Capitulo 1: Mi crush
El amor platónico es como un revólver que manejamos sin darnos cuenta de que, como está cargado, en cualquier momento puede dispararse.
William Somerset.
Alexandra
Tengo 24 años, con un año de ser una tonta que ha quedado jodidamente flechada por un de mis "facu amigas" y para nada quería estarlo, pero ya lo había aceptado y me dejaría llevar por la sensación que causaba en mi.
Suspiré cerrando los ojos mientras ella acariciaba o peinaba mi cabello, lo hacía casi a menudo y yo lo hacía con el suyo, ella solo alcanzaba a tocar las puntas del mismo y me relajaba cada músculo del cuerpo. Sabía lo que hacía, enrollaba en su dedo índice un pequeño mechón y trataba de formar los rebeldes rulos que solo querían formarse al final de mi cabello. Yo tenía la cabeza recostada en mis manos, aspiré su olor por tenerla tan cerca de mí y reprimí la sonrisa que quería escapar de mi.
Era un día normal en la facultad, otro jodido día en donde yo fingía que ella era una amiga más, que no llevaba este año entero enamorada de ella, y que por su puesto, que no quería quedarme con sus manos en mi cabello o en donde ella quiera por el resto de mi vida.
Esperábamos que la profesora de física se digne a llegar, era común en ella llegar unos 15 minutos atrasados, por suerte para todos o mejor dicho para mi, con tal de que sus manos estén en mi un rato más.
Oí la puerta abrirse con fuerza y gruñí en queja por los ruidosos que eran nuestros compañeros que aún mantenían su mente adolescente de 15 años intacta, parecían no poder continuar con sus vidas mientras no hicieran ruidosos, molestosos y fueran chillones. Porque para mi total desgracia, había empezado la facultad a los 22 años por lo que ahora en mi segundo año de carrera estaba rodeada de chicos de 18 y 19 años, y que no son niños sin embargo actúan como niños de guardería.
Mi queja mental sobre mis compañeros desapareció cuando oí la voz de Sabrina, alias mi crush, saludar a alguien a quien no esperaba ver. Abrí un ojo para confirmar que no saludaba a otra persona con el mismo nombre y no, ahí estaba ella. Parada frente a mi con los brazos como jarra en su cintura mirándome como antes lo hacía cuando estaba molesta.
—Hola Violeta —había saludado Sabrina con emoción, sentí como sus manos dejaron mi cabello y casi como en protesta de no ser por Violeta atentando contra mi integridad con sus ojos.
—Hola —saludé y ella entrecerró aún más los ojos.
—Vi tu Instagram —declaró sin rodeo y yo me tensé esperando no haberlo deducido bien, que sea solo mi paranoia gritando a mi cabeza.
—Emmm, si, te vi entre mis seguidores —empecé y ella negó interrumpiéndome.
—No, habló de tu Chat con Berenice, Alexandra —bufó y yo me enderecé casi por reflejo — si fue por ella, mierda, debiste decirme y no dejarme como si...
—afuera, ahora —me tensé, me levanté sintiendo la mirada de mi grupo de amigas, tomé su brazo y la estiré hasta sacarla de la clase, nos aleje solo unos pasos de la puerta y miré al redor buscando rastro de alguna persona que pueda oírnos.
Berenice era mi amiga de toda la vida, mi psicóloga personal y la encargada de desaparecer mi celular si me moría antes de lo planeado, por lo que obviamente mis mensajes depresivos/asquerosamente cursis acerca de Sabrina estaban plasmados ahí en 3D y ni mis amigas de la facultad sabían acercan de mi particular gusto hacia las chicas.
Estaba en una situación extraña de con un pie en el clóset y el otro afuera, ya no vivía con mis padres por lo que no tendrían que enterarse. No es que me avergonzara de mis gustos, simplemente no le veía entre el sentido de ir por ahí diciéndolo. No ves a un hetero divulgar su sexualidad por ahí, y en el caso de mis amigas ¿Para que saberlo? Me era innecesario y mejor aún si podía ahorrarme las preguntas estúpidas o si alguna tenía una reacción extrema de "creo que te gustas de mi".
No tenía que arriesgar mi paz mental por algo que no le veía interés a explicarlo o razonarlo, y si quería besar a una chica por ahí lo haría de igual forma.
Violeta había ido a casa de mis padres pero nunca como "novia? Por decisión de ella y claro en parte mía, y el resto de mis amigos exteriores a la facu (que se se resumían en dos: Berenice y Sole) lo sabían.
—Cálmate —suspiré llevándome los dedos al puente de la nariz.
—¿Me dejaste por Sabrina? —chilló y yo llevé la mano a su boca. Accidentalmente pegué mucho mi cuerpo al suyo y como era usual su rostro pálido tomó color en segundos.
—Primero, deja de gritar y segundo, claro que no, lo hablamos —gruñí, hacia un año y medio habíamos terminado.
