💖Capitulo 13 - ¿Acaso no te has visto en un espejo?💖
Tatiana.
—¿Que tienes una cita? ¿Me estás bromeando, hermanita? No lo puedo creer. ¡Qué emoción! —exclamo mientras aplaudo con mucha alegría. En cambio, ella me mira muy molesta. Pero no me importa, estoy muy feliz por ella.
Intento abrazarla, pero no me lo permite.
—No seas tonta. No tendré una cita con nadie. Además, quedamos que iríamos donde nuestra madre. Eso de cita puede esperar. —me dice molesta.
—No entiendo. ¿Por qué dices que tienes cita y luego no? ¿Cuál es el problema? —cuestiono viéndola confundida.
—Es que no sé por qué acepté. No debí. —expresa caminando de un lado a otro.
Ruedo los ojos por lo que hace. Siempre hace eso cuando está nerviosa o tiene temor. Y ya lo hemos hablado, que debe tomar las cosas con calma, pero ella es algo terca.
—Detente, me vas a marear si sigues así. Podrías explicarte mejor, no entiendo.
—¿Cómo voy a salir con el primo de Brandon? Eso no está bien. —habla preocupada.
—¿Saldrás con su primo?, no me jodas. ¿Y cómo se llama? ¿Es guapo, sexy, ardiente? Cuenta. —cuestiono con una enorme sonrisa.
—¿Solo piensas si es guapo? Estás loca. ¿Acaso no ves el problema? —niego. Ella suspira. —No saldré con Óscar, es su primo y no está bien. —expresa con frustración mientras se dirige a su habitación.
¿Óscar? No, no puede ser, hay muchos Óscar en el mundo, él no es el único. Es mucha coincidencia. Respiro profundo. Debo relajarme, es solo coincidencia es todo. Pero aún así, debo indagar más.
Voy tras mi hermana a su habitación y la empiezo a cuestionar. Ella está alterada por mis preguntas. Pero las descripciones que me da coinciden mucho con ese Óscar. El idiota ese que conocí. No lo puedo creer, si resulta ser él, está detrás de mi hermana. Es un idiota.
—Por favor, deja de preguntar tanto. Está bien, tendré esa cita. Lo usaré a mi favor. Mortificaré a ese pelirrojo. —me da una sonrisa malvada.
—Así se habla, hermana. Te tienes que poner bien guapa. Yo iré a cambiarme y ponerme cómoda.
—Bien, por lo que veo ya vives aquí. No sales de mi apartamento. —me dice cruzándose de brazos y dándome una media sonrisa.
—¿Me estás echando?, es eso. ¿Quieres que me vaya? Eres malvada, eres como Cruella de Vil. Me maltratas. Me ofendes. —digo con dramatismo.
Salgo de esa habitación riéndome a carcajada. Y escucho su risa detrás. Mi hermana tiene razón, estoy más en este apartamento que en el mío, tengo parte de mis cosas aquí, y no pienso retirarlas. Yo me quedaré aquí las veces que sean necesarias, además a veces me siento sola en el apartamento y la compañía de mi hermana me hace bien.
Al entrar a la habitación, me tiro en la cama suspirando. No dejo de pensar en lo de anoche. Tengo espasmos cuando recuerdo el maravilloso orgasmo que me provocó el idiota ese en el baño de ese bar. Su lengua es divina, y juro que quiero más. Me arrepiento de haberlo dejado con las ganas y con tremenda erección. Mierda, cuando recuerdo su enorme pene, mi vagina palpita. Y por eso no pude dormir, desperté temprano y estoy de colada en el apartamento de mi hermana, llegué después de que se fue al trabajo.
Debí dejar que me follara, pero no, yo estúpidamente para joderlo salí corriendo, perdiéndome del enorme placer que su lindo y gran miembro me iba a dar. Tonta de mí. Pero reconozco que fue divertido, verle la cara de "¿me estás jodiendo, me dejarás así?" fue lo mejor. Ver ese hermoso rostro fue muy gracioso.
No puedo evitar que mis manos empiecen a recorrer mi cuerpo acariciándome lentamente. Algo ansiosa, me retiro la ropa quedándome completamente desnuda. Aseguro la puerta y vuelvo a la cama. Sin poder aguantarme, acaricio mi coño que ya está empapado. No puedo creer lo que hace ese idiota con solo pensarlo. Cuando toco mi clítoris suavemente de manera circular, mi cuerpo se estremece, siento que estoy a punto de tener un orgasmo, y ya eso no es normal.
Me sigo tocando con suavidad. Con la otra mano, la llevo a mis pechos y pellizco mis pezones. No puedo evitar gemir fuerte por la gran excitación, me cubro la boca porque no quiero que mi hermana me escuche y soy de gritar como poseída. Sigo con mi vagina y me introduzco dos dedos que me hacen arquear la espalda, suavemente entro y saco mis dedos, se siente delicioso y siento que estoy a punto de llegar al orgasmo, pero no quiero llegar, quiero disfrutar más imaginándome a ese rubio e idiota de Oscar. Pero de repente, las ganas se me espantan al recordar que así se llama la cita de mi hermana.
Me reincorporo frustrada. ¿Y si es él? ¿Qué voy a hacer? Estoy segura de que si me ve, me va a reclamar haberlo dejado duro en ese baño, y no quiero que mi hermana se entere de nada. Tengo que ver cómo le hago si resulta ser él. Con el orgasmo frustrado, mi mente empieza a trazar una idea.
Mi hermana está tan nerviosa por esa cita que aún no se ha percatado de cómo ando vestida. Parezco una vagabunda, mezclada con niña buena, de esas que van a la iglesia y rezan de rodillas frente a una cruz, pero en mi caso yo de rodilla le rezo a un gran verga, sí, Dios me va a castigar por estos pensamientos tan impuros.
Tengo un vestido de esas que usan las ancianas, que me llega debajo de las rodillas, de mangas largas. Un pantalón largo y ancho. Me puse un pañuelo en la cabeza, sacándome unos flequillos, mis lentes, los que uso para leer, también me tiré un suéter sin manga que está todo manchado y con agujeros. Me pinté las cejas bien oscuras. Y dibujé unas pecas en casi toda mi cara.
Parezco una loca, creo que no me reconocerá, si resulta ser el mismo idiota guapo y sexy, no lo hará, estoy segura. Porque ni yo misma me reconozco. Gaby ni cuenta se ha dado. Sí que está nerviosa. Pero es terca, entré y no se había vestido, la obligué a hacerlo. Tenía que hacerlo porque después cuestionaría por qué ya no quiero, y dar explicaciones no está en mis planes. Le dije que solo es para torturar al pelirrojo, no que se fuera a casar con el de la cita.
El sonido del timbre me hace espantar. Ya llegó. Me acerco a la puerta y miro por la mirilla, y sí, es él. No puedo creerlo. ¿Por qué justo tenía que ser él? Suspiro antes de abrir. Mis manos están temblorosas. Al abrir, él me mira de arriba abajo y su cara es de sorpresa. Y la mía es de deseo, está guapísimo, quisiera devorármelo en estos momentos.
—Buenas noches, ¿este es el departamento de Gabriela? —él me mira dudando, con cara de ¿y está loca? Asiento mientras agacho la cabeza y le indico que pase.
Cuando cruza a mi lado, puedo sentir su perfume, huele delicioso. Todo en mí tiembla con solo olerlo. Mi mente va al recuerdo de anoche, su boca en mi vagina y él succionando todo de mí.
—¿Eres familia de Gabriela? —su voz me saca de mis pensamientos lujuriosos.
Al mirarlo, él me observa expectante. Su mirada no refleja la lujuria que tenía anoche, y sé que como estoy no le causa nada.
—Sí, iré a buscarla. —hablo tímidamente.
Al entrar, ella aún está en el baño. Mierda. Me tocará entretenerlo. Cuando salgo, él está sentado con su teléfono en mano. Levanta la cabeza cuando nota que estoy cerca de él.
—Ella aún no está lista. —murmuro.
Él no dice nada, solo me da una leve sonrisa y vuelve su vista al teléfono. Me coloco en la cocina, me apoyo en la pequeña encimera, y me quedo contemplando al bombón frente a mí, que ni me mira. No puedo evitar sonreír al recordar que lo dejé duro. No sé qué tiempo transcurre, solo sé que él sigue concentrado en su teléfono y sonríe bastante. Esa conversación debe de estar muy buena.
—Si quieres, puedes tomarme una foto, te durará más. —él me mira con una sonrisa levantando una de sus cejas. Mierda, se dio cuenta de que lo miraba.
—Idiota, no eres gran cosa, y más te vale no hacerle nada a mi hermana, o te la verás conmigo. —digo entrecerrando los ojos viéndolo mal. Él se levanta y se acerca a mí.
Todo en mí palpita al tenerlo tan cerca. Necesito tener a este hombre entre mis piernas para que todo esto se me pase.
—Más fácil le haría cosas a tu hermana que a ti. ¿Acaso no te has visto en un espejo? ¿O nunca has ido a un centro de estética? Te hace falta un cambio de estilo. —dice con burla.
Sin poder evitarlo, abro mucho los ojos. ¿Cómo se atreve a decirme esas cosas? Entiendo que parezco una loca vestida como estoy, pero eso no le da el puto derecho de decirlo. Es un idiota. Desearía golpear ese lindo rostro, pero me controlo, lo ignoro y paso por su lado, escuchándolo reírse, hasta su risa es hermosa.
—No te creas la gran cosa, al parecer tú tampoco te has visto a un espejo. —no dejo que diga algo y me alejo.
Al entrar a la habitación, mi hermana está lista, le aviso que él ya llegó. La veo salir con una sonrisa y el idiota actúa como si nada, adulándola. Ella me mira y le guiño el ojo para disimular mi molestia. Él me mira y le saco el dedo del medio fulminándolo con la mirada. Mientras que él me saca la lengua, eso fue bastante infantil de su parte. Cuando salen, me tiro al sofá suspirando. Debí decirle que ese idiota me dio un rico orgasmo anoche, no sé por qué no se lo dije.
Aunque la verdad no me preocupo, conozco a mi hermana y no caería tan fácil a él, ni a otro hombre como yo lo haría. Y cómo no hacerlo, si ese idiota es una delicia de hombre, con una verga hermosa. Lo que yo haría con ese miembro.
Stop, Tatiana Palmer, ya fue suficiente. Deja de pensar en esa tremenda cosa entre las piernas de ese idiota. Cosa que no aproveché y me arrepiento. Cosa que me la comería completita, claro, a él me lo comeré todo, de eso estoy segura, y más ahora que sé más de él, y no desaprovecharé ni un momento.
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