaron que te escapaste! ¡¿Dónde estuviste toda la tarde?!
Sin responder nada, sigue caminando hasta la sala de estar, donde esta su padrastro y se sienta en la silla que esta al frente de él. Su madre viene por detrás e insiste.
—¡Responde!, ¿dónde estabas?
—Salí a pasear por ahí.
—¿¡Saliste por ahí!? ¡Abril!, no quiero que sigas perdiendo el tiempo. Ya vas atrasada 2 años con tus estudios.
En eso su padrastro interrumpe, pone su mano en el hombre de su pareja y le pide que se calme. Una vez que ella lo hace, él empieza a hablar de manera tranquila.
—¿Acaso no te gusta esta escuela, Abril? Si quieres podemos cambiarte a otra.
—¡José!, no la consientas.
—Vamos Susana, es normal escaparse de la escuela, muchos chicos lo hacen a su edad.
—No importa lo que haga el resto, ella ya tiene 2 años perdidos. Si no nos ponemos firmes no terminara nunca la escuela, tiene que entender que haciendo eso solo se perjudica.
—Y nosotros la ayudaremos a que entienda, pero si no está cómodo en ese lugar, quizás la ayude cambiar a otro. Dime, Abril, ¿por qué te escapaste?
Ella aparta la mirada y no responde nada. Esto hace que su madre se enoje más.
»¡Te están haciendo una pregunta, responde!
La chica se levanta de golpe y empieza a irse.
—Me voy a mi habitación
—¡Abril! ¡Ven aquí, no creas que no te pasara nada por lo que hiciste!
—Tranquila Susana, tenemos que hablar bien sobre esto, no hace falta estar gritando.
Sigue caminando sin escuchar a su madre, no le importa. Sube las escaleras deprisa, entra a su habitación y cierra la puerta. Se pone los auriculares y sin prender la luz se tira sobre la cama. Mientras escucha música revisa sus redes sociales.
José luego de calmar a su pareja sube y se dirige a la habitación de su hijastra. Golpea la puerta mientras la llama, pero al no escuchar respuesta, la abre de manera lenta.
—¿Abril?, voy a pasar.
Prende la luz, lo que hace que Abril se quite los auriculares y lo mire.
—¿Te parece si hablamos un poco? —pregunta José con una pequeña sonrisa.
—No quiero hablar.
—Pero yo sí, quiero saber si estás bien y si hay algo en lo que pueda ayudarte.
—No, no te preocupes.
—¿Segura?
—¡Vete! No quiero hablar. Menos contigo.
—Está bien, cuando se calme todo un poco hablaremos, ¿te parece mejor?
—No, ya te dije que no quiero hablar, tú no eres mi padre así que no te metas.
José al escuchar eso sale de la habitación sin decir más nada. Abril se levanta para apagar la luz y se vuelve a acomodar en su cama, se pone los auriculares y sigue con su celular.
«Siempre actuando como si fuese mi padre, me molesta tanto. Puede ser que a mi madre le haya tomado 6 meses olvidar a mi papá, pero que ella te haya aceptado no significa que yo tenga que hacerlo».
Sube el volumen de sus auriculares y bloquea su celular.
«No entiendo como a mamá le costó tan poco olvidarte, papá, nunca la perdonaré por eso. ¿Solo 6 meses?, ¿en serio? Sé que su relación no era la mejor, pero papá de verdad te quería, siempre hablaba bien de ti y ¿así es como te tomas su muerte?».
Cerro los ojos con fuerza y pone las palmas de su mano en sus orejas. Eso siempre la ayuda a relajarse, es su manera de olvidarse de todo, es algo parecido a lo que siempre hacía cuando era chica...
Abre los ojos de repente, no sabe que hora es. Busca su celular en la oscuridad, pero no lo encuentra; se levanta, prende la luz mientras bosteza y se estira. Ahora puede ver su celular, lo agarra y ve la hora, 8:37 p.m. Es de noche.
Alex cuando llego a su casa tomo un baño y se acostó un rato, no pensaba dormir tanto, pero sin darse cuenta se relajó y se durmió sin poner la alarma. Él baja hacia la sala de estar, donde se encuentra con su padre.
