20
❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍
❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍
—Me parece absurdo que Inuyasha aún no se haya dado cuenta de nada.
—Estamos hablando de un tonto innato.
—Sí, tienes razón, aunque Kagome debería darse prisa y hablar con él, o arriesgarse a que se desate el infierno cuando se entere.
—Bueno, pero al final fue él quien inició alejarse de ella sin ninguna razón aparente.
"..."
"..."
—El problema es que Inuyasha nunca admitió su error, y ciertamente, no va a empezar a hacerlo ahora.
—Veremos cómo se desarrolla la situación, por otro lado, ¿has notado algo raro en Inuyasha?
—Aparte de su comportamiento, todo parece estar bien en él. No he percibido energías negativas a su alrededor, he tratado de seguirlo a escondida, pero es difícil espiar a un medio demonio que puede olerte y sentirte a largas distancias.
Shippo y Miroku estaban sentados uno al lado del otro bajo el enorme roble que protegía la casa del bonzo, viendo cómo el sol desaparecía detrás del oscuro dosel del bosque.
El joven demonio había regresado al pueblo por la tarde y se había encargado de entregar de inmediato lo que la anciana sacerdotisa le había mandado a buscar. Una vez allí, Kaede le informó que al día siguiente partiría junto con Kagome hacia la aldea de komoro.
Shippo apenas contuvo su alegría, ¡por fin volvería a la aventura con Kagome! Luego se dirigió a la cabaña de Sango y Miroku, donde esperaría a la sacerdotisa. Al llegar a la casa de sus amigos, solo se encontró con el bonzo, Sango había salido con Rin y las gemelas, dejándolo naufragado solo en ese gran mar repleto de tareas domésticas llamado “hogar”.
Mientras su discurso se desvanecía lentamente, en la distancia vieron las figuras de Sango acompañadas por Rin, seguidas por dos pequeños monstruos que gritaban. Miroku sonrió feliz, Incluso Shippo se sintió aliviado por su llegada, por suerte esta vez también se había escapado de una posible cena cocinada por el bonzo, algo desalentador para cualquiera. ¡Gracias a Kamisama!
❍❍
Caminaba, absorto en sus pensamientos. Si bien estos daban vueltas inmensas, siempre volvían a posarse sobre ella. Kagome.
¿Desde cuándo la pensaba por su nombre? A estas alturas, estaba claro que se sentía atraído por ella, cada vez que la percibía deambular por el bosque, su instinto le gritaba que la necesitaba. Sí, instinto… aún seguía llamando instinto a ese sentimiento que lo atraía hacia la miko.
Se detuvo, cerrando los ojos. Inhaló profundamente, el aroma de Kagome aún fuertemente adherido en sus ropajes. Le producía un efecto extraño, embriagador, lo confundía. Cuanto más se dejaba llevar por ese dulce perfume, más difícil era controlar a su bestia, la cual amenazaba con abandonarlo en batalla si no se acercaba nuevamente a la sacerdotisa.
La idea de tomar a la miko como su compañera era cada vez más persistente, pero no estaba seguro de que una humana pudiese soportar el peso de su título y las guerras a las cuales este conllevaba. Crear su propia dinastía era su sueño, no solo sería conocido por ser el Lord del Oeste o el heredero al trono del Reino de la Luna. Este último, ni siquiera le interesaba. El gran Sesshomaru obtendría sus méritos por sí mismo, bien podía su madre gobernar aquel reino por el resto de los siglos.
Es por eso que la hembra que gobernaría a su lado tenía que ser fuerte, sabía que ella lo era, pero el hecho de que fuese ningen complicaba aún más las cosas. Tanto humanos como yōkais rechazaban la unión de ambas razas, incluso él lo hacía, sin embargo, Kagome no era una simple humana, dentro de ella yacía un poder aún inexplorado.
Eran muchas las dudas las que no le permitían dar el primer paso y cortejar a la miko que hasta hace poco, derramaba lágrimas por el híbrido.
¿Qué se suponía que debía hacer? No podía pensar en otra época de su vida en la que hubiera estado tan indeciso. Tal vez solo cuando tuvo que elegir si matar o perdonar la vida de su tonto medio hermano, que en ese momento se acercaba a él sin tener cuidado de ser notado.
Giró en dirección contraria a la que avanzaba, la llegada de Inuyasha había interrumpido abruptamente su flujo de pensamientos. Siempre había odiado a cualquiera que lo distrajera de sus reflexiones.
—¿Qué quieres, Inuyasha? —Sesshomaru pronunció ese nombre casi con un gruñido, no estaba de humor para soportar los berrinches del mediodemonio.
—¡No te hagas el tonto, Sesshomaru!
