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💖Capitulo 7 - Esto es el destino. Claro que sí.💖

Óscar

Ella debe estar realmente loca. ¿Por qué se fue de esa manera? Acabo de sacarla de la cárcel y así me agradece. No tiene educación. Aunque quizás no quería que la viera de, desalineada. Pasar una noche en la cárcel no es algo divertido. Y más si fue por mi culpa, pero juro que intenté sacarla anoche. El oficial me dijo que no, que eso era algo que podría hacer al día siguiente, y aquí estoy a primera hora.

Aunque espero que eso le sirva como lección para que no maneje mientras está tomada. Es un gran peligro hacer eso. No sé cómo se le ocurrió cometer esa estupidez. Por esa estupidez, creo que está bien loca. Y otra vez no tengo su número, ni su nombre. Pero qué tonto, le preguntaré al oficial. Me acerco a él, y este me mira con cara de pocos amigos.

—Oficial, disculpe. ¿Podría darme el nombre de la chica a la cual le pagué la fianza, por favor? —hablo con una sonrisa, pero él entorna los ojos, mirándome mal.

—Lo lamento, pero eso no es posible. —responde, volviendo su vista a la computadora.

—Pero ¿por qué? Di el dinero para que la sacaran, tengo derecho. —digo enojado.

—¿Si usted no conocía a la individua para qué le pagó la fianza?

Su pregunta me deja pensando, él tiene razón. Cuando llegué, solo di la descripción de ella y que de seguro era la única que tenían encerrada, y así mismo fue. Y ellos ni me pidieron nada más. En el momento no le di importancia, y ahora que lo pienso bien, eso fue raro.

—¿Y por qué aceptaron el pago de un desconocido?

—Mire, la joven ya la conocemos, es frecuente por estos lados y no hubo necesidad de que usted diera datos. Ahora le voy a pedir que se retire, está obstaculizando mi trabajo.

Me quedo más confundido ante esa confesión. O sea, ¿que la sensual rubia que ha provocado casi dejarme seco ya ha estado en este lugar muchas veces? ¿Por qué razones habrá estado aquí? Al parecer, es toda una delincuente, y una descarada. Anoche me dijo que si la llevaban presa le afectaría a su profesión, pero me engañó.

Voy a hablarle otra vez al oficial, pero mi teléfono empieza a sonar. Verifico y es mi primo Brandon.

—Primo adorado, para qué soy bueno a estas horas de la mañana. —contesto con una sonrisa.

—Como que últimamente no estás en la empresa. ¿Dónde estás? —puedo notar que está molesto, algo común en él. Cada día está más de mal humor.

—Estaba resolviendo algo. Pero ya voy de camino. Y tú y yo vamos a hablar seriamente.

—¿De qué tenemos que hablar?

—Qué pregunta más tonta la tuya. Me hiciste ir al juzgado en busca de un abogado y ya habían seleccionado uno. Fui para nada. —digo enojado.

—No es para tanto, deja el drama, primo. ¿Por qué no vienes a la empresa? Hay mucho trabajo. Te espero, y así hablamos de la borrachera que se dio Liam, que aun no entiendo los motivos y él no me quiere decir.

Suspiro al cerrar la llamada. Ahora tengo que pensar cómo lidiar con Brandon y sacarle de la cabeza lo de Liam, que no se entere de sus problemas amorosos. Anoche fue un caos, el pobre estaba destrozado, lo animé lo mejor que pude. No me gusta ver a mis amigos sufrir, siempre intento ser un gran apoyo para ellos, hacerles saber que siempre estaré ahí. Cuando los veo tan mal, me afecta mucho.

Brandon, por un lado, sufre por esa chica que lo dejó hace años. Aunque no lo admita, es algo que no puede disimular. Alonzo dice que no volverá a enamorarse, y lo entiendo después de lo que esa maldita perra le hizo. Liam sufre por un amor que parece imposible. Yo no sufro por mujeres. Como llevo mi vida, me parece perfecto. No me interesa eso de enamorarse, la verdad, y hasta ahora no me ha pasado, y espero que no me pase. Si es para pasar por lo mismo que mis amigos, mejor que no.

****

El ruidoso sonido de la alarma de mi celular me espanta. Siento que la cabeza me va a explotar. No debí beber tanto anoche. Aunque no me quejo, fue un buen fin de semana, y con esas mujeres estuvo potente. Pero odio los lunes, ¿quién no odia este día? Es el peor de todos. Ojalá y siempre fuera sábado o domingo, qué delicia sería.

Verifico la hora y apenas son las seis de la mañana. Quisiera quedarme a dormir más tiempo, pero tengo que trabajar. Hoy inicia el nuevo abogado y tendrá bastante trabajo de mi parte. Además, si me atraso, no lograré lo que quiero: mi propia compañía, algo que no falta mucho. Me ducho rápido, me pongo mi mejor traje, preparo algo rápido de desayunar y me tomo dos pastillas para el dolor de cabeza.

En el trayecto me siento animado a pesar de la jaqueca, pero eso no me impide estar de buen humor. Soy así, siempre he sido un tipo con humor. Es raro verme de malas, y hasta el momento no me he visto en la necesidad. Aunque hay un detalle que a veces me hace pensar y me molesta, y es esa rubia. La condenada ha estado en mis masturbaciones, que no han sido una. Perdí la cuenta de cuántas veces me masturbé con ella de protagonista. También, mientras me divertía con dos bellezas de mujeres el fin de semana, mi mente me jugó una mala pasada y me imaginé a esa rubia encima de mi pene cabalgándome como una potra.

Quiero volver a verla. Poder recorrer toda su sensual anatomía. Cogerla duro hasta el cansancio. Tengo que saber de ella. Quizás en el juzgado la encuentre. Mierda, no lo había pensado, fue ahí donde la vi por primera vez. Tal vez trabaje allí, ese día estaba con un traje muy elegante y sensual.

Al llegar a la empresa, la recepcionista me detiene.

—Buenos días, Oscar, madrugaste hoy. —me dice con una sonrisa coqueta.

—Muñeca. Siempre soy puntual. —contesto guiñándole el ojo.

—¿Te gustaría repetir? A mí me encantaría. —habla acercándose a mí. Posa su mano en mi pecho y me acaricia. —Me encantó y me quedé con ganas de más. Tu pene es adictivo.

—Creo que te dejé claro que no repito, no me cojo a una puta más de una vez, muñeca. —reafirmo con una sonrisa. Su rostro cambia a uno molesto.

—Eres un idiota. —habla con enojo.

No le respondo y me alejo de ella. Quisiera saber en qué momento le dije que podría haber algo más. ¿Acaso es tan difícil de entender que fue solo una noche y nada más? Las mujeres si son complicadas.

Al llegar a mi piso, mi secretaria me recibe.

—Buenos días, señor. —me dice con una sonrisa.

—Buen día, Perla. Necesito que me leas todo lo que tengo para hoy. Bien. —ella asiente. —Vamos, trae tu lindo culo a mi oficina. —le digo con una sonrisa, que la hace abrir mucho los ojos.

A pesar de mis coqueteos tan directos y pervertidos hacia ella, Perla se sigue comportando como si nada. No muestra interés en mí, y eso me motiva más a seguir. Aun no tengo sexo con ella, pero sé que en algún momento llegará ese día. Además, no pienso obligarla, no hago esas cosas. Al terminar de leerme todo lo que tengo, me avisa que la nueva abogada está en su oficina. Sonrío al escuchar que es una mujer. Otra que haré caer.

Me arreglo el traje y me dirijo al piso de la nueva. Presiento que será divertido. Al llegar está la secretaria, que es muy linda tambien. No me puedo quejar, en este edificio tenemos puras mujeres hermosas, unas mas putas que otras, pero no importa, son mujeres y ellas son unas delicia.

—Hola, muñeca. —hablo con una sonrisa como siempre, me apoyo en su escritorio. Ella se espanta y me mira asustada, poniéndose nerviosa. Es raro esa actitud, ella nunca había reaccionado de esa manera conmigo.

—Señor Addams, bienvenido. —su voz sale nerviosa.

—¿Te encuentras bien? —ella asiente más nerviosa y la miro preocupado. Algo le pasa. —¿Estás segura? Si tienes que descansar, solo dilo. Bien. —ella niega. La miro con seriedad. —Bueno, iré a ver a la nueva. Pero te lo digo otra vez, te puedes ir en cualquier momento. ¿Entendido?

—Gracias, señor, pero estoy bien. Seguiré aquí.

No muy convencido me alejo de ella y voy hacia la nueva abogada. Al entrar me encuentro con una hermosa rubia que me mira enojada. Creo que no le agradé, esa cara lo dijo todo. Y eso que me comporté, no le dije muñeca como a todas. Pero desde que se presentó, supe de inmediato quién era. El apellido lo había escuchado mucho entre algunos amigos abogados y jueces que tengo, que me han comentado que ella es muy buena. Pero junto al nombre está claro. Ella es la ex de mi primo. Su nombre no lo olvidaría, él la mencionaba en cada momento.

Creo que su presencia será divertida para mi primo.

Las horas pasaron y estoy camino a mi apartamento más temprano que cualquier otro día, el buen humor que tenía pasó a un humor negro. La acusación de mi primo me dolió. ¿Cómo puede pensar que yo haría algo en contra de la empresa familiar? ¿Se volvió loco? Es eso, se volvió totalmente loco. La presencia de su chica lo puso así. Y ya sé cómo me cobraré esa acusación. Ya río solo imaginándome su cara.

Al llegar decido dormir un par de horas, para luego salir a un bar. Sé que es lunes, apenas inicio de semana, pero estoy estresado. Unas copas y una buena cogida con una sensual mujer no caerían nada mal para poder desestresarme.

Las horas pasaron y ya me encuentro en el bar tomándome un trago. Varias mujeres se me han insinuado, pero la verdad, ninguna me ha llamado la atención, mi pene no reacciona al verlas. Cuando voy a pedir un segundo trago, mis ojos no dan crédito a lo que están viendo. Esto es el destino. Claro que sí.

El destino quiere que me coja a esa sensual rubia, de eso no hay duda.


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