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Todos los días, a primera hora de la mañana, Yuno se arreglaba y salía al patio del escuadrón del amanecer dorado para perfeccionar cada uno de los hechizos que había aprendido. Su determinación por convertirse en Rey mago era tan alta que no le importaba si el clima era bueno o malo, Yuno iría a entrenar pasara lo que pasara.

Aquella determinación era admirable para algunos, pero para otros era odiosa, pues los hacía sentirse inferiores por el hecho de que Yuno estaba progresando rápidamente a pesar de venir de un pueblo lejano.

Pero la determinación de Yuno no era lo único que la gente detestaba, sino que también detestaban el hecho de que su vice – capitana, Krista, estuviera casi siempre a su lado.

—Míralo allí, entrenando bajo esta lluvia —dijo un miembro del amanecer dorado, quien observaba desde la lejanía como Yuno entrenaba.

—No comprendo la razón por la cual terminaron aceptándolo aquí —dijo otro miembro del amanecer dorado—. Ni siquiera se digna a hablarnos.

—¿Acaso se cree superior a nosotros?

—Deberíamos de enseñarle buenos modales.

—Me gusta esa idea. ¿Por qué no empezamos con ustedes? —preguntó una voz femenina detrás de los dos miembros que observaban fijamente los movimientos de Yuno.

—Oh, sí. Empecemos con nosotros y... ¿Uh?

Quienes estaban hablando mal de Yuno se han girado para mirar a la persona que les habló, y en ese momento sus cuerpos se tensaron al percatarse de la presencia de su vice – capitana; Krista.

—¡Señorita Krista! ¡Nosotros estábamos...!

—Hablando mal de un miembro del escuadrón —dijo Krista con una sonrisa—. Eso no es bueno. ¿Qué pensará la gente si los oyeran? ¡Dirán que su vice – capitana no les enseño buenos modales!

Los dos miembros del escuadrón se miraron entre sí, sintiendo vergüenza por haber sido atrapados hablando a sus espaldas. Krista, quien a pesar de tener una cara angelical y una actitud amable con todos los que la rodeaban, podía ser la persona más aterradora cuando la gente rompía las reglas.

—Lo sentimos, señorita Krista. No volverá a ocurrir —dijo uno de ellos, con la cabeza gacha.

—Así es, lo lamentamos mucho —añadió el otro, con voz apresurada.

Krista asintió, notando el arrepentimiento en sus palabras. No quería ser dura con ellos, pero no podía permitir que se burlaran o menospreciaran a un miembro del escuadrón, especialmente a alguien tan dedicado como Yuno.

—Comprendo vuestro arrepentimiento. Sin embargo, no puedo dejar las cosas así —dijo Krista, observándolos fijamente—. Hoy se encargarán de limpiar cada una de las habitaciones de los varones. No quiero ningún desorden, ¿entendieron?

—¡Sí, vice – capitana! —exclamaron ambos al unísono.

Los dos miembros del escuadrón del amanecer dorado asintieron con determinación, aceptando su castigo con humildad. Krista los observó un momento más, asegurándose de que hayan comprendido su lección, antes de dar media vuelta y dirigirse hacia donde Yuno estaba entrenando.

Mientras tanto, Yuno seguía concentrado en su práctica, ignorando por completo las conversaciones a sus espaldas. Su mente estaba concentrada en perfeccionar aquellos nuevos hechizos que habían aparecido en su grimorio en el momento en que tomó un pergamino en una de las misiones a la cual fue enviado. Sin embargo, cuando Krista se acercaba hacia él, su concentración se vio interrumpida.

Yuno la observó fijamente, notando que ella caminaba bajo la lluvia sin siquiera mojarse. Krista estaba utilizando un hechizo de su grimorio, el cual, al igual que ella, rebosaba de una cálida sensación con solo mirarlo.

—Buenos días, Yuno —saludó Krista con una sonrisa mientras se acercaba—. Veo que hoy también tienes una gran motivación para venir a entrenar.

—Buenos días, vice – capitana Krista —saludó Yuno con una actitud neutra—. ¿Necesita algo?

—Oh, Yuno. Te he dicho que no es necesario que me trates tan formalmente —dijo Krista sin dejar de sonreír—. Después de todo, solo tenemos un año de diferencia.

Yuno asintió, aunque por dentro se sentía un poco incómodo. A pesar de que Krista siempre intentaba acercarse a él, él seguía manteniendo cierta distancia debido a su posición como vice – capitana. Sin embargo, no podía negar que apreciaba sus gestos amables.