La túnica roja del medio demonio apareció entre los arbustos, su mirada ceñuda apuntaba a la de su medio hermano.
Su tono despectivo no desconcertó a Sesshomaru, quien respondió con una mirada de pura indiferencia.
—¡Deja de merodear alrededor de Kagome! ¡ELLA ES MÍA!
Ante la mención de la sacerdotisa, la mirada del demonio se estrechó hasta convertirse en una fisura de advertencia. Su yuki comenzó a elevarse, Yako quería tomar el control.
—No me creas tan estúpido, mi nariz funciona tan bien como la tuya —bramó Inuyasha.
Ese desafío de miradas entre los dos medios hermanos hizo que el aire se volviera denso y hostil, incluso el bosque a su alrededor pareció congelarse, esperando que se desatara la tormenta.
—Métete en tus propios asuntos.
La voz de Sesshomaru se había convertido en un gruñido gutural, sus ojos estaban inyectados en sangre. Se había vuelto extremadamente difícil soportar esa infame boca de Inuyasha, su instinto demoníaco latía con fuerza, exigiendo desgarrar al híbrido. ¿Cómo se atrevía a decir que la miko le pertenecía, luego de haberla deshonrado, tratándola como a una amante ocasional?
«Incluso ella, siendo una miko, pudo ganar su atención, pero a ti nunca te aceptará.»
Inuyasha ignoró la voz en su cabeza.
—¡No, este es mi territorio, es mi aldea! Busca otros seres humanos con quien jugar.
—¿Acaso te he robado el juguete, Inuyasha?
Una sonrisa burlona apareció en el rostro del demonio, las vetas en su rostro de mármol se hicieron más evidentes, los colmillos sobresalían intimidantes de su boca torcida en esa sonrisa irónica.
El rostro de Sesshomaru se estaba convirtiendo en una máscara de profundo odio. Sin embargo, Inuyasha no parecía intimidado.
¿Pero por qué no lo atacaba con la espada? Había ido hasta allí con la intención de eliminar a su medio hermano. Entonces, ¿por qué se sentía tan confundido? ¿Qué eran esas emociones?
«Eres una basura»
«Estúpido híbrido»
«Bastardo»
«Hanyō»
«Me enamoré de alguien más.»
Inuyasha apretó los puños, tratando de aclarar su mente.
—¡¡Deja de jugar, maldito!! Aquí nadie te necesita ¡Vete, olvida a Kagome! ¡Estás arruinando su vida! —luego agregó, suavemente, diciéndolo más para sí mismo que para el demonio frente a él—. No puedo creer que ella se haya enamorado de un monstruo como tú.
Ante esas palabras, Sesshomaru se congeló. Incluso su instinto demoníaco pareció calmarse de querer hacer pedazos a Inuyasha. Por otro lado, sus pensamientos comenzaron a fluir impetuosamente. ¿Qué significaban esas palabras? ¿Era solo una provocación más?
Por su parte, Inuyasha supuso haber dado en el blanco.
—No regreses, Vete y deja a mi pueblo ya Kagome en paz.
Inuyasha siguió hablando, pero el demonio ya no lo escuchaba.
Sesshomaru se dio la vuelta, dándole la espalda, su rostro aún distorsionado por la casi transformación, sus ojos rojos enfocados en un punto indefinido.
Es el momento, desenvaina, corta su cabeza.
—¡Lárgate, regresa a tu castillo! —gritó Inuyasha mientras Sesshomaru se alejaba con pasos calmos y elegantes.
El daiyōkai se detuvo por un momento, para luego agregar:
—No tienes poder sobre mí, trata de recordarlo estúpido hanyō.
Las palabras llenas de desprecio de Sesshomaru desataron la ira de Inuyasha. Una niebla oscura comenzó a nublar su vista, mientras que una extraña voz le susurraba matar a su hermano por robarle lo que le pertenecía, vengarse de él por las humillaciones del pasado. Pero antes de que pudiera reaccionar, saltando sobre él con Tessaiga desenvainada, Sesshomaru desapareció en un instante.
Sesshomaru apareció en una cascada, la cual quedaba un poco alejada de la aldea de Kaede. Necesitaba pensar en lo que le acababa de decir Inuyasha. Esta vez, sin ser interrumpido.
❍❍
Cuando Kagome finalmente terminó de empacar sus cosas para el viaje, era casi la hora de la cena. Se apresuró, agarró su chal y se dirigió hacia la casa de Sango, donde todos la estaban esperando.
—¡Kagome finalmente! —Sango la recibió con los brazos abiertos.
La calidez de esa casa, el dulce olor y ese cálido sentido de familia que rondaba le calentaba el corazón, se sentía parte de una familia.
—Perdón por la demora, pero tenía tanto que hacer en tan poco tiempo. Shippo, ¿estás listo para mañana?
