Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13

❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍


❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍

Las primeras luces del amanecer comenzaban a teñir el cielo invernal de un rosa pálido, cuando Sesshomaru aterrizó silenciosamente entre el follaje de los árboles.

 La oscuridad aún reinaba en el bosque, la humedad de la noche recién pasada revivía los olores, haciéndolos más intensos y embriagadores, esos olores que se habían vuelto tan familiares para él. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se fue? 

«Definitivamente, tres lunas» Pensó.

Un momento fugaz para la vida milenaria de un demonio como él, pero que en ese momento le pesaba como si fuese un siglo. 

Respiró hondo, liberando tanto sus pulmones como su mente. Por primera vez en tres meses se sentía casi... cómo decirlo... ¿Relajado? No sabía definirlo, pero se sentía enormemente mejor allí, en ese lugar tan banal, pero sumamente diferente. 

En pocos pasos llegó al pequeño claro que se abrió suavemente ante sus ojos, dejando filtrar las primeras luces del día. A pesar de esa visión casi idílica, un gesto de fastidio lo invadió: 

La miko no estaba allí esperándolo. 

Olfateó el aire, buscando su olor. Podía sentirlo mezclado con el repugnante aroma de las hierbas medicinales. Era extraño, ella siempre olía a flores. 

Decidió sentarse, esperaría el momento adecuado para ver a Rin. Después de todo, estaba allí solo para ver a su protegida.

                                 ❍

«¿Qué era ese rumor? Mmmh… parecían leños ardiendo en el fuego... Mmmh sí, también podía sentir su calidez»

«¿Y el delicioso aroma que acariciaba sus narices, de dónde venía? ¡Kami! Se le hacía agua la boca. Pero, ¿qué era lo que le molestaba tanto en los ojos

Giró la cabeza varias veces, pero esa cosa no dejaba de juguetear con sus párpados, haciendo que los abriera. 

Un rayo de sol se filtraba entre las rendijas, era lo que estaba molestando su dulce descanso. Esperen, ¿descanso? No recordaba haberse dormido. 

Un dolor agudo empezó a martillar en su cabeza mientras trataba de recordar esos últimos días. Pero nada.

Estaba en su futón, vestida con su vieja bata de noche. 

Se incorporó, sin embargo, un mareo la obligó a recostarse. Intentó incorporarse de nuevo, esta vez con más calma, logrando controlar el mareo. 

La luz ardiente, que se filtraba con fuerza a través de cada grieta posible, era señal de que faltaban pocas horas para el ocaso.

¿Qué día acababa de pasar?

 El fuego, hermosamente vivo, albergaba una olla, dentro de la cual algo burbujeaba. 

«¡Conque de ahí venía el delicioso olor

Cuando trató de ponerse de pie, la puerta de su cabaña se abrió. Sango entró con una enorme canasta de frutas y verduras, tan grande que cubría toda su vista. 

—¡Kagome! ¡Ay de ti si te levantas! —la reprendió Sango mientras dejaba la canasta en el suelo. 

—Hola Sango —Kagome la saludó, mostrando una cálida sonrisa. Estaba un poco abatida, pero su expresión era serena.

 —Amiga, gracias a Kami despertaste. Nos diste un gran susto. 

La ex exterminadora se tiró sobre El futón, abrazando a su amiga. Todos estaban seriamente preocupados por la condición de Kagome y verla despierta le quitó un peso de encima al corazón de Sango.   

—Oh Sango, lo siento mucho… ¿Has preparado sopa? ¡Me desperté con su perfume!  

—¡Claro! Pensé que tan pronto despertaras tendrías hambre.  

—¿Cuánto tiempo he dormido? 

 —Tres días. Este hubiera sido el cuarto, pero te despertaste antes del atardecer, así que no cuenta. 

—¿¿E-cuatro días dormí?? —preguntó Kagome asombrada.

 —No deberías sorprenderte tanto, has explotado tu físico al límite, y este es el resultado —respondió Sango mirándola un poco sombría.  