—Lo siento. Solo no estoy acostumbrado —respondió Yuno con sinceridad.

Krista soltó una pequeña risa y colocó una mano en el hombro de Yuno.

—Está bien, lo comprendo. Todo a su tiempo —dijo Krista—. Después de todo, somos compañeros de escuadrón y amigos, ¿cierto?

Yuno iba a responder, pero en ese momento una pequeña ventisca hizo que Krista se alejara del muchacho y que un poco de agua cayera sobre ella.

—¡Oye tú! ¡¿Quién te crees que eres para tocar a mi Yuno?! —exclamó una pequeña voz femenina al lado de Yuno.

—¿Uh? ¿Quién...? —Krista observó confundida a su alrededor, entonces sus ojos púrpura se fijaron en la pequeña figura femenina que reposaba en el hombro de Yuno—. ¡Ah! ¡He oído de ti! ¡Eres el pequeño espíritu del viento que acompaña a Yuno!

—¡¿A quién estás llamando pequeña?! —exclamó el espíritu, observando a Krista con desdén—. Yuno. Mejor quédate alejado de ella, no te conviene. Solo yo puedo...

—Silencio, Sylph.

—¡¿Cómo qué silencio?! —exclamó Sylph, mirando a Yuno con enfado y a la vez con tristeza.

Krista observó la interacción entre Yuno y el espíritu del viento con emoción. Era la primera vez que veía a un espíritu de cerca, lo cual la llenaba de emoción con solo pensar en el gran poder que este tendría.

—Oye, Yuno —le llamó Krista con emoción en su voz—. ¿Crees que puedas mostrarme un poco del poder de Sylph?

—¡Ja! ¡Como si Yuno aceptara algo así!

—Está bien —asintió Yuno, ocasionando que Sylph se quedara de piedra—. Sylph. Lancemos una flecha hasta el árbol lejano que está frente a nosotros.

Sylph, aunque estaba reacia a hacer algo que Krista había solicitado, se puso en posición junto a Yuno solo porque él lo había pedido. Concentrando su energía, comenzó a formar una flecha de viento frente a ellos, mientras Yuno canalizaba su magia para potenciar el ataque.

Krista observó con asombro cómo la flecha de viento cobraba forma y era lanzada hasta el árbol más lejano que había en el lugar.

—¡Eso ha sido asombroso! —exclamó Krista cuando la flecha impactó contra el árbol—. ¡Sin duda alguna eres excepcional, Yuno!

Yuno se quedó en silencio, sin saber exactamente cómo reaccionar ante un cumplido como ese. En cambio, Sylph alardeó completamente sobre que Yuno era el mejor de todos en el escuadrón y que seguramente le quitaría el título de vice – capitán a Krista.

Krista sonrió ante el alardeo de Sylph, encontrando su actitud un tanto adorable a pesar de su arrogancia. Se acercó a ella y acarició suavemente su cabeza, ocasionando que Yuno se tensara por la repentina cercanía de su vice – capitana.

—Tienes razón, Sylph. Yuno puede llegar muy lejos si continúa con esa motivación —dijo Krista con sinceridad—. Sin embargo, debes de entender que todos nos esforzamos de distintas maneras y por ello no hay que hacer de menos el esfuerzo de un compañero.

Sylph gruñó un poco, pero parecía haber captado el mensaje de Krista. Yuno, por su parte, continuaba tenso por la cercanía de Krista.

La lluvia seguía cayendo suavemente sobre ellos, creando un ambiente tranquilo y sereno. Mientras tanto, en otro lugar del patio, un grupo de miembros del amanecer dorado observaba la escena con envidia y resentimiento.

—Maldición, ¿por qué la vice – capitana siempre está tan cerca de él? —murmuró uno de los miembros del grupo, evidentemente resentido.

—Es injusto. Nosotros también nos esforzamos, pero nunca la hemos visto tan cercana —añadió otro, frunciendo el ceño.

—Langris, deberías de enseñarle una lección —dijo otro de ellos, observando por un momento al muchacho—. Después de todo, Yuno te quitó la atención de Krista.

El heredero de la casa Vaude, Langris, escuchó atentamente las palabras de sus compañeros mientras observaba la escena desde la distancia. Sus ojos azules destellaban con una mezcla de envidia e inquietud. Sin embargo, aunque no soportaba el hecho de que Yuno estuviera recibiendo la atención de Krista, una sonrisa retorcida se formó en sus labios mientras pensaba en un plan para alejar a Krista de aquel plebeyo.

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N.A: Si la historia recibe un buen apoyo en votos y comentarios, no tardaré tanto en actualizar. :D

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