La joven se volvió hacia su compañero de viaje mientras se quitaba el chal de los hombros.
—Claro, Kaede ya me advirtió.
—Bueno, chicos, ahora dejemos de lado la misión. La cena está lista! —dijo Sango apoyando una gran olla humeante sobre la mesa.
Pasaron varias horas riendo y bromeando, dentro de esas paredes todos se sentían seguros y alegres. Después de la cena, Kagome ayudó a Sango a ordenar y luego se despidió apresuradamente.
Quería ver a Sesshomaru antes de irse. Había comenzado a hacer mucho más frío por la noche, así que pasó por la casa y se puso una capa bastante pesada antes de dirigirse al corazón del bosque
El bosque parecía haber caído en un hechizo, hecho de silencios lúgubres y sombras tenebrosas. Kagome tuvo cuidado donde pisaba en la oscuridad, casi opresiva, pero cuando vio a Sesshomaru sentado junto al árbol de siempre, fue como si su aura etérea iluminara todo a su alrededor.
Un poco avergonzada, se aclaró la garganta, avanzó hacia el demonio, sentándose no demasiado cerca pero tampoco demasiado lejos. Desde donde estaba podía oler su perfume, intenso, varonil y húmedo por el rocío…
Kagome trató de no perderse detrás de esos detalles tentadores y de encontrar una buena forma de iniciar una conversación.
—Vine a despedirme, una aldea vecina ha pedido mi ayuda, y no sé si podré verte a mi regreso.
Silencio. Kagome miró el perfil austero de Sesshomaru por el rabillo del ojo. Tenía los ojos cerrados, parecía una estatua, pero estaba segura de que estaba escuchando.
—Es un demonio de bajo rango, no tendrás ningún problema.
Su voz la estremeció, pensó que no le respondería.
—Sí, por suerte no ha matado a nadie todavía
—Cuando se presente la oportunidad, lo hará. Así que no bajes la guardia.
Kagome sonrió. ¿Cómo se suponía que debía interpretar eso? ¿Era una señal de que se preocupaba al menos un poco por ella?
—Toda esta adulación me honra —se mofó la chica.
El demonio fue atrapado por enésima vez por la desfachatez de la muchacha.
—Te conformas con poco, miko.
Su declaración, algo amarga, provocó una risa en Kagome. A estas alturas, su máscara de fingida indiferencia y odio hacia el mundo entero se había desintegrado inevitablemente en los ojos de la sacerdotisa.
Para Sesshomaru escuchar la risa tan cristalina de la miko fue una caricia para sus oídos. Y su perfume... ¡Oh Kami! Su aroma era tan dulce y distinto.
A diferencia de lo que había hecho en su larga vida, ahora disfrutaba de esos momentos en compañía de esa extraña onna humana. Esos breves y fugaces momentos junto a ella no eran nada frente a la eternidad que había pasado en soledad, pero ahora no le importaba; el infinito no era comparable a la intensidad de lo que sentía en esos momentos.
El demonio apoyó la cabeza contra el tronco detrás de él, cerrando los ojos y dejándose llevar por la embriaguez del dulce aroma de la miko.
❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍
Bueno, las cosas al rededor de Inuyasha parecen cada vez más preocupantes, por otro lado, gracias a la bocasa del hanyō Sesshomaru descubrió lo que siente Kagome.
Como habrán podido notar, he dividido el Oeste y la Casa de la Luna, ambas como cosas diferentes. ¿Por qué? Porque creo que la casa de la luna no debería ser adjudicada a Inu no, ya que este no tiene luna en la frente.XD
Que ambos padres de Sesshomaru tuviesen sus propios dominios es algo más aceptable. Podemos ver que la madre de Sesshomaru es muy respetada, incluso se refieren a ella como: “Su señoría, su majestad, etc...” Podemos deducir que la suegra de medio mundo es de la realeza o una diosa de los Inus yokais. Inukimi.
Siempre he pensado que Sesshomaru es así de fuerte, no solo por ser hijo del gran generar perro, sino por el linaje de su madre, siendo esta un personaje del que casi no sabemos nada, es fácil pensar que solo el inigualable macho alfa Inu no sea el único superpoderoso. Seamos sinceros, así como Inuyasha se parece mucho al padre, Sesshomaru parece que fue procreado solo por su madre, porque si miran bien, del padre no sacó nada, ¿aparte el gusto por las ningen? jeje
No tengo nada en contra del suegro sabroso, pero me molesta cuando ponen a la madre de Sesshomaru solo como la primera esposa de Inu no. Me encanta cuando hacen buen uso de este personaje en fanfit, no solo como la madre villana y fastidiosa. La historia Abby Taisho es un buen ejemplo 🤭🤭
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro