Capitulo 19: Historia
Miércoles por la mañana, Leo esta sentando mirando la ventana mientras espera la llegada de sus amigos. Como es costumbre Sabrina llega con Seba y van a saludarlo, luego de un rato de estar hablando, llega Alex. Esta vez, de una manera más tranquila a la habitual.
—Hola, chicos.
—Hola.
Sabrina y Alex cruzan mirando por un momento, haciendo que ambos la aparten al mismo tiempo. El rubio, se va a hablar con otro grupo de sus compañeros.
«Eso... fue extraño, desde cuando Alex entra de manera tan normal, ¿y qué paso con el saludo de estos dos?», pensó Leo.
La clase empezó hace un rato, pero él sigue sospechando que algo pasa. Mira a su amigo de reojo.
«Él está actuando demasiado normal, está prestando atención sin hacer nada. No hizo chistes raros antes de empezar la clase ni hace caras o tonterías en su asiento», después analizarlo de manera breve, mira hacia Sabrina. «Bueno, ella si está actuando como de costumbre. Sería algo raro de ver que no se esté concentrando en clases. Quizás estoy imaginando cosas. Ayer también pasaron cosas extrañas durante el recreo, si algo está pasando seguro lo veré más tarde».
El día marcho normal, no noto nada raro mientras estaban los cinco. El último recreo terminó y se encuentra volviendo a su aula, todos van caminando por el pasillo de manera tranquila. En ese momento, una chica pasa por al lado de ellos.
—Hola, Leo —saluda sin detenerse y con un pequeño gesto con la mano, acompañado de una sonrisa.
—Hola, Karina. —Devuelve el saludo de la misma manera.
—Un momento, ¿qué acaba de pasar? ¿Acabo de ver bien o es alguna clase de broma? —Empezó a refregarse los ojos, como si estuviese despertando de un sueño—. ¿Leo acaba de saludar a una chica?
—Sí, ¿qué tiene?
—¿Es una chica de verdad?
—Claro.
—Un ser humano, de carne y hueso.
—Sí.
—Wow, si no lo hubiese visto no lo creería. ¿No le estás pagando a esa chica verdad? —Antes de que Leo conteste continuo—. Naaa, si no tienes dinero para esas cosas.
—Oye, te estas por ganar unos golpes.
—¿Sabrina no vas a decir nada?
—¿Estás seguro de qué era una chica de verdad? —pregunto ella.
Leo los ignora mientras siguen haciendo sus chistes, le parece que no les pasa nada. Ahora está convencido de que fue imaginación de él, ellos están actuando como siempre.
Ingresan al aula y cada uno va a su lugar, solo tienen que aguantar un poco más antes de que terminen las clases de hoy.
Un tiempo después, los cinco están reunidos en la salida de la escuela, todavía no saben que van a hacer.
—Nunca hicimos algo los cinco, que les parece si vamos a merendar algo en "Brinchos", sus licuados son de lo mejor —opinó Daniela con entusiasmo mientras mira a Alex.
—Paso, pueden ir ustedes cuatro —respondió sin mucho ánimo.
—Puedes invitar a Karina si quieres, de seguro está en la biblioteca.
—¿La conoces, Alex?
—Claro, estás hablando con el papu Alex, hay pocas chicas que no conoz..., ¡Ay! ¿Por qué me golpeas?
Daniela no dejo que terminara de hablar y le dio un pequeño golpe.
—Perdón, papu Alex, se me escapo.
—Te estoy ayudando y me metes en problemas, gracias, querido amigo. —dijo mientras mira molesta a su amigo.
—Vamos Leo, no tenemos otra cosa para hacer, será divertido —intervino Sabrina.
—Plisss —agrega Alex, juntando las manos y viéndolo de manera tierna.
—Está bien, vamos. —acepto apartando la mirada.
Están en "Brinchos" ya consiguieron una mesa, todos pidieron licuados de diferentes sabores. Acompañados de media lunas y facturas. Se siente el olor a café, las sillas son cómodas y tiene buena iluminación el lugar.