Aunque claro, ella y yo seguíamos en contacto cada tanto y habíamos tenido uno que otro encuentro pero nada que diera pie a volver.
—Leí tus mensajes —repitió desde hace meses, estas re contra cursi empalagosa en tus mensajes —chilló cruzando sus brazos y yo me alejé un poco.
—paso después de ti y ella no lo sabe —me encogí de hombros tratando de restarle importancia.
—¿y mi maldito duelo de relación por el un año de noviazgo? —rodé los ojos.
—Lo tuve y de igual manera no puedes reclamar, ¿Que demonios hacías en mi Instagram? —me crucé de brazos y ella presionó los labios.
Tras una larga explicación de que fue mi culpa por dejarlo abierto en su cel la última vez que estuvimos juntas y que su pinche amiga metiche se dio cuenta y curiosearon, y claro que tiró leña al fuego para que Violeta venga a hacerme drama, al final se disculpó vagamente y se fue. Como si nada. Como si fue de lo más normal.
Entre nuevamente a clase sintiendo las miradas curiosas de las chicas en mi, remojé mis labios antes de contar la excusa más rápida inventada.
—Explícanos qué demonios fue eso —rió Rocío, quien era mi dúo en la facultad, mi facuamiga más cercana.
—Hacía mil años no veíamos a Violeta —chilló Mary y yo presioné los labios.
—Violeta se confundió, nada que chismosear —me senté nuevamente junto a Sabrina y ella inclinó su cuerpo hacia el mío.
—¿Que tenías en tu Instagram? —bromeó poniendo su rostro pícaro y yo reí, sus ojos avellanas casi verdes me hipnotizaron.
—Vio un mensaje X con mi amiga y pensó que hablaba de ella —mentí y ella asintió, la profe entró salvándome de la segunda pregunta que parecía querer formular.
Explicó brevemente su materia y dejó unos ejercicios escritos en la pizarra, vi por debajo de la mesa su pierna, empezaba a dar saltitos.
En el lapso en el que ella había robado mis pensamientos con sus ojos claros y su piel blanca y sonrojada, había empezado a fijarme en ella, en lo que hacía y de por si, siempre la había escuchado en este año y medio que llevaba de conocerla.
Sabía que cuando empezaba con su pequeño tic en la pierna, cosa que hacía muy frecuentemente, era por estar nerviosa. Y claro que como la tinta enamorada que soy quería calmarla.
—tranquila tigresa —susurré poniendo mi mano en su muslo para calmarla, ella solo rió dejando el movimiento. Relajándose con mi tacto.
—No entendí nada —susurró luego de un rato y yo negué sonriendo. Dejé unos segundos más mi mano en su muslo, y la saqué luego de unos segundos por miedo a empalagarla.
Tras enseñarle a Sabrina y a Mary lo que no entendieron, empezamos por fin a tratar de responder los ejercicios.
Me tensé al sentir la pierna de Sabrina casi sobre mi rodilla, miré disimuladamente como su pie estábamos posado sobre una barra metálica de la pesa por lo que su pierna quedaba elevada y al estar tratando de ver lo que yo hacía se había acercado de más.
—¿Porque es negativo?—preguntó mientras eliminaba un poco más nuestra distancia. Su pierna ya estaba encima de la mía.
—Por las reglas —contuve el aliento y ella asintió dejando de igual manera su pierna sobre la mía aún cuando su torso ya se había alejado.
la clase terminó temprano, empezamos a a caminar por el pasillo junto a la multitud de alumnos que también salían de nuestra clase, tomé su mano y la coloqué frente de mi, no quería perderla de vista.
—Muero de hambre —se quejó Mary y yo reí, a esta hora siempre estábamos hambrientas.
—Yo igual, compraremos algo por el camino —dije y ella asintió repetidas veces.
Mary también era una de las más pequeñas del grupo, tenía 19 igual que Sabrina, ella era de cabello corto y negro y su piel blanca, su personalidad aniñada la hacía ver aún más pequeña.
Y vamos, lo sé, 19 años ya es grande, pero cuando me usan de escudo con los profesores o me dan el teléfono para atender al delivery no puedo evitar sentirme mucho mayor que ellas cuando son solo unos poco años.
Sabrina vivía aún más cerca que yo a la Facultad, yo vivía a un kilómetro y medio y ella tan solo a unas tres cuadras.Yo solo traer el vehículo que papá me había regalado el año pasado pero en definitiva no gastaría combustible por un kilómetro medio por lo que mis compañeras de caminata eran Mary y Rocío, quienes esperaban el bus a una cuadra de mi casa.
—Umm... ¿Y si vas a casa y vemos una serie? —me susurró Sabrina y mi corazón se emocionó.
Otra cosa que había aprendido estos meses y creo que en ese lapso quedé flechada, es que ella odiaba estar sola en su casa. Sus padres le alquilaban un pequeño departamento mono ambiente. Yo por el contrario amaba vivir sola.
Había dejado mi trabajo hace unos meses atrás para trabajar en otro de manera virtual, que iba acorde a mi carrera y me pagaban lo suficiente como para tener un departamento en zona central.
—Bien —ella sonrió emocionada y Mary enarcó una ceja a mi dirección.
-¿No abandonas nuevamente? Tiene mucho favoritismo por Sabri —protestó Mary y yo negué.
—Me da flojera caminar —me excuse y Sabrina fingió ofenderse.
—¿No te quedas por amor a mi? —dramatizó en juego y yo presioné sus mejillas con mis dedos.
—Obvio que si pero ellas no deben saberlo —bromeé con algo de verdad y ella rio.
Amaba su risa.
Amaba hacerla reír.
Tras despedirnos de las chicas caminé con Sabrina hasta su casa, sonreí viendo cómo movía sus manos mientras me explicaba el final que la dejó en shock de la última serie que vio.
Yo odiaba el contacto físico pero Dios... ella era unos centímetros más baja que yo y se veía tan jodidamente tierna que quería abrazarla todo el tiempo.
Puse mi brazo al rededor de sus hombros para acércala a mi y ella sigue explicándome su serie.
Ni bien llegamos a su casa me tiré a su cama como ya estaba acostumbra, ya habíamos pasados varias tardes, incluso noches, viendo series.
Ella acercó su computadora, se acostó del lado que le dejé y entró en Netflix, me miró y mordió su labio llamando completamente mi atención.
—¿Que? —pregunté.
—No se que podemos ver, ya acabamos nuestra lista de pendientes.
—Pon lo que tú quieras —asentí y ella mordió su labio inferior nuevamente. Maldita sensual manía la suya.
Estuvimos 30 minutos mirando películas al azar hasta que elegí una que supuse que le gustaría. Una comedia romántica.
Paso la tarde volando entre comentarios absurdos que decíamos sobre la película y su secuela, yo me quejaba del dramatismo y la falta total de decisión de la protagonista y ella me empujaba defendiéndola como si se tratara de una víctima.
Acaricié sus cabellos todo el trayecto de la película y ella los nudillos de mi mano libre, se pegaba tanto a mi que Dios... su cabeza recostada en mi hombro me dejaba oler su shampoo.
Al final de la tarde viví caminando sola a casa, llame a Bere casi al instante para contarle nuevamente sobre Sabrina, que al parecer era lo único de lo que yo hablaba. Tenía las jodidas esperanzas a a flor de piel y ella como amiga alentándome a declararme de una vez por todas.
Pero ahí el problema de enamorarte de tu amiga, un rechazo y la amistad al caño.
No quería ser lanzada y declararme sin tener seguro que yo también le gustaba.
—Solo hazlo, o bésala y ya. El contacto físico que tienen no grita exactamente una amistad y te apuesto a que tus facu amigas lo notan.
....
—Demonios... como habla esta profesora —me queje y Mary asintió desganada.
Estábamos en clases de representación arquitectónica, materia que en teoría tenía que ser más práctica, pero la profesora, usaba sus dos horas y media de clases en presentar su Word horizontal, que según ella era un power point, y hablar y hablar y solo hablar.
Sabrina se había sentado detrás mío por llegar tarde a clase, le lancé una mirada rápida y ella me sonrió.
La profe se calló llamando mi atención, por fin se había sentado y prendido las luces para, al parecer, buscar otro Word horizontal y seguir hablando.
Un compañero de clase entró en ese momento, no había pasado mucho desde que inició la clase, le resté importancia hasta que me paso por un lado y vi su sonrisa.
—Hola preciosa —saludó y me giré.
Solo había una persona detrás mío.
Persona que se había levantado y había envuelto sus brazos alrededor del chico para dejarse besar por el.
¿Sus labios estaban....?
Supuse que el sonido de fondo fue mi corazón quebrandose o el de mi cabeza tratando de carburar qué demonios pasaba en ese momento. Hasta que sus labios se separaron de los de él dejando ver el sonrojo en sus mejillas.
Miré a Mary y a Roció, ambas miraban la escena, ambas con la boca abierta, quizás hasta yo la tenía así.
—¿Preciosa? —susurró Rocío casi en shock.
—Preciosa nada, ¿Y ese beso? ¿Me lo imaginé yo? —chilló Mary en un susurro y sus ojos brillaron hambrientos de chisme.
Mientras yo.... ¿Yo? Yo empezaba a marearme.
¿Que carajos acaba de pasar?
***
Hola hola, nuevo libro.
Hablemos de como me rompieron el corazón en julio del año pasado, de como la chica de ojos verdes sigue presente en casa post de mi muro de Wattpad y de ¿Como demonios se supera esto?
¿Era rómpele el corazón a un escritor y escribirá un libro? ¿O como era?
Nos leemos lectores perdidos.
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