Capitulo 11: Pequeña victoria
Las clases de hoy terminaron, ya están a mitad de semana. Alex está con una sonrisa de oreja a oreja, siente que hoy es su día. No se distrajo en clase, no tuvo ningún pensamiento raro y sabe que podrá lucirse en un partido de fútbol que tiene dentro de poco.
Los tres van caminando por el pasillo.
—¿Vendrás a vernos jugar, Sabrina?
—¿Verlos? Pensé que solo tú jugabas.
—Le pedí a Leo que cubra a un amigo que no puede asistir.
—Hace mucho que no los veo jugar juntos, será divertido ir.
—Vienes solo porque juega Leo... —La miro mientras hacia un pequeño puchero—. No sabía que tenías preferidos.
—Ya, ya, ya. Tranquilo, piensa en el pobre, Leo. Muchas chicas van solo para verte y animarte. Eres toda una estrella, un crack del fútbol. Y por otro lado está el otro chico amargado de pelo largo: le tienen miedo, casi nadie sabe como se llama, su presencia solo sirve para que destaques más. No le vendría mal que por lo menos una chica, o sea yo, lo aliente, ¿no crees?
Alex sonríe de manera victoriosa, camina orgulloso, con el mentón en alto por las cosas que le dijeron. Se olvidó de lo que le había reclamado. El ataque de Sabrina fue muy efectivo.
—¿Era necesario insultarme para que él se sintiera bien? —reprocho el pelinegro que viene detrás de ellos.
—Déjalo disfrutar el momento. —Sabrina se volteó para mirarlo a los ojos y se le acercó un poco para susurrarle—. Voy solo para verte, Leo. —Suelta una pequeña sonrisa al terminar esa frase.
Él se sorprende, su corazón da un pequeño salto por la forma en que dijo esas palabras. Al instante apartó la mirada avergonzado.
»Awww, ¿te avergoncé? Que tierno. —Se burló.
—Cállate, no es eso —contesto, evitando hacer contacto visual.
Un poco más tarde los chicos ya están listo para jugar. Es casi una cancha de fútbol para 11 jugadores. Está en una de las partes del patio de la escuela, incluso tiene varios lugares que sirven para la tribuna. Es un partido entre clases, el último año contra ellos. Eso es algo que le emociona a Alex, quiere mostrar que es el mejor jugador de la escuela. Razones no le faltan para creerlo, es todo un atleta, tal vez si quisiera podría dedicarse al fútbol más adelante. Por otro lado, a Leo le gusta el deporte, pero no es de jugarlo mucho, de por sí es bueno para las actividades físicas. Y en el fútbol está un poco más arriba del promedio en habilidad, le toca a cubrir a otro compañero, la posición que va a jugar es de "4".
Sabrina se sienta lo más cerca posible. A decir verdad, hay demasiada gente no esperaba esto. La mayoría chicas, cree tener una idea del porqué. Del otro extremo de la cancha esta Leo, ella que quería molestarlo mientras juega, pero al ver que está tan lejos esa idea desaparece.
El partido ya lleva 20 minutos desde que empezó. A pesar de que el equipo de Alex estuvo cerca de hacer algunos goles todavía no lo lograron. Su equipo tiene la presión y es cuestión de tiempo para que lo consigan o eso es lo que piensa Sabrina. En medio de lo que está concentrada mirando el partido, alguien se acerca a donde esta ella.
—Hola, Sabrina... tanto tiempo ¿Te acuerdas de mí?
—Hola, Daniela, ¿no?, ¿cómo estás?
—Bien, bien. Pensé qué tal vez no te acordarías mi nombre.
—Fuimos compañeras durante la primaria, obvio que me acuerdo.
—Solíamos jugar mucho en la escuela. Lástima que cuando ingresamos aquí no nos tocó en la misma clase.
—Sería divertido tenerte como compañera de nuevo.
Se quedaron en silencio mientras miran un poco el partido. Acaban de hacerle una falta a Leo, según lo que vieron lo pisaron.
—No sabía que te gustaba el fútbol. —Comenta Daniela, sentándose a su lado.
—Solo vine porque conozco al que le hicieron la falta recién y a otro jugador más.
—A Alex. ¿Verdad?
—Sí, es mi amigo.
—Te he visto muchas veces con él y el otro chico, pasan mucho tiempo juntos.
—Sí, son mis mejores amigos. Por lo general fuera de la escuela también estamos juntos.
—¿Y te gusta Alex? —pregunto nerviosa.
—¿Eh? No, no. No soy como las chicas que están aquí que vinieron a verlo solo porque les gusta.
Dejaron de concentrarse en la charla y empiezan a prestar atención al partido, parece que se detuvo por alguna razón.