—Lo siento, lo sé —admitió la sacerdotisa. 

—¿Cómo te sientes ahora? — Sango tocó su frente—. ¡Todavía tienes fiebre! 

—Sí, pero debe haber bajado un poco si pude sentarme.  

—Vamos, come un poco de sopa y vuelve a descansar.  

—Muchas gracias Sango, has hecho mucho por mí.  

—No vuelvas a descuidarte de esa manera, nos diste un gran susto. Ahora tengo que dejarte, iré a preparar la cena para los lobos hambrientos en casa, pero estaré aquí lo antes posible.  

—Ve tranquila, ya has hecho demasiado. 

                                  ❍

La sopa que Sango había preparado para ella era realmente deliciosa, reconstituyente. Sentía como la energía volvía a fluir dentro de ella poco a poco, pero su amiga tenía razón, tenía que volver a descansar. 

Se tumbó de nuevo, justo cuando la puerta se abrió con un chirrido.

 —Oh Sango, tu sopa estaba realmente…

 Pero no fue Sango quien hizo su entrada a través de la puerta chirriante. 

—Inuyasha. ¿Qué haces aquí? 

Si hubiera podido desaparecer debajo del futón, Kagome lo habría hecho instantáneamente, pero como mucho podría acurrucarse debajo de las sábanas. 

—Yo… vine a ver cómo estabas, escuché a Sango decir que despertaste. He venido antes a verte, pero aún dormías.

 Inuyasha no había dado un paso dentro de la casa, rascándose el cuello avergonzado miraba a todos lados menos a Kagome. Nunca había sido bueno para disculparse.  

—Ahora estoy un poco mejor, pero todavía tengo fiebre. Debo descansar. 

La sacerdotisa no sabía qué decir, esta vez había algo diferente en el comportamiento de Inuyasha. Parecía un perro apaleado.    

—Escucha Kagome. Yo… vine aquí… ¡Ah, maldita sea! —trató de poner sus pensamientos en orden—. Vine aquí para disculparme contigo. 

Kagome se quedó sin habla. ¿Inuyasha se estaba disculpando? Por un momento pensó que todavía estaba dormida, o que era un delirio inducido por la fiebre. Pero cuando la miró culpable esperando su reacción, vio que era sincero. 

Al ver que la chica no decía nada, Inuyasha creyó que tenía que darle más explicaciones. 

—Actué como un tonto, lo admito. Pero quiero arreglarlo, quiero que volvamos a ser como antes. ¿Qué te parece si nos emparejamos? 

Esta vez Inuyasha apuntó sus cálidos iris ámbar a los oscuros de Kagome atrapándola con su mirada.

La joven se quedó sin aliento por un momento, debido a la intensidad de los ojos del medio demonio, pero de repente su mente febril superpuso el rostro de Sesshoumaru al de Inuyasha obligándola a apartar la mirada. 

—Escucha, Inuyasha —pronunció bien el nombre, como para recordar a cuál de los dos hermanos estaba enfrentando—. Es difícil, terriblemente difícil. Inuyasha comenzó a sudar frío, en el fondo sentía que lo que Kagome estaba a punto de decir no le gustaría nada. 

>>Pero me has lastimado demasiado, y no entendiste por qué, tal vez, en el fondo, ni siquiera lo entiendas ahora. Te aprecio mucho, Inuyasha. Pero ya no hay confianza. ¿Entiendes?

 Las palabras de la miko llegaron como cuchillas a los oídos del medio demonio.   

Inuyasha estaba sorprendido, Kagome le estaba negando la oportunidad de volver a encarrilar su relación. ¿Por qué hablaba de aprecio y confianza? ¿Ya no lo amaba? No entendía.

 —Pero Kagome. Realmente quiero, realmente quiero hacer las cosas mejor... 

—Amando a otra. 

Ahí estaba el problema.

 —¿Q-qué? 

—No me creas estúpida, Inuyasha. Sé que huyes al bosque casi todas las noches persiguiendo al fantasma de Kikyo. Estás tan aferrado a ella, que no dudo que seas el responsable de su regreso.

Yo. No… —Inuyasha inició a balbucear.

—Incluso sabiendo que ella es un alma destinada al mundo de los muertos. ¿Me amarías en esta vida terrenal? 

Kagome miró a Inuyasha. Sus ojos llenos de lágrimas, listos para desbordarse. Un rayo de esperanza se había encendido en ella, tal vez realmente pudieran volver a construir algo juntos, tal vez realmente dejaría a Kikyo y su amor en el pasado, tal vez ella sería capaz de olvidar los sentimientos que comenzaban a surgir por Sesshoumaru.

Pero Inuyasha desvió la mirada culpable. Culpable de no poder amarla tanto como amaba a la antigua sacerdotisa, de amar a una mujer y un alma, entre las cuales no sabía elegir. Culpable de buscar una solución a pesar de que nunca había estado tan seguro.

 —Kagome. Yo... 

—¡Vete! 

—¿Eh...?

 ¡¡Vete, sal de mi casa!!! —Kagome gritó, las lágrimas corrían por su rostro rojo. 

Sentía ira y vergüenza hacia sí misma, no había sido del todo sincera.  Era cierto que aún le molestaba la indecisión de Inuyasha. Sin embargo, ya no sentía ese amor casi siego que tantas veces la empujaba a darle la enésima oportunidad al medio demonio. 

¿Por qué insistía en volver con ella? ¿Por qué ahora sí quería emparejarse, cuando antes ni siquiera le había mostrado el interés de querer formar una familia con ella? 

Inuyasha se encontró impotente ante el sufrimiento de Kagome. No había nada que pudiera hacer más que irse sin haber solucionado nada. De hecho, probablemente había arruinado las cosas para siempre. 

Con las orejas bajas, abrió la puerta y salió, sin volverse hacia la joven.

 El híbrido sentía que su corazón se le estrujaba en el pecho, las cosas no estaban dando el resultado que esperaba. Por otro lado, el espíritu de Kikyo acudía a él con más frecuencia, aún no entendía cómo es que Kagome se había dado cuenta, se supone nadie aparte de él podía verlo. Incluso la anciana Kaede lo sabía. Tendría que ser más cuidadoso.

 «No te preocupes, pronto serás la misma de antes» 

Con ese pensamiento, Inuyasha salió corriendo a toda velocidad hacia el corazón del bosque. 

                                ❍

—¡Kagome! ¡Ey, Kagome! ¿Qué está pasando? —Sango había regresado para ver cómo estaba su amiga, encontrándola en un lago de lágrimas.  

—Nada, Sango... es-Inuyasha acaba de pasar.  

—¡Kami! ¿Qué diablos quería esta vez? ¡Incluso cuando no estás bien, viene a torturarte!   

—N-no, no... sniff... no es así... se disculpó. Me dijo que quería mejorar las cosas entre nosotros, pero no entiendo por qué insiste en estar conmigo si aún ama a Kikyo. 

—¡Pero ahora Kikyo está muerta! ¿Se da cuenta de que nunca podrá volver a establecer una relación con ella?   

—Él lo sabe, aun así, sigue yendo tras su espíritu errante, noche tras noche. 

—¿A qué te refieres, Kagome? No me digas que volvió del inframundo. 

Sango estaba realmente confundida.

 Kagome bajó la mirada apenada, últimamente le había ocultado muchas cosas a su amiga, pero es que no quería darles más preocupaciones con sus sospechas y problemas.

No obstante, la cara preocupada de Sango la hizo comprender que no había hecho bien al ocultar algo tan importante como la reaparición del espíritu de la antigua sacerdotisa. 

Así que le hizo seña a su amiga para que se sentara a su lado y procedió a contarle cómo había espiado a Inuyasha mientras seguía un orbe fluctuante casi transparente que claramente desprendía la inconfundible energía espiritual de Kikyo.

Pasaron casi toda la noche hablando de diferentes temas, hasta que la sacerdotisa finalmente se quedó dormida. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro