💖Capitulo 23 - Delirios - Ataque 💖
Tatiana.
¿Alguna vez has sentido como si alguien te estuviera vigilando, esa sensación de ser perseguido? Es algo que estoy experimentando en este momento mientras voy en el bus rumbo al trabajo. He mirado a los pasajeros disimuladamente y no veo nada extraño en ellos; todos actúan de manera normal, cada uno en su mundo. No entiendo por qué siento esta sensación.
¿Será que me estoy volviendo loca? No, no lo creo. Nunca he tenido delirios de persecución, pero llevo tres días sintiéndome vigilada o seguida. Tal vez todo sea producto de mi pobre cerebrito que se encuentra cansado. No he dormido bien pensando en ello, además del montón de trabajo me tiene tambien agotada. Es posible que eso influya en sentirme acosada.
Aunque también hay otra cosa que me quita el sueño, y el culpable de ello es el tonto de Oscar. Su desplante me tiene confundida. No entiendo por qué mintió, con una estúpida excusa de que su familia iba a visitarlo. Sí claro, ni él mismo se lo cree. Con lo ansioso y desesperado que estaba por tenerme, saltar con esas estupideces... se pueden oler las mentiras y él me estaba mintiendo.
Ese desplante me hizo sentir mal, no lo voy a negar. Yo también estaba ansiosa por tenerlo entre mis piernas, pero tampoco iba a mostrar lo desesperada que estaba, y por eso actué tan tontamente. Solo a mí se me ocurre salir corriendo cuando estamos a punto de tener sexo salvaje. No puedo evitar reírme al recordarlo, fue un momento divertido.
En estos tres días me la pase yendo a su apartamento para buscar mi coche y para volver a estar con él, pero él no estaba. No tengo su número para llamarlo, porque por estúpida no se lo pedí. Sé dónde trabaja, pero no me atreví a ir, no quiero parecer desesperada, aunque se me está complicando, porque con solo verlo ya lo quiero tener entre mis piernas. No puedo evitar que todo en mí palpite al verlo, y no dejo de pensar en él, y eso no es bueno.
—¡Chofer deténgase, me quedo! —el grito de una persona me espanta, sacándome de mis pensamientos.
Me doy cuenta de que casi se me pasa mi parada. Bajo del bus tan rápido como puedo. Odio coger el bus, me deja algo alejada de la empresa, pero no tengo opción. Hasta que no tenga mi carro nuevamente, me toca tomarlo. Iba a tomar un taxi, pero todos pasaban llenos y no podía esperar y llegar tarde.
Mientras camino algo apurada, otra vez tengo la sensación de que alguien me está siguiendo. Sin dejar de caminar, miro hacia atrás, pero no hay nadie. Creo que me volveré loca. Sigo caminando hasta llegar al edificio y respiro profundamente al detenerme frente a las enormes puertas. Me cambio los zapatos por unos tacones. No soy tan tonta, siempre estoy preparada.
La voz de una mujer me hace detener mi caminar cuando voy a entrar. Volteo para encontrarme con una chica que me mira furiosa, algo desalineada, de cabello castaño con reflejos rubios, con un maquillaje bastante cargado y con cara de loca.
—Él es mío, solo mío. Ni tú ni nadie me lo va a quitar. Tú solo eres una zorra maldita. Nunca tendrás su amor, él es mío, me pertenece. —sus palabras salen cargadas de ira, a la vez que uno de sus ojos pestañea sin control.
La miro confundida, sin comprender nada de lo que me está hablando. Mínimo debe estar loca, porque no la conozco.
—Creo que te estás confundiendo de persona, querida. Así que deberías irte.
—Te lo advierto, aléjate de lo que me pertenece, él es mío, solo mío. Si no lo haces, lo vas a lamentar. —gruñe mientras se acerca a mí con su rostro de psicópata.
No sé por qué no me muevo, y debería hacerlo, porque esa chica podría golpearme, pero tengo un problema: no huyo de estas cosas, soy de enfrentarlas sin pensar en las consecuencias.
—No te conozco, no sé de qué hablas. Solo sé que estás loca, demente. ¿Te escapaste del manicomio o qué? De seguro tus amigos los locos te están buscando. Creo que deberías volver, tal vez te hacen falta, desquiciada. —digo con una sonrisa burlona.
Creo que no debí decir esas cosas, su rostro se ha distorsionado y enfurecido aún más. Veo cómo en fracciones de segundo corre hacia mí. Yo intento entrar al edificio, pero mis pies se enredan y siento cómo mi cuerpo y mi cabeza chocan con el suelo, dejándome algo aturdida por unos segundos. Reacciono cuando siento su cuerpo encima del mío. Ella grita cosas y me golpea.
—¡Maldita! ¡Él es mío, no te quedarás con él! ¡Maldita perra! ¡Eres una puta zorra! ¡No te quedarás con lo que es mío! —Ella grita esas estupideces mientras sigue golpeándome.
Grito pidiendo ayuda mientras le agarro los brazos para que no siga golpeándome. Demonios, ¿qué le pasa a esta chica? Ella forcejea y yo con todas mis fuerzas logro empujarla lo suficiente para ganar algo de espacio. Aprovecho ese momento para lanzarle un puñetazo en su rostro. Ella tira un grito de dolor, pero eso no la detiene, al contrario, la enfurece más e intenta lanzarse hacia mí. En ese momento llegan los guardias de seguridad y la sujetan.
Respiro con dificultad, intentando recuperar el aliento mientras observo el rostro de esa chica, que me mira con furia. Mi corazón late a mil, esto no lo esperaba.