—¿Viste qué paso?
—Creo que el chico alto del último curso pateo a tu amigo de nuevo.
«Bueno, creo que no debo preocuparme, Alex está allá y estamos en la escuela. No creo que pase nada por unas cuantas faltas».
—A decir verdad. Estoy aliviada de saber que no te gusta Alex. Desde que te conozco eres muy agradable, cariñosa e inteligente, además de ser muy bonita —siguió la charla Daniela.
Sabrina ya sabe lo que se viene, muchas chicas se acercan a ella para pedirle ayuda con su él.
—No tienes que hacerme cumplidos a mí. Si te gusta el chico rubio que ahora tiene la pelota, debes decirle a él las cosas.
Daniela avergonzada agachó la cabeza y con una de sus manos comenzó a juguetear con su pelo.
—Perdón. Más que pedirte ayuda con él, quería pedirte consejos. Hace un tiempo que nos estamos escribiendo por celular, pero no se muestra muy interesado, tal vez hay algo que pueda hacer para cambiar eso.
—No hay nada que pueda decirte, lo siento. Él si en algún momento se interesa en ti te lo hará saber, es rápido para esas cosas. Solo trata de que te vea y si le gustas ira por ti.
—Gracias, lo tendré en cuenta.
—A decir verdad... si quieres mi opinión, sería mejor que no te metas con él. Suele ser... un dolor de cabeza para las chicas, no sé si quieres ese tipo de cosas.
—Sé que muchas quieren salir con Alex, no creo que me moleste ver eso. Él parece un chico atento y cariñoso, incluso por los mensajes que nos mandamos. Supongo que correré ese riesgo por el chico que me gusta.
Por lo que conoce de Daniela es una chica muy amable, son de esas personas que te gusta tener cerca por lo compañeras que son, o por lo menos eso es lo que recuerda de ella. No se imagina a Alex saliendo con ella, él evita ese tipo de chicas. Eso es algo que me agrada, no se mete con chicas que son casi como ella y que buscan relaciones serias, pensaba Sabrina.
Faltan 5 minutos para que termine el primer tiempo. En ese momento, un jugador del equipo contrario se escapa por el lateral opuesto al que cubre Leo. Los jugadores se empiezan a acomodar en el área esperando el centro que viene. Es una pelota larga, Leo cree poder llegar, pero un momento antes de que salte para sacarla, el jugador que tiene su marca viene corriendo, frena en el lugar para saltar al mismo tiempo que él, aprovecha todo el movimiento para meterle un codazo en estómago al chico del pelo atado. Esto hace que no pueda saltar bien y la pelota pase por encima, recibiéndola uno del equipo contrario, pudiendo patearla y marcar el primer gol.
Unos segundos después mientras el otro equipo festeja.
—Lo siento, no me esperaba que hiciera eso. —le dijo a Alex cuando se le acercó.
—A decir verdad, desde hace un tiempo que él te está jugando sucio. Me sorprende que te lo estés tomando tan bien —comento mientras se pasa el brazo por la frente para secarse el sudor—. Estoy orgulloso de mi pequeño pichón, ya puede dejar el nido, tu papá palomo esta feliz con tu crecimiento.
Trata de decir estupideces para calmarlo y que no pase a mayores.
—Entre todos los pájaros que podías ser ¿elegiste la paloma? ¿No queda mejor el águila o el cóndor?
—awww, incluso me da ideas para mejorar mis chistes. ¿Te das cuenta de que estamos hechos el uno para el otro?
—Oigan ustedes dos. Dejen de tontear que todavía no acaba el primer tiempo. Vuelvan a sus lugares así empezamos.
Jugaron los 5 minutos restantes, pero no pasó nada interesante. Luego, tienen 5 minutos de descanso antes de empezar el segundo tiempo. Todos se reúnen, están relajados, ni siquiera hablan del partido. Aprovechan este tiempo para descansar un poco y hablar entre ellos.
Leo se acerca a donde esta Alex sentado, se encuentra con la cabeza agachada y sonriendo.
—No soy de jugar mucho con ustedes, pero se nota que te tienen confianza.
—Por supuesto, yo soy la estrella —contesto de inmediato—. Y saben que siempre me guardo todo para el segundo tiempo.
—Dejaré que te concentres entonces, chico estrella.
El segundo tiempo empezó. Le toca sacar al equipo de que está perdiendo. Mueven la pelota de manera lenta y hacia atrás para que todos se acomoden, una vez que cada uno esta en su posición salen para adelante con todo. Juegan a los pases hasta llegar un poco más de mitad de cancha, ahí se la dan a Alex. Sin mucho esfuerzo se quita la primera marca, al ver que avanza por el centro dos jugadores más lo encierra, pero aprovecha que quedo solo uno de sus compañeros y se la pasa sin detenerse. Una vez que adelanta a los que lo estaban marcando, su compañero ve esta oportunidad y tira un pase largo. Sin detener el balón, y viendo que solo tiene el portero adelante, patea, metiendo el primer gol de su equipo, a los 3 minutos de empezar el segundo tiempo.
10 minutos después el equipo rival tiene otra oportunidad de remontar, se viene un tiro de esquina. Todos están en el área preparados para el centro. Tira una pelota larga, parecida a la anterior. Leo ahora está atento, sabe de lo que el otro es capaz. A pesar de que el otro es más alto, él no lo va a dejar posicionarse bien. Aun saltando no puede alcanzar la pelota y pasa para atrás de ellos. Al instante se da vuelta y el otro chico aprovecha para meterle un codazo en la boca a Leo: Él hace su cabeza para atrás por el golpe, y luego agacha todo su cuerpo para adelante mientras se pone la mano en la boca. Todos detienen el partido para cobrar la falta.
—Lo siento, estoy jugando un poco "rústico". No pensé que en tu barrio jugaran tan suave.
Se va el jugador que lo golpeo con una sonrisa.
Leo escupe para ver si tiene sangre, pero no llego a lastimarlo tanto.
—¿Lo escuchaste, Leo?
—Si, no te preocupes, Alex. No voy a hacerle nada.
—Me gusta tu actitud, pero... tal vez puedas jugar un poco más "Rústico". A él le gusta jugar así y creo que se divertirá si juegas a su manera.
—Debes estar molesto si me estás aconsejando eso, pero no podría estar más de acuerdo.
Van 20 minutos del partido. El equipo de Alex está terminando de defender y empieza el contraataque. Le pasan el balón a Leo para que avance por el lateral, en ese instante, su marca esta al lado, corriendo detrás de él. Cuando ve que el otro jugador va a intentar quitarle la pelota, Leo la patea, pero no detiene el pie ahí, sigue con fuerza y le pega en la rodilla al que lo marca. Haciendo que caiga al piso y ruede a lo "Meymar".
Luego de que se recupere el jugador, cobran la falta. Tira un pase corto para que su compañero siga hacia adelante, pero no puede, por lo que se la devuelve. Leo va al instante a donde está la pelota. El jugador alto, trata de retenerla, se gira rápido dándole la espalda a Leo e intenta pasarla. El pelinegro aprovecha el impulso y golpea con su hombro la espalda del jugador, haciendo que caiga para adelante.
Al verlo en el piso parece que no puede respirar, tal vez... solo tal vez, cree que se le fue un poco la mano.
Luego de darle otro tiempo para que se recupere, hacen que el jugador cambie de lugar con otro compañero haciendo que quede al lado opuesto de Leo. Esto hace nuestros protagonistas se sientan satisfechos.
Más tarde ese mismo día.
El partido terminó, los tres amigos van caminando por la vereda en dirección a sus casas. Está un poco oscuro, no hace calor, es una noche agradable. Se puede ver esa sensación, ya que también hay mucho movimiento de gente.
—¡¡Weeee areeee the chapioooonsssssss, mai frienddd! —Alex va cantando sin importar que la gente lo mire.
—Por un momento pensé que Leo se metería en problemas, pero supuse que estarías ahí para calmarlo.
—Tendrías que haberlo visto, Sabrina, estaba enfurecido. En sus ojos solo se veía el deseo de matar y destripar a su víctima. Si no fuese por mí hubiese sido un caos.
Leo se ríe ante los comentarios exagerados y la mentira que está diciendo.
—Solo me concentré en los consejos de mi papá palomo eso me ayudo bastante. —los dos chicos se ríen a carcajadas.
—¿Papá palomo? De que me perdí... no me excluyan de sus chistes —reclama Sabrina.
—Jamás te haríamos de lado, es más. Tenemos que aprovechar este triunfo para irnos de parranda. Invitaré algunas chicas y algún chico para ti Sabrina. La noche es joven y nuestro triunfo es eterno —dijo Alex mientras levanta la voz y exagera todo.
—Estás loco, mañana hay escuela y ya es tarde. Prefiero irme a mi casa.
—Concuerdo con, Leo. Que esta pequeña victoria no se te suba a la cabeza, Alex.
Se despiden y empiezan a separarse, ya que deben ir en diferentes direcciones
—¿¿Pequeña?? Ganar 4 a 1 no es una victoria pequeña. ¡¡no tienes idea del fútbol!! —grito el rubio.
Fin del capítulo 11
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