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Capitulo 27: Propuestas

Ese mismo domingo, alrededor de las 5 p.m. Leo sale de su casa, estuvo todo el día con su madre y ahora que ella está durmiendo una pequeña siesta quiere buscar algo para hacer. Hay mucha gente que conoce sentado por distintos lados, pero no está tan desesperado como para ir a pasar el rato con ellos. Se dirige a la plaza, espera encontrar gente que esté jugando al básquet. Para su mala suerte no hay nadie. Tendrá que entretenerse con otra cosa, tampoco quiere irse muy lejos, solo quiere distraerse un poco y luego volver a casa con su madre.

«Supongo que ir un rato a sentarme a la orilla del riachuelo no estaría mal».

Con eso en mente empieza a moverse para esa dirección. Después de estar caminando un rato, le llama la atención un auto azul que frene un poco más adelante de él. Sigue caminando de manera precavida, atento a cualquier cosa que pueda hacer. Al pasar su lado, la ventana del auto se baja y escucha una voz que lo llama.

—Oye, muchacho, ¿te acuerdas de mí?

Alcanza a ver al sujetó que está adentro hablándole, si mal no recuerda se llama Tony. Sin acercarse, se detiene.

—Sí, ¿qué quieres ahora? —pregunta de mala gana.

—Me gustaría conversar contigo. ¿Qué te parece si subes así estamos más cómodo?

A Leo se le escapa una pequeña risa por la propuesta.

—No soy tan tonto para subirme al auto de alguien que casi ni conozco y peor aun, hace unos días vino buscando pelea.

—Para aclarar, no fui buscando problemas. Solo que para dialogar necesitabas ser disuadido un poco. Pero entiendo, ¿te parece si hablamos en el callejón que esta mas adelante?

—No, sí quieres hablar bájate y sígueme.

Él sin esperar respuestas de del hombre, empieza a caminar de regreso.

Tony no puede evitar reírse por la situación, y sin perder tiempo se baja. El chófer del auto al ver esto interviene.

—Jefe, ¿esta seguro de ir así? No deb...

—No te preocupes, es divertido de esta forma. Espérame aquí.

Cuando se baja, acelera el paso para alcanzar al chico. El cual, camino por dos cuadras más. Sigue sin bajar la guardia, atento a lo que Tony pueda hacer mientras va a su lado. No confía en él, pero cree que si habla ahora no lo seguirá molestando. Se mete a una especie de pasaje donde no hay nadie y se detiene ahí.

—Bien, ¿qué quieres? —Se para delante, mirándola fijo.

—Bueno, desde que vi lo de Terry supe que tenías potencial. Luego de confrontarte con Sam, estoy aún más sorprendido. Me gusta lo que voy viendo de ti; Tu actitud, fuerza, y ciertos aspectos de tu vida que estuve investigando.

—Ve al grano.

Tony se ríe, mete la mano en su bolsillo de manera lenta, sabe que si hace algo raro Leo podría golpearlo, por lo que sus movimientos son sutiles. Saca un encendedor y un paquete de cigarrillos. Después de prender uno y fumar un poco, continua.

—Sé que no estás tan informado sobre los temas de las bandas o grupos de las zonas bajas. Por lo que me gustaría contarte un poco para que entiendas la situación. Soy quien maneja la parte este, algo así como lo que Diego hace aquí, pero... un poco más organizado.

—Entonces debieras saber que si Diego o alguno del barrio te ve estarás en problemas.

—No me preocupa eso, hable con él antes de venir. Le deberé un favor, pero creo que vale el sacrificio para poder hablar contigo.

—No estoy interesado en nada de eso, de seguro lo sabes.

—Quizás nunca te dieron la motivación correcta para que entres. Trabaja para mí y te daré cuanto dinero quieras. Por lo general cuando negocio pongo el precio, pero... tú, querido Leo, no me importa que se note que estoy algo... desesperado por tenerte conmigo.

—¿Dinero? —Levanta una ceja y lo mira confundido—. De verdad crees que me convencerás de esa forma.

—Acaso, ¿no lo necesitas? Tengo entendido que tienes ciertos problemas con ese tema.

—Estás perdiendo tu tiempo, no me interesa ganar dinero de esa forma. Además, si los demás se enteran de que trabajo para otro barrio no creo que se lo tomen bien.

Tony tira su cigarrillo, se puede ver su cara de emoción ante la respuesta que acaba de escuchar.