—Tengo una pregunta. Cuando me cambie de escuela, tenía 11 años y ahí fui compañero de Alex y Sabrina. Ya eran muy amigos en ese entonces, pero ¿cómo conocieron a Leo?
—Yo también tengo curiosidad, Sabrina nunca me lo dijo. —Seba se suma al interés de Daniela.
Sabrina mira a sus dos amigos, luego, con entusiasmo empieza a contar como si se tratara de una película.
—Todo empezó hace mucho, mucho tiempo... Cuando Alex, Leo y yo éramos unas ternuritas de 9 años. En ese en...
—Oye espera —interrumpe el chico rubio—, no es necesario contarlo. Menos de esa forma, creo que es mejor hablar de otra cosa.
—Eeeh, ¿por qué? —replicaron los dos interesados al mismo tiempo.
—A Alex no le gusta que cuente la historia —responde la chica rubia—. Le recuerda su terrible pasado, pero no lo escuchen la voy a contar igual.
—Tú eres la que me hace quedar mal.
—Leo será el testigo, si miento en algo él lo dirá, ¿contento?
Alex hace un puchero y se queda en silencio.
—Como decía... Teníamos 9 años, Alex y yo somos compañeros desde que ingresamos a la primaria, pero solo éramos compañeros. Y desde que tengo memoria, él siempre fue bueno para los juegos y los deportes, esto hizo que se volviera un niño orgulloso, agrandado, creído y mal perdedor.
—Exageras —opino cruzando los brazos.
—Cállese, niño rata, no interrumpa —dijo al instante y siguió como si nada—. Por mi parte, era más ñoña que ahora y era la que se metía en todos los problemas que había en la escuela para tratar de solucionarlos. No dejaba que molesten a otros chicos o que excluyeran a alguno, estaba ahí para evitar todas esas cosas. Entonces siempre que aparecía algún problema o Alex se burlaba de algún niño iban conmigo para que interviniera.
—Por alguna razón es como me los imagino de niños —comento Seba con una sonrisa.
—Era más mandona que ahora y gritaba mucho —Agrega Alex.
—Es verdad —confirma Sabrina—, me gustaba jugar al "juicio". Donde hacía de abogada y a veces de juez con los problemas que pasaban en el aula. Era muy divertido, creo que por eso quiero estudiar para ser abogada.
—Ahh, si me acuerdo que a veces jugábamos a eso en el aula. —dijo Daniela mientras se ríe.
—Resulta que un día, mientras jugaba con unas amigas en la plaza "Maggot". Vino Alex llorando como una niña, estaba algo golpeado y era la primera vez que lo veía de esa forma.
Todos en el grupo se ríen mientras miran al mencionado, el cual trata de defenderse.
—No lloraba como niña, lo hacía normal. Y fui a donde estabas porque justo estabas en esa dirección, no es que fui a buscarte.
—Si tú lo dices... —respondió sonriendo—. Le pregunté que había pasado y me dijo: "Un chico me golpeo y me robo mis canicas". Yo como toda una justiciera le pedí que me lleve a donde estaba ese chico para enfrentarlo y que reciba su castigo.
Mientras cuenta eso, se muestra orgullosa de sus convicciones y la actitud que tuvo, exagerando un poco sus expresiones.
»Alex me llevo hasta el lugar y me señalo al responsable, nunca lo había visto. Incluso parecía más grande que nosotros, pero no me dio miedo y fui a confrontarlo.
En ese momento llegan sus licuados. Se los dejan en frente de cada uno, junto con sus medialunas y facturas. Están calentitas todavía, lo que hace que suelten un rico aroma. Sabrina hace una pequeña pausa para disfrutar la comida y Leo continua la historia.
—Yo estaba parando ahí, sin hacer nada y de repente una chica loca viene y empieza a gritarme. Me decía cosas que no entendía: "Que debería tener vergüenza, robar estar mal, que empiezo robando canicas y después me voy a volver un delincuente, que no iba a parar hasta que pidiera perdón y devolviera lo que robe", bla, bla, bla. No entendía que pasaba, hasta que vi al niño que le acaba de ganar las canicas escondido detrás de los juegos mientras veía como me gritaban.
—No me escondía —interrumpe Alex—, Sabrina me dijo que espere ahí y yo como niño bueno le hice caso.
—Cuando vi eso, le dije a la niña loca mientras señalaba al niño miedoso: "¿ese es tu amigo?". Ella me respondió que si y que quería que le devolviera sus canicas y otra vez volvió con que robar estaba mal y bla, bla, bla.
—¡Exageraas! —ahora es ella la que salta a defenderse—. No era tan insoportable.
—Concuerdo con, Leo. Sí lo eras. —opino Alex entusiasmado.
Todos se está divirtiendo con la historia y como se pelean entre ellos. Sabrina aprovecha para seguir contando.
—Resulta, que él le gano de manera justa y por eso se quedó con sus canicas. Alex que no estaba acostumbrado a perder insistió en que se las devolviera y como se puso muy molesto, Leo lo golpeo para que deje de hacer problemas. A decir verdad, a mí también me sorprendió que Alex pierda. Pero cuando lo confronte no negó nada. Así que me disculpe con Leo y nos fuimos.
—Awww, cosita. Debe haber sido muy tierno ver a Alex haciendo berrinche —comenta Daniela mientras lo mira con una sonrisa.
—Lo era, encima estaba enojado. Todo el tiempo que estuvo conmigo de vuelta a casa me contaba que iba a buscar sus mejores canicas e iba a volver para humillar a ese niño.
—Que manera tan extraña de hacerse amigos. Pero, me resulta raro, Leo ¿no queda muy lejos de tu casa esa plaza? —pregunto Seba.
—Iba a jugar a otros lugares, en mi barrio los niños de mi edad no querían jugar conmigo porque les ganaba, además, también los golpeaba si hacían berrinches.
—Pero todavía no termino la historia... No nos hicimos amigos ahí. —dijo Sabrina.
Alex por su lado dejo de prestar atención a lo que hablan, está en otro lado su mente.
«Daniela esta a mi lado, pero igual. No puedo dejar de ver a Sabrina. La forma en que habla con tanta emoción me gusta mucho. ¿Por qué me tiene que pasar esto ahora? Ella está con Seba, y justo cuando estoy conociendo a alguien genial como Daniela, empiezo a tener estos sentimientos hacia ella. Pero, es normal que te guste alguien y al saber que no puedes estar con esa persona estés con alguien más, ¿verdad? Quizás así pueda sacarme estas emociones. Siii, es eso. Como la frase que dice: "Un clavo saca a otro clavo". Siempre puedo confiar en mis ideas, nunca me fallan, eres un genio Alejandro Thompson».
Sabrina continua la historia.
—Toda esa semana Alex estuvo de mal humor en la escuela, no pudo ganarle ni una vez a Leo. Así que hable con él para darme una idea de a que hora iba a ir a jugar con Leo y así poder ir para decirle a que no se aproveche más de él.
—Sí que te metías a donde no te llamaban —dijo Seba mientras mira a Sabrina.
—Bueno... es que Alex era mi compañero y no me gustaba ver que se aprovechen de él —respondió haciendo un pequeño puchero.
—¿Y entonces qué paso? —Daniela está atrapada con la historia.
—Bueno fui y vi a Alex rogándole a Leo para jugar otra vez, pero él no quería hacerlo más.
—Ese día no estaba de humor para jugar, a decir verdad, ni sé por qué fui al parque ese día —Agrego Leo a la historia.
—Alex estaba muy enojado, pero viendo que Leo no iba a jugar fue a desafiar a otros niños que estaban ahí, un grupo de tres niños un poco más grandes que nosotros. Mientras él jugaba yo fui a molestar al niño de pelo negro que se había estado aprovechando de Alex esos días, pero fue en vano parecía que ni me escuchaba cuando le hablaba.
—No parecía, de verdad no lo hacía —dijo el pelinegro.
—Entonces, deje de regañar a Leo por aprovecharse con lo de las canicas y empecé a retarlo por no escucharme —lo cuenta con orgullo, levantando el mentón en alto—. Pero en medio de eso empezamos a escuchar que Alex estaba discutiendo con los otros chicos, por lo que fui a ver que pasaba.
—Tuviste suerte, Leo, se distrajo con otra cosa. Seguro podría haber estado horas regañándote.
—Estoy de acuerdo contigo, Seba.
Sabrina mira con un poco de odio a los dos, por primera vez él está de acuerdo con su pareja y tiene que ser por eso.
—Resulta que los tres chicos cuando vieron que Alex les estaba ganando empezaron a hacer trampa. Entonces comenzaron a discutir y yo fui como buen abogada defensora de la justicia a meterme. Pero estos chicos eran malos, cuando no supo que decir ante mis lógicos y bien construidos argumentos me empujo para que no molestara, entonces Alex salto a defenderme y se puso a pelear con el chico.
—Awww, eres todo un príncipe azul. Defendiste a tu amiga.
—Que quieres que te diga Daniela, así soy yo. Todo un caballero.
—Sí, fue triste ver como le daban una paliza a mi caballero. —aclaro Sabrina.
Todos empezaron a reírse, menos él.
—Hice lo que pude, era más grande que yo. Aparte no podía pelear bien, tenía que tener cuidado que no se metieran sus amigos.
—Uff, sí. Seguro fue eso.
—Puntos por la intención, ¿no es lo que cuenta? —agrega Seba para ayudarlo.
—En este caso no —responde cortante la narradora—. La cosa es que el niño se burlaba de Alex mientras lloraba sentado en el piso y ahora si vino nuestro caballero. Leo llego y dijo "Ya molestaron demasiado a las niñas, devuelvan las canicas que le sacaron" y lo mejor fue cuando Alex mientras lloraba respondió: "no soy una niña".
Sabrina se ríe a carcajadas por unos segundos. Una vez se calma, continua.
—Al ver que el niño no iba a cooperar, Leo le dio una paliza a él, al amigo que se metió para defenderlo y por alguna razón que no entiendo al otro nene que estaba con ellos, pero no había hecho nada.
—Él tuvo la culpa por estar parado ahí con ellos.
—Nuestro caballero le quito solo las canicas que eran de Alex y dejo que se fueran llorando los otros nenes. Por supuesto, luego vinieron sus padres, pero como buena abogada les explique todo lo que paso y los regañaron. Después de eso le agradecimos por defendernos y Alex dijo que le devolvería el favor. Al día siguiente fue de nuevo a la plaza, yo lo acompañé para ver que cumpliera lo que dijo y le llevo un manga para regalarle, nos sentamos a leer y resulto que a Leo le gustaba mucho todo eso.
Sabrina aprovecha que casi termina su historia para darle los ultimo tragos al licuado, no puede evitar poner una cara de placer al disfrutar lo rico que esta. Luego de ese pequeño descanso continúa
—Una vez que terminamos de leer eso, Alex como mal perdedor seguía molestando. Por lo menos ya sabia que no le iba a ganar en las canicas, por lo que propuso desafiarlo en diferentes juegos y deportes. Fue divertido ver lo mucho que se esforzaba para quedar bien, incluso llevo un pequeño cuaderno donde anotaba los resultados. Ya lo conocen, cuando se propone algo no pierde el tiempo y se esfuerza para tenerlo.
—Pobre, Leo. No sabía donde se metía —comento Seba.
—Al comienzo pensé igual. Alex al salir de la escuela iba para allá, preparado. Dependiendo a que iban a jugar llevaba las cosas; Pelota de fútbol, vóley, básquet, trompos, tazos, etc. Cada día un juego diferente y sin darme cuenta, yo también iba a pasar tiempo con ellos. Incluso fuimos a jugar al árcade y se sorprendieron cuando les gane en la mayoría de los juegos, desde ahí me empezaron a sumar a los desafíos.
—Muy bien Sabrina, demostrando que las mujeres pueden ser iguales e incluso mejores que los hombres en los juegos —opino Daniela.
—Alex no quería aceptar eso, así que nos invitó el viernes a su casa a jugar videojuegos en las consolas que tenía, pensando que así iba a tener ventaja.