—¿Se encuentra bien? ¿Te ha hecho daño? —me pregunta el guardia con voz urgente, mientras llama a otros compañeros en busca de ayuda.
Asiento débilmente, aún algo aturdida por lo que acaba de suceder. La chica sigue forcejeando bajo el agarre de los guardias, gritando insultos y amenazas. Esa maldita está totalmente desquiciada.
—Jefa, ¿qué pasó?, ¿estás bien? —escucho a Cameron, y este me ayuda a levantarme. Nuestra mirada se conecta y puedo ver que está preocupado por mí. Qué lindo. El me agrada.
—Sí, estoy bien. Esa loca me atacó sin razón alguna. —explico mientras sacudo mi vestido, que se ha ensuciado de polvo.
—¡Maldita! Te juro que esto no se quedará así, me la pagarás. No te vas a quedar con él, él es mío, solo mío. ¡Zorra! —vocifera la chica mientras los guardias se la llevan para alejarla.
La miro con horror, no entiendo a qué se refiere esa loca. Varias personas me miran con curiosidad y por primera vez siento vergüenza. Con Cameron a mi lado, comienzo a caminar para entrar al edificio. Le pido que no diga nada, que me deje analizar lo que ocurrió. Él me hace caso y no dice nada. Al llegar a la oficina, le pido un té para relajarme. Él tan obediente se va a preparármelo.
Las horas pasan y trato de concentrarme en todos los documentos y casos que llevare pronto, pero aún no puedo sacar de mi mente a esa loca. Hasta la cabeza me duele de tanto pensarla. No entiendo nada de lo que pasó y eso me preocupa. Admito que tengo algo de temor de salir y encontrarme a esa demente esperándome afuera. Si es así, no dudaré en golpearla. No me importa que digan que a los locos no se les puede pegar, pero no dejaré que me pegue a mí.
¿Y quién será ese hombre que supuestamente le voy a quitar y que según ella es suyo? Hasta el momento, los hombres con los que he estado son sorteros. Qué rabia, cada vez que pienso en esas estupideces más me enfurezco. Creo que esta semana no es la mejor para mí: Oscar me dejó con las ganas, tengo el problema del delirio de persecución y para colmo aparece una demente y me ataca. ¿Qué más mierda me podría pasar?
—Permiso, ¿puedo pasar? —la voz de mi jefe me saca de mis cavilaciones.
—Claro, pase, usted es el jefe. —aclaro con voz calmada.
Él se acerca con pasos lentos e indecisos, se sienta y me mira seriamente. Pasan unos dos minutos y él sigue observándome, y yo a él también.
—Dime cómo te sientes. Recién me enteré de lo que te pasó, estaba en una audiencia. ¿Conoces a la que te atacó? —habla con firmeza.
—Estoy bien. Y no conozco a esa loca. Pero te aseguro que, si la vuelvo a ver, no se salvará de mi ira. —espeto con rabia.
—Entiendo. Mandé a pedir las grabaciones donde se ve su rostro e iremos a ponerle una denuncia.
—¿Cómo haremos algo así? No sé su nombre. No tengo ni idea de dónde salió. No la conozco. —aclaro, con más rabia.
—Tranquila, ya veremos cómo lo hacemos. Estás hablando con el mejor abogado del país. —responde con orgullo mientras se levanta. —Solo prepárate para declarar y decir la verdad. —expone con la misma seriedad, y yo lo miro confundida con lo último que dice.
—No entiendo eso de decir la verdad. ¿A qué te refieres? Porque en las grabaciones todo está claro. La estúpida loca fue la que me atacó, ¿qué más verdad quieres? —expongo mientras me levanto de mi silla y lo miro furiosa.
—Los rumores dicen que le quitaste a su pareja y si eso pasó, tienes que decir la verdad al respecto. Eso es todo.
Lo fulmino con la mirada y uno de mis ojos comienza a temblar de rabia. Respiro profundo para no mandarlo a la mierda por sus insinuaciones. Puedo ser alegre y calmada, pero cuando me provocan, nadie controla mi boca cuando se trata de decir la verdad.
—Dije que no conozco a esa maldita demente. Y si eso era todo, jefe, necesito estar sola, tengo mucho trabajo que hacer. —respondo con calma, tratando de no gritarle.
Él no dice nada y sale de mi oficina. Me siento en mi silla, vuelvo a respirar profundo para tranquilizarme. Me duele más la cabeza y no sé si es por el golpe que me di cuando caí al suelo o por la rabia.
Escucho una voz a lo lejos y siento que mueven mi cuerpo. Al abrir los ojos, me encuentro con la sonrisa de Cameron. No recuerdo en qué momento me quedé dormida sobre mi escritorio, pero el cansancio pudo más.
—Jefa, dormiste bastante, pero ya tenemos que irnos. Al menos que quiera quedarte a dormir aquí. —me dice con una gran sonrisa.
Niego ante lo que me dice y recojo mis cosas. Él se ofrece a llevarme a mi apartamento y yo le agradezco, aún siento el susto de la mañana y la verdad no quiero salir sola. Cuando salimos entre chistes y risas, mis pasos se detienen al ver a Oscar parado junto a un deportivo. Que guapo y sensual esta.
Oscar, al verme, me da una gran sonrisa, pero se le borra cuando mira a Cameron a mi lado que me sujeta de la cintura. Ahora nos mira molesto. ¿Qué mosca le picó? ¿Y por qué está aquí?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro