Capitulo 15: Domingo en familia
Son las 6 p.m. del día sábado. Sale del almacén, con una bolsa en la mano. Adentro tiene unos sándwiches de miga, junto con algunas galletas. Desde que tiene 15 años trabaja los fines de semana en este almacén. Siempre disfruto el camino a casa, el andar por la ciudad, el tener un trabajo de este lado, por eso siempre aprovecha ese recorrido de una hora que tiene hasta su casa para disfrutar los pequeños detalles. Pero ahora no está prestando atención a su alrededor, está cansado porque no pudo dormir bien. No esta de humor, se siente algo triste.
Lleva un rato caminando, ya casi llega a su casa. De todas formas, no va a ir ahí, es muy temprano y a esta hora su padre puede estar en casa. Por suerte para él, los chicos del barrio están jugando al básquet en la plaza.
«Hace mucho que no juego con ellos, me vendrá bien para distraerme y hacer tiempo».
Leo se acercó hasta la cancha, saludo a los que están jugando y se sentó en un costado mientras come las galletas que tiene. Luego de un rato, uno de ellos fue a donde esta él, es Diego: tiene 27 años, es alguien muy conocido. Desde pequeño se armó su reputación junto a su padre, y luego de la muerte de este, se enfocó en manejar el barrio él solo. Pocas cosas pasan por aquí sin que se entere.
—Hace mucho que no te veo, pequeña bestia.
—Hola, Diego. Por lo general estoy ocupado los fines de semana.
—Es bueno oír eso. ¿Sigues jugando al básquet?, ¿o solo vienes a ver?
—Hace un tiempo que no juego, pero me vendría bien unos partidos.
—Esa es la actitud, espero que sigas igual de afilado que antes, no tendremos piedad solo porque estés fuera de forma. —Le hizo una seña con la mano para que se les una.
Leo sonríe y se va a jugar con ellos.
El tiempo pasa. No sabe cuanto estuvo jugando, está muy cansado. Ahora con el cambio de equipo aprovecha para ir a sentarse. No se sienta con los otros chicos que están por ahí, busca un lugar donde no haya nadie.
Diego se acerca donde esta él, sentándose a su lado.
—¿Tienes hora?
—Sí, son las 23:17 —responde al mirar su reloj—. Jugaste bien, no pierdes tu toque, pequeña bestia. Es divertido cuando tengo que enfrentarte, nunca sé con qué vas a salir.
—Es divertido jugar con ustedes, que sean bruscos le da un toque nostálgico.
El hombre de piel morena y rastas, mira hacia donde están todos los otros sentados, luego, se enfoca en Leo.
—Sabes... a muchos le va a molestar lo que hiciste ahora. Que prefieras venir a sentarte solo en vez de con ellos.
Él se saca la remera y la usa para secarse la transpiración. Después, la deja sobre su hombro.
—No me interesa —responde de forma directa.
Hay un momento de silencio entre ellos. Los dos, obsevan como algunos siguen jugando.
—Si no fuera porque eres tú, seguro ya te hubiesen buscado pelea —comento con una sonrisa—. Pero bueno, saben que si hacen eso solo recibirían una paliza de tu parte.
La mirada de Diego es tranquila, suave. Es alguien con el que se puede hablar sin problemas. Siempre y cuando, no lo hagan la contra o lo provoquen.
—Tiene que interesarte lo que piensen de ti, Leo. —lo miro fijamente—. La mayoría de aquí nos criamos juntos, nos conocemos. No es necesario llevarse bien, pero no hay razón para pisotear a los demás. Tu actitud es importante. —Giro la cabeza y con un pequeño gesto le indico a donde prestar atención—. Míralos: casi todos aquí sufrimos las mismas experiencias y créeme cuando digo que todos la pasamos mal por vivir de esta forma.
Él agacha la cabeza para mirar al suelo, Diego es una de las pocas personas que respeta en el barrio y la única a la que escucha cuando habla. Tal vez sea porque todo lo que dice siempre tiene sentido, además de que siempre busca ayudar. Tiene una forma tranquila de hablar y expresarse, si no lo conociera ni creería que es del barrio.
—Lo tendré en cuenta Diego —respondió él
«No quiero pasar tiempo con los del barrio porque no quiero terminar como ellos. Muchos se resignaron a vivir en este lugar y con todo lo que eso implica. Sé que debo separarme de ellos, pero tiene razón Diego. No tengo porque creerme más o hacerlos pensar que me creo mejor, puedo mantener mi distancia sin necesidad de humillarlos o tratarlos mal», pensó mientras están en silencio.
—Quien sabe... el día de mañana podrías necesitarnos. —Sonrió de manera pícara—. Es mejor tenernos como amigos que enemigos, ¿no crees?
Leo se puso de pie sin responder nada y se preparó para irse. Agarró su bolsa con su comida y se despidió levantando la mano.
—Ahh Leo, espera un segundo. Tengo una propuesta que puede que te interese —dijo al mismo tiempo que se paró a su lado.
Al día siguiente, domingo por la tarde. Se encuentra sentada en la sala de su casa. Está aburrida, no sabe qué hacer. Estuvo todo el día en casa y ya no se le ocurre nada más para pasar el tiempo. Saca su celular y manda un mensaje.
—¡Ey Alex!, estoy aburridaaa, salvameee (╥﹏╥).]
Luego de mandar el mensaje sube a su habitación y se tira en la cama con el teléfono en la mano. En la pared que está cerca de la cama tiene tres pósteres pegado de "El detective asombroso". Se lo regalaron sus amigos.
Se puso a ver vídeos en Internet, pero no la ayudan mucho a entretenerse, solo está matando el tiempo. 15 minutos después le llega un mensaje.
—Q ondaaa, bebesita bebelin ¿me estrañazzzz?.
—Sabes que me molesta que escribas mal apropósito.
Estás buscando pelea solo porque estoy a tu merced pidiendo ayuda T_T].
—Claro, hay que aprovechar cada oportunidad de molestarte :).
—¿Quieres ir al árcade como en los viejos tiempos?
jugaré con una mano los juegos de deportes así
es más justo.
Pasaron 20 minutos desde que mando el mensaje.
«¿Por qué tarda en responder?, ¿estará enojado por lo del viernes?».
En ese instante, le llega la respuesta de Alex.
—No.
Sabrina lee el mensaje y le parece raro.
«Desde cuando responde con un simple "no". Sin estupideces, sin molestar, sin decir nada más», pensó.
—¿¿¿???
le escribió para que sepa que no está satisfecha con esa respuesta.
Está dando vueltas en su habitación: se mueve alrededor, se detuvo por un momento para sentarse en la cama, luego, fue a acomodar algunas cosas en su placar.
15 minutos después de haber enviado el mensaje, le llega la respuesta.
—El número que Ud. marco se encuentra en una feliz y acaramelada cita, por favor vuelva a intentar comunicarse en otro momento.
Sabrina vuelve a sentarse en el borde de la cama mientras ve el mensaje. Después se acuesta, dejando salir un suspiro. Su mirada se centra en el techo, no sabe qué hacer.
«Alex, siempre me contesta sin importar que esté en una cita. Si está ocupado me lo dice y me avisa a que hora me va a contestar. Pero nunca me había escrito de esta forma».
Aguanto unos minutos en esta posición, hasta que se dio cuenta de que solo está perdiendo el tiempo. Sintió un poco de hambre, por lo que bajo a buscar algo para comer.
«Igual solo es un detalle. Me molesta porque estoy aburrida y quiero buscar algo para hacer, por eso le doy tantas vueltas a esa estupidez. Y puede ser que me sienta algo culpable por mentirle a Leo y por faltar a lo del viernes».
Abre la heladera, saca un pote de queso junto con una chocolatada, va a la alacena de arriba y agarra unas galletas saladas. Se sienta en la mesa y empieza a comer
«Leo debe estar trabajando a esta hora, y ni siquiera puedo molestarlo porque no tiene celular. ¡Que domingo tan tristeeeeee!.
En ese momento, llegan sus padres, los cuales la saludan con un beso en la cabeza y se sientan para merendar con ella.
—Es raro ver a mi bebé en casa un fin de semana. ¿Te peleaste con Alex?
—No, papá. Él está ocupado hoy.
—Hace mucho no veo a ese par por casa. ¿Leo sigue con el mismo trabajando de fines de semana?
—Sí, por eso no tengo nada que hacer este domingo. Las últimas veces que nos juntamos fue en lo de Alex, la próxima los traeré para aquí así los ven.
El padre de Sabrina, José García, tiene una idea: mira a su hija con una mirada desafiante, buscando pelea, provocándola.
—Tenemos que aprovechar que estamos los tres en casa, ¿estás pensando lo mismo qué yo?
Sabrina devuelve la misma mirada a su padre y la sostiene.
—¿Estás seguro? No quiero lloriqueo por lo que va a pasar.
Su madre que está en silencio viendo todo, se levantó y buscó en la sala una caja grande que tienen guardada en un estante de abajo. Luego la lleva a la cocina, dejándola sobre la mesa. José limpio todo alrededor y quito todo lo que hay encima, para así tener espacio.
—¿Entonces en qué quieres perder, padre? —dijo al mismo tiempo que abre la caja.
Esta llena de juegos de carta y de mesa.
—Somos tres, que cada uno elija un juego. El perdedor hará solo todos los quehaceres de limpieza de la casa por una semana.
Todos aceptan el trato y proceden a elegir un juego cada uno. Sabrina siempre fue muy competitiva igual que su padre.
Su madre, Marta, eligió un juego de cartas donde gana el que queda sin cartas. El primero en tener 3 victorias gana el punto del juego. Sabrina y José estaban tan enfocados en hacerle daño al otro que Marta les gano demasiado rápido.
El segundo juego fue elegido por José, sabe que su hija no está de suerte y quiso tomar ventaja de esto. Jugaron un juego estilo escaleras y toboganes. El cual gano él.
Sabrina está al borde de la derrota, es su momento de brillar. No le molesta el castigo que han puesto, el problema está en que no le gusta perder, menos contra su padre que es tan burlón.
—Si quieres evitar la humillación puedes no elegir nada y aceptar el castigo en silencio —la provoco José con una sonrisa de oreja a oreja.
«No caeré en sus provocaciones, debo estar concentrada. Me dejé llevar en el juego de cartas y por eso gano mamá. Debo elegir correctamente el juego que sigue, algo en lo que tenga ventaja».
Una gran sonrisa apareció en su rostro cuando vio el juego perfecto. Es uno estilo bucanero. Quiere aprovechar que su papá no tiene los anteojos puestos, además de que ya no es tan rápido como antes.
Un rato más tarde los tres se encuentran en el sillón de la sala, están por ver una película de comedia "Presidente por accidente". Encargaron unas pizzas para poder comer mientras la ven.
Sabrina está en medio de sus padres, sigue un poco molesta porque José gano a pesar de su plan, lo cual, hace que la derrota sea más humillante.
Una vez que la película termina, mientras están los créditos, sus padres empiezan a ponerse cariñosos entre ellos: se hacen ojitos, se tiran beso, juguetean con la mano del otro y ella que está en el medio empieza a tratar de salir de ahí, la están apretando. Luego de un escape con mucho esfuerzo, miró a sus padres abrazarse de manera tierna.
—¿Cómo es qué ustedes empezaron a salir?
Sus padres cruzaron mirada por la pregunta de su hija, se sentaron bien y empezaron a contar un poco de su historia.
—Al comienzo nunca me hubiese imaginado terminar con José: era un poco gordito, solía ser bastante ñoño, además que le gustaba competir por todo. Muy diferente al estilo de chico que siempre me gusto.
—A diferencia de tu madre, lo mío fue amor a primera vista. Me gustaba la forma en que reía, los comentarios que decía o simplemente la forma en que rechazaba a los demás chicos. No cualquiera podía pasar tiempo con ella. Y su belleza siempre me dejó atónito, incluso ahora, la veo y no puedo evitar pensar: "wow, que hermosura".
—Que exagerado. —comento Marta mientras le da un pequeño empujón y le sonríe.
—Éramos de facultades diferentes, solo la había visto porque un amigo mío era muy amigo de una amiga de ella. —continuo hablando Jose—. Después de verla en una salida, empecé a buscar excusas para juntarnos todos y tener la oportunidad de pasar tiempo con ella.
—José era muy tierno, esa forma ñoña de ser me termino gustando. Al principio solo lo veía como un amigo, creo qué por eso termine bajando la guardia. Era todo lo opuesto a lo que quería, pero al pasar tanto tiempo con él, poco a poco fui viendo que me gustaría ser más que amigos.
Toman un segundo para acercarse y darse un pequeño beso.
—Te amo, Marta.
—Te amo, José.
—¡Oigan!, todavía estoy aquí. —Sabrina Interrumpió la acaramelada situación, haciendo que sus padres se separaron un poco —. Y... ¿Cómo supiste qué estabas enamorada de papá? —pregunto de manera tímida y con un poco de vergüenza.
La madre sonríe mientras mira a su hija, cree tener una idea de porque está preguntando estas cosas.
—Bueno, no es como que puedes decir: "me enamore tal día" o "fue porque hizo tal cosa". A veces puedes estar enamorada y no saber. Yo creo que enamorarse de alguien es un conjunto de sentimientos y situaciones que llevan a eso. Por ejemplo con tu papá: quería pasar todo el tiempo con él, siempre me divertía a su lado, cada vez que podía quería ir a verlo. Y a decir verdad, siempre fue así, solo que nunca lo había visto de una manera romántica, hasta que me detuve a pensar sobre eso.
Su padre se une a la charla a dar su opinión.
—En mi caso siempre supe que me gustaba tu mamá. Digo, ¿a qué chico no le gustaba Marta? Pero estuve seguro de que me enamore de ella cuando deje de pensar en verla como novia y quería que ella fuese mi compañera de vida. —Él hizo una pequeña pausa para tomar su mano y darle un beso en la parte de arriba de esta.
La pareja intercambió miradas y sonrisas, hasta que Jose volvió a la posición en la que estaba.
»Esto lo supe debido a que, cuando me pasaba algo, la primera persona en la que pensaba y quería contarle era tu madre. No importa si era algo tonto, si era algún detalle de sin importancia que había visto, no importaba. Solo quería que ella supiera lo que pensaba respecto a eso.
—¿Acaso te gusta algún chico? —Pregunto Marta.
José abrió los ojos, miro sorprendido a su mujer y luego miro a su hija con mucha atención, quería saber su respuesta.
—Sí, hay alguien que me gusta —respondió avergonzada, mirando hacia abajo. No podía dejar de jugar con sus dedos.
—¿Quién es el chico? —Él se inclinó hacia adelante, se puede ver lo interesado que está en saber.
Sabrina se levanta rápido de donde esta sentada. Sabe que es mejor dejarlo aquí antes de que su padre se ponga pesado.
—Gracias por la charla, fue divertido el tiempo en familia. —Se despidió antes de salir corriendo a su habitación.
—¡Ey! Espera Sabrina. ¿Quién ese chico? ¿Hace cuanto te gusta? —insistió—. Vuelve, no nos dejes con la intriga.
—Ya, José. No la presiones —intervino Marta—. Cuando quiera hablar nos lo dirá. Quien sabe, tal vez lo presente como novio cuando lo traiga.
—Mi bebé ya está creciendo. —dijo preocupado—. Seguro le gusta Alex, es el tipo de chico que le gusta a las chicas de su edad: Es un joven lindo, simpático, con un buen futuro por delante. Leo es amable, se esfuerza mucho y es un gran chico, pero estoy seguro de que le gusta más como amigo.
—¿Tú crees? —cuestiono ella—. Si tuviera que decir quien le gusta, yo diría que Leo. A muchas mujeres nos gustan los chicos malos, que se meten en problemas, pero que son dulces con nosotras. Además, tiene el plus de que su papá prefiere otro chico para ser su pareja, y en la adolescencia solemos elegir al que no elegiría papá.
—¿Qué quieres decir con "nos"?
—No le des importancia. —respondió entre risas—. Cambiando el tema, ¿es verdad qué te sigo pareciendo tan linda como cuando era joven?
José se acerca, la mira y empieza a besarla suavemente.
—Incluso me pareces más linda ahora —le susurro.
Sabrina está en su habitación. Ya esta lista para acostarse, tiene puesto el pijama. Un pantalón corto color rosa con unas rayas blancas y arriba una remera blanca que le anda un poco suelta. Apaga la luz de su cuarto y se tira sobre la cama.
«Es lindo pasar el domingo con mi familia, hacía mucho que no hacíamos cosas como las de hoy. Incluso este martes iremos a comprar ropa para pasar un poco más tiempo juntos».
Todavía no encuentra la posición para dormir. Giro mirando hacia la pared y a pesar de que está todo oscuro puede ver un poco los póster que tiene.
«Es un poco raro no pasar tiempo con Leo y Alex. A decir verdad, es la primera vez en mucho tiempo que no los veo un fin de semana completo».
Revisa su teléfono antes de dormirse, por reflejo entra al chat de Alex y ve que el último horario de conexión. Fue hace 15 minutos.
«Tampoco me estuve escribiendo mucho con él, capaz que por eso quería pasar este domingo con ellos en vez de con Seba. O sea, vi a Seba el viernes y sábado. Quizás por eso no tuve ganas de juntarme con él hoy, incluso me escribió para preguntarme si quería hacer algo, pero le dije que me quedaría en casa».
En ese instante, recuerda lo que le dijo su mamá sobre estar enamorada.
«¿Eso significa qué no estoy enamorada? Pensé qué lo estaba», una vez más, giro cambiando de posición y abrazo su almohada. «Cuando estoy con Seba me late rápido el corazón, me gusta que me tome de la mano, me divierto mucho y se siente lindo cuando me mira. Es el único chico por él que me pasa eso».
Trata de no pensar más y dormirse, mañana tiene que levantarse temprano. Esta cómoda en la posición que encontró, pero no puede dejar de darle vueltas al tema en su mente.
«Hmmm... es cierto que siempre que me pasa algo interesante o veo algo emocionante, a los primeros que quiero contarles es a Alex y Leo, luego a Seba. Incluso a veces con contarle a mis amigos ya no necesito contárselo a él», Empezó a sacudir la cabeza de lado a lado y cambio de posición. Trata de mantenerse quieta y no seguir pensando.
«aaaahhh, ¡estúpido Leo, estúpido Alex! Me hicieron perder la posición cómoda en la que estaba», suspiro molesta al darse cuenta de esto. «De seguro estoy pensando de esta forma porque ya no paso tanto tiempo con ellos. ¡Si!, Debe ser eso. Hoy que estuve sin hacer nada, los extrañe bastante», no quería admitir la verdad, por eso busca excusas. «No, no es eso. Tenía cosas para hacer, yo... quería pasar mi domingo con Alex, esa es la verdad».
Fin del capítulo 15
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