Oscar.

—Oscar, ¡te estoy hablando! Escúchame y deja de ignorarme. Explícame, ¿quién es esa chica? Según ella no es tu novia, pero bien que estaban cogiendo en el sofá. —mi madre habla detrás de mí, con tono acusador.

—Madre, podrías no hablar así. Ya ella lo dijo, no es mi novia, no tengo novia, es solo una amiga. —respondo mientras me dirijo a la cocina. Desde que Tatiana se fue, mi madre no ha dejado de hablar del tema. Insiste en que ella es mi novia.

—Sí, claro, "amiga". Ni tú mismo te lo crees. Dime, ¿qué amigos son esos que tienen sexo? Yo nunca te enseñé eso. Explícame. —sus palabras hacen que me detenga.

—Es otra época, madre. Los jóvenes pueden tener sexo sin necesidad de ser novios. ¿O acaso tú, cuando eras joven, no lo hacías? —pregunto, plantándome frente a ella con una media sonrisa.

Ella abre los ojos como platos y veo que intenta reprimir una sonrisa. Sabe que tengo razón. Que tenga sexo con Tatiana no significa que seamos novios.

—No le des vueltas a mis palabras, estamos hablando de ti y esa chica. Dime, ¿cómo se llama? ¿De verdad no es tu novia? ¿Cuándo vas a tener una? Quiero nietos. Sé que soy joven para ser abuela, pero quiero compañía. Ya creciste, eres todo un hombre y no me vas a acompañar siempre. —dice, sonriendo con ilusión en los ojos.

—¡Qué tonterías dices, madre! Ya te lo he dicho, en mis planes y en mi vida no está tener novia, y menos hijos. Ya lo hemos hablado, ¿por qué insistes tanto? —digo, algo molesto. Siempre es lo mismo con ella.

—Todavía no lo entiendo, explícate mejor. Estoy segura de que serías un gran padre y esposo. Eres tierno, divertido, un caballero con las damas. Sé cómo eres, te conozco. ¿O es que aún no superas lo que pasó hace años? Sé honesto conmigo, hijo, soy tu madre.

Mi cuerpo se tensa con sus palabras y la miro molesto. ¿Por qué tiene que hacerme recordar eso? Sabe que odio ese recuerdo. Se me acerca y acaricia mis mejillas, luego me sonríe con ternura, pero veo tristeza en sus ojos. No pasa mucho tiempo antes de que sus brazos me rodeen en un fuerte abrazo que no rechazo, y la abrazo también.

Amo a mi madre, y haría lo que sea por ella, pero lo que ella desea no está en mis planes. Sé que algún día lo entenderá, eso espero.

—Perdón, hijo. Sé que no te gusta que lo mencione, pero solo trato de entenderte. —dice entre sollozos.

Me separo de ella para mirarla directamente a los ojos. Me mira con mucho amor, ese amor que me ha dado desde que tengo uso de razón. Ella ha sido padre y madre para mí, y la admiro por sacarme adelante como madre soltera.

—No es difícil de entender, madre. Decidí que no tendría novia, y sabes bien mis razones. No es necesario que me lo recuerdes. Y por favor, no llores. No me gusta verte así. —digo, limpiándole las lágrimas.

—Solo quiero que seas feliz, hijo, que encuentres a alguien que te ame. Lo que pasó fue hace muchos años y creo que deberías superarlo, pero no puedo obligarte. Tú eliges, es tu vida, pero recuerda que siempre estaré aquí para ti y puedes contar conmigo.

—Lo sé, mamá. Gracias. Yo soy feliz así, y soy más feliz si tú eres feliz. —le respondo con una sonrisa y la abrazo de nuevo, sabiendo que, aunque nuestras perspectivas difieran, el amor entre nosotros siempre será inquebrantable.

—Estoy saliendo con alguien. —dice de repente. Mi semblante cambia a uno serio. —Pero no pongas esa cara, parece como si hubieras visto un fantasma. —dice con una risa nerviosa.

—¿Quién es ese idiota? ¿Desde cuándo lo conoces? ¿Por qué no me lo habías dicho? —cuestiono con rabia.

—No vengas con tus celos, hijo, es un buen hombre. Y...

—Sí, claro, el mejor hombre como los otros, ¿no? —expreso enojado. Ella me mira con tristeza. Suspiro para controlar mi molestia; ella es adulta y también tiene derecho a vivir su vida. —Escúchame, madre querida, no son celos, solo que no quiero verte ilusionada otra vez y que ese imbécil dañe tu corazón, porque lo mataré. Así que trata de no entregar todo de ti, ¿bien?

—Hijo, claro, no soy tan tonta. ¿Por qué mejor preparamos algo para cenar y así me cuentas de esa chica "amiga" que, la verdad, me agradó? Y sabes que no todas me caen bien. Además, se ven lindos juntos. Sería una esposa algo alocada por cómo me habló, pero no está mal. Es bella y tiene un lindo trasero. —asegura con una gran sonrisa.

—¡Madre!... —exclamo, tratando de no reírme.

—Perdón, es la verdad. Es muy guapa. ¿Seguro que no es tu novia? Creo que daría niños lindos, así como tú y ella. Imagínate a un mini Oscarcito, qué lindo. Ya me lo imagino corriendo por toda la casa y una mini de esa chica. —dice, suspirando como una mujer enamorada e ilusionada.

La observo con horror ante sus palabras. ¿Acaso no entiende que eso es algo que no pasará? Juré que no me volvería a enamorar, que no tendría novia y menos iba a besar a nadie más. Aunque lo último no lo cumplí, aún me quedan cosas por cumplir. Mejor ya no la contradigo, no tiene caso, o nos pasaríamos toda la vida discutiendo ese asunto.

—¿Cómo dijiste que se llama mi nuera, digo, esa chica? —pregunta con una risa burlona.

—No sigas, por favor. Ya te aclaré que no es mi novia y esos minis míos o de ella tampoco existirán. Mejor dejemos ese tema y vamos a preparar la cena. —suplico, esperando que me haga caso.

—Pero eres mi único hijo, y el único que puede darme nietos. No seas tan malo. Mira a tu primo Brandon, estoy segura de que se casará con esa chica Gabriela, creo que se llama. Mi cuñada me ha contado lo enamorado que está él de ella. —dice sin dejar de sonreír.

—Pues que sea muy feliz, le deseo la mejor de las felicidades, pero ya te lo he dicho y lo repito, no está en mis planes casarme. —digo molesto. Volvemos a lo mismo.

—Lo dices porque aún no te has enamorado, pero cuando lo hagas, harás lo que sea para que esa mujer sea tu esposa, te lo aseguro. Mi hermano luchó por Amelia, y ella no quería tener una relación con nadie, y míralos, llevan años casados y con dos hijos. Solo espero que te cases pronto, quiero verte feliz. —su sonrisa se agranda cada vez más. Ruedo los ojos, fastidiado con esta conversación.

—Escúchame, madre. Te adoro con el alma, y amo la historia de mis tíos, pero si vuelves a mencionar eso, te prohibiré que me visites y te dejaré de hablar.

Ella no dice nada más, solo se encoge de hombros restándole importancia a mis palabras y se ríe, para luego caminar hacia la cocina. No puedo evitar reírme también. Mi madre es especial, aunque sé que cambió de tema porque tampoco le gusta recordar lo que ha vivido con otros imbéciles que la han lastimado.

Entre risas y anécdotas, mi madre y yo terminamos de preparar la cena. Intentó meter otra vez el tema de Tatiana, pero se lo impedí. A mala hora tenía que aparecer y encontrarnos en esas condiciones. Al terminar de cenar, la saco a la fuerza del apartamento; ella quería quedarse y seguir hablando de esos temas que no me gustan y, para no molestarme, mejor la eché.

Mi madre es demasiado insistente, no sé qué haré con ella. Solo espero que no vuelva a hablarme de lo mismo. No soportaré que me recuerde que debo casarme. Y no entiendo por qué tanta insistencia. Estoy bien así. Además, estoy muy joven, solo tengo veintisiete añitos y aún me queda mucho de la vida por disfrutar.

No niego que Tatiana me atrae mucho, me gusta demasiado, como a ninguna otra mujer, y hoy me di cuenta de eso, tanto que hasta la declaré como mía. Pero eso no significa nada. Solo es una atracción y nada más. Pero llegar a que sea mi novia, casarme y tener hijos aún no está en mis prioridades, y menos después de lo que viví hace años.

Prefiero seguir soltero, sin líos de enamoramientos ni novias.