—Eso es lo interesante, pequeño. Contigo a mi lado podríamos unirnos con los de tu barrio. —Abre sus brazos y habla entusiasmado—. ¿Quién sabe todo a lo que llegaríamos juntos? Los de aquí te temen, incluso más de lo que respetan a Diego.

Saca de uno de sus bolsillos una tarjeta con su número de celular, se acerca hasta él y se la da.

»Piénsalo y llámame cuando estés listo. Solo recuerda, te daré todo el dinero que necesites y te ayudaré a sacar todo ese potencial que tienes. Una vez que entiendas eso llegaras lejos. —Le da la espalda, preparándose para irse.

—No necesito pensar nada, no entraré a ese mundo. Saldré del barrio sin involucrarme con ustedes.

Al escuchar la respuesta de Leo se detiene un instante, no se voltea, no quiere que vea su expresión de tristeza.

—Las personas que se engañan así mismo solo les espera un camino de sufrimiento, no puedes escapar de la realidad, Leo. Tarde o temprano te darás cuenta de eso... todos en su momento lo hacemos. —El tono animado que mantenía desapareció y es remplazo por uno frío y triste—. Lo único que cambia es que tanto estamos dispuestos a perder y sufrir hasta aceptarlo. Cuando sea demasiado tarde, lamentaras no haber entendido eso antes, todos lo lamentamos.

Tony se despide levantando su mano mientras se va. Leo mira la tarjeta, mentiría si dijera que no está un poco interesado en conseguir dinero de manera tan fácil. Pero, no podría fallarle a su madre de esa forma, le prometió que no se metería en esas cosas. Sabe que a sus amigos tampoco les gustaría verlo relacionado con ese tipo de cosas.

Ya no quiere ir hasta el riachuelo. Prefiere volver a casa, tal vez su madre ya despertó y pueda seguir pasando tiempo con ella.

Lunes 7:15 a.m. Sabrina sale de su casa, se dirige a la escuela. Paso todo el día de ayer con su familia, quisieron repetir lo que hicieron la semana pasada. Está algo ansiosa por lo de hoy, espera ver a Leo para arreglar las cosas y darle su regalo.

«¡Quiero dárselo apenas lo vea! Pero... con Alex decidimos que lo haríamos después de la escuela, así podemos explicarle como se usa», no está prestando atención a su alrededor, solo tiene eso en mente, se imagina como reaccionara su amigo cuando le den el celular, está muy emocionada.

«Ahora que lo pienso, fue mala idea que yo tenga el regalo. No voy a aguantar tanto tiempo sin decírselo, soy mala para este tipo de cosas, la emoción y la ansiedad me superan. Creo que tendré que evitar hablar mucho con Leo para que no se me escape nada. ¡Tú puedes Sabrina!».

Cuando se da cuenta de que está cerca de la escuela empieza a caminar más lento, incluso está pensando en quedarse esperando afuera a que llegue Alex, así él puede evitar que meta la pata.

«Quiero entrar e ir directo a donde esta, pero esto es lo mejor. Será mejor quedarme lejos y no estar a solas para no arruinar el plan. Es tan difícil aguantar para dar un regalo», suspira mientras hace un pequeño puchero.

Luego de esperar un rato en la puerta, llega a quien espera.

—Buen día, ¿me estás esperando? Es un detalle tierno de tu parte.

—Buen día. Estoy haciendo tiempo. Sabes que soy mala con esto de aguantar para dar las sorpresas, si entro ahora y veo a Leo seguro arruino todo.

Él la mira con una sonrisa, un tanto burlona.

—No respondiste a la pregunta. Eso significa que si me estabas esperando.

Sabrina saca el regalo de su mochila y se lo da a Alex.

—Toma, deja de hablar estupideces. Será mejor que lo tengas, así me siento un poco más tranquila.

Sigue caminando, ignorando lo que le está dando.

—Tendrás que aguantarte, no quiero ayudar a alguien que ignora mis preguntas.

—Oooh, no seas malo.Alex se detiene, luego, se voltea de manera lenta y mira a su amiga.

—Admite que me estabas esperando y que me necesitas.

Ella aparta la mirada hacia un costado, cierra los ojos con fuerza como si quisiera evitar la situación, pero sabe que no tiene escapatoria.

—Está bien, lo admito. Te estaba esperando.

—Awwww, ¿algo mas?

—Y necesito que me ayudes.

—Ves, no era muy difícil. Es una lástima que tardaras tanto, ahora tendrás que sufrir las consecuencias.

—¡Me engañaste!, ven aquí idiota y toma el regalo.

Alex empieza a correr para distanciarse de Sabrina, la cual lo sigue de cerca. Van así hasta llegar a la entrada del aula, donde se calman. Antes de que ella intente algo él abre rápido la puerta, haciendo que tenga que guardar el regalo en su mochila para entrar.

—¡Buenos días, queridos compañeros! ¡La luz que alegra sus días acaba de llegar!

Leo al escuchar a su amigo saludando a todos se voltea para verlo. Hoy llego más tarde de lo normal, al prestar atención a donde esta él, ve que Sabrina también está entrado. Ya se estaba empezando a preocupar de que sus amigos no vinieran.

Ambos se acercan a donde está el pelinegro, se saludan como siempre y casi al instante, ella se va a hablar con otro grupo. Quedan ellos dos conversando cosas sin importancia, hasta que toca la campana.

El primer recreo llega, los cuatro mosqueteros se paran en la puerta de su aula para pasar el rato. Es lunes, todavía tienen que recargar energías. Al poco tiempo cae Daniela, saluda a todos y se une al grupo. Todo marchaba normal hasta que Alex saluda a un grupo que iba pasando y se va con ellos.

«Que raro que se vaya cuando acaba de llegar Daniela. Él conoce a mucha gente, pero cuando Daniela está con nosotros no se aleja de ella», Sabrina trata de disimular mientras piensa esto, no quiere hacerla sentir incómoda. «Tal vez me estoy imaginando cosas por lo que vi el sábado cuando ignoraba sus mensajes».

—¿Qué tal tu fin de semana? —pregunta Leo a su mejor amiga.

—Bien, tranquilo. Ayer lo pase en familia.

—Sob...

Sabrina evita que él siga hablando. Cuando vio que iba a seguir la conversación, al instante empezó a hablar con Daniela, quiere evitar charlar él, de lo contrario va a arruinar la sorpresa. Leo no le da mucha importancia a eso, va a esperar que terminen de hablar para disculparse por lo del viernes.

El primer recreo terminó, no pararon de conversar sobre la influencer que decora su propia ropa y da tips sobre eso. El pelinegro al no tener idea sobre ese tema no pudo participar y no pudo entrar a la charla, ya que estaban muy concentradas con eso.

Cada uno esta en su pupitre, el profesor está dictando la clase. Pero Sabrina esta algo distraída, tiene su mente en otro lado.

«Aguanta, paciencia, tranquilidad, serenidad, dominio propio, paz interior, emmm, determinación, que más... es muy difícil esto», suspira y enfoca su mirada en su cuaderno, está escribiendo con más fuerza de lo normal.

«No quiero evitar hablar con Leo, fue difícil ignorarlo, pero de otra forma no voy a poder aguantar», la ansiedad la está consumiendo, para su suerte, justo se dio cuenta de algo que la va a distraer. «¡Ey!, fue extraño que Alex no volviera hasta que sonó la campana, dejo a Daniela con nosotros y no parecen que estén peleados. Si fuese eso ella no vendría hasta aquí».

Levanta su mirada del cuaderno, trata de ver a Leo de reojo. Pero no puede ver nada desde su lugar, tiene que voltearse.

«Ni sé que intento hacer. ¡Vamos Sabrina! Concéntrate, tu prioridad es lo que está en el pizzaron, no importa que sea aburrido, tienes que aprovechar el tiempo en clases para no tener que estudiar tanto después. ¡Ser ñoña es lo tuyo!», con esas palabras de aliento logra no volver a distraerse durante la clase.

El tiempo pasa y llega el segundo recreo. Nuestro grupo ya tiene más energía y quiere despejarse un poco del encierro por lo que, los cuatro mosqueteros van al patio. Para su suerte el lugar donde está el árbol grande está libre. Sin dudarlo, se dirigen hacia ahí. Una vez que se sientan, Sabrina sabe lo que debe hacer. Debe alimentar un poco el ego de Alex para que acapare toda la charla, de esta manera solo hablara él y podrá evitar que ella hable mucho.

—Ahora que lo recuerdo, el último partido que te vi jugar Alex metiste 5 goles en menos de 20 minutos, ¿no?

Él sonríe de oreja a oreja, levanta el mentón, orgulloso y con mucho entusiasmo le responde.

—Fueron 4 en total, en ese que viste metí 3 en menos de 20 minutos. Es todo un logro y más si te pones a pensar que jugábamos con los de último año. Pero con un equipo más organizado puedo hacer más, solo que preferimos jugar de manera tranquila.