—Buen día, bello durmiente. Me sorprende que estés durmiendo un lunes a la tarde.
—Hola pa. No quería dormir, pero estaba tan cómodo que no lo pude evitar.
—La forma en que lo hacías me dice que no intentaste evitarlo mucho
Luego de decirle eso, le hace señas para que se siente a su lado. Alex se sienta y empieza a hablar.
—A decir verdad, vine a casa porque quería hablar de algo contigo.
El señor Thompson deja de lado lo que estaba haciendo, pone una sonrisa de oreja a oreja y tratando de ocultar su emoción contesta de manera seria.
—¿Una charla de padre e hijo?
—Si, algo así.
Rápido, se levanta, entrecruza los dedos de sus manos y los aprieta mientras estira sus brazos hacia adelante.
—Ven a mi oficina en 5 minutos, hablaremos ahí.
Alex mira a su padre irse, una vez que se va, agarra su celular y mira la hora para controlar que pase exactamente ese tiempo.
Cuando llega el momento, va hasta la oficina de él y golpea la puerta.
—Adelante.
Al entrar, lo primero que le llama la atención es la música de fondo que hay, es un tanto extraña, como de una película de suspenso. Luego ve hacia adelante: solo está prendida la lámpara de su mesa, Alex solo puede ver el respaldar de la silla giratoria de su padre. Se acerca a él y antes de sentarse, el señor Thompson se da vuelta de manera lenta mientras mantiene una pose de mafioso.
—Hola, joven Thompson. Veo que viene en búsqueda de ayuda. Tome asiente.
Alex sonríe ante la situación, le gusta todo esto. Lo tendrá en mente para hacerle algo parecido a sus amigos.
—Si, señor Thompson. Vengo en búsqueda de su sabiduría.
—Soy un hombre generoso. Pedid ayuda y se os dará. Dime que es lo que quieres saber joven Thompson.
—Gracias, señor Thompson. Estoy en un problema con unas chicas. Y antes de lastimar a alguien que quiero me gustaría saber si estoy tomando el camino correcto o si hay algo diferente qué pueda hacer.
—Haces bien en venir a mí, joven Thompson. —Se inclina hacia adelante, apoyando los codos en la mesa y cruzando las manos—. El amor es algo que no se debe tomar a la ligera, como padre estoy orgulloso de que no temas ni te avergüences de pedir ayuda en una decisión que es importante para ti. Cuéntame cuál es la situación
—Bueno... resulta que estaba por empezar una relación con una chica que se llama Daniela: ella me parece divertida, siento que nos entendemos, me parece bonita, me gusta su actitud y siempre me sorprende de una u otra forma con detalles lindos que me encantan. Es la primera chica con la que pensé en tener una relación seria.
Su padre deja de hacer estupideces y se pone serio.
—Ya veo... ¿Pero?
—Pero... mientras más tiempo pasaba con ella, más me daba cuenta de que quería estar con otra persona, no sé cómo decirlo. ¿Por qué si Daniela es increíble?, no entiendo por qué no me gusta si tiene todo lo que me gusta y busco en una chica, no sé si se entiende lo que digo, es muy confuso todo.
—¿Y la otra chica es?
—Sabrina.
Su padre lo mira, Alex está un poco avergonzado por decirlo en voz alta. Hay un pequeño silencio y antes de que continúen hablando, empieza a escucharse un ruido de delfines gritando y otros animales del océano. Ambos se ríen por lo random de la situación.
—Lo siento, antes de que entraras puse música instrumental para charlas profundas en el celular y parece que se acabó.
—Me gusto la ambientación, no pierdes tu toque.
El señor Thompson se levanta y apaga la música, después vuelve a su asiento y continúa hablando.
—¿Y hace cuanto qué te gusta Sabrina?
—Creo que un poco antes de empezar a estar con Daniela, solo que no quería admitirlo porque es mi mejor amiga. Pero cuando pienso en tener una relación, solo pienso en ella. Cuando estoy con Daniela no puedo evitar compararla con Sabrina y sentir que estaría mejor si ella estuviera ahí en vez de Daniela.
—No entiendo que es lo que quieres que te diga o que quieres saber, a mi parecer tienes claro con quien quieres estar.
—Sí, Lo sé. No es esa mi duda o mi problema. Solo que... ¿Tú qué crees papá? ¿Por qué no quiero tener una relación con Daniela? Ella es perfecta para mí, lo sé. Es el tipo de chica que me gusta. ¿De verdad tengo que rechazarla solo porque me gusta alguien más?, encima es por mi mejor amiga.
—Quizás es la chica perfecta, pero no es perfecta para ti.
—Eso no tiene sentido.
—A veces en nuestra mente nos construimos una pareja ideal, según nuestros gustos y lo que queremos. No está mal es algo que todos hacemos, lo gracioso es que a veces lo que construimos no es lo mejor para nosotros. Solo tienes que estar seguro de lo que sientes, esta chica Daniela, puede ser muy buena y todo, pero no es con quien quieres estar. Si fuerzas ese tipo de relación terminaras lastimándola, incluso tú saldrás herido, y créeme que sufrir por amor es de las peores cosas que hay.
—Entonces... ¿No hay nada qué hacer para cambiar eso? ¿Solo debo decirle qué no quiero tener una relación con ella y ya?
—Hmmm. En este momento sería lo mejor, quizás más adelante eso cambie. Primero debes solucionar lo de Sabrina, mientras sientas algo por ella será mejor que no entres en una relación. Solo tomate con calma las cosas, sé directo y sutil.
—¿Debo declararme a Sabrina? No quiero arruinar mi amistad con ella, siempre dicen que todo se vuelve incómodo después de un rechazo.
—En el amor hay que arriesgar. Si crees que tienes una oportunidad es mejor no quedarse con la duda, podrías sufrir el rechazo, pero también puedes ser que encuentres al amor de tu vida. Solo tienes que estar consiente de lo que pones en juego y si vale la pena el sacrificio.
Alex se agarra la cabeza y grita de manera exagerada.
—¡Aaaah! Es tan difícil todo esto.
El señor Thompson se levanta, se acerca a su hijo y pone su mano en el hombro de Alex, mientras lo mira con una sonrisa.
—Esto recién empieza, Alex. Muchas veces las decisiones correctas son las más difíciles de tomar, pero traen su recompensa a la larga.
—Gracias, papá. Necesitaba hablar con alguien de esto y sé que tus consejos son los mejores. Además de tu puesta en escena.
—Ya lo sabes, siempre estaré para ti y lo que necesites. Obviamente que tu madre también.
Ambos se dan un pequeño abrazo y cuando Alex esta por irse su padre lo detiene.
—¿Cómo está Leo?
—Él, bien creo. Estos últimos días no estuve mucho tiempo con él.
—No descuides tu amistad con él, es un buen chico. Las chicas pueden esperar, pero tus amigos siempre deben estar cerca, ¿si?
Alex asiente y se va a su habitación. Una vez en ella, saca su celular y se prepara para hacer una llamada.
«Ahora que ya hable con el gran sabio, estoy más que seguro de lo que tengo que hacer»
Luego de intentar un rato, su celular da con el contestador.
«La llamé 3 veces y no atiende, que raro, ¿estará enojada o le habrá pasado algo?»
Unos minutos antes.
Sabrina deja su cuaderno de lado. Se siente satisfecha, adelanto bastante con los estudios y pudo aprovechar bien el tiempo, pensó que le iba a costar más concentrarse, pero una vez que empezó, nada la distrajo.
«Bien, suficiente por hoy. No pensé que iba a poder estudiar tanto, pero lo hice, sigo siendo buena para ser ñoña».
Ella se levanta, aprovecha para estirarse un poco y en eso, un antojo salvaje aparece.
«Hmmm, me vendría bien un buen helado de vainilla y granizado. Como recompensa voy a ir a comprar uno».
Se pone una campera, se mira un poco en el espejo, tiene que estar arreglada, uno nunca debe descuidar ese aspecto, ni para ir a comprar. Sale de su casa y observa lo lindo que se ve la luna, es una noche agradable, caminar así se siente bien. Por ahora todo está bien, lo que no sabe es que no todo va a salir como ella quiere...
Fin del capítulo 29
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