—No es cierto, no pensaba eso. Los invité para que sigamos jugando.
—No lo sé, cuando te gane y te dije que tenía las mismas consolas pusiste una cara de derrota que hasta el día de hoy me la acuerdo claramente —respondió con una sonrisa de oreja a oreja—. Sin darnos cuentas seguimos pasando las tardes juntos, el otro viernes fuimos a mi casa, y de cierta forma empezamos nuestra pequeña tradición de los viernes.
Ella sonríe de manera nostálgica por contar eso.
—Que quede claro que al final fui el que gano en más actividades —remarca Alex con una sonrisa mientras saca pecho con orgullo—. Tendríamos que volver a hacer esas competencias, para que vean que las cosas no cambiaron.
—¿Estás seguro?, No quiero verte haciendo berrinche o llorando como niña cuando pierdas —dijo ella.
—¿Me estás desafiando?
Seba interfiere para intentar calmar las cosas, pero están concentrados en su discusión, luego de hablar sobre como van a ser los desafíos nuevos y el sistema de puntos para evaluar se quedan en silencio.
—Que historia tan entretenida y que manera tan extraña de acercarse, supongo que por esa razón son tan buenos amigos —comento Daniela para darle cierre al tema y de paso empezar una nueva charla.
—Si, yo pienso lo mismo. También es porque cada uno ayudo al otro a medida que crecíamos: Alex dejo de ser tan orgulloso y agrandado debido a Leo, él le ganaba en muchos deportes y juegos haciendo que se le "bajen los humos". Además, si se ponía muy insoportable porque ganaba, lo golpeaba para que se tranquilice
—Y si no fuese por mí, seguirías siendo la ñoña que siempre esta a favor del profesor y se metía en todos lados sin que la llamen, que solo sabia regañar y gritar.
—No me gusta admitirlo, pero tienes razón, Alex. Y Supongo que de tanto regañar a Leo aprendió a no meterse en tantas peleas. Siempre andaba peleando y nunca me gusto eso.
Ella lo mira de forma seria, como si le doliera contar esa parte.
»A decir verdad... lo que más me molesta cuando veo pelear a Leo es como sonríe, es como si disfrutara golpeando a los otros.
Alex interfiere al instante y con entusiasmo viendo que el ánimo de la charla cambio.
—Pero hasta el temible chico de pelo atado del barrio Street, tiene miedo de los gritos y regaños de Sabrina, por eso ya no se mete en problemas.
—A decir verdad si eras tan buena jugando de abogada seguro que cuando empieces a estudiar te irá bien —opino Seba.
—Sí, tienes todo ese estilo, incluso ya te puedo imaginar de traje en medio de un juicio. ¿Tú Alex que tienes pensado estudiar?
«Quiero saber, así tal vez puedo ir a la misma universidad que él», pensó Daniela.
—No lo sé todavía, estoy entre ser contador o arquitecto.
—¿La universidad de aquí tiene esas carreras?
—Creo que si, pero estuve viendo de ir a otra que no está en la ciudad, es más exigente, pero tiene mejor prestigio.
La charla se tornó sobre viajar a estudiar y universidades elegantes, algo que no es del agrado de Leo.
«¿Es obvio no? Los cuatro aquí presenten van a una escuela tan elegante y exigente, es normal que ya estén pensando en su futuro. Saldrán con buena mención de aquí y buscarán alguna universidad elegante para seguir. Alex tiene un promedio alto, puede entrar donde quiere y ni hablar de Sabrina. Sus vidas son tan brillantes que siento como opacan a la mía. Ni siquiera sé que hago aquí, ella está con Seba, Alex con Daniela y yo estoy de más. Siento como si fuese lo mismo que este o no, ellos seguirían con la charla, no cambiaría nada».
Leo observa que está empezando a atardecer y se levanta.
—Ya me voy.
—¿Eeh? ¿Por qué?
—Se hace tarde y será mejor irme ahora así les dejo un poco de tiempo en pareja.
—Eso no es necesario. En un rato nos vamos todos.
Él ignora ese comentario y los despide mientras se va.
Fin del capítulo 19
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