—¿Entonces puedes jugar mejor? ¿No es difícil ser mejor de lo que ya eres?

Se ríe de manera irónica y exagerada.

—Querida Sabrina, sé que es difícil de creer, pero todavía tengo mucho potencial por explotar. Estuve practicando unas cosas nuevas con unos amigos, ya quiero que sea la hora de probarlo, inclu...

«Bien, todo va marchando bien, cayo redondito. Está entusiasmado hablando de cosas que no nos importa, pero con eso será suficiente para tenerlo ocupado un rato», sonríe mientras mueve su cabeza cada tanto para que parezca que está escuchando a su amigo.

Leo se acerca un poco a ella, también está ignorando a Alex y le habla de manera suave para no interrumpir a su amigo que sigue contando detalles de su entrenamiento con mucho entusiasmo

—¿Por qué le das pie para que hable de esas cosas?, ahora será difícil callarlo —susurra.

Ella se sorprende, parece que se olvidó de un pequeño detalle. Cuando su amigo empieza a hablar muchas estupideces o de algún tema aburrido, ellos lo ignoran. Ya están acostumbrados a este tipo de situaciones con Alex. Sabrina mira a Leo y luego aparta su mirada.

—No lo pensé bien antes de preguntar —responde y antes de que Leo siga hablando con ella cambia el tema de conversación—. ¡Mira! Ahí viene Daniela.

Alex se calla, un pequeño silencio entra en el grupo. Luego, Seba empieza a contar sobre lo que hizo este fin de semana para darle vida al grupo.

Leo empieza a sospechar que pasa algo raro.

«¿Estará enojada conmigo por lo del viernes?, ni siquiera me mira».

Se queda en silencio escuchando como el resto habla, no se acostumbra a que sean tantos en el grupo. Pero ya es algo normal, le guste o no tiene que aceptarlo. Cada uno esta hablando con su pareja, pareciera como si él estuviera de más.

«Ojalá acabe el recreo, no puedo creer que piense esto, pero... quiero volver a clases», pensó él al sentirse un poco fuera de lugar por la situación

En ese mismo instante escucha a alguien llamándolo.

—¡Eeeeyy, Leo! ¡Por aquí!

Todo su grupo se da vuelta, mira en dirección a la pared de mallas que esta detrás y ven a una chica del lado de afuera levantando la mano para saludar. Él se levanta y va hacia donde esta ella.

—¿Qué haces aquí?

—¿Te sorprende verme? Vine a buscarte, que más voy a hacer —responde con una sonrisa mientras lo mira directamente a los ojos.

—¿Buscarme?

—Síp, buscarte. Llevabas el uniforme de tu escuela la vez que nos vimos, por eso sabía que ibas a estar aquí.

—¿Y tú no tienes qué estar en la escuela a esta hora?

Ella se agarra con ambas manos de la malla, acerca su cara a donde esta él y casi como si susurrara le dice.

—Me escapé, quería venir a verte.

En ese instante, suena la campana, el recreo se acabó.

—Fue una visita corta, no esperaba verte Abril.

—¿Qué quieres decir? —Pone una cara de confundida.

—Escuchaste la campana, tengo que volver a clases.

—La última vez que nos vimos quedamos en pasar el día juntos cuando nos encontremos, ¿no vas a cumplir con lo que dijiste?

—Salgo de la escuela a las 4 p.m. Luego de eso podemos hacer algo.

Abril se mueve para un costado, mira a su grupo de amigos como si los estuviera analizando. En ese momento cruza miradas con Sabrina, se detiene a verla por un momento. Luego, se acomoda frente a él, la sonrisa que estaba manteniendo durante toda la charla desaparece y se pone seria.

—¿No sientes como qué no encajas en ese grupo? Algo así como... si fuese lo mismo que estés o no ahí.

Leo se queda en silencio por ese comentario, no sabe qué responder. Le sorprende que supiera como se estaba sintiendo.

—¡Leo, se nos hace tarde, tenemos que volver al aula! —grita Alex.

—Ya lo escuchaste, Leo. Sé un niño bueno y ve detrás de ellos —dijo Abril en un tono burlón—, es lo que quieres hacer, ¿no? O acaso... ¿No te mueres de ganas de salir de aquí? —Su sonrisa vuelve, junto con una mirada llena de entusiasmo—. Ven conmigo, solo tienes que saltar esta malla.


Fin del capítulo 27

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